Partida Rol por web

PNJOTIZADO.

Ahmed esperó a que el tabernero le diera el débito al Errante. Estaba claro que estaba haciendo algunas pesquisas, pero no habían sacado demasiado en claro. Tal vez sus compañeros andaban en otros menesteres (y Alláh quisiera que más fructíferos), pero el caso es que este embrollo habría de ser difícil de resolver...

Réstate 3 monedas, Durán.

Esperé a que pagasen mientras pensaba en las palabras que nos habían dicho.

No hemos sacado mucho. Igual debiéremos buscar por otro lado.

Observé la camarero como se retiraba y esperé a ver que decían los otros dos.

 - Buenos días tenga usted, señora. Quería yo hacerle una preguntas acerca de su "vecino". Habrá recibido noticias de su mal hado hace unos días, ¿verdad? Como es de buen recibo la alguacilería de la ciudad de Córdoba está tras la pista ya que algo así es absolutamente imperdonable. Un hombre de tales trazas... asesinado vilmente...

Zaif hizo una pausa dramática para acercarse a la mujer y comentarle en tono de confidencia.

- Pero a buen seguro que hay algún dato que usted sabe y nosotros desconocemos. ¿Qué tal era el finado? ¿Tan noble como cuentan? ¿Quienes frecuentaban esta casa? ¿Amigos... acreedores... pedigüeños...?

Después de pagar al tabernero, Duran se da la vuelta y sale de la taberna, esperando fuera a que salgan sus otros compañeros, no sin antes despedirse del camarero. - Muchísimas gracias por su atención.

Ya con sus compañeros alrededor, - Parece que no ha sido muy fructífera la visita, salvo salir con el estómago lleno. Creo yo que por aquí no sacaremos nada de información, lo mejor será volver con el resto.

La visita solo había valido, para vaciar el monedero.

Haces bien en no preguntar.- Aconsejé a la mujer cuando me iba, dura era la vida para quien se la tenía que ganar como ella, acostándose con desconocidos por unas monedas. Por cierto. Yo nunca he estado aquí preguntando por el jurado.

Salí de la taberna contento, la información era poca, la verdad, pero era el momento de ir ha hablar con los alguaciles, ya que serviría para poner en duda la versión del criado. Como decía mi abuelo  "El que se siembra recoje" y "El que se esfuerza consigue lo que quiere." pensé mientras recordaba lo que había tenido que esforzarme para conseguir esa información.

PNJOTIZADO.

Tenían razón, parecía como si aquello no hubiera valido mucho la pena... aquellas vanas pesquisas.

Saliste de la taberna mientras te despedías de la mujer con otro beso. A decir verdad y pese a lo que te había dicho, ¿qué diría un caballero calatravo si supiera que había dado a un infiel una bolsa con 10 monedas (eran 10) para irse a dar rienda suelta a los más bajos instintos y en pleno empleo? (aunque fuera por la información). Lo mejor sería callar en ese aspecto ;)

Una vez fuera y deambulando un poco, vísteis a los dos alguaciles y a Casimiro, no muy lejos de la casa del Jurado (más bien cercanamente) hablando con quien parecía una mujer mayor, que barría la puerta de su casa. Parecían querer interrogarla. Te acercaste al lugar.

Vísteis viniendo a Abid, saliendo de una callejuela. Os vio queriendo interrogaar al a mujer que barría. En breves se acercó a vosotros.

Me acerqué hasta Casimiro y le devolví la bolsa con las monedas que quedaban, al hacerlo susurré en su oído la información que había obtenido- El jurado recibía extrañas visitas nocturnas, de hombres, - deduje de las palabras de mi informador-, bien entrada la noche. Entraban, estaban unas horas y se marchaban. No una vez ni dos, sino muchas noches. Y siempre a altas horas.

Es decir que el malnacido del criado nos engaño. Estaba protegiendo a su amo seguro, o pensando que lo protege.

Diego trataba de controlar su ira,pero esto se le hacía dificil, le costaba no imaginarse a símismo desollandolasplantas de los pies del criado y,si no hubiese estado Casimiro delante,quizás lo hubiese hecho. Esto cambia las cosas.Las cambia mucho. Los criados siempre oyen las conversaciones de sus amos,o al menos siempre saben quien va a visitarlos.

Es extraño -dijo en cuanto llegó Abid y le comentó lo que había descubierto-, puesto que nadie osaría mentir a la autoridad de esta ciudad, y aún menos cuando se trata de un jurado, ni más, ni menos...

Casimiro estaba pensativo. No creeía que el criado hubiera mentido, y tampoco sabían si la información que traía Abid era al menos ínfimamente verdad. Había una gran cantidad de posibilidades. ¿Acaso ocultaría el criado algo acerca su amo superponiéndose a los pies de cualquier sospecha? ¿Aún perdiendo su empleo? Casimiro no lo creería así.

La mujer, con la que aún no habíais hablado, barría su puerta.

Fue en estas que salisteis de la taberna, y Ahmed chocó en la salida de la posada con un tipo que iba con otros tres tras de sí. Tras un cruce de miradas, Ahmed aceleró el paso levemente, mirando al suelo, instándoos con ciertos gestos de mano bastante discreto a que hicíerais lo mismo.

