Partida Rol por web

Disturbios en la Colmena

Prólogo: Vislumbrando la Amenaza

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03/03/2014, 00:51
Director

No sabías donde te encontrabas. tan solo podías escuchar un murmullo, como el sonido de las olas rompiendo contra la roca muy, muy lejos.

Durante unos instantes aquella sensación solo era relajante, pero el súbito conocimiento de no saber donde estabas perturbó aquella tranquilidad. Intentaste moverte, pero no podías, o mejor dicho, ni siquiera eras consciente de tener un cuerpo que mover. A tu alrededor solo veías oscuridad, pero ¿realmente podías ver?

Tu mente cada vez estaba más agitada, el desconocimiento de lo que estaba ocurriendo solo aumentaba tu desesperación y te llevaba un poco más cerca de la locura.

Sin embargo, en el preciso instante en el que tenías la certeza de que aquella oscuridad tragaría tu existencia para siempre algo cambió. Era aquél sonido, sí, era un sonido y podías oírlo, un poco más fuerte; y la oscuridad también parecía desaparecer. No había ninguna luz que la anulase o que ocupase su lugar, sino que parecía desdibujarse ante tus ojos, adquiriendo poco a poco contenido y color.

Ahí estaba, parecía la lona de una tienda de campaña, y unos rostros aún poco definidos moviéndose de aquí para allá que parecían hablar, pero escuchabas sus voces como si estuvieran al otro extremo de un profundo pozo, sin fuerza suficiente para entender las palabras. Estabas mirando hacia el techo, tu cuerpo estaba extrañamente adormecido, como si todos los músculos hubieran sido forzados hasta el límite. Incapaz de hacer un movimiento para mirar en otra dirección dejaste caer la cabeza a un lado, pero lo que viste te causó la misma impresión que si hubieras vuelto a aquella negrura desesperante.

En el otro extremo de la tienda, amarrado de pies a cabeza a una camilla forcejeaba el guardia imperial Heinrich, con el uniforme prácticamente hecho pedazos, una venda sobre los ojos y cubierto abundantemente de sangre. A su lado, unos hombres acompañados de servocraneos con el mayor surtido de herramientas punzantes y cortantes que has visto en tu vida se inclinaron sobre su cabeza y le aplicaron un inyector en el cuello que hizo que dejase de forcejear por liberarse.

Sin pensar siquiera intentaste gritar algo que apenas llegaste a escuchar, pero apenas terminó de salir de tu garganta se convirtió en un grito de agonía cuando sentiste de golpe un dolor atroz por todo tu cuerpo, muy superior al que habías sentido nunca. El dolor duró un tiempo que te pareció una eternidad y de nuevo el mundo comenzaba a volverse borroso a tu alrededor. No recuerdas haber dejado de gritar, pero antes de que todo desapareciera ante tus ojos, se escuchó un ruido atronador y uno de los servocraneos emitió una pequeña explosión y cayó al suelo.

En la entrada, un hombre con un increíble aire imponente y terrible apuntaba hacia el personal médico con una gigantesca pistola...

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03/03/2014, 12:27
Director

Estabas perdido en un mar de oscuridad, incapaz de distinguir que era arriba y qué abajo. Apenas tenías consciencia de tu propio cuerpo, pero le sentías oprimido, como si esa oscuridad intentara aplastarte, o más bien como si parte de ella sujetase con fuerza todas tus extremidades.

Aterrado y desesperado intentabas forcejear para liberarte, pero tu cuerpo apenas respondía a tus intentos, y por cada leve movimiento que conseguías, una oleada de dolor ocupaba cada célula de tu ser. Sin embargo no desistías, poco a poco la oscuridad a tu alrededor parecía desdibujarse, y adquiría color y formas.

Una luz que provenía de un lugar cercano parecía apuntar hacia tu cara, y hacía que te dolieran los ojos. Cuando intentaste alzar un brazo para interponerlo entre tu cara y la luz otra oleada de dolor atroz recorrió tu cuerpo haciendo que gritaras de sufrimiento y provocándote un espasmo. Solo entonces te diste cuenta de que estabas realmente atrapado, algo sujetaba tus brazos y piernas impidiéndote moverte; y todo a tu alrededor era borroso, apenas podías vislumbrar siluetas a través de algo que había sobre tu cara.

