Partida Rol por web

¿Tener lo que hay que tener?, pienso con ira. Que esas palabras vinieran de un cobarde que usa a un animal de esa manera para conseguir unas pocas monedas conseguía que me hirviese la sangre. Por suerte, el gesto de Lluvia consiguió calmarme y evitó que cometiese alguna estupidez. Además, Glinthanas tenía buena parte de razón, la ley estaba de su lado mientras no se pasase de la raya y ninguna autoridad movería un dedo por la mula.

—Si tanto os cuesta mantener al pobre animal, ¿por qué no lo vendéis? —respondo con algo más de calma—. Es más, ¿cuánto pedís por él? —pregunto, no pensaba resignarme tan fácilmente y dejar a la aterrorizada mula con su cruel dueño.

El organizador del evento se lo piensa un momento, evaluando el beneficio que espera sacar del animal en lo que queda de feria y las posibilidades de que se le muera durante alguna de las pruebas.

—Digamos ocho... ¡No! ¡Diez! Diez piezas de acero y el animal es tuyo. Y, para que veas que me caes bien, te regalo las riendas. ¿Tenemos un trato?

Se escupe en la palma de la mano y se la tiende a Lowenherz con una sonrisa taimada.

La prueba había sido extenuante, un auténtico desafío que tendría en cuenta en sus viajes. A veces, la dureza del camino se veía con cierta ingenuidad desde los relatos de los libros. Estos a veces no captaban el sudor, el calor asfixiante, el dolor de los esfuerzos y las heridas que marcaban el cuerpo en cada paso. Una valiosa experiencia que tendría a bien recordar, junto a una pieza de acero.

- Soy un siervo del señor del conocimiento Gilean. Al parecer ha tenido a bien sonreírnos hoy. Por desgracia mis compañeros han ido a ver al asno y no podré acompañaros. ¡Tomaos una a su salud!

Tras despedirse de sus compañeros de armas y lo más importante, no haber hecho el ridículo en la prueba y permanecer a salvo de aquel barrizal maloliente, decidió acercarse a la carpa donde se habían internado sus nuevos amigos. Esperaba no tener que bregar entre algún campesino indignado y Lowen hecho una furia. Nunca se le dio bien apaciguar los ánimos, siempre acababa consiguiendo justo lo contrario de lo que pretendía.

Tomó de nuevo su bastón, se colocó bien su túnica indemne y se internó en la carpa, atento a esquivar cualquier objeto volador que hubieran empezado a lanzarse a la cabeza.

Sorpresiva había sido la muestra de fuerza, o tal vez pura voluntad, del clérigo. Los controlados aplausos de la Noble acompañaron, sino iniciaron, aquella pequeña celebración; antes de acercarse para hablarle una vez más alejada la muchedumbre.

- He de admitir que nunca deja de sorprenderme, estimado Kylian. Permítame darle mis felicitaciones. - Le reconoce con una suave y muy cortés sonrisa, y una clara mirada de aprobación.

No obstante, sus ojos nuevamente voltearon y parecía que aquel tumulto en la tienda estaba demorando más que la misma competición. Alzó levemente una ceja con curiosidad, y se acercó con calma junto al sacerdote a ver a qué podía deberse tanto alboroto... Y qué había sido tan llamativo como para privarle al guerrero de su atención hacia su tan añorada prueba de fuerza.

—¿10 piezas de acero? —pregunto retóricamente mientras observo la palma de la mano del organizador—. En condiciones normales os aceptaría el precio, pero en el estado que está la mula me parece exagerado. Bajadle dos piezas o una pieza si la laváis bien y aceptaré con gusto.

Estaba claro que aquel hombre quería aprovechar la ocasión y sacar lo máximo que pudiese por el animal. Y la suerte estaba de su lado sabiendo que yo aceptaría casi cualquier precio por liberar al animal de sus manos, pero quizás fuese de los que le gustan regatear. Ojalá, pienso mientras espero por su respuesta.

—Eres duro regateando, ¿eh? Nueve y te llevas a ese animal ya mismo. Comprenderás que no voy a seguir pagando su manutención y sus cuidados hasta que tú decidas venir a buscarla. Te llevas una ganga, no hay duda de que eres un tipo listo, has hecho la mejor compra de la feria. Es una mula resistente como pocas. Venga aquí esa mano y esas monedas.

Escucho las palabras del organizador y comprendo que nueve piezas de acero es lo máximo que piensa rebajar el precio. Y aunque sea un precio algo alto para una mula, no considero en absoluto que sea un precio alto por librar al pobre animal de más maltratos.

—Trato hecho —respondo con ánimo, escupiendo en mi palma y estrechando la suya para cerrar el trato.

Acto seguido recojo al animal con cuidado, llevándolo con tranquilidad hasta fuera de la tienda tratando que se calme con mi presencia.

Antes de salir de aquel lugar, Lluvia de detuvo al ver las intenciones de negociar de Lowen. Observó la situación y sonrió ante aquel desenlace. 

-Tienes un espíritu noble, Lowen- Le dijo al guerrero mientras le sonreía con calidez. 

Cuando trajeron al animal para entregársela a su nuevo dueño, éste seguía aterrado, no quería moverse de su lugar y cuando Lowen se intentó acercar, la bestia rebuznó de miedo.

-Déjame invocar a los espíritus para calmar sus temores- Indicó a Lowen a la vez que se acercaba al aterrorizado equino. Susurró unas palabras en su lengua natal mientras colocaba la mano en la frente del animal. Una leve brisa agitó las coloridas ropas de la Mística mientras un resplandor celeste recubría su mano y se trasladaba al Asno. De inmediato dejó de temblar y se notó calmado mientras miraba a la Que-Shu a los ojos.

-Tranquilo... Ya no te volverán a molestar de esa manera, Lowen de ahora en adelante será tu compañero- Le indico al guerrero que se acercara para que finalmente pueda conocer a su nuevo amigo.

Viendo lo que pasó en esa tienda, el elfo sacó varias conclusiones.

a) Lowen tenía buen corazón, los dioses se lo conservaran siempre, pero nunca llegaría a ser rico. Aunque, si el mismo Glinthalas se había comportado de manera diametralmente distinta para sobrevivir, ¿por qué no era rico ya? Tal vez tuvieran demasiadas cosas en común...

b) El feriante era un tipo sin corazón, o con uno negro como la brea. Uno de esos que se las dan de listos pero que no tienen nada que hacer ante alguien listo de verdad, salvo quejarse y probar algún golpe bajo para que no le hagan sombra. Un ser humano despreciable. Ojalá hubiera tenido ocasión de liberar "accidentalmente" a su mula, por el mero placer de ver correr al feriante tras el animal embadurnado.

c) Lluvia Estelar hacía cosas raras. Raras como no había visto antes, y el elfo había vivido bastantes décadas.

─Bueeeeno, supongo que eso significa que mañana ya no vas a pagar la moneda por llevarte los trastos... ─dijo Glinthalas sonriendo.