Partida Rol por web

Menos mal que me había traído las gafas sino podían saltarme los ojos con aquel plano. Traté de estudiarlo en profundidad, para ello, busqué un asiento lo suficientemente cómodo, tampoco era plan de quedar con lumbalgia por una mala postura - vale, vale, yo me encargo. Mirad a ver si buscáis un atuendo con el que pasar desapercibidos - me enfrasqué en la lectura de aquel plano, estaba detallado a una única altura, así que, habría que interpretar todos los detalles y descifrar cada línea para ver si determinaba un piso o el rellano. Luego estaban los accesos, y las paredes, las ventanas y los pasillos, vamos que, me iba a llevar unas cuantas horas hacerme a la idea de cuál era la ruta más segura para entrar.

- Ah, y traerme algo de comer - ya que se iban a papear, tampoco era plan de que se olvidaran de una de cara al almuerzo. 

Busqué a uno de los "tuareg" para que me volviera a informar sobre la ciudad, al parecer estaban en el campamento algunos hombres que ¿se habían escapado? Era interesante también conocer qué tipo de gente había en aquella ciudad, y qué misterios guardaba el templo budista; si la ciudad albergaba algún ejército o cuál era la autoridad civil y religiosa, si eran una misma persona o había varias, es decir, extraer toda la información para hacerme una idea de a qué nos enfrentábamos.

Juanga estuvo todo el rato buscando en el campamento de los nómadas utensilios y objetos que os pudieran servir para alcanzar el objetivo de encontrar a Elisa. Habló con nómadas, cenó con ellos y se asesoró para la misión. La ciudad tenía grandes murallas con mucha vigilancia pero debido a las festividades locales, muchos nómadas iban a acudir a los banquetes y a las ofrendas a los dioses que se realizarían en 7 días. Ese era el mejor momento para acercarse y poder entrar a la ciudad, mucha gente, multitud, algarabía, fiesta, risas... lo ideal para pasar inadvertidos, la vigilancia estaría centrada en otros asuntos que en el control de personas, habría demasiadas. Juanga consiguió también numerosos objetos que guardó en su mochila. 

Serguei por su parte se dedicó a entrenar con la espada y el escudo. Al principio le pareció imposible pero a medida que pasaban las horas se dio cuenta que tampoco es tan diferente a algunas artes marciales que había conocido. Al principio era torpe pero consiguió aprender a blandir la espada, dar un par de golpes y que el escudo no le pareciera un trasto inamovible. Habló con los nómadas para conocer sus costumbres y rituales en la lucha. Si bien no podía considerarse un guerrero si que se podía defender con la espada. Los acontecimientos dirían cuanto de sí darían los entrenamientos. 

Marta se dedicó a estudiar los papeles de Elisa. Sin duda la exprofesora estaba trabajando en algo concienzudamente. Había muchísima información sobre la ciudad y sobre el templo que había en la ciudad. Mapas detallados. Todos los papeles parecían indicar que Elisa andaba detrás de algún tipo de instalación en el interior del templo diseñada para algo que no consiguió averiguar, todas las pistas anteriores le llevaban a una conclusión, tenía algo que ver con el origen de la peste negra que arrasó a un tercio de la población de Europa y Asia, pero conseguía averiguar qué era lo que estaba pasando. 

Pasaron cuatro días en los que estudiasteis las costumbres y aprovechasteis para descansar, al quinto día os pertrechasteis como considerasteis adecuado y os despedisteis de los nómadas. Dos jóvenes os acompañaron hasta llegar a la ciudad por un viaje de dos días con sus dos noches en el desierto. Nunca habíais vivido una experiencia similar, andar por el desierto y dormir bajo un cielo completamente estrellados.

Una vez llegasteis a las puertas de la ciudad los jóvenes se despidieron de vosotros y se comprometieron a mantenerse cerca por lo que pudiera pasar. Había bastante gente que se apilaba en fila en la entrada de las murallas de la ciudad, allí había unos guardias que simplemente veían pasar a la gente. Era una festividad sagrada por lo que os habían contado, nadie en su sano juicio iría armado o con intenciones de hacer enfadar a los dioses en aquellos días.