En unos segundos unas siluetas entraron en tu rango de visión. Sabías que eran hombres, les podías oír hablar, pero no entendías sus palabras, era como si intentaras entender palabras pronunciadas bajo el agua. Pero había otro sonido además de las voces, una incesante cacofonía de chasquidos y repiqueteos metálicos que te puso la carne de gallina.

Confuso y atormentado por el dolor continuabas retorciendote cuanto podías, hasta que sentiste un pinchazo en el cuello, apenas perceptible a través del tormento que experimentaba tu cuerpo. En ese momento tus músculos se comenzaron a relajar y dejaste de forcejear. El dolor aún seguía ahí, pero tu cuerpo no reaccionaba ante él. Al instante una silueta se situó directamente sobre ti impidiéndote ver nada más, lo que fuera que emitía aquellos espeluznantes sonidos metálicos. No distinguías que ocurría, pero el sonido era mucho más fuerte y perturbador, la tela sobre tu cara se movía, alguien gritaba a pocos metros y tu visión era cada vez más borrosa.

Todo ocurrió en un instante, la tela se deslizó de un lado de tu cara y frente a ti solo pudiste ver un horrendo cráneo con ojos mecánicos con un surtido de afilados cuchillos y agujas saliendo de su boca, se escuchó una detonación, y parecía que el cráneo estaba rodeado de llamas...

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03/03/2014, 12:28
Director

Prácticamente al mismo tiempo ambos os despertasteis entre gritos. Era primera hora de la mañana en la colmena Sibellus, estabais en vuestra vivienda privada a pocos minutos del Tricorne, palacio y centro de actividad de la Inquisición en todo sector.

Habían pasado meses desde que volvierais de Sepheris Secundus. Tras la explosión de la escombrera, la guardia imperial revisó el lugar para asegurarse de que lo que fuera que había dentro no saliera por alguna nueva apertura y dieron con vosotros por pura suerte. Despertasteis en el campamento a las pocas semanas, heridos como si os hubieran dado una paliza 3 orkos furiosos, pero vivos; fue el comisario en persona quien os puso al día de los acontecimientos.

Reshi y Stig no habían tenido tanta suerte, el asesino se encontraba en el centro de la habitación y había sido calcinado. Al guardia imperial le aplastó la cabeza una roca al derrumbarse parte de la mina. Parecía que el comisario quería decir algo sobre el estado en el que acabó la mina, pero se mordió la lengua.

No hay duda de que toda herejía en un radio de un kilometro fue erradicada. Tal vez no de la mejor forma, pero la mina volverá a estar en activo, para bien del Imperio.

Fueron sus palabras.

 

En cuanto al soldado Heinrich. La decisión que tomo el comisario al encontrarlos fue inmediata, borrar de su cuerpo todo rastro de mutación, pero parecía que la Inquisición tenía otros planes. Sin previo aviso el Interrogador Dariel Havelock irrumpió en el campamento y detuvo toda actividad. Examinó personalmente al soldado y dio órdenes de examinarlo de nuevo una vez estuviese recuperado (cosa que hicieron) y que fuese él mismo quien tomase la decisión. Ante la negativa de Heinrich de mutilar su cuerpo, se asignó a Hieronymus como su vigilante, responsable de sus acciones hasta la muerte de uno de los dos.


 

Todo esto y más cosas rondaban por vuestra mente al despertar cuando un ruido os sobresaltó, un breve pitido que se repetía cada minuto provenía de la entrada. Se trataba de una simple placa de datos con el símbolo de la Inquisición, en ella se leía:

Por orden del Inquisidor Severus Vorn se llama a los acólitos Hieronymus y Heinrich para que comparezcan en el Tricorne a mediodía. Torre Suroeste, primer piso, sala de reuniones Z-4.

Notas de juego

Heinrich, apunta en tu equipo un visor que debes llevar puesto en todo momento (o al menos mientras no estés en privado). A efectos de tiradas no tiene ningún efecto. Te daría un aspecto tal que así.

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03/03/2014, 21:15
Director

Era primera hora de la mañana en la colmena Sibellus, te encontrabas en una fábrica a algo más de media hora del Tricorne, palacio y centro de actividad de la Inquisición en todo sector.

Te habías levantado temprano para una revisión de rutina en una de las fábricas y zonas de ensamblado cercanas por puro placer. Aquellas fábricas poco tenían que ver con los gigantescos manufactorum de los mundos forja, y tampoco estabas a cargo de ellas, propiamente dicho, pero allí siempre habían recibido con los brazos abiertos a un instruido tecnosacerdote, y era una de las mejores oportunidades de mantener al día tus habilidades y al mismo tiempo permanecer cerca del imperio por si se te llamaba.

