Partida Rol por web

—Venga, señor Zacharias — le dijo a Zaspa  —use esa lanza con los zombies.  Yo abriré la ventana.  Oía un gruñido cercano y prefería estar cerca de la salida cuando el dueño de ese sonido lanzase dentelladas hambrientas.  —Estoy demasiado mayor para golpear como hace usted.  Era cierto, jamás agarraría un palo, vara o garrote y lo blandiría como un australopithecus. Otra cosa sería hacer cinco bajo par con sus palos de golf de titanio y kevlar, pero en la sección de deportes solo había basura producida por niños explotados en factorías deslocalizadas.  Si lo sabría él.

—Niño, quédate junto a mí, por si a tu padre le pasa algo.  No me pongas esa cara —sonrió enseñando unos dientes manchados por el tabaco, su cara crujió, nada acostumbrada a tanta efusividad—, que no voy a comerte.

A pesar de lo que había dicho de no agarrar un arma de pobres, agarró con las manos lo primero que encontró: Un jarrón metálico cromado troncocónico. Era de pobres, claro.  Pero podía abrirle la cabeza a uno de esos asalariados buscadores de br.. cerebros.

No era la primera batalla en la que se había metido Snoop Dogg. Cada vez que cogía el micro y tenía que machacar cráneos tirando lineas iba a la guerra. No había piedad, ni remordimientos, y ya fuera con rimas o con glocks si había que tirar se tiraba. Una gruppie se le abalanzó para pedirle un autógrafo dental así que alzó la metralleta para darle una ración gratuita de plomo. Era rápida, sorprendentemente rápida, y le pilló alzando el arma. Se la cogió y tiró de ella, intentando quitársela, pero él era Snoop Dogg, se había entrenado a que no le quitaran el micro en los karaokes desde chiquitito, así que un tironcillo de una gruppie no iba a quitárselos. Le dio un empujoncito, ganó un poco de distancia y le hizo un bring that shit en toda regla. No economizó, disparó como si aquello fuera un videojuego y no paró hasta que escuchó el chasquido del cargador vacío. Por fin Nomacuerdo se había librado de la friendzone, que se jodiera el Michael, que él seguía teniendo novia y él Maikel no.

Snoop siguió hacia la entrada de la tienda y se paró a tiempo al escuchar gruñidos de zombies. Dobló la esquina la Conchi, con lo mal que le había caído. Tenía el pelo que parecía que se lo habían magnetizado, y los dientes más amarillos que la prensa. Unos ojillos rojos y crueles lo miraron declarando el inicio de la happy hour, de carne.

Nomacuerdo se buscaba la vida en la parte superior del centro comercial mientras intentaba descubrir su potencial. No parecía tener más poder que resucitar, ¿pero le valdría para más de una vez? Mejor era no probarlo, así que, descartó usar los cadáveres y se fue a la sección de congelados para coger cubitos de hielo. Si le metía un buen golpe con un cubito igual le partía la cabeza. Abrió la bolsa de cubitos y se los empezó a tirar como si fueran bolas de nieve. La puntería no era mala del todo, pero con eso no le iba a partir el cráneo, así que lo único que consiguió fue enfurecerlo, probablemente por haberle tirado el hielo, pero sin pasarle ni la copa, ni la tónica ni la ginebra para hacerse el gin tonic.

Luchando para salir por otra ventana Nathan, Zacharias y Moses se alejaban del festín que parecía estar dando Jake. No le iba a durar mucho, su mamá no le había a comer con la boca cerrada y el soldado ya no gritaba. Solo esperaban que a Jake le gustara chupar los huesos para darle tiempo de retirarse de allí. Moses le dio el palo a su padre con el apoyo de Nathan, que estaba viejo para blandirlo, o bueno, mientras otro lo blandiera él no estaría en primera linea. Sonrió a Moses con una cara de tiranosaurio ante una vaca. Entre la sonrisa y la bronca de su padre Moses estaba más encogido que un jersey de lana lavado a 300 grados. La disculpa llegó de inmediato, pero su padre igual se lo estaba apuntando para después. Solo habían dos, ellos eran tres, parecía una buena proporción. De prisa, Moses les metía caña mientras que Nathan se ponía en retaguardia. Un zombie salió de automoción, un mecánico fornido con una llave de tuercas aparatosa salió a su paso. Gruñó, seguramente diciendo que les faltaba la junta de la trócola y se lanzó sobre ellos para arreglárselas. Que no se dijera de la atención al cliente en el walmart.

