Partida Rol por web

Sara agachó la cabeza frustrada - lo siento no se ha dejado sujetar, y le he dado un pequeño corte accidental - se encogió de hombros resignada - ese par de allí dijeron haberse topado con un ballenero y haber cogido su espada, si en vez de atacar me hubieras dado tiempo, me habría ido sin hacer nada a estos dos, que eran inocentes... Y por la conversación que tuvieron, sabrían que habían recibido su justo castigo por su osadía... Ahora supongo que ya que estamos, podríamos hablar con el líder de estos tipos...

Mientras hablaba se acercó al charco más cercano, en esas ocasiones agradecía que aquella ropa fuera impermeable, de ese modo, la sangre salía fácilmente.

- Maevis ¿vienes? Supongo que las quemaduras te han distraído un poco,... Pero tranquila, yo te cubro.

Con expresión cansado bajo la máscara, Vladko observó una de las cabezas decapitadas de los asesinos de Homoj mientras Sara le explicaba lo sucedido con una suficiencia que le puso de mal humor.

—¿Justo castigo? ¿Pero quien te crees que eres, niña? —le espetó, envainando la espada a su espalda. No sólo le estaba resultando frustrante trabajar con la niña bonita de Daud, sino que tener a Maevis por ahí desaparecida le hacía preguntarse si no habría estado mejor quedarse en el catre esa mañana— Si te hubieras ido sin más, esos dos habrían ido a pedir ayuda. Y entonces Slackjaw sabría que se había enemistado con los Balleneros, y habría puesto más vigilancia. ¿Y tengo que recordarte que tenemos que averiguar lo que ellos saben sobre el niño tullido? ¿Que para eso habían venido Homoj y Maevis por aquí?

A medio discurso se había quitado la máscara para encenderse un cigarrillo y tranquilizarse. Era inútil discutir con una muñeca rota como aquella que sólo sabía seguir sus instintos como si fuese uno de esos perros lobos que usaban los Decanos. Recuperó el virote que había lanzado — cuanto menos rastros mejor — y exhaló una larga bocanada de humo mientras ponía en orden sus pensamientos.

—Si vamos a trabajar juntos en esto, nada de ir por libre, niña— dijo finalmente. Le daba igual que fuese el ojito derecho de Daud, con su pellejo no jugaba nadie— Pero si vas a volver a repetir lo de ahora más adelante, dímelo ya para ir por separado. Esa Doña Andrajos sigue desaparecida, por ejemplo.

- Shhh- dijo Maevis de pronto, bajando del tejado, haciendo caso omiso de la rencilla entre sus compañeros. Le preocupaba más la silueta que acababa de ver ... Y que estaba bastante segura de conocer. Miró a la niña bañada en sangre y a Vladko, justamente molesto .... La joven estaba un poco enfadada consigo misma, todo lo sucedido anteriormente le había pillado por sorpresa como si fuera una novata, y encima Homoj estaba muerto. Desde luego, no era su día, para nada. Suspiró volviendo a la realidad, consciente de que había que decir algo respecto a lo que acababa de pasar.