Acababas de reprender a un trabajador imprudente por no tomar las precauciones debidas al manipular unos tanques con productos químicos cuando una serie de pitidos a tu espalda te hizo darte la vuelta. Un servocraneo mensajero fínamente trabajado flotaba a unos metros de distancia. Analizó un par de rostros antes dar con el tuyo, y entonces mostró una imagen del águila imperial mientras emitía una serie de sonidos que identificaste como lenguaje máquina:

Por orden del Inquisidor Severus Vorn se requiere la presencia del acólito Arcturus para ejecutar una misión para el Ordo Hereticus. Deberá comparecer en el Tricorne a mediodía. Torre Suroeste, primer piso, sala de reuniones Z-4.

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03/03/2014, 22:07
Director

Era primera hora de la mañana en la colmena Sibellus, y te encontrabas en tu estancia privada a pocos minutos del Tricorne, palacio y centro de actividad de la Inquisición en todo sector.

Era poco más que una humilde habitación en una simple, aunque gran edificación en la zona baja de la cúspide, lo suficiente para proporcionar a las pocas hijas del emperador en el planeta las comodidades y tranquilidad necesarias. Al mismo tiempo, hacía de puesto de contacto entre otras Sororitas lejos del planeta, ya fuera por seguir los mandatos de su orden o en el caso de algunas Hermanas Hospitalarias, viajando para poner a prueba su fe y aportar ayuda allí donde fuera necesaria.

Tres grandes órdenes de Sororitas tenían miembros de importancia en aquél templo. De las Dialogantes, la órden Léxica. De las Famulatas, la órden del Santo Sello, y de las Militantes, La órden del Cáliz de Ébano. Aunque poco se veían a sus representantes, pues casi constantemente eran llamadas por la inquisición para solicitar información, apoyo y consejo.

El templo era un lugar de estudio y entrenamiento, las hermanas desocupadas practicaban sus artes lo mejor que podían para orgullo de sus tutoras y correcto ejemplo para las no iniciadas. Te encontrabas practicando la meditación, inspirando profundamente el aroma de una varilla de incienso cuando sin previo aviso llamaron a la puerta.

Una joven aspirante que aún no se había presentado a las pruebas se hallaba en la puerta esperando para entregarte un mensaje escrito en un elegante pergamino, lacado con el símbolo del águila imperial. El mensaje rezaba:

Por la gracia del Emperador, a voz de su servidor el Inquisidor Severus Vorn se requieren los servicios de una de las Hijas del Emperador para cumplir una misión en nombre del Ordo Hereticus.
Confiamos contar con su presencia a mediodía del día de hoy en el Tricorne. Torre Suroeste, primer piso, sala de reuniones Z-4.

 

La Canonesa Superiora Merade Pralis aprueba la petición y envía para su cumplimiento a la Hermana Isolda.

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03/03/2014, 22:41
Director

Era primera hora de la mañana en la colmena Sibellus, te encontrabas en una edificio secreto a pocos minutos del Tricorne, palacio y centro de actividad de la Inquisición en todo sector.

Era de los pocos lugares que el Imperio y la Inquisición aprobaban para el entrenamiento de verdaderos asesinos. Al no estar afiliado a una secta Imperial no corrían el riesgo de caer en la herejía mientras mejoraban y practicaban el uso de sus habilidades.

No muchos de los asesinos del lugar eran seleccionados por la Inquisición para entrar a formar parte de una célula de Acólitos, o si lo eran la noticia no era conocida. Cada cual llevaba sus asuntos en secreto, y solo los tutores conocían la ubicación de todos ellos y las misiones asignadas a cada uno.

Te dirigías a uno de los campos de entrenamiento cuando de súbito se escuchó un silbido en el aire y te apartaste a tiempo de la trayectoria de un cuchillo. Aquello no era tan extraño, de vez en cuando alguien sufría un ataque sorpresa para comprobar si que no había descuidado sus habilidades, sin embargo aquella vez había algo más, en el mango del cuchillo había una nota atada firme y delicadamente:

Por orden del Inquisidor Severus Vorn se requiere la presencia del acólito Orionus para ejecutar una misión para el Ordo Hereticus. Deberá comparecer en el Tricorne a mediodía. Torre Suroeste, primer piso, sala de reuniones Z-4.

