Partida Rol por web

Si se quiere ir a comer los varones estan en el restaurante hablando de sus cosas.

Si se quiere ir a investigar ¿por donde quereis empezar?

-Conejillos de indias. Absurdo. Una beta mal desarrollada...

Se detiene, mira a sus compañeras, sus ojos son pozos oscuros. Su cuerpo robusto, reconcentrado, las piernas ligeramente abiertas, parece buscar un apoyo físico, algo sólido.

-Juegos, engaños.

Entonces, se endereza, adopta una actitud más marcial, casi parece que está a punto de cuadrarse ante un superior.

-Es Control. Nos da vía libre. No tiene sentido.

Dicho esto, mira hacia el restaurante que acaba de sugerir Allende y asiente.

- ¿Estás bien, Amara? - Leni se inclinó un poco hacia ella, inclinándose un poco para mirarla a su misma altura. La piloto hablaba como un androide averiado. Para la psicóloga no tenía sentido, no conocía ninguna razón para entrar en shock en ese momento. Tampoco sabía de ningún trastorno que su compañera padeciera. Quizá simplemente era un poco excéntrica y dada a divagar en voz alta.

Fueron al comedor para aprovechar el tiempo. Harlan y Kowalsky se encontraban allí.

- Chicas, ¿os parece bien que vayamos a su mesa con la comida? - propuso, a la vez que cogía una de las bandejas de buffet. - No sabemos exactamente que traman, pero puede que consigamos algo de información útil. Lo malo es que es probable que si les escondemos información sepan que lo estamos haciendo. Parece que el tema de Dionisio es de un dominio más público del que creíamos.

Si se quiere ir al comedor, los chicos cuestan un poco encontrarlos, están en un lugar discreto y en una mesa pequeña, (no esperan o no quieren visitas, sorpresa)  sus rostros, sus ojos reflejan interes en la conversación. 

Si se fuera hacía ellos, o se les molestará, se notaría enseguida que cambian de tema. Pareciendo indiferencia.

Amara le devolvió la mirada a Allende. En sus ojos oscuros casi podía ver los engranajes, más bien las líneas de código -sabía que estaba doctorada en computación-, procesar lo que estaban averiguando, o no averiguando, más bien.

Como psicóloga no le costó darse cuenta que era una especie de válvula de escape. Verbalizar pensamientos de forma primaria, concentrados. No era un shock, eso era evidente.

La sonrisa era forzada, propia de una persona poco acostumbrada a la interacción social.

-Bien, gracias, señorita Allende. 

Amara se deja llevar. Al ampliar el grupo social vuelve a sentirse ajena, distanciada de lo que ocurre, más bien del proceso, aunque atenta a los hechos objetivos que pueda sacar en claro.

Tryss no tenía claro que hacer ahora mismo ¿Como de intrusiva podía llegar a ser en esta situación? El tal Dio cada vez le ponía de peor humor y eso que no lo tenía delante.

Jugaba con ellos.

La actitud de Harlan era enigmática, y su relación con Allende aún estaba por aclarar. Así como aquella mirada.

- ¿Evacuar el hotel? Deberían aislarnos de elementos ajenos a la misión, no evacuarnos. - Dijo poniendo una mano en el hombro de Amara.

- Si, ratas en un laberinto, me siento igual. - Le dijo con una sonrisa. - ¿Vamos a conocer a esos 2... ? Antes de acercarnos, Allende, puede decirnos cual es su relación con Harlan, antes les he visto discutir.

Tryss parecía imaginar una relación más profunda de la que había. Leni decidió volver a aclarar la situación para evitar malentendidos.

- Como dije antes, discutimos a raíz de la persecución - recordó la novelista, aludiendo a la conversación que tuvieron antes de la llamada a Gumther. - Lo cierto es que la forcé un poco, ya que en parte quería deshacerme de él, puesto que aún no sabía que relación tenían esa mujer y él y pretendía saber más sin su supervisión si era posible. Creo que será mejor acercarnos a ellos. Quizá se aclare algo el asunto si no se muestran esquivos - concluyó, solventando el dilema.

Llenaron sus bandejas con comida del buffet. Leni se decantó por un plato de lentejas y un trozo de tortilla de patata. No era un menú muy ligero, pero le gustaba darle gusto local a las comidas cuando estaba de viaje.

Se acercaron a la mesa de los chicos con gesto cordial, salvo Amara que mantenía su semblante impertérrito como de costumbre.

- ¿Podemos sentarnos? - preguntó la psicóloga a los compañeros. Era un buen momento para conocerse todos y, si era posible, limar asperezas con Harlan.

