Partida Rol por web

-Venga, vayamos entonces a ver a Polton, a ver qué podemos averiguar con él. Es un caso sumamente extraño, y este mensaje lo complica aún más.

Investigar no se nos daba mal, pero estos instantes de confusión que traían datos y pocas respuestas eran lo peor. Había que tirar de algún hilo, y Polton era una buenísima opción. Ojalá la suerte nos fuese propicia.

A última hora del día os acercáis hasta el viejo faro que Polton ha reconvertido en morada. Os recibe taciturno y la mirada baja. Ellen, su esposa, es quien se encarga de acomodaros en los sillones del salón y daros una infusión caliente.

- Ha sido culpa mía, estoy seguro. - Dice a modo de culpa.

Ellen lo rodea con el brazo.

- Mi esposo se autocompadece. Cree que lo que le ocurrió a Lucille es culpa suya. - Os explica ella.

- Lo es. - Replica él. - No sé qué falló en mi máquina todavía, pero ¿qué otra cosa iba a ser si no?

- Cariño... - Ellen intenta, por enésima vez a juzgar por su tono, hacerle ver los hechos. - Fearn...

- ¡David es sólo una víctima más! Yo le metí en mi proyecto y él lo construyó con mis planos y órdenes. No sé qué ocurrió en su cabeza para cometer ese asesinato, pero... Pero... No debería haber ocurrido. - Polton está verdaderamente corroído por la culpa.

Mientras tanto, la noche ocupa su sitio.

No pasa desapercibida para vosotros la presencia de alcohol en el aliento de Polton Williams.

Las palabras que escuchábamos se me hacían exageradas. El aliento de Polton apestaba a alcohol, y eso jamás era buena señal. En mi vecindario oí decir que los borrachos y los niños dicen siempre la verdad... Los niños estaba seguro de que no era así, porque hay unos piezas de cuidado. En cuanto a los borrachos, eso sí era más probable. Sobre todo si tenían el sentimiento de culpa que el amigo Polton parecía mostrar. 

No todo se borra con alcohol.

-Señor Williams, ¿por qué cree que fue culpa suya? ¿Un fallo mecánico, tal vez? ¿Qué pretendía lograr con todo ello?

Al llegar a casa de Polton, me acomodo en uno de los sillones y aunque las infusiones no me gustan nada, me quedo con la tacita de flores y el platito en la mano, cumpliendo con las normas que dictan las buenas maneras.

-Entonces, Fearn no solo era un maquinista, fue el constructor de la máquina… Amigo mío, ¿de donde sacaste las ideas para hacer los planos para hacer la máquina? No es algo que salga de la nada…- le pregunto, amistosamente, sólo mostrando un leve interés científico. Al menos, por el momento.

Polton contesta como puede a las preguntas de sus amigos, a veces renqueando a causa de su pesar.

- Asumo mi culpa, por supuesto... Yo diseñé la máquina, así que yo lo empecé todo. Fearn sólo es un tipo con un gran sentido de la intuición que tuvo la mala suerte de toparse con este condenado proyecto.

- En realidad... David era un desconocido para nosotros. Mi marido lo encontró en una tienda de herramientas, comenzaron a hablar y... ya ven. - Añade su esposa.

- Sí, es cierto lo que dice Ellen, pero pronto demostró ser resolutivo y leal. Tanto, que le confié la construcción de la máquina en base a mis planos. Incluso él se encargaba de los registros financieros del proyecto. Hasta ahí llegaba mi confianza.

Polton deja transcurrir unos segundos de silencio para cambiar de tercio y contestar al Sr. Currie.

- ¿Las ideas? Puramente científicas. Ya les hablé de los campos de energía teóricos donde persisten las ideas y emociones creadas por nuestros cerebros. Información que no se destruye sin más... No quiero aburrirles, pero esto no va de ciencias ocultas. Eso no son más que supersticiones primitivas poco adecuadas para la naciente era de la razón pura que este siglo demostrará sin duda ser.