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03/03/2014, 23:44
Director

Era primera hora de la mañana en la colmena Sibellus, te encontrabas en cuartel base del planeta a media hora del Tricorne, palacio y centro de actividad de la Inquisición en todo el sector.

Habían anunciado un ejercicio matutino de maniobras, pero por alguna razón había sido cancelado. Los soldados deambulaban sin rumbo, llenaban las salas de descanso o se dedicaban a algunos aburridos quehaceres, unos pocos habían vuelto a los dormitorios.

Rondando por allí terminaste llegando a la zona de vehículos, donde un piloto demostraba su habilidad sobre un bipode rodeado por una multitud que coreaba entre risas. Seguro que si el comisario viera aquella escena no le haría ninguna gracia.

Llevabas un minuto allí cuando escuchaste a alguien gritar a tus espaldas - ¡Gianna, eh, Gianna! - era Erik, uno de los pocos reclutas que tomaba en serio a las mujeres de la guardia imperial de por allí. La mayoría no había participado en una batalla seria y parecía inevitable que siempre se escuchasen bromas y comentarios subidos de tono en cuanto no había un oficial a la vista. Sin dudar te entregó un pergamino enrollado lacado con el símbolo de la inquisición:

Por orden del Inquisidor Severus Vorn se requiere la presencia de la acólita Anzerani para ejecutar una misión para el Ordo Hereticus. Deberá comparecer en el Tricorne a mediodía. Torre Suroeste, primer piso, sala de reuniones Z-4.

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04/03/2014, 00:09
Director

Estabas absorto en unos sueños agitados cuando despertaste subitamente alterado por unos pitidos. Era pronto por la mañana en la colmena Sibellus, te encontrabas en una biblioteca imperial a media hora del Tricorne, palacio y centro de actividad de la Inquisición en todo el sector.

La noche anterior la habías pasado en vela escudriñando los tomos más antiguos que encontraste en el archivo, o eso creías, puesto que parecía evidente que en algún momento de la noche el cansancio te había vencido. Unos centimetros por delante de donde había estado tu cabeza reposaba un libro abierto por una de sus últimas páginas, intentabas recordar qué era lo último que habías leído cuando una tos te llamó la atención.

Era el bibliotecario, con cara de tener mal humor y un manojo de llaves y papeles en la mano. A su lado flotaba suavemente un servocraneo mensajero hábilmente elaborado, cuando miraste en su dirección realizó un escaneo hacia ti emitiendo un sonido de aprobación, seguido de un escaneo en área que resultó en un sonido enormemente desagradable cuando alcanzó al bibliotecario. Éste, con aire ofendido, cerró el libro ante ti y se lo llevó, junto con unos cuantos más que descansaban a su lado.

En cuanto el bibliotecario desapareció entre las gigantescas estanterías el servocraneo emitió una imagen del águila imperial y emitió un mensaje sonoro recitado por una débil, pero sorprendentemente armoniosa voz:

Por orden del Inquisidor Severus Vorn se requiere la presencia del acólito Chrom para ejecutar una misión para el Ordo Hereticus. Deberá comparecer en el Tricorne a mediodía. Torre Suroeste, primer piso, sala de reuniones Z-4.

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04/03/2014, 00:30
Director

Era pronto por la mañana en la colmena Sibellus, te encontrabas en una edificación del planeta reservada para actividades de miembros del Adeptus Astra Telepathica a pocos minutos del Tricorne, palacio y centro de actividad de la Inquisición en todo el sector.

Considerando tu familiaridad con el ambiente espacial, tus instructores habían considerado útil que adquirieras nociones sobre las aptitudes de los Navegantes, encargados de dirigir las naves en viajes a través de la disformidad, y en aquél momento estabas inmerso en la lectura de mapas estelares y memorización de algunas rutas de navegación seguras.

Anteriormente habían intentado forzarte a utilizar algunas de las aptitudes únicas de estos Navegantes, pero tras el fracaso que supuso la pérdida de tus ojos al no poder soportar haber adentrado tu visión directamente al interior de la disformidad hizo que sus intentos cesaran un tanto. Durante bastante tiempo tu entrenamiento se había reducido al estudio y la repetición de simples ejercicios para ejercitar tu control sobre tus poderes.