- Lo siento por no reaccionar antes, tienes razón. Me distraje y es imperdonable. - habló deprisa y en voz baja, torciendo el gesto. Era muy orgullosa y fallar le costaba mucho. Tampoco pensaba justificarse - Pequeña, ¿Sara? Eres nueva en esto, y entiendo la rabia que te ha dado ver a un compañero muerto por estas ratas infames - agregó con voz suave, pero fría, de forma aséptica. No tenía la agresividad en sus palabras de Vladko, pero amedrentaba casi de igual manera. Lo cierto es que cualquiera que la conociera un poco podía darse cuenta de que la única razón por la que Maevis no era más dura, era porque ella misma había fallado y no se sentía en posición de reprochar demasiado. - Pero tienes que ver las cosas con más frialdad y cabeza. Si hubieras esperado, podríamos haber averiguado más cosas que no sé si podremos responder ahora, o al menos no de la forma más simple. No sabemos por qué atacaron a Homoj, que  problemas tenían con la bruja o que sabían del asunto del niño, que es lo que primero nos trae aquí. Pero actuaste sin pensar y ahora están todos muertos. Ni siquiera fuiste capaz de mantener a uno con vida, como se te pidió... Si solo hubieras cortado en otra parte de su cuerpo, al menos podríamos haberlo interrogado. - continuó. Mantenía los ojos fijos en la chiquilla, que muy a su pesar, y aún teniendo en cuenta lo ocurrido, suscitaba simpatía en ella. Relajó su gesto y lanzó un suspiro. Este día estaba resultando demasiado largo. - Eres muy capaz, y una hábil luchadora, lo has demostrado. Pero necesitas aprender a mantener la sangrefría. Actitudes como esta te pueden costar el trabajo, o aún pero, el pescuezo. No lo vuelvas a olvidar.  - terminó.

Luego se volvió para dirigirse al callejón donde había visto la extraña y conocida silueta, haciendo un gesto para que sus dos compañeros la siguieran. - Ahora vamos. No podemos perder de vista nuestro cometido.  - dijo con una mirada significativa - Alguien a venido a mirar, y más vale saber quien es...- agregó señalando el lugar donde la silueta había aparecido. Si tenían suerte, al menos sacarían algo de Doña Andrajos, a la cual habían, sin duda, librado de sus pretendientes.

La pareja de balleneros toma posiciones para disparar desde lejos con sus ballestas. Los afligidos que están de espaldas no se esperan un ataque por sorpresa y dos de ellos, entre los que se encuentra Josh, reciben un disparo certero en el cráneo que los mata al instante.

El tercero de ellos se da la vuelta dispuesto a arrancaros la piel mordiscos...

La situación está a vuestro favor y parece que tenéis todas las de ganar. Josh está muerto así que ya habéis cumplido. El problema es que habéis alertado al que queda con vida que va a ir a por vosotros. Tenéis que decidir si iros corriendo o acabar con su vida. Las ballestas tardan en recargarse así que si vais a hacerle frente vuestra mejor aliada es la espada que lleváis al cinto.

El afligido con la cara de literalmente chorreando de llorar sangre os mira con odio. No es un odio como el de una persona humana, es un odio movido por la locura sin sentido... han dejado de ser personas para verse más como monstruos horrendos.

Desde su perspectiva que aquel par hubieran dado la alarma no era un gran problema, Slackjaw hubiera sabido que si solo habían matado a dos era por algún motivo, decían que aquel tipo no era tonto, ahora con cuatro víctimas y sin acceder al lugar, se rascaría la cabeza sin entender que habían hecho esos cuatro. Según se le había inculcado, un ballenero no mataba sin razón, y le molestaba un poco aquel par de muertes extra.

Por algún motivo sin embargo los molestos, parecían ser sus compañeros, pensaba bajo su mascara el motivo, suspirando por pensar las razones, ¿era incorrecto vengar a un compañero caído? Por otro lado una frase de Vladko le molesto "que no fuera por libre", jamás dejaría de proteger la espalda de sus hermanos balleneros, y desde su perspectiva un asesino que dejaba escapar una oportunidad era un posible fiambre, "pensar" solo podía hacer eso, esperando llegar a entender que era lo que les había molestado exactamente...

Tampoco sabía mucho de la misión de ese crío que mencionaban, pero si nadie le informaba... Tal vez había metido la pata, ella pensaba que tenían que hablar con Slackjaw, y quizás esos tipos eran los informadores, en fin, si había metido la pata, solo le consolaba pensar que había hecho justicia, pues si esos tipos podían matar a un ballenero y un ballenero no podía matarles a ellos, ¿era justo? "Piensa Sara, piensa".