Tenía los planos en la cabeza, había memorizado la estructura del edificio, las murallas, los pasillos, corredores, habitaciones y estancias, así que, salvo que hubieran hecho cambios o que el plano no estuviera bien dibujado no deberían de tener problemas para moverse por allí.

- Juanga, no sé qué llevas en esa mochila, pero creo que podrías sacar cualquier cosa - daba la sensación como le hubiera robado el bolso a Mary Poppins, podía tener guardada cualquier cosa dentro, hacía magia con ella.

Mientras se había pasado horas estudiando aquel plano, Serguei había estado practicando la lucha a espada, era increíble verlo, tenía una soltura como si hubiera estado toda la vida practicando con ella.

Al final, nos organizamos para partir, nos acompañaron dos hombres del campamento. La verdad, dudo mucho que sin ellos hubiéramos llegado hasta la ciudad. Parecía que había fiesta en su interior, un montón de gente se agolpaba en la fila para poder entrar; había guardias en las puertas, pero con la cantidad de gente que había y con la ropa del momento encima, sería muy difícil que nos descubrieran, además nadie esperaba nuestra presencia, ni sabía cómo éramos - juntémonos a otro grupo numeroso y pasemos la puerta como si fuéramos unos más que vamos a celebrar el rito religioso o la fiesta - ya si eso, cojo un jarrón o algo para pasar más desapercibida incluso.

A pesar del shock inicial (y obviando la parte en la que casi mueren) Juanga empezaba a disfrutar del extraño viaje. Pasar esos días entre aquella gente sencilla, con su ganado, nómadas, sin señor ni rey... le gustaba, y despertó en su interior su vena hippie, enterrada en los vaivenes de la vida moderna. Además, lo que fuera que fumaban aquellas gentes tampoco le disgustaba. Lo único eran los puñeteros caballos... pero bueno, teniendo en cuenta que lo más parecido que había montado en su vida era su Yamaha Jog de 49cc trucada, no lo hacía tan mal. Incluso podría acostumbrarse en el caso de que no pudieran volver a casa... Sintió un escalofrío. Ojalá volvieran todos.

Ante el comentario de Marta, Juanga la obsequió con una media sonrisa de autosuficiencia: - Un hombre como yo siempre va preparado. - Días atrás, Juanga se había liado a meter todos los cacharros que había ido encontrando que le parecían útiles y los que le habían dado los nómadas, pero lo cierto es que no tenía ni idea de lo que había metido al final. Incluso llevaba cosas que no sabía ni para qué leches servían. El Síndrome de Diógenes mochilero (que también se trasladaba a su casa) era fuerte en él.

- Venga, me parece bien entrar así, Marta. No parece que estén muy atentos... Cuando pasemos por el lado miramos disimuladamente y p'alante... pero tú deberías taparte bien ese pelazo rubio, ¿eh? No hay muchas rubias por aquí... ¿Qué dices, Serg? ¿Entramos por aquí, o buscamos otro camino?

Durante aquellos cinco días, cada uno de ellos había aprovechado su tiempo de la mejor forma posible, Juanga reuniendo todo el material necesario para la expedición, Marta aprendiendo todo lo posible de los papeles y planos que había dejado Elisa, mientras que él había decidido aprender los rudimentos del uso de la espada y escudo, únicas armas que podrían usar en esos momentos. Ni de lejos era un experto, pero al menos podría lograr defenderse si hubiera problemas (que no dudaba que los habría).

Así pues, el tiempo pasó más rápido de lo esperado, y el último día se pusieron en marcha para cumplir su objetivo de rescatar a Elisa. Atrás quedaban las dudas y lo extraño de todo aquello (era curioso como uno acepta la situación en la que se encuentra tan fácilmente). 

Entremos por la puerta, si. Y como bien ha dicho Marta, acerquémonos a un grupo numeroso para pasar lo más desapercibido posible. Tenemos que intentar llamar la atención lo menos posible.

Marta, cuando entremos tu tendrás la voz cantante. Seguro que podrás guiarnos hasta llegar a ese templo. A partir de ahí veremos a ver que opciones tenemos para entrar. 