Enarco una ceja, a modo escéptico, al escuchar la respuesta de Polton a nuestras preguntas. Está escurriendo el bulto, claramente. Mejor aún, intenta hacernos creer que todo ha salido de su cabecita, sin más. Teoría científica aplicada a las “emociones” … Claaaaro.

-Polton. Somos amigos- tomo la iniciativa –Y como amigos que somos voy a ser muy sincero contigo- hago una pausa “dramática” –Lo que vimos durante tu experimento no tiene nada de científico ni de aburrido. Ni siquiera era un fenómeno natural cuantificable según los estándares de ningún método científico que conozcamos ninguno de los presentes. Y eso es decir mucho…- relativizo eso último, con un leve tono jocoso.

-Así que, si quieres realmente que ayudemos a tu pequeño ayudante de mecánico, vas a tener que empezar a ser sincero con nosotros. No somos una panda de ricachones mecenas a los que deslumbrar ni unos pies planos descerebrados. Somos científicos. Como tú. Estudiosos. Podemos entender más de lo que crees de tu “proyecto” y de lo que realmente pasó. Pero tienes que ser totalmente sincero con nosotros y no escatimar en detalles. O no podremos ayudaros. Ni a ti, ni a Fearn.

Polton da un par de sonoras respiraciones, como si el aire se hubiese vuelto más denso en torno a él y le costase esfuerzo a sus pulmones hacerlo entrar, pero al final lo consigue y explica:

- Todo lo que os he dicho es cierto... pero he obviado algunas cosas.

Ellen vuelve el rostro hacia él, dejando de manifiesto que ella también ignora lo que está a punto de contar.

- Revisando mi máquina tras... el accidente, he descubierto que ésta no concuerda exactamente con mis especificaciones. De hecho, se diferencia de modo significativo.

- ¿A... a qué te refieres, cariño? - Replica su esposa.

Polton Williams se levanta, nervioso, y camina en círculos con las manos en los bolsillos.

- Mi máquina no es la máquina que diseñé. Fearn ha construido otra. - Aquí hace una pausa, de nuevo. - En un primer momento achaqué esto a la dificultad que supone construir una máquina así para un pobre chico carente de estudios cuyo genio está poco pulido, como lo es Fearn... Pero luego descubrí algo más: en los registros financieros vi que el presupuesto se había disparado y me dio la impresión de que había algo de... subterfugio económico astutamente disfrazado. No tengo conocimientos de contabilidad como para saber exactamente qué ha hecho, pero necesitaré revisar todos los registros minuciosamente los próximos meses...

-Vaya, vaya... -digo, sopesando esa inesperada confesión de Polton-. Así que Fearn actuó por libre, e hizo una máquina que iba más allá de los planos y presupuestos de la ideada por usted... He de decirle que eso no suena nada bien. Es sospechoso en grado sumo. Si me deja esas cuentas, quizás yo pudiera echarles un ojo a ver sobre qué centró sus compras, y eso darnos a entender qué máquina pudo construir. ¿Tendría esos registros por aquí?

Polton se ausenta unos minutos tras los cuales vuelve con una carpeta azul llena de papeles. Se trata de una interminable pila de facturas, anotaciones manuscritas, presupuestos, encargos, devoluciones y demás papeles contables autorreferenciados entre ellos por medio de números de pedido, etc...

Al principio te cuesta un poco darte cuenta, pero en cuanto miras por encima del hombro de tu colega Warren los papeles que sostiene con la mano, tus conocimientos en Contabilidad perciben algo: algunas facturas han sido modificadas descaradamente (las que muestran cantidades desorbitadas) para que sólo indique la adquisición de una unidad, y es que parece que David Fearn ha estado encargando entre cuatro y ocho piezas por cada una que necesitaba. Al parecer, lo ha hecho con todas y cada una de las piezas que ha utilizado para construir el Visor-Y.

Aquello que haya podido hacer David Fearn parece que está plasmado en los papeles, pero desgraciadamente, los mecanimos contables no son el fuerte del Prof. Brush.