Mientras los balleneros discutís sobre los desafortunados acontecimientos, que pese a haber ido bien no han procurado ningún avance en vuestras pesquisas, comenzáis a ver una pequeña procesión que se acerca. Se trata de las ratas de Dunwall que al oler la sangre comienzan a hacer acto de presencia. Os pasan por al lado, se cuelan entre vuestra piernas y van directas a dejar limpio todo aquel desastre. Algo que Vladko agradece pues de haber esperado algo más no hubiese sido tan fácil extraer el virote delator.

Poco a poco la placeta se va llenando de esas horribles alimañas que os obligan a salir de allí y seguir hablando desde un lugar más resguardado, un callejón que va hacia el este. Es entonces cuando una figura a la que Maevis ya había visto desde los tejados se os acerca. Es una mujer mayor y encorvada que va ataviada con algunas joyas buenas y viste unas ropas que quizá antaño fuesen de calidad, pero que ahora están para el vertedero. En cuanto las distancias se acortan entre ella y vosotros percibís un olor pestilente, mezcla de vete a saber que. La mujer es ciega pero os mira como si a través de esos ojos vacíos pudiese distinguiros de la oscuridad.

- Agradezco que te hayas ocupado de esos impresentables. No tenía tiempo para atenderles, mis obligaciones no me permiten dedicar tiempo a esos asuntos. Mis pajaritos también te lo agradecen, están muy contentos ¿oyes como cantan de alegría? - le pregunta a Maevis que lo único que puede oír esta noche es a la ratas chillándose detrás de vosotros, peleándose entre ellas por un trozo de carne que llevarse a la boca. Un sonido francamente horrible. Quizá Vladko sea el único que pueda entender todo aquello... 

- Tomad, tengo algo para vosotros. - dice mientras rebusca en su abrigo con la mirada perdida. - Aquí está, tened mucho cuidado con él, jijiji. - os advierte sancando un frasquito de cristal con un contenido negro y viscoso. Sabéis lo que es, un veneno...

Maevis se adelanta para tomar el frasco en sus manos. Lo toma con respeto, ella misma suele usar venenos, y por lo tanto, sabe lo preligrosos que estos pueden ser.

Sonríe a la mujer. De alguna forma, esta le provoca una especie de simpatía extraña. Desde luego que estaba loca, pero la joven no podía evitar que había cierta lucidez en su locura, una inteligencia que ni ella ni el resto de mortales podrían llegar a comprender.

- Gracias - dijo sonriendo a la mujer con su habitual voz cantarina y fría. Las miles de ratas que se estaban devorando los cuerpos de aquellos maleantes no le hacían ninguna gracia... Pero pese a ello había conseguido recuperar la compostura. - Dime, ¿esto es con lo que intentaron asesinar al niño? ¿Cómo es que sobrevivió? .... ¿Y qué asunto tenías con... "tus pretendientes"? Como ves, no te molestarán más- interrogó Maevis. Se mantuvo en un todo frío e inquietante, como era su costumbre, pero también fue cordial. Algo le decía que no serviría de mucho intentar amedrentar de alguna otra forma a esa vieja mujer.

Probablemente lo que peor le sentó a Vladko fue que Sara simplemente se le quedó ahí mirándole, como si estuviera hablándole a una muñeca de porcelana. No hubo respuesta, no hubo un despertar de sentimientos. Hubiera obtenido la misma respuesta si le hubiera hablado a la pared. Lanzó el cigarrillo al canal mientras se alejaban del macabro festín que se estaban dando las ratas, cuando la famosa Doña Andrajos que habían ido a buscar Maevis y el difunto Homoj hizo acto de aparición justo cuando el tyviano se estaba poniendo de nuevo la máscara. Justo a tiempo, aunque daba la impresión de que la mujer era ciega como un topo.

