Partida Rol por web

Removéis el café matutino con cierta teatralidad, como si siguierais un guion y fueseis observados por un paalco lleno de miradas invisibles. A través del cristal de la cafetería, Nueva York parece un inmenso escenario donde una función coral está a punto de interpretar el desenlace del argumento. Debéis encontrar el elefante en la habitación de todo esto, y qué representa David Fearn y lo que hizo en todo esto...

Remuevo el café pensativo. La mala noche de pesadillas me estaba pasando factura. Teníamos que pensar qué haríamos a continuación, pero yo no dejaba de recordar las imágenes que habían turbado mi sueño... y sobre todo ese sonido...

-Amigos... anoche no pude dormir nada bien. Un extraño sueño me atrapó y acabé pasándolo francamente mal. Dadas nuestras anteriores aventuras, no descarto que esas imágenes tengan algún significado, así que prefiero compartir lo que vi y sentí con vosotros... Soñé que iba caminando por Nueva York, y todo iba bien hasta que percibí unas formas extrañas, similares a criaturas bacterianas amorfas que rodearon al resto de la gente en la calle. Me pareció que esos seres estaban controlando los movimientos e impulsos de esa gente... Las criaturas manipulaban los brazos y piernas de las personas. Incluso hacían bailar a una de ellas enloquecidamente. ¡Y ese sonido que hacían las criaturas era horrible! Era como risas, carcajadas siniestras... Parecía que se reían de esos títeres humanos que estaban manejando. Cuando me giré para ver qué había detrás de mí, me desperté y ya no pude dormirme... ¿Alguno más soñó algo similar?

Remuevo el café sonoramente, con la boca algo pastosa por la nochecita pasada. Me siento como si tuviera telarañas pegadas en los ojos y no consiguiera quitármelas de ningún modo. Y luego está esa extraña sensación de sentirme “observado”. Esa pesadilla de anoche está pasando factura a la poca cordura que todavía queda en mí. Aún puedo ver en mi cabeza el ojo gigante, observándome como si fuera una hormiga…

Doy un respingo cuando el profesor Brush empieza a contar un relato tan surrealista como perturbador. También ha tenido una noche “movidita”, por lo visto.

-Uau, profesor. Se lleva la palma, desde luego. El mío fue perturbador, pero no tanto – se me escapa un pequeño bostezo, mientras me encojo de hombros, intentando quitarle hierro al tema. Mostrar indiferencia es mi intento lamentable de disimular el miedo primitivo que todos llevamos dentro, oculto en nuestro corazón y mente.

-Yo estaba en un prado de hierba. Era de noche. Muy bucólico. Y luego estaba la Luna, pero la veía como… como en las clases de geometría, que dibujas un triángulo con todas las dimensiones. No sé si me explico… Y ese “Ojo” mirándolo todo, clavándome la mirada… Casi parecería que Dios me estaba observando para su divertimento, si por supuesto, Dios fuera ese tipo de divinidad, claro- aclaro rápidamente, antes de que nadie me llame perjuro o apostata (que en el fondo lo soy, no nos engañemos).

-No sé si significarán nada, pero claramente, este caso nos está afectando a la cabeza. Más de lo habitual, quiero decir….- cojo un croissant y le meto rápidamente un mordisco para amortiguar mis últimas palabras.

Escuché con atención a Leroy. Por una parte, me aliviaba no haber sido el único con sueños raros, pero por otro lado...

-Si te soy sincero, me preocupa que hayamos soñado cosas así de estrambóticas de la nada. El inconsciente es algo muy personal y subjetivo, nada sujeto a lo racional, pero esto... me da mucho en qué pensar. ¿Habremos sido imbuídos a soñar de algún modo con algo que nos advierta de alguna cosa? Me recuerda a mis antiguas clases en la universidad... Las sesiones de hipnosis. ¿Alguien más ha soñado cosas raras?

Me concentro en las palabras de Leroy, y las combino con mi propia pesadilla. Mis viejos maestros me enseñaron que todo guarda relación, que el subconsciente a veces nos manda mensajes que a ojos vista se nos pasan desapercibidos... Que a todo había que buscarle una segunda interpretación.