Qué caca de idea. Divertida un rato, eso si, hasta me puedo reír ahora, que no recordaba que pudiese hacerlo. Toma, y toma, y toma. Buf, casi que empiezo a sudar. Algo nuevo otra vez. Y a cansarme, que de zombi no te cansas, voy lento pero seguro sin agotamiento.

Bueno, vale de tonterías, y ahora qué. Miro para atrás. Se está liando una buena. Uy, la ostia, que me han matao a la cuqui zombi. Joder, ya te vale, Snoop, que era buena tía, con sus manías. Hum. Me sabe mal, que al final no le he encontrado la galletanga. Ni el tanga. Ni la galleta. Qué puto desastre soy.

¿Y si le tiro el armatoste este de los helados? Buah, no puedo con tanto peso. Pues nada a cargar con las bolsas de hielo. Si le arreo con una en la cabeza y se cae, con el resto puedo enterrar a mi ex compi, saltar y luego correr. 

Buen plan, Nomacuerdo, seh.

-¡Oye, cabezón! Ve al otro lado, para allá, que hay tiros y explosiones y jámburger a montones, venga, hombre, que yo estoy en los huesecillos.

Si no me hace caso, que va a ser que no, pues a tirarle bolsazos, venga. 

Aquella lanza acabo en su manos, y al parecer pronto iba a tener que probar sus cualidades, ya que un par de zombis venían a saludarles. No le extraño que Nathan se fuese a tratar de abrir la ventana, el tampoco le veía en primera línea, eso era demasiado pobre para el.

-Nathan abre esa ventana rápido, Moses, ve con el, a ver si logro algo de tiempo.- Y usando aquel curioso arma se dispuso a tratar de ganar un poco de tiempo antes de tratar el también de salir de allí tan rápido como pudiese. La cosa estaba jodida, un mordisco y a tomar por culo la recién recuperada vida.

-Toma para que ajustes la trócola.- Le dijo al mecánico, mientras le arreaba un buen lanzazo, tratando de mantenerse a distancia, y sin perder de vista al otro zombi que se acercaba.

A ver si se iba a llamar Zacharias, si, ese podía ser su nombre.....

La puta de la Conchi, con el asco que me daba esa bruja. ¡Menuda pájara estaba hecha! Enarbolé la lanza de caballería que había pillado e intenté trincharla como a un pavo asado, de abajo pá'rriba. Me recordó la escena a una vieja película italiana llamada Holocausto caníbal, que solía estar en lo más profundo del videoclub. El caso es que la jodida zorra se iba a enterar.

-"Chúpate esa, zorra, y no la minga de Zaspa o Nathan." Le solté rapeando.

Ya estaba mucho más cerca de la salida, y por ende, de la salvación. ¡Que les dieran por culo a los demás! Les había avisado que vinieran, pero prefirieron pajearse en grupo al fondo del cine, así que... marcharía solo de allí.

El pequeño se movía intranquilo. Miraba a su padre, miraba Nathan. Su atención iba de uno a otro esperando que el primero despachara a los zombis que venían por ellos y al segundo para ver si lograba abrir la ventana.
—Señor dese prisa que se comen a mi Pa.— Mientras decia eso Moses tiraba del pantalón del traje de Nathan. Un traje que había vivido tiempos mejores. Seguro que le habría costado un dinero, pero ahora no valía para nada. Tampoco fue dio un tirón muy fuerte. El suficiente para que la tela cediera y se rajar dejándole las vergüenzas al aire al empresario.
—Ups... Perdone.
El pequeño espera que la rotura de pantalones no distrajera a Nathan de su tarea.

Nathan a punto estuvo de decirle a ese directivo menor, Zacharias, que no recordaba haberle dado permiso para tutearle.  Sin embargo, las agresivas tácticas comerciales del antiguo asalariado —ahora no muerto — con discutibles aptitudes mecánicas, le hicieron posponer esas justificadas quejas.  

—Mozalbete, ponga un poco de su parte —le dijo al asustado niño que acababa de romperle los pantalones.  Pero la gente de su edad no tenía vergüenza ninguna. Al revés.  La máxima de "sufre más el que mira que el que enseña" se aplicaba íntegramente a Nathan White, su piel arrugada y sus pellejos descolgados. —. El Capitán América no se quedaría quieto viendo como otros luchan por él, ni tironearía un traje de siete mil dólares con cara de pasmado.  Ayúdeme a abrir la ventana.  