Amigos... -dijo muy nervioso cuando salístes de allí. Ahmed respiraba fuertemente-. Ahora he de irme -dijo "de sopetón"-. Ese de la posada, con el que me he chocado..., es un miembro de un clan abencerraje..., bueno..., es el perro al que el visir de Granada da de comer con su propia mano..., su más fiel soldado...

No sabíais porqué os contaba ésto ahora.

En el pasado hice cosas horribles... -continuó mirando hacia atrás como comprobando que no le seguían-, y pese a que la fortuno estuvo mucho tiempo nuestro lado, ¡desde cuánto ha que estoy buscado por ese Visir...!: enrolado con los más indeseables, conseguimos raptar al hijo del Visir en alta mar tiempo atrás, y además cobrar recompensa de rescate... y desde entonces, desde entonces... nos persiguen... ¡Y ni yendo tierra adentro dejan de buscar! Yo creo... creo que no me han visto...: si, eran sus hombres... Tomad -y os entregó su parte de monedas que el caballero Casimiro os había entregado-. Guardádmela un tiempo, es posible que, que... que nos volvamos a ver... Será mejor que huyáis de aquí. Adiós...

Dicho lo cual, Ahmed se encapuchó pese al sol abrasador y salió corriendo por las infinitas callejuelas de la bella Córdoba, desapareciendo en la lejanía.

Buenos días señora—saludó Diego a lamujer con tono marcial e imitando el intento de Casimiro por dejar caer que eran alguaciles sin decir que les habían mandado a investigar aquello— Soy Mendoza, alguacil mayor al servicio del pueblo y del rey.Me gustaría hacerle unas preguntas sobre su vecino  recientemente fallecido. ¿Podría decirme usted si recibía visitas?

Diego, mientras hablaba posaba sus serios ojos sobre la mujer, con una sonrisa siniestra en los labios...
 

Quizá fuera el joven aspecto del Alguacil o que su voz estaba ya cansada como inspirar temor, pero aquella mujer tampoco se inmutó ante la disposición de Autoridad de Diego. Claro que, entonces dejó de barrero, os miró fiajamente y se apoyó en su escoba. Diego habló sobre "un vecino recientemente fallecido". No es que fuera su vecino, pues había cierta distancia de la casa-palacio del malogrado, pero enseguida tornó la vista a la casa del jurado: su muerte era la comidilla estos días. Parecía dispuesta a hablar.

¿Visitas? Mmm... -hizo como pensaba ante "la autoridad" de la ciudad-, ¡Sí! ¡Claro! Don Mateo -miró a un lado y a otro, y bajó un poco la voz, como discretamente-, Don Mateo visitaba muchas casas para cobrar recaudos, pero también, también recibía visitas -la mujer disfrutaba con la conversación, y parecía que los chismes y rumores entretenían enteramente su existencia: ¡qué mujer más cotilla!-: Muchas noches llegaba alguien a su casa, buff... ¡muchas noches! Iba embozado, y yo creo que era alguna mujer, alguna amante carnal -esto se notó que lo dijo por exagerar el chisme-; y además, ejem..., la noche antes de su muerte, hace tres días, llegó cuando el sol ya se había marchado cuanto ha un criado, o al menos parecía criado por su aspecto delgado y esbelto, aunque no pude verle el rostro... y ese siervo no llevaba la librea*, ¿extraño, verdad?

La mujer sonreía, pero únicamente porque el cotilleo era lo suyo. Disfrutaba con su práctica.

- Vaya con el criado... - espetó Zaif a cuenta del comentario de la vecina. - Y esa mujer embozada... la amante del jurado. ¿No sabe su nombre o su condición? Quiero decir... ¿amante o meretriz? Espero que no se escandalice pero ya se sabe que aquel que parece más recto es porque, simplemente, sabe ocultar mejor sus "torcimientos". Es más... me pregunto si la embozada sigue viniendo por estos barrios... aunque el hombre haya llegado a su final de un modo tan "repentino" igual ella es mujer de costumbres. Igual eran clientes criado y señor...

No sé decirle, señor, -dijo la mujer-, que a veces miraba yo esos encuentros desde la ventana cuando me desvelaba y otras que lo oía de otras bocas del barrio... No sabría yo decirle más...

Parece que la mujer no miente. Dada su bonita costumbre lo más probable es que os contara todo lo que sabía, y más a la autoridad.

No sé, Zaif... -dijo Casimiro como pensando, pues algo no le cuadraba-. Siendo un cargo tan pronunciado, ni más ni meno que jurado del Concejo... ¿se atrevería a dejar que entrar en su casa a cualquier fulana, a la vista de sus vecinos...? Si algo quisiera hacer en la discrección no traería nadie a su casa, y te hablo refiriendome a una manceba o a una visita, la que sea, estén ambos bien embozados y ocultos o no...Hay algo más... ¿pero qué? Será mejor que volvamos con el resto de grupos. Quizá sepan algo

El caballero calatravo esperó a vuestro pronunciamiento, por si teníais alguna propuesta más.

Diego tenía ganas de volver y partir unos cuantos huesos al criado mentiroso hasta sacarle la verdad.Pero finalmente respiró profundamente y decidió que de hacer eso lo haría por la noche. Solo.

De acuerdo,espero que hayan averiguado algo...