Mientras que tenéis una conversación interesante y en medio de esta, aparecen al fondo las chicas...

Oh, ho, parece que están mirando la barra y los platos que en ella ahí y os buscan, si ya es seguro que os acaban de localizar.

vuestro sitio es discreto y la mesa no muy grande, pero parecen que eso no las de tienen, cuando se han ajuntado y trazado una línea de acción, van y se toman un respiro para un piscolabis eso o algo traman algo os quieren sonsacar...

Harlan no respondió a Leni. Se había sentido bastante mal con lo que había sucedido escaso tiempo atrás pero, al igual que no pensaba ser el que diese el primer paso después de lo ocurrido, tampoco iba a ser desagradable con la mujer. Por un instante pensó que quizá podría convertirse en una amiga, pero estaba claro que solo podía aspirar, y con suerte a ser compañeros. Que decidiese Kowalsky que, de todas maneras, seguro que accedía a ello.

Amara dispuso su comida -una ensalada y unas brochetas de pollo, lo más ligero que había- de forma simétrica en la bandeja, con los cubiertos y la servilleta perfectamente alineados.

Dejó que el resto escogiera asiento y se sentó en el quinto lugar, aparte de los demás y a continuación de Tryss. Lo natural hubiera sido presidir la mesa para cerrar el grupo. Si Amara se sintiera cómoda con las personas.

Saludó con un breve asentimiento de cabeza y se dispuso a comer de forma mecánica.

Una chica se acerco discretamente, era la que se ocupaba de reponer los alimentos del buffet.

Os puso una carta de platos recomendados del día, y de los cuales se podía ir servir y repetir las veces que se quisiera.

Tras poner las referencias Gastronómicas y acercaros unas sillas, la chica continua con su trabajo.

Amara comía en silencio la comida internacional del buffet. Había rechazado las delicatessen locales, para evidente disgusto de la camarera: no siempre se tiene la oportunidad de agasajar a posibles astronautas y el gesto seco y ausente de la oriental la había disgustado.

Harlan pensaba que el silencio iba a ser el plato estrella de esa comida tan incómoda. Se negó a pedir nada, aunque su estómago tenía sus ideas propias, y se qué contemplando cómo comían todos los demás sin apartar la mirada huidiza de Ren y de Leni, aunque por diferentes motivos. ¿Ellos eran el grupo elegido... para qué? Quizá para arreglar algún satélite y dar el tiempo de manera correcta. Suponiendo que nadie lo rayase antes.

Kowalsky había aceptado a las chicas a la mesa con un gesto discreto, y sin mucho entusiasmo, hubiera preferido terminar la conversación con Harlan. Pero como tenía sus propias preocupaciones en la cabeza, no quería ningún tipo de discordia gratuita con sus compañeros. Así que públicamente se dejaba levar esperando su momento para resolver sus propios asuntos.

Pidió cherne y gofio escaldao para comer, ya conocía la cocina canaria, como buen británico había pasado algunos inviernos en las cálidas islas, no sería la mejor cocina de España, pero merecía la pena.

- ¿Estáis disfrutando la estancia? - les preguntó a las chicas, por hablar de algo, no quería preguntar directamente por el incidente con el coche del aparcamiento, ni de las admisiones a la misión.

LA COMIDA Transcurría un tanto incomoda cada uno tenía sus propios temores, sospechas, problemas y asuntos propios, pero ahora con esos pensamientos estaban juntos. comiendo o mirnado como comen sus compañeros.

Secretos, conspiraciones, sospechas, pasaban de tanto en tanto por algunos o algunas cabezas.

La misión era peligrosa, habían pasado unas pruebas muy duras para entrar, algunos sabían que iban a ser seleccionados y otros apunto de descubrirlo, pero si no había confianza entre unos y otros  si hubiese secretos entre ellos, la cosa allá arriba se iba a poner interesente, OooH, Sí, muy interesante, tal vez les quedaban horas para tener los pies sobre la tierra nunca mejor dicho.

lo que ahora no se dijera o resolviera luego tal vez, solo tal vez sería demasiado tarde.

Secretos, mentiras, desconfianza.

o tal vez sea todo una ilusión, solo este en la cabeza de cada uno por los recientes acontecimientos sucedidos.

"los pies en la tierra", " los pies sobre la tierra" que dicho más curioso, que frase mas oportuna..." Los pies ... "

Andrew Harlan miró muy seriamente a Sammuel Kowalsky intentando adivinar qué podría estar pasando por su cabeza en esos mismos instantes. Era una persona muy hermética, pero no tanto como para no traslucir su preocupación. No sabía disimular tan bien. Y probablemente él tampoco era el mejor actor del mundo. Era científico, no embaucador.