Vuestro plan improvisado da sus frutos. Os pegáis a una pequeña caravana de personas y entráis sin mayor problema. Una vez allí os sentís ligeramente abrumados. Vosotros vivís en Barcelona, una ciudad de millones de habitantes y muy densa, pero aquello no es descriptible. No sabéis ni cuantos cientos de personas hay por sus calles no muy anchas y los edificios todos apelotonados, no son muchos por lo que deducís que en la ciudad  no vive ni la mitad de la gente que hay por la calle. Como os habían dicho los nómadas, son las fiestas  y celebraciones por lo que la gente de toda la región se acerca a la ciudad amuralla. 

Marta os guía hasta el templo pero no es difícil identificarlo pues es una torre bastante alta que se desde varias partes de la ciudad. Os acercáis y comprobáis que también hay una muralla que lo bordea, más pequeña que la de la ciudad pero igual de molesta. Dais un rodeo para comprobar que hay varias entradas y salidas por las que hay bastante gente paseando. El ambiente os recuerda a de las bacanales descritas en los libros de historia. Mucha gente, muy desenfadada y desenfrenada, comida y bebida. En las plazas que rodean la muralla del templo hay mesas corridas para que la gente pueda comer allí. Hay mucho ambiente, seguramente si no tuvierais que rescatar a Elisa hasta os haría gracia la fiesta. Algo inolvidable, seguro. 

Tanteáis un poco y con disimulo y siguiendo la misma táctica que al inicio pasáis por una de las puertas para entrar. Los guardias de la puerta están ocupados con dos mujeres y se les ve bastante apasionados y con instintos primarios. De vez en cuando os camufláis mejor cuando veis a alguna patrulla que si que parece que está haciendo su trabajo pero por lo demás no tenéis problema. 

Cuando entráis podéis ver un gran jardin con varias casas, o edficios, hay un pequeño riachuelo que no sabéis muy bien donde nace pero sale de la torre del templo y se dispersa por diferentes canales hacia la muralla. Abastece las grandes fuentes que habéis visto fuera en las plazas y donde la gente se estaba bañando y recogiendo agua. Marta había estudiado el mapa y sabía que sólo se podía entrar a la torre por una puerta, también había visto demasiados indicios de que allí dentro había alguna especie de mazmorra y una especie de biblioteca.

El plan surtió efecto, unirse a una caravana para afrontar la primera muralla fue un gran éxito. A partir de ahí comprobamos la magnitud de la fiesta, había una cantidad de gente increíble - vaya con la fiesta, es una bacanal en toda regla - sexo desenfrenado por doquier, curioso que un entorno así fuera el origen de la epidemia - Juanga, no te distraigas - sabía por lo que lo decía.

Había que traspasar la muralla interior, así que, nos volvimos a mezclar entre la gente esperando el momento, es decir, buscar una puerta por donde los guardias estuvieran lo suficiente relajados como para no llamar la atención, y así lo hicimos. Tuvimos suerte, pues no en todos los accesos había la misma vigilancia. Ya en el interior descubrimos un jardín con su fuente de agua, muy al estilo la Alhambra sólo que con otra disposición - hay que buscar un acceso al interior del edificio - aunque espera, había en el mapa que me había empollado un lugar marcado; busco ese lugar, por si se pudiera encontrar en el exterior de la edificación; en caso contrario buscaría un acceso discreto al interior - Vigilad también que no haya alguien mirando - se trataba de una torre, cualquiera que estuviera en los pisos superiores tendría una gran vista - igual es bueno, acercarse a la pared, así no nos verían desde arriba.

Aquello era la caña. Juanga miraba con ojos desorbitados la fiestaca que se había montado esa gente. Madre mía, estos sí que sabían pasárselo bien. Los conciertos de música electrónica alternativa que frecuentaba era una reunión de viejas en comparación. Además, toda la peña que estaba allí SEGURO que iba aliñada con algo. Tal despliegue de folleteo no era normal. Podría investigar qué sustancia era la que...  - Juanga, no te distraigas.- Marta lo sacó de sus profundas reflexiones. Suspiró. Marta lo conocía hasta metido en un saco... Tenía muchas ganas de dejarse llevar, pero Elisa estaba en peligro. Suponía y a esas alturas esperaba que así fuera, porque como encima la encontraran ciega como un piojo de beber lo que aquella gente bebiera, se iba a enfadar. Un poco. - Sí, sí... - contestó distraído a Marta, mientras se le iban los ojos de nuevo.

