Partida Rol por web

La muchacha miró abajo al ver mover el pie de Matka, "huellas"... Se miró y suspiró, mientras sus compañeros hablaban, caminó a la cafetería, a por algo con lo que limpiar el suelo y un poco a si misma, no era buena idea dejar un rastro de huellas de sangre. Esperaba encontrar un mocho y un cubo o al menos un trapo.

Elian, en silencio encabezó al grupo. Si alguien veía llegar a un ballenero saltarían todas las alarmas, pero un decano podía pasar desapercibido. Por suerte esos fanáticos disponían de máscaras que ocultaban su cara, haciéndoles anónimos para bien o para mal. Esa misma máscara que infundía terror, ese rostro de metal que nada bueno presagiaba para los que se lo encontraban de frente, iba a ser ahora mismo su propia perdición...   

Subís las escaleras que conducen a la primera planta con todo el cuidado que podéis. Dejáis que Elian se adelante unos metros y aguardáis a su señal. Esperáis unos segundos que se hacen eternos. Ahí en medio de un piso y el siguiente... si alguien, ya fuese un guarda o un decano subiera desde el sótano sería imposible darle esquinazo.

Pero no sucede nada de eso. Al cabo de un par de minutos Elian regresa - Hay dos guardas de seguridad en esta planta. Estaban charlando en el ala este. Les he dicho que terminen su trabajo en el ala oeste y se marchen. - dice dándoos buenas noticias. Dos pares de ojos y oídos menos y siendo inocentes, mejor que mejor.

La idea de Vladko parecía ser acertada. Si los guardas eran relegados de su servicio, tendríais toda la Academia para vosotros solos y los decanos. Y estos últimos, pese a no ser objetivos imprescindibles para el cumplimiento del contrato, no eran más que un problema que podía resolverse con acero y sangre.

- Parecían bastante dispuestos a cumplir mis ordenes, no creo que tarden mucho en revisar el ala oeste y salir por la puerta. Será mejor que aprovechéis y subáis a la segunda planta. Yo me encargaré de cubriros las espaldas mientras tanto.

Teniendo las escaleras de acceso a la segunda planta despejadas, subís un piso más cerca de vuestro objetivo. Antes de ascender el nuevo tramo, veis carteles que marcan salas numeradas... segunda centena, aulas de estudios básicos. Al parecer aún os quedan dos plantas más para llegar a los despachos del profesorado...  

Alcanzáis la parte más alta de las escaleras que dan acceso a la segunda planta. Elian no tarda mucho en reunirse con el resto del grupo. Mientras oís como unos pasos se marchan apresuradamente escaleras abajo, llegan a lo que os parece la entrada principal y cierran la puerta tras de sí. Al parecer no se han dado cuenta de los posibles signos de combate que hayan podido quedar en el porche o bien es posible que los limpiarais concienzudamente. Sea por una razón o por la otra os encontráis casi en la segunda planta...

Veis unos carteles que rezan "aulas de Estudios Avanzados" numeradas en la tercera centena... cada vez estáis más cerca.  

Sara caminaba con calma, no era su mayor placer haberse tenido que dedicar a limpiar, la parte aburrida y tediosa del trabajo no le acababa de agradar, pero aún así ese solo era un peldaño que se interponía en su camino de sangre, pensando en cuantos decanos más podría matar, su mascara a penas emitía sonido respiratorio alguno pese a sus suspiros, y sus pies eran tan ligeros y silenciosos como siempre. Procuraba caminar con los ojos entrecerrados, afinando su vista, con parpadeos largos que le permitieran escuchar mejor, no había olor bajo su diabólica máscara, y su tacto rozaba las barandas y paredes buscando sentir la frialdad ambiental.

Seguía a su "mentor", quien parecía no compartir su relajante terapia contra la ansiedad, regar un poco el suelo de rojo, dejaba que la mente pensara con más calma, sabiendo que había mejorado el mundo al liberarle de 2 repulsivas personas y su vulgar sabueso.

Maevis caminó con calma, y no osbtante, decidió desenvainar su espada, por las dudas, y caminó cuidadosamente, preparada para cualquier eventualidad. Tenía la intención de aterrorizar a los decanos si podía, de forma que pudieran acabar con ellos de forma divertida, al tiempo que eficaz. Maevis pensaba que aquellos tipos se merecían pasar miedo.

