Partida Rol por web

- Que se joda el elfo, él se lo ha buscado.-

sentenció el mago cuando el posadero se negó a permitirle pernoctar en su morada. A Volker le parecía bien, una noche a la intemperie rebajaría la prepotencia de ese inmundo ser. Inmundo pero necesario, dicho sea de paso.

- Yo también quiero cenar, pero sería bueno que el galeno nos viera cuanto antes. Con el apaño que me hizo Berger no duraré mucho. No me gustaría dormirme y no volver a despertar porque unas fiebres me han llevado al otro barrio.-

le contestó a su camarada Surga.

- A ver posadero, mande a uno de sus sirvientes a buscar al galeno Lupin, por favor.-

le solicitó cortesmente Hammet al hombre.

El posadero sonríe mientras expone las condiciones de los aposentos. Estos días estamos llenos señores, no sé si tendremos habitaciones, pero quizás podría conseguirles algunas. Parece cavilar sus posibilidades. Una corona de Oro por habitación, la cena dos chelines de plata, y los establos otro más.

Con teatral gesto corre una cortina de las enrejadas ventanas y mira fuera soltando un "BUFFF" muy mal fingido. Al volverse su sonrisa se ensancha considerablemente. ¿El galeno Lupin eh? Entiendo... Verá, salir esta noche puede costarle caro a un mensajero, me refiero a costarle la vida, pero creo que por dos monedas de oro podría mandar a alguien urgentemente. Apoya ambas manos sobre el mostrador mientras os observa. ¿Qué me dicen? Pregunta finalmente.

- Haga lo que tenga que hacer, pagaremos cuanto sea necesario.-

concluyó Volker. Sus vidas estaban en juego y tenían dinero, no había que arriesgarse habiendo tanto en juego. Mucho oro y poder podían acabar en sus manos y esa simple posibilidad espoleaba a Hammet.

- Venga compañero, sentémonos en una mesa y cenemos.-

le dijo a Surga.

- Eres un arrogante y un engreído, Kalith. - Le espetó Magnus visiblemente molesto. - Con gusto me volvía a la posada a cenar caliente y a tomarme unas cervezas con alguna moza de buen ver. Pero no, estoy aquí echándote una mano ¿y tienes el valor de despreciarme?

Magnus escupió al suelo, cerca de donde yacía el elfo tras el bien merecido empujón del transeunte.

- Deberías saber cuál es tu lugar, camarada, ahora mismo soy el único que puede protegerte... Así que sube a ese sarnoso caballo otra vez, ¡y cierra ese maldito tunel de infamias que tienes por boca!

Dirigió el caballo hacia una de las pocas personas que quedaba en esa calle y se dispuso a preguntar.

- Saludos. Busco con urgencia a una persona de esta ciudad, es importante. ¿Es usted de por aquí? - preguntó con una visible amabilidad, pero con el rostro ensombrecido por el desdén que le hacía sentir su compañero.

Kalith en el fondo sabia que era verdad pero las malas palabras solo podían derivar en peores respuestas por parte del elfo -Puedes volver a la tranquilidad de la posada puedo ingeniármelas solo y sin problemas -aunque no despego el oído de la pregunta que le hizo Magnus.

El hombre claramente era del lugar, es más, solo le faltaba estar abriendo la puerta de su casa con las llaves del portal, pero ante la pregunta de Berger agitó la cabeza airadamente y dijo con mucho ímpetu: No no. Yo acabo de llegar al lugar, lo siento pero no puedo ayudarlos. Mientras continuaba su camino cayado luminoso en mano y rápido paso en sus andares.

La respuesta del humano arranco una risa del elfo -Aquí todos son unos cabrones arrogantes, desde luego se merecen todo lo que les pase -espoleo su caballo y continuo caminando en busca de una posada y algún galeno.