Los niños eran sorprendentemente fuertes y resistentes. Era una desgracia que se dedicaran a "aprender jugando", hasta una edad en que ya deberían estar teniendo nuevos trabajadores niños, cuando podrían estar "aprendiendo currando".  En fin.  

—Dele fuerte, Zacharias.  Usted es el brazo ejecutor de la compañía, sienta los colores de NatCorp., las sonrisas satisfechas de millones de clientes en sus abultados y primordiales bíceps. ¡Deles, Zacharias! ¡Deles!

Conchi se abalanzaba sobre él, pero la muy perra no lo había anunciado por megafonía. Lo quería para ella, la muy perra egoísta, igualito que cuando la Kaaaaaaareeeen vivía, las cosas de la carne, como la jodienda, no tenían enmienda. La Conchi era dicharachera con un micro en la mano, y letal en cuanto los dientes entraban en concurso, pero Snoop Dogg estaba más que listo, así que le clavó la lanza sin pensárselo, que no sabía lo que hacía, pero si pinchaba, pues pinchaba, que era la única manera en que pensaba pincharle algo a la Conchi.

El palo se clavó y la reacción fue inmediata, la Conchi empezó a retorcerse por el suelo como si estuviera bailando una mezcla del aserejé y el oppa gangman style, y encima se lo soltó en plan batalla de los gallos, que si rimaba o no daba igual, tú soltabas tu mierda y el otro se la comía y a llorar a casa con mami. Zas, pinchazo y una menos. Veía ya la puerta, veía a unas lentejuelas en el suelo e identificó a lo que antes había sido Cher. Había quedado con ella para proponerle hacer una colabo, en principio musical, pero si se hubiera puesto a tiro, nunca se lo había hecho con barbie geriátrico. La puerta estaba allí, que se jodiera la lentejuelas, y entonces pudo ver como 4 zombies convergían hacia él y como la torreta del tanque giraba para apuntarle.

Nomacuerdo jugaba a las bolas de nieve, pero aquello no funcionaba, divertido, sí, pero ¿útil?. Bueno, no tanto, aunque que los planes no funcionaran no era lo peor, sino que el negrata se había cargado a su crush. Bueno, era una suerte que no fuera su novia, así que se puso a cargar sacos de hielo antes de ponerse a hablar con el zombie. El podrido le miró extrañado y si le entendió no lo pareció. Saltó, un pequeño salto de apenas cinco centímetros, pero el objetivo estaba claro, moder, comérselo. Bueno, era la hora de que granizada. Empezó a tirar sacos, pero más que una granizada, con su fuerza, aquello era como una suave nevada. Un saco, dos sacos, tres sacos, y escuchó un estruendo y la cabeza del zombie explotó. Nomacuerdo miró en dirección del ruido y pudo ver a un hombre vestido de negro, como los que habían estado, un francotirador, un francotirador le había despejado el camino. Miró hacia atrás, dos zombies se acercaban, tenía que darse prisa o le atraparían.

En el otro lado del centro comercial Nathan, Zacharias y Moses trataban de salvar sus vidas. Un mecánico les salía al encuentro y Nathan enarboló la lanza para defender a su retoño y al canguro. Zacharias les pidió que abrieran la ventana mientras él peleaba con Joseba de Carglass. Intentó pinchar a la criatura, pero el zombie, aunque lento consiguió desviar la punta mientras luchaba por moderle. Lo intentó, pero la longitud de la lanza lo impedía. Aquella arma estaba diseñada precisamente para eso, para mantenerlos alejados, pero no había conseguido su objetivo y el zombie podía morderle en cualquier momento. Mientras Moses y  Nathan intentaban hacer un movimiento lateral para escapar de una opa hostil. Nathan estaba en su salsa, mano de obra infantil, y encima quería trabajar, aunque le iba a descontar el coste de los pantalones del finiquito, eso, los daños morales, así, por lo bajo, iba a estar como asalariado esclavo por 10 años.  Nathan simplemente hizo lo que mejor sabía, delegar y mandar. Apelando a San Stan Lee aguijoneó el orgullo de superhéroe, mientras por otro lado, prometía bonos (mentira) para Nathan. Llegaron a la ventana, trataron de levantarla, pero estaba atascada. Iban a necesitar toda la fuerza de Hulk para abrirla.