Del mismo modo, permaneció lo más atenta posible a cualquier movimiento o cosa fuera de lugar. No estaba dispuesta a que los pillaran desprevenidos.

Tomando sus armas sonrió, casi sintió que sus ojos brillaban justo en el momento en el que su cuerpo comenzaba a desaparecer, preparada para jugar con sus presas. Dispuesta a justificar sus actos ante Vladko, tomo su cimitarra del revés para golpear con el reverso del filo, pero si atinaba con su estoque no quería quejas, le daba la oportunidad de no morir en manos del arma que le daba fama, si le reducía con presteza acabaría vivo, no le agradaba la idea de que su presa viviera, por lo que en el fondo en su interior esperaba errar el primer golpe; pues el estoque estaba más que dispuesto a bañar el suelo de negra sangre vista a la tenue luz actual...

A ojos de sus compañeros, la muchacha desaparecía, un clarísimo ejemplo de que algo pasaba...

Maevis sonrío manteniendo en alto su espada, mientras buscaba desplegar uno de los dones que tenía que más le gustaba. Causar temor. Era cierto que los decanos eran duros de roer... Pero precisamente por ello era más divertido atormentarlos, y ya con Sara invisible, tendrían una ventaja... Y si los Decanos se cagaban encima más fácil sería. Era curioso como el miedo podía llegar a confundir a las personas.

Vladko se sentía bastante satisfecho consigo mismo — más aún de lo acostumbrado — por cómo había resultado la estratagema del disfraz de Elian. El antiguo Decano había recordado perfectamente cómo se movían esos indeseables y había conseguido deshacerse de los dos guardias que patrullaban por el piso, consiguiendo de una sola tacada evitar hacer más alboroto del necesario y tener contenta a la parte contratante. Había sido una jugada digna de un profesional.

Siguiendo a su compañero desde una prudencial distancia con la hoja hacia atrás para evitar chocarla con algún objeto y comprobando con el rabillo del ojo que el disparador de la ballesta del brazo no se activaba en un descuido, llegaron hasta la segunda planta. Era hora de inspeccionar los alrededores y localizar a los...

¿Dónde cojones se había metido Sara?

Su olor, su textura sobre la piel, su simple roce...todo molestaba sobremanera a Elian de aquella ropa. Especialmente lo que significaba. Pero, evidentemente, comprendía la brillante idea de Vladko y había conseguido sin apenas mas esfuerzo que unas frases dichas en tono grave, despistar a los incautos vigilantes.

Pese a lo discreto de su avance, notaba como varias formas humanas le seguían en la semi-oscuridad que le rodeaba. Él era el ariete de aquel plan, pero se sabía muy bien acompañado.

Al llegar a una nueva planta, se detuvo en medio del pasillo tras ascender con cuidado el último tramo de escalones. Observó atentamente en ambas direcciones mientas los asesinos que le acompañaban tomaban posición de defensa ocultos en las sombras. Si aparecía algún Decano, intentaría recordar alguna de las tonterías que de joven intentaron inculcarle para darle algo de conversación mientras pensaba como encargarse de él o como conseguir de él la mejor posición para que lo hicieran sus compañeros. Abrió y cerró varias veces sus puños enguantados de negro cuero.

Los Decanos eran su mayor problema en esta misión pero, en el fondo, Elian sentía que deseaba encontrarse con otro. Y con otro mas después...

Dentro de aquel edificio notaba que sólo el odio alimentaba sus brazos y su mente.

Pese a tomar todo el cuidado del que podéis hacer gana para acercaros a vuestros enemigos, una de vosotros, Maevis, se precipita. Podéis observar como los decanos resisten el influjo de su poder y se ponen en alerta. Todavía no os han visto pero saben que algo extraño sucede.

Los veis inquietos, desenfundan sus espadas y de pronto el que está justo frente a vosotros os ve por el rabillo del ojo. - ¡Ballerenos! ¡Da la alarma! - dicho esto se lanza a por Maevis, puesto que Sara para ellos (y seguramente vosotros) ha desaparecido.

Uno de ellos (D2) corre escaleras arriba mientras el otro saca la espada y lanza un tajo brutal. Pero con tan mala suerte que sólo consigue darle a Maevis en la máscara con la parte plana de su espada. La ballenera sacude la cabeza y empieza a marearse del golpe recibido, que por suerte no ha sido tan grabe como podía parecer desde fuera.