Al pasar por el lado de Magnus -Vuelve a la tranquilidad de la posaba. Los druchii estamos acostumbrados a estas duras condiciones o peores -su ira hacia aquel humano se había calmado.

La respuesta del transeúnte no convenció a Magnus, pero prefirió no discutir. Kalith había arrancado al paso con su caballo y Magnus le siguió, casi a su altura.

- Aunque no sea por ti, lo hago por mi. - Respondió el patrullero. - Si te matan esta noche por no tener protección a tu lado sería mi responsabilidad. Así que.. lo haré para quedarme yo tranquilo.

El elfo se había tranquilizado, con lo cual Magnus se tranquilizó también. Señaló una esquina que daba a otra calle, parecía más ancha y quizá tuviera más iluminación, podrían seguir por ahí y quizá su suerte cambiaría...

Continuaron buscando caminando por la ciudad en busca de un cartel donde pusiera la palabra Galeno o simplemente posada, ya mañana pensarían otra cosa. -Me asquean todos estos pueblerinos, si por mi fuera los mandaría como esclavos a Nagaroth -a su mente llegaron algunos buenos tiempos de asalto y recolección.

Los pensamientos del elfo hacia los ciudadanos de esta lugar cada vez era peores

El elfo mira al cielo en busca de algún tipo de indicio de lo que esta pasando.

Doloridos y exhaustos, los dos mercenarios comieron mientras se apretaban sus heridas en la sala común de la posada. Algo habían oído alguna vez en algún sitio de boca de un fulano que no era bueno comer si se tenían heridas serias en la zona del abdomen, pero pareció no importarles demasiado, pues devoraron el pato (que todo el mundo sabía que era cuervo, aunque mantenían las ilusiones de buen grado) como si fuera lechón asado.

Ya empezaban a impacientarse y echaban rápidas miradas hacia la puerta, cuando de pronto entró en la sala un joven bien avenido y luciendo lustrados ropajes. Acompañado del posadero, que rápidamente señaló hacia la mesa de los dos aventureros, el hombre se encaminó hacia ellos y se presentó como el "galeno". De aspecto joven y erudito, tenía todos los rasgos de un joven de noble familia venida a menos que había tenido que hacer que sus hijos estudiasen para ganarse una vida lejos de las granjas.

Tras un corto intercambio de palabras, apenas acordado el precio tras observar el estado del hombre llamado Volker y del otro sujeto de aspecto bárbaro, el joven Galeno les aconsejó llevar a cabo la intervención en su consulta, y no en aquella posada, puesto que las heridas del mago eran realmente profundas y complicadas de tratar. Así pues, ambos mercenarios salieron de la posada para acudir a la consulta del galeno.

Solo tuvisteis que cruzar la plaza, por lo que el maltrecho Volker no sufrió durante mucho tiempo las idas y venidas por la ciudad. Cuando llegasteis al lugar no distinguisteis nada en especial en la fachada del local, que sin ventanas y con una puerta de madera de aspecto baqueteada, tenía una pinta lúgubre. La puerta estaba abierta y al entrar pudisteis ver una sala con un escritorio y multitud de frascos con sustancias en las paredes. En el lugar había un penetrante olor a formol. Todo estaba muy limpio a decir verdad, y mientras os fijabais en esto unos gritos provenientes de una puerta que había al fondo de la sala os sobresaltaron. !!AAAAARRRGGGGhhhhh!! Fue largo y medio ahogado en líquido. Los dos os mirasteis desconcertados.

El galeno hace un gesto de quitarle importancia al asunto y dice: No se preocupen, un paciente, atacado por una criatura extraña, se está recuperando de sus heridas, un proceso un tanto doloroso, pero está en otra sala, no nos molestará. Señala la consulta, o más bien la antesala a la misma y explica: Esto es un lugar importante, la consulta la fundó el padre de mi padre. Son servicios especializados por lo que la tarifa por atender a su amigo será de 20 Coronas, pero ese precio incluye la mejor atención y la asistencia de una enfermera especializada. ¿Disponen de ese dinero caballeros? Cobro por adelantado, desde luego. Terina por explicarlo mientras se dispone a sacar un delantal nuevo e inmaculado de un cajón.

