Partida Rol por web

Aún falta del aire por el humo que había aspirado, Maevis tosió un poco, torciendo el gesto horrorizada y enfadada a partes iguales. Como ballenera, convivía con la muerte de forma estrecha, y no era tanto esta posibilidad lo que crispaba su rostro y recorría su nuca con escalofríos, si no la forma horrible, burda y miserable en que había caído su compañero. A Maevis le caía bien Homoj, le gustaba su forma de hablar y el misterio de sus párpados siempre abajo... No merecía un final tan abominable. Eran un gran profesional. Y para colmo estaba lleno de ratas....

Una muchacha, algo menor que ella, se acercó preguntando con seriedad que había sucedido. Maevis la miró, saliendo del horror y recuperando la compostura rápidamente. Tosió aún un poco antes de respondir, tapándose la boca con elegancia. - No lo se, quiero decir, no estaba aquí arriba cuando le sucedió... eso - su voz sonaba calma, pero había perdido ese toque de frialdad que la solía caracterizar. En su lugar, brillaba una clara nota de disgusto. - Yo estaba abajo, con la bruja, quería interrogarla sobre el sobrino de la escoria aquella, el gordo que nos contrató. Soltó unas cuantas cosas sin sentido sobre unos pajaritos... Luego dijo que sus pretendientes volvían a venir y que si me encargaba de ellos quizás me contara algo, y desapareció - relató con rabia y con cuidado de no omitir detalles, cualquiera podía acabar siendo crucial para encontrar a los asesinos de Homoj y completar la misión. - Entonces oí como unos hombres gritaban arriba, querían acabar con la bruja... Quemarla, más precisamente. La puerta estaba en llamas, me he quemado un poco... Pero no es grave. Cuando salí me he encontrado con... Esto. - concluyó lanzando una mirada triste al que había sido su compañero y ahora no parecía ser más que comida para ratas.

Algo le decía a Maevis que la misión de matar a aquel niño les iba a salir muy cara. Quizás más cara de lo que fueran capaces de asumir... Eso teniendo en cuenta que los balleneros podían asumir mucho.

Aquella ratas se resistían, demasiado excitadas con el festín para reconocer su influjo. Pero no había nada que Vladko no pudiera conseguir si se lo proponía. Redobló sus esfuerzos, consiguiendo por fin que su poder saltara desde su pecho a su brazo, del brazo a la punta de sus dedos y de ahí hacia la horda de ratas que se estaban dando un festín con el cuerpo del difunto Homoj.

—Fuera de aquí, pequeñas —ordenó el asesino, mandándolas lejos, hacia el canal cercano —Ya habéis comido suficiente por hoy.

Mientras Maevis cuenta lo acontecido a Sara, Vladko se esfuerza en ahuyentar a las ratas con sus poderes sobrenaturales.

Estas tardan un poco en marcharse, pues aún están hambrientas y la voracidad de estas criaturas es excepcional.

Cuando por fin se marchan por un conducto, podéis ver el resultado. La cabeza, que apenas sigue unida al resto del cuerpo, está destrozada. Las facciones de su rostro son totalmente irreconocibles. Lo único que queda es su máscara de ballenero que tiene un tajo en la parte baja, lo que explica el cuello seccionado.

Al examinar lo que queda de su equipo descubrís que sólo han descuidado la ballesta oculta bajo la manga. Parece que el resto ha sido saqueado por alguien con pocos escrúpulos...

Lo que os llama la atención es que la guardia no se ha personado en el lugar pese a haber pasado dos horas del incendio.

- ¿Matka estas bien? - dijo Elian apartando rápidamente la mascara de su cara y observando la fea herida - Tienes toda la razón. Nada de seguir, primero debemos mirar bien esa pierna. Y aplicarle un buen vendaje. A saber la mierda que hay en este agua. Ademas.... esos papeles no se van a ir a ningun lado y, si es necesario, puedo volver yo sólo mas tarde. Sabes que en peores nos hemos visto - se detuvo y observó con preocupación la cara de dolor de su compañera.