Te encontrabas a mitad de aquella tediosa tarea cuando anunciaron por vocotransmisor que la actividad se daba por terminada. En cuanto abandonaste de la habitación, en la misma puerta se encontraba uno de tus instructores, portando en sus manos una placa de datos adornada con el símbolo del águila imperial:

Por orden del Inquisidor Severus Vorn se requiere la presencia del psíquico Taikel para ejecutar una misión para el Ordo Hereticus. Deberá comparecer en el Tricorne a mediodía. Torre Suroeste, primer piso, sala de reuniones Z-4.

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04/03/2014, 01:30
Arcturus

Con el buen humor que traía hoy... Si el peon se hubiera limitado a arrodillarse y suplicar clemencia ante su execrable fallo, lo habría dejado pasar, pero el insignificante joven había osado responder ante mi petición de que dejara de manipular los contenedores y se lo dejara a cargo de los servidores.

Estaba a punto de descalabrar al infeliz cuando oí un gratificante pitido a mi espalda. Sin darme la vuelta ya sabía que se trataba de un servocráneo. Un maravilloso aprovechamiento del cráneo de un indeseado que cumplía con una función mucho más provechosa de la que jamás realizó en vida.

Ignorando el mensaje me conecté al servocráneo mediante mi electroinjerto para descargarme el mensaje así como la dirección desde la que fue enviada. Agarré el aparato amorosamente entre mis manos mientras me movía hacia la salida. Justo antes de hacerlo miré al superior de la sección. A pesar de que el solo veía una simple máscara de acero reforzado con implantes y lentes, yo estaba molesto, curioso e intrigado.

-Consejo: Retirar del servicio al infractor de los protocolos de seguridad para mantener un buen rendimiento y prevenir accidentes laborales. El Omnissiah velará por todos, si cuidamos el espíritu máquina.- Tras lo dicho me marché de la fábrica camino a la dirección establecida mientras acariciaba el servocráneo con cariño.

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04/03/2014, 13:18
Taikel

Un escalofrío recorre mi columna vertebral al oir esas palabras "¿un inquisidor me reclama? ¿He hecho algo malo? No, no ... ha dicho que necesita mi ayuda ... Salgo rápidamente en dirección hacia mi habitáculo para prepararme. Estoy andando a paso ligero cuando me percato de que no le he dicho ni un simple "adios" al instructor. Recojo mis pertenencias, me surgen dudas sobre si en el Tricorne me dejaran entrar armas, pero me las llevo. decido salir temprano por si acaso los controles de seguridad me retrasan, ese pensamiento hace que tenga un acto reflejo y toque mi tunica, donde tengo la marca de psíquico autorizado.

Notas de juego

Master: No es que esta vez sea muy importante, pero cuidado con destinatarios más adelante.

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05/03/2014, 07:33
Hermana Isolda
Sólo para el director

Al recoger el sobre leo sin demora. Tras haberlo leido por segunda vez, hago el Símbolo del Águila a la aspirante y la despido con una sonrisa.

 

Entró en su celda y repasó todas sus pertenencias. En el libro de rezos tenía los protocolos, sus cosas anotadas, lo que le interesaba recordar ... eso no era un manual religioso, era una guía de procedimientos, y como tal, así cumplió.
Sobre su catre lo colocó todo en orden, y manual en mano pasó lista.

¡Perfécto! Todo en su sitio, pero y la batería del arma .... ? Bien, está llena. Ahora si es perfecto, si no tendría que cargarla.

Se vistió, equipó y armó con toda la parsimonia y tranquilidad del mundo, como si de una ceremonia del te se tratase.

Mete la nota en su Sagrado Libro y se dirige hacia los aposentos de la Canonesa Superiora Merade Pralis. Parecía que estaba muy ocupada, y tardaría demasiado en poder atenderla, así que usaremos el mismo sistema. Pidió a la Hermana que hacía de secretaria el libro de Notas y Recados y le dejó la versión propia de una contestación.

 

Sin más demora, partió para poder llegar con tiempo más que de sobra a la reunión.

 

Por el camino pensaba. ¿Sería una misión de combate?, no, no lo creo ¿Y de purga? Si, esas me gustan más y entregan mejor equipo. No, demasiado bueno para ser verdad. Igual hay que investigar cualquier caso de heregía y vamos a ... solucionar ese sacrilegio. Una sonrisa apareció en sus malévolos labios.

Notas de juego

NOTA a Canonesa Superiora Merade Pralis:

 

A sus órdenes.

 

El Emperador es Grande.