Los dos aventureros rondabais un tanto perdidos por aquella ciudad oscura y siniestra cuando llegasteis hasta un edificio que dado las risas de mujeres que salían de su fachada, seguramente se trataría del burdel del lugar, pues... ¿Que sería de un buen pueblo sin su burdel lleno de libertinas mujeres que atiendan a los exhaustos viajeros? Un lugar doblemente lúgubre. No estaba claro que los aventureros necesitaran mucha trajín aquella noche, lo más probable era que lo que necesitaran fuera descanso, y no una sesión doble de esfuerzos en posición horizontal, pero esa podría ser una buena baza a la hora de conseguir una cama confortable, aunque hubiera que pagar por servicios extra.

Como manda la tradición, la fachada de aquel edificio estaba alumbrada por un gran farol de color rojo, que daba a la entrada un cálido aspecto en medio de la noche. En ese momento un par de sujetos salían de allí a toda prisa, entre maldiciones e insultos mientras se ponían los pantalones a la carrera.

-Tenemos el oro. Ahora curadnos y os pagaremos un par de coronas extras por las molestias.-

dijo el mago. El tipo parecía un profesional, aunque era joven y eso nunca daba muy buena impresión. No obstante, era lo mejor que podía ofrecerles aquél lugar y ya podían dar gracias de haber encontrado asistencia médica a tiempo, si no pronto morirían.

Hammet intentó mantenerse en pie mientras el galeno se preparaba. Le costaba lo suyo después de haber sufrido una gran cantidad de heridas en combate. Pero aguantó.

-Vamos galeno, no quiero desangrarme aquí.-

le apremió Volker al hombre.

-¡Por todos los diablos!, sí que ha sido brutal y expeditivo, pero espero que mis heridas cicatricen pronto; creo que os habéis ganado todos y cada uno de los dineros que os pagaremos. Atended a mi buen amigo que también está algo magullado.-

le solicitó al galeno el mago mientras intentaba descansar como buenamente podía. Quizá con esa ayuda sobreviviera lo suficente como para vivir en un mar de monedas de oro si conseguían lograr su misión.

Por cierto, ¿Dónde andarán el bueno de Berger y ese estúpido elfillo? Espero que Magnus no pase la noche a la intemperie por la prepotencia de ese "ser"

¿Brutal buen señor? Brutal es que sigáis vivo dadas la graves heridas con las que llegasteis buen señor. Recoge todo el instrumental y se lo da a su asistente para que lo hierba y lo desinfecte. Bueno, ahora descanse, al menos un rato, si no, puede que todo el sufrimiento padecido sea en vano. Esta noche puede guardar cama en esta consulta, mi asistente le acompañará. La señora te toma del brazo para que no fuerces tus heridas y te lleva hasta una sala donde hay cuatro camas limpias con sabanas blancas. Han tenido suerte. Te dice confidencialmente. Jamás he conocido otra clínica como esta. En otro lugar, serian otros pobres diablos que se llevaría por la mañana el sepulturero. La asistente deja a Volker tendido en una cama con su jugo y su bocadillo y vuelve a la sala donde espera Sura.

El doctor limpia la mesa de operaciones y la señala con la mano mientras se dispone a colocar nuevo instrumental sobre la mesa. Dígame joven. Pregunta a Sura. ¿Cuál es su estado? ¿Qué heridas trae? ¿No serán tan graves como las de su amigo verdad? Túmbese y comenzaremos en breve. Comienza a examinar tus heridas y te pregunta ya realmente extrañado: ¿Que es lo que veo? Tu también has recibido algún ataque? ¿Que sucedió por Sigmar para que los dos acabasen así?