Aquel mecánico quería hacerle una puesta a punto, y a el no le hacía ninguna gracia, ahora que le habían hecho la revisión, se sentía como nuevo. Así que trató de volver a ensartarlo con aquella lanza, pero el mecánico parecía un hueso duro de roer. Y el temor a que le diese un buen bocado, le hizo ser cauto. Tenía que ganar tiempo para que abrieran aquella ventana.

-Nathan menos hablar y ayuda a mi hijo con esa ventana. No se cuanto tiempo voy a poder aguantar con este podrido.- Manda huevos que el cabronazo de Nathan se estuviese tocando las pelotas a dos manos, mientras que dejaba la dura tarea de abrir aquella puta ventana a un niño. Ya no hablar de ponerse a hacer frente a los zombis, de eso ni quería oír hablar.

—Tsk — reclamaciones y quejas.  Derechos laborales, injusticias y huelgas.  Todo era debido a lo mismo, holgazanería.  Siempre, desde los tiempos prehistóricos en el que el trabajo de uno valía más que el de los demás, había gente que se escaqueaba y gente que sabía lo que tenía que hacerse.

—Está claro que para hacer bien las cosas voy a tenerlas que hacer yo mismo. Y le lanzó el pesado jarrón al Zombi, a la cabeza, el cual golpeó con un sonoro CLoNnC.  Quizá debió quedarse abriendo la ventana, después de todo.

​​​​

La ventana no parecía querer abrirse y su padre estaba en problemas. El pequeño grito con angustia cuando el mecánico se le tiró encima de Zacharias, no porque lo fuera a llenar de grasa de automóvil, sino porque se iba a dar un buen bocado de esos que dejan marca.

Más cagado que cuando recogió el palo del suelo miro a Nathan reclamando su ayuda, pero este le menciono a su gran héroe, el capitán América. Este al parecer se dedicaba a abrir ventanas, sonaba raro y más viniendo de un tipo con los pantalones rotos, que casi mostraba los calzones... No lo hizo por el empresario de éxito cuestionable, sino por su padre. No era el más fuerte de sus hermanos, pero haría su mejor esfuerzo. Aunque solo no iba a poder.
—Noo... puedoo.

Uff, qué poco ha faltado. Menos mal que con mis excelente reflejos he podido evitar esos afilados caninos mastica gentes.  Bueno, a lo mío, buffff, esto pesa...

Uno, dos, tres...boomm. joder, me ha salpicado de sangre y sesos. ¿He sido yo con mi telekinesia o acerté con una de las enormes bolsas de hielo? Ah, no. Joder. Si ha sido uno de los tipos que están asediando el Walmart. Ahora irá a por mí... ¿o no? Ya no tengo pinta de pellejudo. Me ha salvado, supongo, así que se lo agradezco con una gran sonrisa sonrisa y un saludo de la mano.

Y venga, larguémonos de aquí, que vienen malotes. Ya no puedo hacer nada por la encantadora Vero, quizás encuentre a mi novia. O me salga otra. Si salvo el culo puedo tener una nueva vida, ¿no? Pues a ello.

Por la ventana, rapidito me deslizo para abajo y luego a corre agachado y deprisa hacia el bosque. ¿Hay bosque? Siempre hay un bosque.

Uy, que me vana a pillar, vamos Nomacuerdo, espabila.

Tocaba minimizar pérdidas.   Dejar caer los negocios que no daban el rédito adecuado y hacer reestructuraciones. Volver a lo que cada uno sabía hacer mejor.

—Jovencito. Olvídese de la ventana y corra. Corra hacia la salida de la parte este y busque ese tanque. Convénzales.  En éste pais nadie puede resistirse a la súplica de un pequeño... —blanco, rubio y de ojos azules, además —...Que desea que salven a su padre.

Y usted, Zacharias. Deme esa lanza y vaya tras su hijo. Prefiero que me muerdan a verle blandir de nuevo la lanza de una manera tan patética. Lárguese.

Al ver a Cher espatarrada, me entristecí... pero duró solo un instante. Más zombis se acercaban, unos cuatro. Ya había despachado a dos zorras y otras querían chupar minga igualmente. Tenía ración de rabo para todas. Me preparé, poniendo la lanza en ristre para embestir a los cuatro y hacerles un pincho moruno. Pero algo atrajo mi atención, ¡un jodido tanque apuntaba su cañón hacia la entrada del Walmart! Lo veía al fondo, tras los zombis que venían, a través de los cristales de las puertas de entrada. Estaba tan cerca de salir de allí...