Buenas preguntas, Gallaham. El mismo no las habría hecho mejor, así que dejó que fuera la peliazul quien dirigiera la conversación. Al fin y al cabo, de nada servía bombardear a la mujer, quien parecía jugar a la comba con la cordura.

Sara se mantuvo ligeramente apartada, no se le daban demasiado bien las personas, que Vladko pareciera molesto aun lo confirmaba, prefería pensar a dar una respuesta errónea, le habían enseñado a matar y a parte de eso poco más sabía, por ello su respuesta mas práctica era matar y pasar desapercibida. Al parecer las misiones le costarían bastante.

En cuanto a la doña esa,... Le recordaba a Homoj, era como si viera más allá que la mayoría...

-¡Hey, Elian, larguémonos de aquí! ¡Ya está muerto el capullo ese, y no podemos perder más tiempo! -No le apetecía perder ni tiempo ni munición con afligidos porque sí, ya bastante se habían despistado entre su herida inesperada y tener que matar al exhabitante del apartamento.

-Ahora le toca cumplir a la tía esa. Como no lo haga, la flecha irá para ella -dijo señalando su ballesta.

Les había prometido una forma fácil de llegar a su objetivo, y eso les haría recuperar el tiempo perdido. Irían compensados,  si todo iba bien.

- ¡Toda la razón Matka! ¡Larguémonos de aquí antes de que llegue este último! - dijo Elian mientras trataba de volver tras sus pasos caminando hacia atras sin perder de vista al infectado - Nuestra trabajo no es limpiar la ciudad de... esto - miró de reojo a Matka para no perder su ubicación mientras el infectado continuaba acercándose y él desenvainaba su espada en un acto reflejo de protección - ¡Mierda! - dijo mientras tropezaba con algún escombro del suelo que le hacía trastabillar - Creo que no va a ser tan fácil como salir paseando. Estos infectados no sueltan la presa así como así - masculló mientras se detenía en seco, aferraba fuertemente su espada, tomaba impulso y sin pensarlo se lanzaba contra aquel ser de ojos inyactados en sangre - Esta bien, tu lo has querido amigo, ¡acabemos con esto de una vez!

Matka y Elian se marchan por el callejón pero Elian, evaluando los posibles peligros de verse perseguidos por uno de esos trastornados, se da la vuelta en el último momento y decide terminar dejar el trabajo bien hecho. Da un par de pasos, saca su arma de la vaina y se la hunde en el pecho aprovechando la inercia con la que el afligido iba a asaltarle apenas un instante más tarde.

El portador de la peste apenas puede hacer nada más que extender sus manos sin fuerza intentando arañar inútilmente el bazo cubierto de tela impermeable de Elian. El tacto de sus dedos huesudos es más una caricia que otra cosa mientras su vida se desvanece y cae al suelo. 

Algo os llama la atención. A diferencia de otras vidas que habéis arrebatado durante el tiempo que dura la plaga, las ratas esta vez no parecen acudir para alimentarse de cuerpos corrompidos... aunque quizá sea sólo vuestra impresión pues os marcháis de allí lo antes posible. Vuestro objetivo es entrar en el Archivo y sacar toda la información disponible sobre los planos de esa mansión.

Matka va delante, seguida de Elian. Irina no parece estar muy lejos de allí y os agradece lo que habéis hecho por su compañero. - Espero que esto sea pago suficiente por lo que habéis hecho por mi y por Josh.. el lo hubiera querido así... Acompañadme.

Seguís a Irina en dirección al edificio del Archivo. Son ya las 11 de la mañana cuando llegáis, pero os indica que debéis andar un poco más y seguir hasta un edificio que hay justo al lado. - Yo trabajaba aquí cuando todo esto era el barrio más prospéro de Dunwall. Era oficinista y me dedicaba custodiar a supervisar archivos grabados en audiógrafos.

Ambos sabéis que los audiógrafos son láminas de metal con agujeros empleados para grabar la voz. Estas láminas deben introducirse en un reproductor de audiógrafo, parecido a una máquina de escribir, para poder reproducir lo que hayan grabado.