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05/03/2014, 11:27
Urtzi Chrom
Sólo para el director

Urtzi se despertó con un sobresalto en un lugar que, a primera vista le resultó desconocido. A penas le llevó un segundo tomar consciencia de donde estaba y que había estado haciendo pero, para el nervioso adepto, ese pequeño fragmento de ignorancia suponía como si le clavasen agujas en el cerebro. Se incorporó con un respingo al oír la tos del malhumorado bibliotecario, que lo miraba con cara de pocos amigos. Entonces vio el motivo por el que el funcionario se encontraba ahí: un servocráneo se encontraba flotando a su lado. En seguida reconoció el origen de aquella herramienta tan socorrida por diversos organismos del imperio; aunque en este caso no le fue difícil adivinar a quien pertenecía.

En cuanto el bibliotecario se hubo alejado lo suficiente para que los escáneres de la pequeña máquina confirmasen los requisitos para compartir la información que debía comunicar, un audio-mensaje le dio las instrucciones pertinentes al adepto. No le hizo falta tomar nota de un mensaje tan sencillo y, sin más demora, se dispuso a preparar sus bártulos para atender a la llamada del Inquisidor Severus. Una parte de sí mismo temblaba ante los posibles peligros que tendría que enfrentar, pero otra parte dominante se movía frenética por la curiosidad de los nuevos hallazgos que supondría llevar a cabo una misión para la Santa Inquisición.

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05/03/2014, 16:52
Gianna Anzerani
Sólo para el director

"Santo Emperador, esto es un auténtico caos".

El pensamiento cruzó mi mente de forma instantánea a medida que mis pasos me encaminaban al igual que a muchos de a mi alrededor por el entramado de pasillos y habitáculos del Cuartel base de la Colmena Sibellus, sin duda alguna la cancelación del ejercicio de entrenamiento había dejado demasiado tiempo libre a las tropas de la Colmena Sibellus de forma repentina y por ende a mi misma, cuyas practicas deseaba observar por mero pasatiempo hasta la llegada de nuevas órdenes por parte del Ordo Hereticus.

El contraste no tardó en presentarse desde que puse un solo pie en el Cuartel, los soldados de la Colmena me veían como a una extraña y si bien podía llegar a comprender el recelo de los soldados nativos por mi condición de extranjera, no podía llegar a acostumbrarme del todo a la idea de que el motivo de su recelo y sus burlas fuera algo tan trivial como mi condición de mujer al servicio de el Martillo del Emperador.

Por un casual mi mirada alcanzó a observar el distante panel al final del pasillo que me indicaba que me dirigía hacia uno de los Hangares del complejo, en mi planeta natal decían que la curiosidad podía llegar a revelarte cosas horribles, a medida que cruzaba la puerta haciéndome paso entre los transeúntes comprobé que lo que me habían enseñado era aterradoramente cierto, a treinta metros de distancia un grupo de soldados Sibellianos cometían la mayor imprudencia que se le habría ocurrido cometer a un Soldado Imperial en pleno complejo de las fuerzas armadas del Imperio del hombre: usar negligentemente el equipo con el que combatirían en un futuro quizás no lejano.

Había visto en más de una ocasión a un miembro del Comisariado realizar una ejecución sumaria ante la pérdida o uso indebido de un rifle láser, ¿Qué podría pasarles a estos necios si un Oficial o Comisario presenciaba este espectáculo?, las facciones de mi rostro lucharon para no mostrar una mueca cercana al asco, y, sencillamente, negué en silencio.

- ¡Gianna, eh, Gianna!

Instintivamente, los músculos de mi cuerpo se tensaron y mi diestra se dirigió rápidamente hacia la pistola láser que se encontraba en la funda de mi cadera, no tardé en relajarme, dejando caer la mano de la empuñadura de el arma, comprendiendo la estupidez de un ataque en plena base imperial, a veces, los instintos obtenidos en el fragor de la batalla jugaban malas pasadas fuera de ella.

-Erik.-Giré en dirección hacia el Recluta, clavando la mirada en el muchacho, no tardé en fijarme en aquello que llevaba entre las manos y sobretodo, en el inconfundible símbolo que dicho documento tenía inscrito, lo tomé entre mis manos tan pronto como el Recluta me lo tendió, la curiosidad me urdía a abrir el manuscrito sin pensarlo dos veces-Muchas gracias por hacerme llegar el mensaje, Erik.-Asentí en señal de aprobación comenzando a caminar poco después en dirección a la salida del Hangar, me detuve tras dar unos cinco pasos, volviéndome en dirección al Recluta-Quizás debería de decirle a sus compañeros que dejen los juegos para cuando estén de permiso, si algún Oficial los ve haciendo..."eso" perderán la vida incluso antes de entablar un combate de verdad-Fijé la mirada en el grupo de soldados apelotonados alrededor del Bípode durante unos segundos, apenas esperé a la respuesta del Recluta puesto que el tiempo apremiaba y, precisamente, la Inquisición no gustaba de esperas.