Los balleneroa podían ser inisensibles para con sus víctimas pero nunca dejaban de lado a una compañera o un compañero herido, aún a riesgo de sus vidas. Elian se volvió a recolocar la máscara. Su voz sonó de nuevo con un tono metálico.

- Ven, Matka, agárrate a mi. Busquemos la forma de salir de aqui - dijo mientras dejaba que su compañera se apoyara en su hombro - Vaya manera de empezar el dia. Y todo por mis prisas y mi forma de saltar siempre atolondrada. Hay cosas que no cambian con el tiempo.....pero por mi culpa tú te has llevado la peor parte. ¡Mierda Matka, nos hacemos viejos! - dijo Elian intentando relajar la situación - Un dia de estos Daud envía alguien a por nosotros y saca un buen pellizco....

Dicho esto se encaminaron despacio hacia la escalera. Elian observó la vieja estructura metálica con mala cara mientras se acercaban.

- Esta escalera - reflexionó en voz alta - no me da muy buena espina, pero no tenemos de otra....

Empezaron a subir....la escalera tembló, los tornillos rechinaros, todo parecía que iba a desmoronarse a cada paso,a cada nuevo peldaño que pisaban...pero frente a todo pronóstico... resistió. Elian respiró aliviado.

De nuevo en la planta de arriba, caminaron lo más rápido posible hacia el refugio. El trayecto se hizo largo con Matka sufriendo a cada paso por la herida. Al fin llegaron y Elian, tras ayudarla a sentarse, quitarle y quitarse con cuidado la máscara, retiró la bota de la pierna herida de Matka, le subió un poco el pantalón y le aplicó con sumo cuidado unos primeros auxilios.

Elian y Matka deciden regresar y cuidar de esa pierna lo mejor posible. Retoman el camino de vuelta por la escalera oxidada. Elian va delante para asegurar el camino y la estructura, pese a quejarse más que un puñado de ratas hambrientas, resiste.

Es cuando Matka toma el mismo camino cuando de repente, apoyando todo el peso en la pierna ilesa, uno de esos peldaños cede y cae hacia la sala anegada. La ballenera agarra como puede a la barandilla y por suerte solo se lleva un golpe en el hombro. Un moratón que apenas dejará huella.

Ambos regresan con el corazón encogido al refugio. Gastando los pocos materiales de que dispone el piso franco para este tipo de emergencias, Elian se afana en cerrar la herida y vendarla.

Los puntos quedan tan bien que Matka está segura de que no dejará ni cicatriz. Tanto que el tatuaje que lucía allí apenas se resiente. Un trabajo a la altura de un profesional, sin duda.

Pronto Matka siente que la pierna apenas le duele y se siente con fuerzas para continuar.

De pronto oís a alguien en el piso inferior. ¿Visita de nuevo? Bajais con cuidado y pronto reconoceis a la persona... es Irina. Viene sola y se la ve afectada.

- Josh ha sucumbido a la enfermedad. - os cuenta muy apenada. - Ahora deambula por las calles. Tuve que huir, había perdido todo lo que le hacía seguir siendo él mismo. Su mirada perdida... Si lo encontráis tened cuidado y si podeis, acabad con su sufrimiento. No tengo más dinero para pagaros, eso si... se de otra entrada al Archivo.

Os mirais mutuamente sorprendidos. Parece que os han estado obserbando.

- Si acabáis con él os diré como entrar directamente al sótano.

Con un suspiro, Vladko liberó la influencia que mantenía sobre las ratas mientras comprobaba por el rabillo del ojo cómo se alejaban. No dudaba de sus capacidades, pero la peste podía convertir a esas criaturas en una fuerza de la naturaleza impredecible.

—Homoj, amigo mío, descansa en paz —dijo, poniéndose en cuclillas junto al cuerpo. Aunque sus facciones estaban irreconocibles, ¿quién más iba a vestir como un ballenero y estaría en el mismo lugar donde su compañero debía estar, por no hablar de que tendría su ballesta? El tyviano negó lentamente mientras observaba el repugnante trabajo de las ratas, pero más allá, el corte en la zona de la garganta— Sin señales de lucha... rápido y mortal, como debe ser un asesino.