Invoqué al espíritu de todos ellos para que me inspirasen, e intenté hilar el sentido que tales pesadillas pudiesen tener.

Los perturbadores sueños que os han venido azotando no parecen guardar una coherencia que logres encajar con los conocimientos científicos de este siglo XX sobre la mente. Evidentemente están conectados sutilmente, pero parecen provenir de un lugar donde la lógica o mecanismos funcionan de otra manera. ¿Y si ese repositorio benigno de las esperanzas y recuerdos de la humanidad fuera en realidad otra cosa? ¿Y si los sueños son producto de un experimento fallido que afectó vuestras mentes? ¿Y si simplemente es retazos de una locura incipiente?

Escuché lo que mis compañeros contaban sobre sus noches con respeto hacia sus experiencias, pero con cierto desconcierto. Yo había dormido bastante bien, dadas las circunstancias.

- Creo que yo caí tan agotada que, si soñé algo, bueno o malo, ni siquiera lo recuerdo. Aún así, estoy de acuerdo en que quizá el subconsciente intente decirnos algo. Profesor, si cree que con alguna técnica podemos aclarar algo, creo que es una gran idea intentarlo. Nunca se sabe...

Tras intentarlo por largo rato, no logro conectar de modo alguno los sueños entre sí, ni darles algún sinificado coherente...

-Creo que no encuentro lógica en lo que nos ha ocurrido. Esos sueños perturbadores no encajan entre sí, más allá de una conexión evidente al havernos sentir mal e inquietos. Parecen provenir de un lugar donde la lógica y mecanismos funcionan de otra manera... Quizás sí son producto de un experimento fallido... ¿Y si realmente nos estamos volviendo locos?

La mente capta cosas que el cuerpo a veces no comprende. Quizás fuesen avisos del subconsciente... Quizás.

-Puede- respondo, encogiéndome de hombros, con indiferencia –O puede que no. Lo que vimos en casa de Polton no fue fruto de nuestra mente retorcida. Eso está claro.

Doy un nuevo trago a mi café amargo.

-Quizás el loquero sepa más de eso que nosotros. Pero estoy bastante convencido de que no estamos chalados. Si no acabamos encerrados tras lo pasado en aquella isla, luego en Shanghay y después por aquellas… plantas espantosas, me huelo que nuestra cordura puede soportar “esto”, sea lo que sea…- digo eso último en voz muy baja, casi mascullando entre dientes. Me acabo el café con un último trago. Dejo la taza en la mesa, con un golpe enérgico.

-Bueno, queridos amigos y colegas de aventuras, ¿preparados para un nuevo e interesante día? - me levanto de mi asiento, entusiasmado y sonriendo anchamente. ¡Aventura en mi segundo apellido!

Un cabeceo afirmativo contundente acompaña a las palabras de Leroy mientras le imito y termino mi café para levantarme de la silla, con el mismo entusiasmo con el que uno se levanta de la cama una mañana que sabe que si no lo hace en aquel momento, será capaz de remolonear durante horas.

- Me sigue intrigado el tema del envío de las cajas. Quizá debamos tirar de ese hilo a ver qué sacamos. 

-¡Vayamos entonces a averiguar qué se esconde detrás de esos envíos!

Estábamos estancados en la investigación, e Irina afortunadamente nos recordó una buena madeja de la que tirar par seguir el hilo de los acontecimientos. Sería mejor arrinconar esos extraños sueños y seguir en la realidad.

-Pues eso. Veamos qué nos dicen en esa ferretería. Así que, ¡en marcha compañeros! ¡Esos paquetes no se van a encontrar solos! - esbozo una sonrisa ancha y entusiasmada. Es el único modo de mantener alejada de mi mente esa visión nocturna. Saco unos pavos y los dejo en la mesa donde hemos estado desayunando, como pago por el café y demás, y me dirijo hacia la puerta del local para marcharnos. Brooklyn nos espera.