El plan que estaba saliendo tan perfecto se les fue al traste. El decano que atacó a Maevis iba a ser duro de vencer, pero a Matka le preocupaba el que corrió escaleras arriba, posiblemente para avisar a más colegas.

Por desgracia estaba cerrando filas, y un disparo de ballesta desde esa posición posiblemente acertaría a algún compañero suyo en lugar de a su objetivo.

-¡Coged al que se escapa! -dijo a los que sí estaban mejor situados.

En ese momento, lo que más quería era zarandear a Maevis como una muñeca. ¿Qué pretendía conseguir usando el don que había conseguido del Forastero? ¡Ahora que tenían a su propio Decano, tenían una baza única y la había desaprovechado! Y lo peor era que si el que había escapado conseguía llegar hasta sus compañeros, el sigilo se perdería completamente. ¿Es que tenía que hacerlo todo él? Por no hablar de que la niña se había vuelto a hacer invisible. Vladko rogó silenciosamente a la Dama Muerte que hiciera caso a Matka y se encargara del que corría escaleras arriba, pero por si acaso, él se encargaría del que había tenido valor para enfrentarse a ellos.

Con un lento movimiento, disparó su proyectil al rostro del Decano. Fue un gesto torpe, ensayado, para que su enemigo pensara que había fallado y bajara la guardia, confiado. Pero Vladko era un asesino consumado y no hacía movimientos en falso. Cuando el tipejo se inclinó para esquivar el virote, él se abalanzó como una serpiente y descargó un terrible golpe en el cuello que hizo que alzara las manos. Luego, una patada en la entrepierna le robó el aliento y le hizo encogerse. A esas alturas, el tyviano sólo tuvo que descargar un golpe en su nuca con el pomo de su espada para hacerlo caer.

Así se hacían las cosas, maldita sea.

Maevis sacudió la cabeza para recuperarse del golpe que había sufrido y alzó su espada para contratacar ante el decano. Se sentía tonta y avergonzada, había querido usar su don para confudir y tener en pleno pánico a los decanos, de forma que fuera más fácil acabar con ellos, pero había fallado estrepitosamente. Sin embargo, confiaba lo suficiente en sus compañeros como para que esto no llegara a más. Ahora le tocaba hacer su trabajo.

Vaya, ella haciendo gala de sigilo y los demás jugando a taconear el suelo, por cosas así se fallaban misiones. Sin dudar más se lanzó a toda prisa contra el que pretendía dar la voz de alarma, no podía permitírselo, y aprovechar su invisibilidad era casi una cuestión de orgullo, no le gustaba usar su don sin obtener alguna presa.

Carrera que tenía que aprovechar como fuera porque no quería que aquel desgraciado le estropeara la misión.

Con un movimiento rápido, Elian se tiró contra la pared para que su espalda quedara pegada a la misma. Necesitaba dar visibilidad a Matka para que pudiera utilizar su ballesta. De igual forma levantó el brazo en dirección al segundo Decano que ya empezaba a correr escaleras arriba, pero no tenía ángulo de tiro ya que había desaparecido de su vista.

Volvió de nuevo la cabeza apuntando ahora a decano al que se enfrentaba Vladko para ver que era el propio asesino el que dificultaba un posible tiro. Pero seguramente no hiciera falta. Justo en ese momento Vladko asestaba un tremendo golpe con el mango de su espada a la nuca de su contrincante que se tambaleaba frente a él como un muñeco de trapo después de recibir varios impactos seguidos en su cuerpo.

Elian sabía que la joven Sara había desaparecido. Esperaba que pudiera alcanzar escaleras arriba al otro Decano antes de que diera la voz de alarma. Casi dependía de ello su misión.

-¡Tengo que darle, joder! -masculló entre dientes. Elian le había librado el ángulo de tiro, así que no dudó en dirigir el virote hacia la cabeza del Decano.

Quería ver sus sesos desparramados por el suelo, quería verlo caer rodando... Lo que fuera. Pero darle, porque ya era una cuestión de honor profundo.

Los decanos habían advertido el peligro. El primero de ellos, viendo que era superado por mucho en número, se lanzó sin importar su propia vida. El golpe fue directo a por Maevis aquella ballenera que hasta hacía un instante le había intentado embrujar con sus oscuros influjos. No había nada ni nadie más para él, con lo que intento jugárselo todo a una carta.