- Los trabajadores de mi oficina tenía que andar siempre de aquí para allá cruzando la calle para poder llevar o traer esos archivos de sonido. Finalmente hace dos años, de acuerdo con el mismo archivo, se decidió hacer un pasaje que comunicara ambos sótanos. De esta forma se podría trabajar mejor conjuntamente... en fin cosas que ahora no vienen al caso. Lo importante es que a vosotros si os puede ayudar.

Entráis en el edificio de oficinas que parece estar en un mejor estado que el del archivo. Sigue estando deteriorado, lleno de mugre y moho, pero todavía no en ruinas.  

Irina os conduce hasta unas escaleras que hay al final de un pasillo y os avisa. - Yo no me atrevo a seguir más, está muy oscuro allí abajo. Sólo tenéis que descender y encontraréis dos pasillos. Uno quedará a vuestra espalda y el otro al frente. Seguid todo recto y llegaréis a una puerta metálica, una vez la abráis estaréis en el túnel que comunica ambos edificios.

Podéis, viendo el estado del lugar, que el acceso es menos peligroso. El problema es que seguís sin tener luz para moveros por un lugar así... 

Maevis nunca daba puntada sin hilo y bombardeo a la anciana con preguntas directas y concisas. Pero al parecer toda esa labia no iba a servirle de mucho contra una mente transtornada...

- Una dama no puede aceptar la proposición del primero que se atreva a pedirle matrimonio. Esos osados tenían intención de hacerse con mi fortuna y yo no lo podía permitir. Pero gracias a ti ya no van a ser más una molestia verdad? - dice acercándose a Sara y estirando unos dedos huesudos para tantear su rostro, pero para su sorpresa una máscara de ballanero lo impide y ella tuerce el gesto.

- Compruébalo tu misma querida. Sólo sabría decirte que no es cosa de la receta ni de la cocinera. - le dice a Maevis dejando a Sara en paz por un momento. - ¿Quizá no se le diera la dosis en la justa medida? - pregunta girándose casi en la dirección donde se encuentra Vladko como si lo intuyera, pese a no haber abierto la boca en ningún momento.

- Habéis sido muy amables conmigo pero tengo muchas cosas que hacer, demasiadas responsabilidades. No se lo deseo a nadie, esos burócratas siempre tienen alguna forma de sacar leyes y poner nuevos impuestos... - dice mientras veis como se aleja delirando de nuevo, hablando de temas financieros y patrimoniales...

Os quedáis de nuevo solos, los tres en las frías calles cercanas a la antigua destilería. Tenéis el veneno que supuestamente se usó para acabar en primera instancia con el crío y la posibilidad de meteros en la boca del lobo para saber algo más de parte de Slackjaw y los suyos. Es una apuesta arriesgada...  

—Como una regadera —suspiró cuando la mujer se hubo marchado. Le había llamado la atención que hubiera volteado el rostro precisamente hacia donde él se encontraba, por lo que sospechaba que esa ceguera no era tan real como aparentaba. ¿Cómo si no podría fabricar venenos y ser conocida por ello? Estaba claro que en Dunwall todo el mundo tenía una máscara, aunque las de los Balleneros eran más evidentes que otras— Continuaremos la misión que comenzasteis, Maevis. Pon a Sara al corriente que ella no estuvo en la reunión. Yo iré a ver cómo de vigilada está la entrada a la guarida de los chicos de Bottle Street.

Si iban a llevarse a la asesina con ellos, mejor que supiera los mismos detalles que el resto para evitar, en la mayor medida posible, que fuera por libre nuevamente. Como una sombra, se fundió con la oscuridad del callejón y se adelantó silenciosamente.