Llegaron a la torre guiados por Marta. Había hecho los deberes. De lujo, no esperaba menos de su Martita. Le hizo caso y miró a ver si había alguien vigilando mientras se pegaban a la pared - Oye, si la puerta está vigilada, quizás por el riachuelo ese que sale... Tal vez nos podamos colar por ahí. No parece agua de algún váter, está bastante limpia.

El plan había salido a la perfección y habían podido entrar en la ciudad sin contratiempos y llegar al templo casi con suma facilidad. Era evidente que, por la fiesta desenfrenada que había, que algo se celebraba hoy, pero no tenían tiempo ni para disfrutar de lo que veían ni de averiguar que estaban festejando. Tenían una misión que cumplir. A decir verdad, ese evento podría serles beneficiosos. Con suerte, todo el mundo estaría más pendiente de pasárselo bien y la guardia que pudiera haber estaría más distraída.

Serguei comienza a inspeccionar a su alrededor, buscando la mejor forma de entrar, pero no haya nada útil. 

Marta, ¿alguna idea? tu te has empollado bien la disposición con el mapa, eres nuestra guía- le dice a su compañera. Acto seguido se dirige a Juanga- es una opción, si. Si no encontramos nada más podemos intentar ir por ahí. 

Los chicos se distraen un poco con el desarrollo de la fiesta, es muy llamativa y hay mucha carne a la vista. Marta se centra un poco más y siguiendo la idea de Juanga divisa una entrada cerca de donde entra el pequeño riachuelo artificial de agua.  

Lo seguís y cuando llegáis a la entrada os parece que no hay nadie pero al dar un paso dentro del templo sale un guardia colocándose el casco y subiéndose los pantalones que os da el alto. 

- Eh vosotros, no tenéis autorización del brujo para estar aquí - os dice levantando una mano. Detrás de el sale una muchacha corriendo que se tropieza porque se estaba subiendo la falta. Os mira, mira al guardia, se ríe un poco y sigue corriendo. 

Mierda, ¿qué hacía el tonto ese allí? Tenía que haber estado en la puerta que lo hubiéramos visto, el pedazo de guarro... Juanga, con el corazón a mil, trató de parecer sereno. Se bajó la capucha lentamente, poniendo cara de ser alguien importante. Carraspeó y habló con la voz más solemne que pudo:

- Apartaos, vulgar sirviente. Hemos sido convocados por el Gran Brujo. Somos, eh... Somos los Reyes Magos de Occidente, sí. Esto... es posible que no hayáis oído hablar de nosotros. Normal, viendo a lo que os dedicáis en lugar de vigilar... ¡Dejadnos pasar si no queréis sufrir la ira de los grandes brujos! - añadió, levantando las manos como Gandalf.

El guardia os mira con suspicacia aunque se cuadra al momento.

-Sí, sí... Claro, Esteee... Los magos de occidente. Claro, claro. Os... Estábamos esperando. Pasen vuestras eminencias.

Se aparta dejándonos pasar. Y retoma la guardia en la misma dirección por donde se fue la muchacha

Juanga era tremendo, pues no se le ocurre otra cosa que gesticular como si fuera Gandalf el gris delante del guardia, una vez que éste se había dado cuenta de nuestra presencia - Vaya crack que estás hecho, Aragorn hijo de Arathor, heredero de Isildur - por sorprendente que había sido y ocurrente, muy ocurrente, consiguió que el guardia se lo tragara. Estaba claro que, las culturas primitivas eran fácilmente influenciables, máxime un día de fiesta sexual.

- Adelante, no perdamos tiempo - a punto estuve de gritar "corred, insensatos" 

Tras oír las palabras que le soltaba Juanga al guardián, Serguei disimuladamente fue a coger el pomo de su arma. Cual fue su sorpresa cuando el guardia se tragaba aquella mentira con suma facilidad.