-"¡Me cago en la puta! ¡Joder!" Chillé como una rata.

Rápidamente me eché a un lado, intentado apartarme de los zombis y de la posible explosión del proyectil que dispararía el tanque. No quería morir hecho cachitos. Si tenía suerte, el tanque me libraría de las grupies que venían y tendría paso libre hacia el exterior. Dentro del tanque podría estar seguro... porque me metería dentro, claro. Y si se lo podía choricear mientras pararan para mear, lo haría. Habiendo robado un coche, se robaban todos igual, hasta un tanque.

Nomacuerdo pudo ver que el pellejudo había sido liquidado por un francotirador...o... igual él había dirigido la bala con su mente, sí, debía ser eso, igual era un poco como magneto, así que, si el tipo le disparaba igual podía desviar las balas para que no le pasara lo mismo. Le saludó con la mano y el tipo se tocó la frente con dos dedos, a lo militar. Estaba a salvo, solo tenía que bajar y.... El disparo había llamado la atención de unos cuantos zetas que corrían hacia él, con malas intenciones, y ni siquiera uno de ellos era Vero. Había que descolgarse por la ventana, que estaba a tres metros del suelo, pero no había tiempo. Los zombies se acercaban, Norman pasó una de las piernas por la ventana y se dejó caer. Uno de los zombies le cogió la pierna, Norman la agitó como quien se quitaría un chihuahua y finalmente perdiendo parte de la pernera del pantalón y un zapato consiguió descolgarse.

Norman buscó un bosque, pero bosque, lo que se decía bosque no, el francotirador le hizo señas de que se acercara, señas apremiantes, porque desde los contornos del walmart se le estaban acercando más zombies.

- Corre Norman, corre. - El francotirador disparó mientras un todoterreno iba en su búsqueda. Norman iba a echar la pota, no estaba acostumbrado a correr, pero más le valía correr porque sino sería pasto de los zombies. ¿Por qué la gente de rescate siempre tardaba tanto?

Snoop no era como Norman, era rápido, era el rey del doble tempo. Las gruppies se estaban poniendo pesadas, y él normalmente las satisfacía, un par de veces mínimo, pero es que aquellas zorras solo querían pincho moruno, y pincho moruno le daría. Corrió, dando lanzadas a diestro y siniestro, abriéndose paso hacia la salida donde lo que vio hizo que se volviera blanco. Un tanque, un puto tanque, eso nunca le había pasado en el barrio, nunca le habían apuntado con un puto tanque. Chilló para llamar la atención del tanque.

Alguien salió de la lata de sardinas, lo miró y chilló adentro

- Joder, no dispares. Es el 132, está vivo. Joder, está vivo. Snoop Dogg está vivo y habla.

¿Como que el 132? Su puta madre, él era el uno, el rey del underground, no podían haberle dado ese número de mierda. El tipo del tanque gritó, detrás suyo algo gritó también, algo grande y cabreado. El tipo de la torreta del tanque se puso a los mandos de la ametralladora y comenzó a disparar por encima de la cabeza de Snoop. Le chilló

- Sube, joder, sube cagando hostias. - Y es que por detrás venía Jake, que a pesar de recibir algún impacto de la ametralladora seguía avanzando relamiéndose. La ametralladora lo frenaba, solo le quedaba saltar, meterse en la limo con cañón y que se murieran los feos.

En la parte alta del centro comercial Zacharias, Nathan y Moses luchaban por su vida. Zach se las tenía cara a cara con un técnico de la ITV que le quería hacer pasar una segunda revisión. Discutían airadamente sobre si clavar la lanza era una falta grave o leve, uno intentando convencer al otro a mordiscos, el otro intentando usar una lanza, pero no conseguían que ninguno diera su brazo a torcer, al menos hasta que llego el supervisor. Nathan presentó argumentos de peso en forma de jarrón. Lo lanzó con fuerza y autoridad, liderando con el ejemplo mientras le daba en toda la cabeza al mecánico. El jarrón se rompió con un enorme estruendo e hizo que el zombie pusiera una cara estúpida, intentando ubicar con la mirada quien le había atacado. Dejó de empujar y tironear a Zacharías para dirigirse hacia Nathan babeando. Mientras Moses tironeaba de la ventana, pero era pesada y estaba atascada, aunque con su fuerza de Capitán Anérica no bastaba, sí que consiguió moverla para dejar pasar una ligera brisa, la brisa de la libertad. Nathan en un arranque "heroico" pidió la lanza y dijo a Moses que fuera a por el tanque, tal vez Nathan había recuperado su corazón a las puertas de la muerte, tal vez pensaba que dos chuletones son más apetitosos que uno...y que tal vez así se librara. Iba a tener compañía, el mecánico iría por él, con lanza o sin ella.