Vladko frunció el ceño. Un asesino acababa de matar a otro, y era alguien condenadamente bueno para acercarse a Homoj sin que se diera cuenta. Bien sabía que el ciego podía verte más allá de una pared si se lo proponía.

La única pista que tenía eran esos pretendientes de Doña Harapos. Guardó la ballesta en mal estado de su antiguo compañero — había que devolverla a la armería — y dirigió su atención a Maevis —Hay que terminar el trabajo. Localizar a esos pretendiente y asegurarnos que la bruja sigue viva para ver qué tiene que decir. Que su sacrificio sirva para algo.

Esperó a ver si las dos asesinas tenían algo que decir y procedió a lanzar el cuerpo de Homoj al canal. No iba a dejarlo ahí en mitad de la calle para que cualquiera lo profanara. Un ballenero no merecía eso.

Maevis apartó la vista con cierto dolor del cuerpo irreconocible de Homoj, y dejó que fuera Vladko quien se encargara de el. Sin embargo, se obligó a si misma a mirarlo mientras el canal se lo llevaba. Sus facciones se endurecieron en una expresión marcial, mientras sus ojos seguían el cuerpo del ballenero. Otro cuerpo en los canales de una ciudad putrefacta. - Adios, Homoj. - susurró la joven. 

Luego dirigió su mirada a Vladko y asintió ante sus palabras. - Sin duda, deberíamos encontrar a la bruja e intentar averiguar quienes son los "pretendientes" de esta y hacernos cargo de la situación. - la muchacha cerró los ojos un momento, llevándose la mano a la frente, para luego abrir sus bellos ojos con determinación. - Esto tiene pinta de que nos hemos inmiscuído en algo bastante más grande que el asunto de la herencia de un chiquillo. 

Sara no pudo mirar demasiado el cuerpo, esas desagradables vistas eran excesivas a menudo para sus poco acostumbrados ojos. No quiso decir nada, solo lamentó ver a ese hombre en aquellas circunstancias, las veces que había peleado con él, desaparecía cuando menos lo esperabas y se colocaba a tu espalda, era un oponente peligroso y de él aprendió que no todo era verlo con los ojos, escuchar, sentir el ambiente, y sin embargo le habían matado de un solo tajo... Le costaba creerlo.

- vayamos a ver a esos pretendientes, si ellos le hicieron esto, me aseguraré de matarlos...

Los ojos de la chica seguían pidiendo venganza, alguien debía pagar por ese atrevimiento, y si podía, ella misma sentenciaría al culpable.

Elian estaba perplejo. O habían sido muy descuidados o aquella mujer tenía el sentido del oído muy desarrollado. Sea como fuere no tardó ni un instante en reaccionar a su propuesta.

- ¿Nos estuvo espiando? - dijo en tono serio pero casi sin esperar respuesta pues casi no se detuvo - En cualquier caso, ya casi no importa. Mi compañera ha sufrido un percance que ha retrasado nuestros planes de entrar en el archivo. Y no tenemos tiempo que perder - se detuvo y observó fijamente a la mujer - No sé quien eres y no suelo confiar en los desconocidos. Pero el detalle de las monedas me dice que no eres mala persona. Te voy a creer. Y espero por tu bien que sea cierto lo que nos dices. Si no.... - meditó un instante sus palabras. Luego, en tono áspero, concluyó la frase - ...si no, estas manos no tamblaran y correras la misma suerte que tu compañero.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de la mujer que siguió mirándolo impasible.

Elian volvió entonces su rostro hacia Matka que ya lucía mucho mejor aspecto.

- ¿Tú que opinas? - le dijo a la asesina - ¿Le damos matarile al infectado y tenemos entrada Vip a los archivos?

Los restos de vuestro compañero se va por el canal para no volver a verlos nunca más. El silencio que impera en la calle solo es roto por el crepitar de los rescoldos que quedan del incendio en el sótano. La vieja Doña Andrajos se había esfumado durante el caos tal y como os relataba Maevis. Sólo podíais contar con aquello que supiesen los chicos de Bottle Street. Si ellos eran sus pretendientes no parecían desearle nada bueno a la desequilibrada anciana.

Pero finalmente la decisión estaba tomada, queríais respuestas y las ibais a encontrar...  