-Próxima parada: Dr. Malone and Sons.

En una esquina, con un frontal de madera desgastada remachada con planchas de metal, se encuentra Dr. Malone & Sons. Al entrar, un tintineo procedente de una campana en lo alto de la puerta hace levantar la vista de un tipo grueso sentado en una esquina. Lleva unas gafas de aumento y parece ordenar un batiburrillo de piezas pequeñas en diferentes cajitas pequeñas. Apenas tiene pelos en la sien, y su salud no parece muy buena, pero tiene cara de concentración y de saber muy bien lo que está haciendo. Tras dedicaros una rápida mirada sigue con su tarea, y es un joven de no más de dieciséis años, con la cara marcada por un agresivo acné, el que aparece tras unas estanterías atiborradas de grandes cajones de madera y cajitas como las que usa el tipo de antes. El joven os muestra una sonrisa mientras se limpia sus manos, llenas de grasa.

-Buenos días - comienzo. De algún modo hay que empezar, y un educado saludo siempre es una excelente manera de hacerlo. Ojeo de paso la ferretería, un tipo de tiendas que desde mi infancia estimularon mi curiosidad-. Sabemos que no es lo habitual, pero nos gustaría hablar con el responsable del negocio, que presupongo que es usted, ¿no es así? 

Dirijo esas palabras al señor que parece ordenar tornillos u otras piezas en la esquina. Trato de no parecer rudo con el que parece ser su empleado, quizás él haya empaquetado los pedidos, o sepa lo que había dentro. 

El tipo no contesta hasta que termina de dejar en la caja correcta aquello que sostiene en su mano, y entonces se presenta, efectivamente, como el dueño de la tienda, la cual saca adelante con sus hijos. Con cierta parsimonia, deja las gafas de aumento sobre la mesa para poder observar al grupo de investigadores que le solicitan.

- Aquí me tienen, jajaja. Buenos días. ¿En qué les puedo ayudar?

Dejo hablar a los hombres, haciendo el papel de "mujer que no pinta nada en una ferretería y solo viene a acompañar", pero en realidad lo que hago es prestar atención a todo lo que veo a mi alrededor, hasta que, finalmente, me atrevo a abordar al muchacho, con tono inocente, y mi fingido pero bien ensayado acento de Rusia.

- Hola, chico... ¡Vaya! ¡Cuántos cachibaches! ¡Mira eso! - Digo, señalando lo primero grande y que pudiera llamar la atención que veo. - A mi hermano le vendría muy bien una cosa así... ¿Por casualidad hacéis envíos al extranjero?

- Eeemmmhhh... - Balbucea el chico, intimidado por el aura de mujer experimentada de Irina y su acento extranjero. - ¿Al extranjero?

El chico intenta localizar aquello que la charlatana ha señalado mientras que el Dr. Malone interviene en la conversación.

- Claro que sí, señorita, pero le advierto que el precio puede incrementarse mucho dependiendo dónde lo quiera enviar. ¿Europa del este, tal vez?

Me rasco de forma inconsciente y algo impaciente, en el costado de la cara, mientras observo la escena que mis compañeros están desplegando. Trato de tomármelo con calma. Respiro hondo repetidas veces. Reconozco que la táctica de Irina es buena. Si no se me hubiera adelantado, yo mismo habría ido a por el mocoso. Mi pie empieza a moverse arriba y abajo, como otro signo de nerviosismo e impaciencia Soy un hombre de acción, no una vieja del visillo.

Al final, ya aburrido, me acerco al dueño del negocio, con firmeza y seguridad.

-A ver, ¿conoce a un tal Fearn? Es cliente suyo. Sabemos que hizo una serie de pedidos muy específicos de maquinaria. De los caros. ¿Le suena de algo?

- Yo le conozco. - Interrumpe el joven. - Es el que asesinó a ésa señora. - Aclara el joven a su padre, el Dr. Malone.

- ¿Son policías o algo así? - Pregunta el Dr. Malone, ya más serio. - Venía mucho por aquí, pero... No sé qué podemos contarle de él.