Mi equipo me aguardaba en mi habitáculo, prepararlo todo y asegurar los mecanismos de las armas me llevaría un buen rato, solo por precaución, tan pronto como tuviera todos los enseres listos partiría hacia el Palacio Tricorne, siguiendo la dirección que el pergamino me había proporcionado.

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05/03/2014, 21:21
Orionus Boulder

Orionus se guardo el cuchillo, al terminar de leer la nota se la guardo en un bolsillo. Viendo la hora tenia tiempo libre para practicar tiro al blanco como hacia casi todos los días al campo de tiro de la Colmena Sibellus. En la taquilla siempre tenia un rifle, armas cortas de fuego y balas a parte de su armamento de trabajo. Llego al campo, se identifico al personal de seguridad y se dirigió hacia su taquilla.

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06/03/2014, 20:10
Heinrich

Notas de juego

Ese visor, son las gafas en si? o el aparato que va acoplado al casco? En cuanto a la inquisición...y como bien apunta Taikel, está permitido entrar con armas? Como se supone que dice el protocolo que hay que presentarse para una reunión? PD: Tricorne...es oirlo y pensar en un Guardia Civil xD. En cuanto sepa estas dos cosillas, actualizo con un tocho post xD.

Master: Son las gafas.  Con demostrar que sois acólitos (tenéis identificaciones) no hay problema ninguna por entrar con armas.

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06/03/2014, 21:03
Hieronymus Homron

El arbites debería estar de mejor humor. Haber conocido al interrogador había resultado toda una experiencia y quizás a ambos les había salvado la vida. Que se les revelara al fin el nombre del inquisidor para el que trabajaban había resultado un alivio, por el depósito de confianza que semejante hecho implicaba. En cierto modo no dejaba de ser, aunque pequeña, una mejora en el escalafón, dicho de otro modo un ascenso. Sin embargo, su humor no había mejorado en absoluto, seguía tan serio como siempre. A eso se añadía una sensación omnipresente de tristeza, con frecuencia se sumia en largos silencios en los que inconscientemente se llevaba la mano al colgante que había pertenecido a Reshi y que había recuperado de su carbonizado cadáver. Lamentaba la muerte del muchacho, con fatalismo recordaba su presentimiento, desde que entraron en la mina, de que algo malpasaría con los jóvenes. Si pudiera, si volviera a aquel momento, si... quería pensar que habría hecho las cosas de otra forma.

El tiempo pasado con Heinrich había creado unos fuertes lazos de amistad. Haberse convertido en su guardián no le suponía una carga, pues ya había demostrado su confianza en él y su disposición a protegerle aún antes de que la Inquisición se lo impusiera. Tras unos días incluso se había acostumbrado a la extraña mirada de ofidio y al extraño visor con el que solía cubrirla.

Cuando recibieron el aviso del inquisidor, el arbites se alegró de que volvieran a la acción, las semanas cuasi encerrados en el apartamento no le habían ayudado en absoluto, la acción haría que empezara a pensar en otras cosas.

Se dirigió al armario donde estaba su equipo y su ropa y se vistió con su uniforme, uno nuevo solicitado a la comisaría del arbites de la zona. Limpio e impecable, se colocó la placa de arbitrador y cogió el rifle de asalto que completaba el uniforme. Era el desgastado modelo Agripina, por el adorno del águila, procedía sin duda de la guardia imperial, algo infrecuente, pues los soldados solían preferir el uso del rifle láser. El arbites había dedicado las últimas semanas a engrasarlo, limpiarlo y cambiar las piezas más desgastadas.

Esperó que Heinrich se preparara y dijo - el Tricornio está muy cerca, creo que tenemos tiempo más que de sobra ¿quieres que vayamos directamente o prefieres dar un rodeo? ¿Damos un paseo o prefieres que cojamos un transporte?