Música para Oirasime

Tras andaros con mucho cuidado por callejones oscuros y silenciosos, llegáis a la Destilería bien entrada la noche. No sabéis cuantas horas de oscuridad os quedan para seguir moviéndoos entre las sombras. El lugar es bastante grande y parece tranquilo. No hay mucho movimiento y apenas un puñado de los chicos de Slackjaw custodian la entrada. Son cuatro y van armados con sus machetes. Uno de ellos parece estar bastante bebido y cuenta animadamente algo a sus compañeros.

Desde la distancia en la que os encontráis se os hace difícil oír sus palabras. El problema es que podéis delatar vuestra posición si arriesgáis demasiado. Quizá trepando al tejado más cercano a ellos podáis llegar a entender aquello de lo que hablan. Por otra parte hay un callejón que pasa cerca de la entrada. Este pasa bajo un arco que da acceso a la placeta donde están los cuatro integrantes, pero por desgracia está iluminado.

Veis que no lejos de ahí hay un transformador que alimenta la luz que llega a la calle. El problema es que esos tanques de aceite de ballena son extremadamente volátiles y difíciles de manipular. Pensáis que si no lo hacéis con cuidado pueden darse cuenta de que sois vosotros los que les estáis intentando cortar suministro eléctrico. 

Bostezo, era tarde y no se sentía como para perder el tiempo, sigilosa como si solo fuera una sombra se acercó sin esperar a nadie, quería saber de que hablaban, y sus palabras no esperarían a nadie, con sus armas en mano por si requerían ser utilizadas, se acercó cual sombra haciendo gala de su mayor especialización, el sigilo era para ella importante, le gustaba pasar desapercibida ante los ojos de quienes no merecían verle.

Se puso su máscara, con leves grietas y un aspecto estrambótico, adornada con un pequeño cuerno descendiente en el lado derecho y tres lineas ante su boca como filtro - atención escorias, se acerca el demonio de humo - pensaba mientras sus pasos danzaban sin temor a nada. Quien viera su espalda podría percatarse de que sus pasos eran realmente silenciosos, como si de un gato se acercara a las ratas se tratara, jugando con su estoque y su cimitarra como el que afila sus uñas ante su presa, estirando su cuello preparada para todo.

Un aura de rencor aun se mantenía en su cuerpo, casi como si la venganza le cegara un poco - por vuestro bien espero que no tengáis nada que ver - se decía. No era la que más disfrutara asesinando, pero tampoco tendía a pensar demasiado, una orden, una ejecución, de hecho no acababa de entender que no hubieran ido a por el crío lisiado desde un inicio y evitar cosas como lo que le había ocurrido a Homoj - eras demasiado amable, pese a desear ver más y más sangre ¿o quizás buscabas una excusa para matar un cuerpo mayor y por ello con más sangre en él? Eras bastante misterioso, pero un hermano ballenero después de todo, quien te hizo aquello lo pagará, una vida por otra... Incluso si tardo en encontrar al culpable.

Sus pensamientos inundaban su cabeza, casi negando su presencia, "mente sobre cuerpo" dirían algunos, ella simplemente sentía que así le notarían menos.

Una vigilancia insuficiente, a ojos del asesino, pero vigilancia al fin y al cabo. Slackjaw no parecía esperar represalias por parte de Daud. Si no, habría puesto tipos en cada rincón. ¿Qué pasaba por la cabeza del líder de la banda de Bottle Street? Tendría que preguntárselo cuando tuviera su acero apuntando a su garganta. Vladko observó la situación y analizó las vías de entrada, una demasiado peligrosa, aunque tenían la ventaja del número, prefería derramar cuanta menos sangre mejor. Intentó ver si podría subir por los ladrillos sueltos hasta el tejado, pero tenía las manos frías y no se vio con ganas de caerse y partirse la crisma.

—Bien, yo iré por abajo, vosotras... —empezó a repartir instrucciones para cubrir todos los frentes, pero cuando quiso darse cuenta, Sara había desaparecido, probablemente presa de su ansia de sangre— Говно, maldita sea niña. Maevis, por arriba. Voy a asegurarme de que esa inconsciente no se deja matar...