—Sammuel —dijo repentinamente—, ¿no crees que el resto del equipo tendría que saber lo que te he contado a ti? Nos jugamos mucho en esto y yo no puedo estar escondiendo secretos. No sé hacerlo.

Lo había dicho en voz bien alta y clara, casi para no dejarle más opción a su compañero que darle la razón o incluso contarlo él mismo. Aunque Kowalsky estaba hecho de otra pasta, por supuesto.

Sammuel se rio, el pipiolo no sabía mantener secretos, no duraría mucho en este trabajo. El espacio obligaba a una forma de convivencia para la que había que tener madera, y pocos escrúpulos.

El chico estaba dispuesto a poner las cartas sobre la mesa y no sería él quién se lo impidiese.

—Seamos claros, al parecer alguien está intentando infiltrarse en la operación para conseguir los datos de la misión. A nuestro amigo Harlan le preocupa la situación, yo mismo fue contactado por teléfono, aunque me hice el sueco con la excusa de que aun tengo que repetir el dichoso test y es posible que ni siquiera forme parte de la misión.

—Pero seamos sinceros, no creo que se hayan limitado a nosotros dos, y no creo que tantos problemas a última hora para ser admitidos sean casualidad.

Por ahora, había dicho bastante, así que miró una por una a las mujeres allí presentes a la espera de alguna confesión por su parte. Y finalmente al propio Harlan, qué parecía sobrepasado.

Leni intentó disfrutar de la comida durante el intervalo de tiempo en que la mesa charlaba algo tensa, antes de romperse el hielo. Lamentó haber cogido su plato antes de conocer las especialidades. Aún así pidió una ración de queso con mojo a modo de guarnición. Había oído hablar de esa salsa y tenía curiosidad. Lo cierto es que no sabía demasiado de cocina española, salvo los platos más típicos, y mucho menos de la gastronomía local canaria.

En un giro de los acontecimientos, la conversación se animó.

- En efecto, no eres el único con el que han intentado contactar - se giró un segundo hacia sus compañeras, la explicación al respecto no le correspondía a ella. - Debo ser la única a la que no se le han acercado. Supongo que una persona sin formación especial y que va por las televisiones anunciando la crónica donde contará al mundo todo lo que suceda arriba no da el perfil de agente doble - rió, con una paradójica mezcla de vanidad y vergüenza.

Probó un trozo de queso con salsa verde. Tenía un sabor especiado que le agradó. Eso le hizo bajar la guardia, no sospechaba que más tarde lo lamentaría al probar otro trozo con mojo picón rojo. El paladar de la novelista no toleraba el picante.

- Kowalski, ¿tienes idea de quién es la persona que ha contactado contigo? ¿Qué clase de datos de la misión querían? ¿Las investigaciones a bordo de la estación espacial? ¿Y te lo expresaron tan directamente? - le sorprendió esta última información. - Por nuestra parte, hemos informado a ULISES al respecto de los contactos. Ya tenían algunas noticias al respecto. Contactaste tú con ellos, ¿verdad?

Había aún algunos cabos sueltos y bastantes zonas oscuras, pero el puzle estaba tomando algo más de forma.

Andrew Harlan abrió estúpidamente la boca mientras sopesaba todo lo que acababa de escuchar tanto de boca de Kowalsky como de Allende. ¿Era posible que no fuera el único con el que habían contactado? ¿Y ellas ya habían informado a ULISES acerca de lo ocurrido? ¿Cómo era posible que fuera tan inocente de creer que sería el único en una operación de espionaje donde estaban involucrados tantísimos miles de millones de euros? Ciertamente estaba mucho mejor en su laboratorio, donde todo era cálido, firme y seguro. Ahora se sentía como una araña... a la que el cazador estuviese moviendo la tela.

—No doy crédito... —acertó a decir casi entre hipos—. Os... os han contactado a casi todos. ¡Y yo preguntándome qué era lo correcto! No me lo puedo creer.

Miró a Allende de nuevo con el ceño fruncido y la señaló con el dedo.

—¿Y tú me acusabas de... de lo que me acusabas... sabiendo que todo era mentira? —su tono de voz se elevó bastante más de lo adecuado por la indignación, la vergüenza y la sensación de ser el más inocente del grupo—.¿Tienes la menor idea del mal rato que me has hecho pasar? ¡Yo sí que pensé que eras alguien decente! ¡Equivocadamente!