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10/03/2014, 18:02
Heinrich

Heinrich se levantó, desperezándose, del sofá donde había pasado parte del día. Desde el suceso de la mina, le costaba dormir. Al entrar en el mundo de los sueños, no paraba de recordar a sus compañeros muertos, sus ojos mutados, y aquel montón de cuchillas y cosas raras trabajando sobre el...y de repente, el recuerdo de ese dolor le despertaba.

Era otro día mas, o eso parecía, pues no era como otro cualquiera, lo habían llamado a presentarse en el Tricornio, con su fiel amigo y compañero Hieronymus, que aunque parco en palabras, era una persona a la que estaba dispuesto a confiarle su vida. Una vez que ves el caos cara a cara con alguien, y que pasas por la mierda que ellos habían pasado en la mina, se crean lazos cuasi de familia.

Ante el aviso del arbitres, el soldado se levantó y se puso perezosamente su equipo, el mismo que había llevado a la mina, pero cuidadosamente remendado y limpiado, armas revisadas, engrasadas y recargadas. Por último, se puso aquel visor que tenía que llevar encima, en parte para no sufrir aquella debilidad a la luz, en parte para no mostrar sus ojos mutados al mundo. Y la identificación, no podía olvidarse uno de ella.

-Vamos andando, prefiero tomar un poco el aire antes de la reunión si no te importa, amigo.

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11/03/2014, 01:09
Director

Poco a poco, la sala se fue llenando con los distintos acólitos a medida que se presentaban al lugar acordado. La sala era una sencilla habitación, de paredes blancas con una gran mesa con más de una docena de sillas, y presidida por una más alta que las demás, con el omnipresente águila imperial en su respaldo.

No llegó a haber mucho intercambio de palabras entre vosotros, tal vez fuera por eso que el ambiente que se respiraba en la sala fuera un poco tenso, o tal vez fuera porque en el fondo todos sabíais que os juzgabais y evaluabais entre vosotros en silencio. Era algo inevitable, después de haber trabajado un tiempo para la inquisición.

 

Llegó así la hora acordada, y pasó. Ya habían transcurrido algo más de 5 minutos, tiempo suficiente para que alguno se preguntara si aquellas eran la hora y la sala correctas, cuando por fin se abrió la puerta.

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11/03/2014, 01:30
Ishmael Gallus

Quién entró por la puerta era un hombre demacrado de algo menos de 2 metros de alto y de avanzada edad. Estaba cubierto por una ancha túnica del Ministorum, desgarrada hasta el punto de parecer casi harapos lo que le hacía parecer extremadamente delgado.

- Lamento el retraso - dijo con una voz cansada, como de quien sabe que puede permitirse hacer esperar a alguien.

Presentaba el aspecto de alguien que acabase de salir de un campo de batalla, y sin embargo entró con toda tranquilidad en la sala y se tomó unos segundos en mirar a cada uno con atención antes de sentarse en la silla que presidía la mesa. Estabais tan centrados en su aspecto que apenas reparásteis en una ballesta que llevaba colgando de la cintura hasta que la dejó sobre la mesa. Era un arma de aspecto grotesco, aunque curiosamente elegante a pesar de todo. A su lado cayó un virote, más parecido a una gruesa estaca de plata que a cualquier tipo de munición.

- Así que, un miembro del Mechanicus, un asesino, un erudito, un enviado de la Psykana, una hija del emperador, un anciano Arbites y dos veteranos de la guardia imperial... tal vez uno y medio - resumió dejando aquella extraña frase en el aire cuando terminó de nombrar al guardia al que no se le veían los ojos tras el visor

- y yo pregunto ¿quién velará por vuestras almas? tal vez aquella que ha sido bendecida para cumplir su papel pueda salvarse a sí misma, pero no importa si la fe de unos pocos se pudre lentamente por hacer frente a lo que otros más débiles no pueden. Todo por ignorar la necesidad de un guía que ilumine las horas más oscuras, cuando la voluntad de la mente se quiebra y la locura y la depravación amenaza con consumirnos. Y en esto, por supuesto, mi opinión de nada sirve. - durante una breve pausa se frotó los cansados ojos con una mano cubierta de marcas. No electrotatuajes que tanto abundaban entre tecnosacerdotes y gentes de todas clases sociales en mundos civilizados. Sino hileras de intrincadas y elegantes letras dibujadas en tinta que se entrecruzaban y casi parecían flotar y moverse.

- ¿Acaso entendéis de qué os hablo? -

Notas de juego

Vuestro turno ;)