Ahora que estaba de nuevo curada se sentía de mejor modo. Una herida tan chunga podía haber acabado mal. EL destino fue generoso y puso de nuevo en su camino a la mujer del apartamento. Pero el trato que les ofrecía no era muy de fiar. Matka no lo sentía así.

-Me tienta -le susurró a su amigo-, pero no me fío del todo.

La vida la había acostumbrado a los palos y las desconfianzas. No era raro que en cada cosa que le proponían Matka viese una amenaza. Costaba más tranquilizarla que hacer las cosas directamente.

-A ver, tú... -dijo a la mujer-. ¿Cómo sabemos que no nos estás mintiendo y sólo quieres que matemos a tu chico? ¿Qué sabes tú de los archivos? Si no confías, yo no confiaré y tu chico seguirá vagando por ahí infectado. ¿Qué coño sabes tú de la entrada directa al sótano?

La mujer parece algo asustada. - Ya os he dado todo lo que tengo. No puedo deciros nada más acerca de la entrada hasta que Josh acabe su vida como deseaba. - Notáis que esto es algo que realmente le importa y que no quiere ver a su compañero convertido en un ser capaz de canibalizar a otra persona. 

- Debéis confiar en mi al igual que hicisteis anoche dejándonos bajo techo. No os miento, se una forma de acceder al Archivo si eso es lo que queréis. Seguramente no se ha inundado como el resto de los sótanos de la zona. Eso sí, una vez abráis la entrada el agua entrará rápidamente. También deberíais llevar lámparas de aceite... es un pasadizo subterráneo así que estará totalmente a oscuras.

Los balleneros no soléis trabajar con luz pues delataría vuestra posiciones, así que por desgracia no disponéis de nada por el estilo. Si decidís acabar con Josh y regresar con Irina nada os asegura que esa entrada sea menos peligrosa que la anterior. Quizá sea más directa y sin zonas anegadas, pero la oscuridad total tampoco es buena compañera...

- ¿Decidme pues que decidís? - os pregunta ella.

Sabéis que la opción de volver sobre vuestros pasos entraña el riesgo de la escalera y de la corriente de agua. Del otro camino que hay oscuridad total...

- Bien, a mi me vale - opinó Elian - Voy a confiar en ti. Es cierto que no te conozco de nada, pero dejaste unas monedas y has vuelto para pedir un final piadoso para tu compañero. Eso te honra. Pero recuerda bien nuestro trato. - buscó con la vista su máscara y la localizó depositada en una vieja silla cerca de él. Se acercó despacio, como se solían mover los asesinos, la tomó en su mano y se la colocó. Volvió a mirar hacia la posición donde se encontraban ambas mujeres. Su voz sonó de nuevo metálica - Busquemos a ese hombre y démosle un final rápido y digno - dijo mientras con su mano extraía la espada que siempre llevaba consigo. La observó por ambos lados y la volvió a guardar. Luego miró a la mujer - Dinos, ¿donde lo viste por última vez?...

Elián habló por los dos, tras las últimas palabras de la mujer. A Matka también le había parecido tan sincera como desesperada.

-Si cuando acabemos no estás aquí, será a tí a quien busquemos a continuación -avisó la asesina. Era incapaz de mostrarse amable a pesar de la situación.

Tenía prisa por cumplir el encargo, y todo esto eran atrancos a sus planes. Eso la ponía nerviosa.

-¡Venga, dinos lo que sepas para acabar de una puta vez!

*Maevis trepa por los tejados y una vez arriba alcanza una posición ventajosa desde la que espiar a los matones. Los tejados le ofrecen el amparo de la oscura noche pues ni la luz de las farolas llega hasta ese punto. El cielo encapotado favorece que las sobras tiñan todo aquello que no está irradiado por la luminosidad eléctrica.

Sara por su parte pasa bajo el arco y se adentra en la placeta. Parece que no la han visto y mucho menos oído. Se esconde tras una esquina lo suficientemente apartada para pasar desapercibida pero lo bastante cerca como para oir la conversación que tiene lugar allí.