Le golpeó con tal acierto que le dio un servero golpe que si no hubiese sido por esa máscara que le protegía el rostro, la hubiera dejado marcada. Por suerte para Maevis sólo fue una contusión. Eso dejaría un buen moratón en el pómulo, pero nada más allá de eso. Por contra Vladko aprovechó que Sara desaparecía para tener un blanco mucho más claro...

El tivyano disparó un proyectil de advertencia para lo que estaba por llegar justo después. Tras una serie de golpes, terminó asestando un duro golpe en la nuca al decano. Con el pomo de la espada le había dejado inconsciente. Este, tirado sobre las escaleras, tendría la suerte de vivir al menos un día más...

Ahora el problema se centraba en el otro fanático que con paso ligero subía los escalones de dos en dos, huyendo de la muerte. Sara comenzó a correr tras él, pero sabía que sería casi imposible alcanzarle antes de que diese la alarma. Miró hacia sus compañeros que ya se preparaban para interceptarle. 

Maevis, desembarazada de su adversario gracias a Vladko,  recobró enseguida el sentido y se apresuró a subir lo que le faltaba de escalera para ver como su enemigo huía. Disparó con su ballesta con tan mala suerte que impactó contra uno de los balaustres de fina piedra.    

Elian se apartó para dejar pasar a Matka que pedía paso por detrás. Esta con grandes zancadas alcanzó la parte alta de la escalera, vio como el tiro era casi impracticable pero se la jugó. Era un objetivo móvil, en un ángulo difícil, pero por suerte no lo bastante lejos para su arma. Tanto fue así que disparó a matar, directamente a la cabeza. 

El virote voló para dar con la sien del decano que casi se había perdido de vista en el próximo tramo de escaleras. Su cabeza, como la de un muñeco rebotó contra la pared que tenía a la derecha y cayó de bruces contra la escalera, emitiendo un pequeño estruendo al dejar caer la espada que sujetaba por las escaleras.

Todos os quedáis muy quietos, intentando oír si alguien se ha percatado de lo que acaba de suceder...

Por suerte para vosotros, parece que nadie ha oído el alboroto, o al menos no lo parece. Si alguien lo ha oído no parece estar dando la alarma abiertamente. 

El virote incrustándose en la cabeza del Decano, el tremendo golpe de aquella cabeza contra la pared, el cuerpo inerte chocando contra los escalones impolutos, la espada repiqueteando al caer...a Elian todo le resonaba en su cabeza como aumentado por mil altavoces. Un estruendo terrible para un grupo de asesinos que lo último que querían, y necesitaban, era armar tal jaleo y poder ser descubiertos.

Tras un increíble giro de Matka escaleras arriba y demostrando, una vez mas, una endiablada puntería, el cuerpo del Decano yacía inmóvil en mitad de la escalera.

Elian reaccionó de inmediato y, tras dar un vistazo a derecha e izquierda del pasillo en el que se encontraban, subió con grandes zancadas y de dos en dos las escaleras para llegar el primero a la planta superior, detenerse bruscamente en el último escalón, recolocar sus ropas e intentar aparecer con aspecto solemne y pomposo, como gustaba a los Decanos, en mitad del pasillo de esa penúltima planta. Debía asegurarse que nadie cercano había escuchado nada y, en caso de haberlo hecho, tratar de disuadirlo con alguna mentira liviana mascullada entre dientes y con voz gutural para provocar temor en el incauto. Luego, si no se marchaba, ya pensaría como acabar con él.

Sara reaparecía sintiendo cierta frustración por no haber matado ella misma a aquel decano, mirando a la asesina del mismo y luego a Vladko, para ver su reacción, no le dio precisamente piropos cuando ella misma había sellado un cráneo con la delicadeza de una avispa jugando con arañas, e incluso llevaba su cimitarra del revés, esperando que su ataque fallara al intentar dejar sin consciencia a aquel decano y poder justificar un justo servicio de estoque de propina.

Pero no era así, antes siquiera de darse cuenta Elian pasaba por su lado a toda velocidad, colocándose en cabeza. La muchacha aun no asimilaba lo que ocurría, le robaban su presa y le dejaban atrás, eso casi sería el colmo si no fuera porque el ver a un decano pasar a su lado, incluso si era en realidad su compañero, le erizó cada pelo de su nuca como si hubiera olvidado ponerse en guardia.

Por ello encogiendo sus hombros procurando relajar sus nervios, reafirmó la sujeción de sus armas para seguir a su compañero disfrazado a una distancia prudencial.