Juanga, eres un puto genio- le dijo a su compañero- recuérdame que te invite a una birra cuando volvamos. 

Juanga miró con ojos severos al guardia hasta que se marchó - Uffff... - Juanga se apoyó (casi se derrumbó) en el hombro de Marta. Le temblaban las piernas. - Joder, menos mal que ha colado... casi me meo encima. Lo último que faltaba era que nos pillaran y lincharan por provocar la ira de vete a saber qué dios. Todavía me acuerdo del día aquel del desierto, con el chino gritón ese... - se recompuso un poco - Venga vamos, os sigo. Serg, te tomo la palabra, tío. Voy a necesitar una birra o dos después de esto... -dijo poniéndose en camino junto a sus compañeros.

Estáis dentro del la torre del templo. No hay nadie a vuestro alrededor. Escucháis el ruido de fuera pero si no fuera por eso el silencio sería completo. 

El lugar es siniestro, nunca habíais estado en un sitio así, es una experiencia única. Dais varias vueltas por el atrio y a parte de varias figuras gigantes de ídolos y dioses budistas, poco más veis. No hay mucho más que seguir el pequeño riachuelo artificial. Según Marta recuerda, en el mapa estaba señalada una sala grande dentro del templo en la que debía nacer el riachuelo. Tardáis varios minutos en encontrarla pero finalmente llegáis. 

La escena es muy pintoresca. Hay una gran piscina en el centro de la que nace el riachuelo artificial. El agua debe salir del subsuelo, tal vez una tecnología muy avanzada para la época, o tal vez sea algo natural sobre lo que edificaron el templo, quien sabe. 

Pero no es eso lo que os llama la atención, es la gran máquina que hay al lado. No parece que la máquina esté encendida, a primera vista. No tardáis en daros cuenta que un tubo sale de la máquina y se mete en la piscina. A unos metros de la máquina hay una mesa de trabajo, con varios papeles y una lámpara de mesa encendida.

Tras burlar al guardia en sentido literal tras la buena interpretación de Juanga, nos colamos en el interior del templo budista - Recuerdo que por aquí había un riachuelo, deberíamos de seguirlo hasta... - en efecto, seguimos el rastro del agua hasta alcanzar una gran estancia, bastante exótica con multitud de cachivaches y decoración propia del lugar. Así mismo vi la piscina donde surgía, quizás a través de algún acuífero subterráneo todo el agua - espera, ¿qué es eso? - una especie de tubería se metía en la piscina, seguí el tubo y me encontré con una máquina que para nada pertenecía a ésta época - ésta máquina es moderna... me pregunto ¿qué hace aquí y para qué sirve? 

- Quizás sea una depuradora - pero también me entra la duda de que en malas manos pudiera provocar un desastre, quizás porque si vierte algo en el agua que fuera tóxico toda la gente que bebiera de ella se pondría enferma - me resisto a pensar que, esa máquina es la causante de la peste.

Me acerco a la mesa donde hay cantidad de papeles, quizás haya alguna explicación del porqué está esa máquina aquí y con qué finalidad - Serguei, atento a las puertas.

- No lo entiendo, ¿una depuradora? El agua está bastante limpia... Estoy de acuerdo contigo, Marta. No creo que esto sea una máquina de generar pestes. Qué raro. Voy a echarle un ojo. Un verano trabajé de socorrista en una piscina y yo era el encargado de echarle el cloro... - iba diciendo Juanga mientras examinaba la máquina aquella que no pegaba ni con cola en el templo. ¿Y los brujos esos de los huevos? Juanga tenía muchas ganas de decirles cuatro cosas, y si se ponían tontos llamaría a Serguei para zurrarles. Su amigo era para él algo así como el primo de Zumosol.

Asiente ante la orden de Marta mientras desenfunda la espada y el escudo como medida de precaución. Tras esto, se coloca cerca de la puerta y se pone a vigilar por si alguien se acerca.

Chicos, daos algo deprisa en vuestras investigaciones. Tarde o temprano alguien vendrá por aquí y no creo que cuele el engaño de Juanga por más tiempo.