Maldita sea. 

-Quita, bicho. Quita. -Si salgo de esta, que voy a salir, tengo que comer más cereales. Gimnasio. Mantenimiento, pesas, aparatos. Proteínas. Salir a correr.

-¡Que me sueltes!

Y piscina, que fortalece piernas y hombros. Y boxeo, que trabajas todos los músculos.

Maldita sea. Un último esfuerzo…¡Ya!

Salto, caída, un par de volteretas por el suelo. ¿Estarán grabando esto? Espero que no.

Ay…Me pongo en pie, miro a los ex compis, estos son capaces de saltar por la ventana. Observo alrededor. Jopelines, no hay mucho bosque. ¿Quién se lo ha llevado?
Bueno, que da igual. Yo, a correr hacia el tipo del rifle.

Norman.¿Norman? ¿Es a mí? ¿Ese soy yo? ¿Y cómo lo sabe? ¿Cómo sabe mi nombre? ¿Su voz era grave, la de mi salvador? A ver si es mi novia que me ha rescatado. 

¿Qué habrá sido de los amigos del walmart? ¿Volveré a verlos?

¡Corre, Norman, corre!

Las cosas se les estaban complicando, Zacharias era un completo inútil con aquella lanza, lo más que podía conseguir es sacarse un ojo, no acabar con el maldito mecánico. Y la ventana seguía cerrada, tan solo una ranura había conseguido abrir su hijo. Nathan se dejo de chorradas, y ya que no había ayudado con la ventana, si lo hizo contra el mecánico. Le dio su lanza, y fue a ver si lograba abrir la puñetera ventana, tenían que abrirla y escapar o pronto estarían rodeados.

-Toma la lanza Nathan, a ver si ensartas a ese mecánico.- Y a por la ventana. Se acerco y trató de abrirla con todas sus fuerzas, aprovechando la ranura que ya había abierto Moses. 

-Aparta hijo, que como no abramos ya esa ventana, nos comen.- Y con una fuerza y energía renovadas por la desesperación, logró abrir la ventana, al menos lo suficiente como para que saliesen todos por ella.

-A saltar toca. Nathan, vámonos, salta con nosotros que ese te hace una opa hostil.- Ayudo a su hijo y saltaron por la ventana, a correr y salir de allí. La Jeny le iba a poner fino, pero esperaba tener una segunda oportunidad.

Tras ayudar a su hijo a salir de allí, comenzaron a correr, para alejarse cuanto antes del lugar.

—Tome. TOME — corrigió al asalariado mientras le quitaba la lanza con malos modos —. No recuerdo haberle dado permiso para tutearme —se regodeó un instante antes de acortar su nombre de forma insoportablemente familiar —, Zack.

Y es que uno se permitía un único momento de cordialidad didáctica y, de repente, la ralea y la chusma se creían a su mismo nivel.  La maldición de la era de la comunicación, la 2.0 y los Twitteres. 

—Toma, maldito cerebros,¡Toma Brrains! — y le clavó la lanza en el cuello al persistente zombi, con mucha más mala intención que fuerza.  Sonrió de nuevo, crujiendo como un asiento de cuero. —Aprendan, aprendan.  Es una cuestión de confianza.

El pequeño se apartó de la ventana dejando sitio a su padre. Lo miro mientras tiraba para abrirla y se quedó alucinado cuando está se abrió. —Pa eres la ostia, perdón. El mejor quería decir.— Se dejó ayudar por él, dejandose caer fuera. Aguardo que bajarán los adultos, no iba a ponerse a correr como pollo sin cabeza. Aunque si grito por su algún soldado de negro andaba cerca.
—¡Ayuda! ¡Ayuden a mi Pa y a ese señor!
Agitaba sus brazos como un loco para que le vieran.