Maevis suspiró viendo como la vieja desaparecía, para luego desviar la mirada a la pequeña botellita que sostenía entre sus manos. Con un poco de suerte, esta arrojaría algo de luz sobre el muchacho difícil de matar. Observó a Vladko mientras hablaba y asintió suavemente con la cabeza. - Ve - le dijo al hombre sin más, para luego centrarse en la chiquilla.

- Bien Sara - comenzó a hablar de forma pausada - Verás, Anthony Roseburrow, el hijo del ingeniero que desarrolló la teconología trans, nos ha contratado para que matemos a su sobrino antes de que cumpla 13 años. El tema es que al muchacho ya se le ha intentado matar dos veces, primero con este veneno de aquí - le enseñó la botella - y luego siendo atacado por los matones de esta zona. No sabemos como el niño ha sobrevivido ambas veces ... - Maevis se detuvo para espiar la reacción de la niña. Lanzó un suspiró y torció el gesto molesta - La verdad es que el tal Anthony Roseburrow es un idiota de cuidado, un chapucero. - se permitió agregas la joven con un tono duro que no dejaba lugar a duras que la situación le indignaba bastante - Si me preguntas a mi, creo que lo suyo sería pedirle una contraoferta al chiquillo que tiene pinta de ser bastante más listo... Pero sea como sea, necesitamos averiguar que pasó aquí. Como es que el chico pudo sobrevivir a los ataques previos y como podemos hacer nosotros para no fallar del mismo modo. Eso es lo que estábamos haciendo Homoj y yo aquí ... Investigar sobre el tema. ¿Tienes alguna pregunta? ¿Te queda todo claro?

La joven acabó de poner a su compañera al corriente de la situación y esperó en silencio por si la joven ballenera tenía algo que decir. Con el pie daba golpecitos rítmicos en el suelo, impaciente.

- mmm - pensaba al escuchar, puede que los muertos fueran los perpetradores del segundo intento de asesinato pues - entiendo - su misión inicial era ofrecer apoyo a Homoj y Maevis, también ir con Vladko, si se trataba de sacar información era mejor que se mantuviera algo apartada, ella estaba hecha para matar ¿buscaba Daud que aprendiera a ser paciente? - intentaré apoyaros como mejor pueda, no se me da muy bien hablar con calma, así que quedó a vuestro cuidado.

Esta prueba iba a ser dura...

- Tenía la sensación de que hablaba en serio - dijo Elian mirando a la mujer - Se notaba que ese tipo le importaba de verdad. Siento lo sucedido. - extendió la mano hacia la mujer que se la apretó - Espero que ahora las cosas mejoren para usted, pero... - se detuvo un instante meditando sus palabras - ...le pediría un último favor - se quitó la máscara y miró fijamente a la mujer - Nos ha contado que trabajaba aquí. Eso de ahí abajo - hizo un gesto con la cabeza hacia la planta inferior - parece la boca de un lobo. ¿No sabe si tenían guardadas algún tipo de linternas en algun lugar por si se iba la luz? Tengo entendido que hace unos años, por fallos en la línea que venía del mar, solía pasar más de lo deseable - apartó la mirada de la mujer y empezó a inpeccionar con mas detalle aquel edificio y todo lo que les rodebaba mientras volvía a hablar - ¿Qué me dice? ¿Le suena que pueda haber algo con lo que iluminarnos ahi abajo?

Matka se sintió aliviada interiormente al comprobar que la chica no les había traicionado. Hubiera sido un inconveniente tener que ir a por ella, pero ella sí lo hubiera hecho. Quizás posponiéndolo tras la misión que les urgía, pero para Matka sentirse herida en su orgullo no era una opción.

Al demostrar ella su legalidad, la asesina se mostró también receptiva con la chica, relajándose en sus formas.

-Quizás haya algún tipo de generador, o linternas de emergencia, como dice mi amigo. Si ésto era un pasillo de ratas de biblioteca, seguro que hay modos de evitar que se quedasen a oscuras. Si lo sabes, dínoslo. Nos lo debes.