Vladko aguarda más allá del arco iluminado que da al lugar de reunión de los chicos de Bottle street. Puede ver como uno de ellos le esta contando cosas a otros dos, pero no logra entender nada de lo que dicen. Los gestos de que va más borracho indican que está inquieto pero desde esa distancia es imposible saber de que se trata.

Vosotras que estáis lo bastante cerca como para oír la conversación podéis escuchar lo siguiente:

- Dejad de farfullar sobre viejas y maldiciones. Si estaba en el sótano ya estará muerta, que más da. - dice uno de los que están montando guardia en la entrada de la destilería. - Habéis bebido demasiado. Lo que necesitáis es dormir la mona, joder.

- Te digo que con ella había un asesino y eso no me lo estoy inventando. De donde crees que he sacado está espada. - responde el otro.

- Eso puede ser de cualquiera, los balleneros usan esos cuchillos largos y curvados. Tienen la hoja más ancha y desde luego pesan más.

- ¿A caso has tenido uno de esos en tus manos? - pregunta un tercero. - ¡Vamos o te hagas el listo! Todos sabemos que cuando llegaron la última vez te cagaste en los pantalones.

Veis como se calla y el cuarto toma la palabra.

- Tienen poderes oscuros del forastero, seguro que esa vieja lo tenía todo pensado desde el principio. Pero son humanos como otro cualquiera y sangran lo mismo que todos cuando se les corta el cuello. Jajaja!

La conversación sigue hasta un punto en el que parece que dos de ellos van a marcharse hacia el interior de la destilería. Uno es el que tiene la espada de Homoj y el otro es el borracho.

Irina parece algo asustada por vuestras formas, pues pese a que aceptáis el trato, vuestra forma de actuar indica que no sólo no os fiáis de ella si no que si os miente va a haber represalias. Cuando se recupera un poco del nerviosismo os comienza a contar como llegas hasta el lugar donde se encuentra Josh. Os acompaña un tramo mientras se mantiene en silencio.

No parece querer mantener conversación con vosotros más allá de lo estrictamente necesario y eso en parte os agrada y en parte os hace sentir que quizá la habéis asustado demasiado.

Después de pasar bajo un puente llegáis a una calle oscura y sin salida. Esta parece estar algo más elevada pues empieza a ir cuesta arriba. La inclinación apenas sería perfectible si no fuera por que cada paso que dais el agua que cubre vuestras botas es menor. Finalmente llegáis al fondo del callejón donde podéis caminar sobre un empedrado húmedo pero libre de agua. Irina os abre una portezuela que hay en un lateral y veis como da a un pequeño patio de luces de lo que sería una zona residencial.

Allí veis como apilados en sacos se amontonan varios cadáveres  y al fondo de todo varios afligidos que parecen estar mirando al infinito. Son tres y están de espaldas contra la pared en el único lugar donde hay sombra, lo cual os da a entender que la luz del día no les atrae especialmente.

Irina cierra de nuevo la portezuela y os habla en voz baja. - Tiene que ser uno de esos 3 de allí. Cuando se transformó estaba cerca de aquí tumbado. - dice señalando un lugar con una manta mugrienta tirada por el suelo. - y vi como se marchaba con el resto. Parece que van en grupo, tened cuidado.

Entonces la chica se aleja y se esconde para dejaros hacer vuestro trabajo...

Maevis sedienta de venganza se concentró en negar su presencia, su intención era clara, cortar el gaznate del culpable de la muerte de Homoj, por lo comentado quien llevaba el estoque debía ser el asesino, pero no necesitaba ni quería matar a quien no tuviera culpa de nada.

Sin dudar, puesto que los balleneros debían tener determinación, Sara pasó ante los dos inocentes directa a quien decía haber arrebatado el arma a un ballenero, una sonrisa tranquila yacía bajo su máscara de demonio, quienes osaban matar a un ballenero, merecían morir por otro. Caminmó casi como si ni siquiera tocara el suelo, moviendo su difusa presencia como si hubiera dejado de existir, pero no podía remediarlo, Daud sabía que la joven tenía un sentido de la venganza enorme, más fue esa venganza lo primero que vio en ella, cuando atacó a los asesinos de su madre...