Partida Rol por web

Tenía que ayudar, bueno podía salir todo bien o tener que huir bajo el fuego enemigo. Tenía que tratar de engañar aquel goblin. Se acercó a Briand y a Lowen mientras arrastraban el preso. Hizo acopio de toda la mala leche que pudo y escudándose en su disfraz y el hecho que su máscara ocultaba sus facciones y distorsionaba su voz temblorosa aprovechó para echarle la bronca a la supuesta mercenaria.

- ¡Que hacéis aún ahí! ¡Ya sabéis las órdenes maldita sea! Atajo de inútiles!

Se acercó al trío, si todo salía mal estaban más cerca de la salida. No descartaba que tuvieran que acabar escapando de ahí por la espada. Todo dependía ahora de la capacidad de Briand para engañar a todos, quizás Gilean se apiadaba de ellos y le confería una lengua locuaz con la que engañar al enemigo.

Qué estorbo... Evidentemente el poder hablar Común no era sinónimo de poseer una inteligencia por encima de la media. Lo que podía significar que podían representar igualmente un estorbo para los mercenarios y caballeros locales, en su ciega obediencia ante sus órdenes. Para su suerte, así como potencial riesgo, un par de escuderos humanos se habían presentado ante la escena. Así como un clérigo de Zeboim, cuya voz reconoció como la de Kylian.

- Ya estaríamos terminando si no fuese por este par de tercos goblins. - Soltó con evidente impaciencia ante la rigidez de éstos, aunque viéndose obligada a frenar su pie para no dar lugar a un segundo proyectil. Su atención y postura se volteó más formalmente hacia la del dúo de caballeros. - Tenemos órdenes de llevar a este esclavo a hacer un pequeño trabajo y volver antes del amanecer ¿Se lo pueden hacer entender al verdoso? - Le replicó, con algo de respeto pero al mismo tiempo algo de aburrimiento ante la actitud de los trasgos, esperando su petición fuese comprensiva. Técnicamente contaban con el permiso, y era posible que de no poder cumplirlo a ellos también les tocase el mismo castigo.

—Lo lamento mucho, hijo venerable, pero nadie entra ni sale del campamento después de la puesta de sol —comienza uno de los jóvenes patrulleros—. Debéis disculpar a los vigías. Hubo que despellejar a unos cuantos goblins antes de que se tomaran en serio la tarea de vigilar esta atalaya. Ya sabéis, órdenes del propio lord Mondreth. Por las deserciones y todo eso.

—Y por los salvajes —apunta el segundo caballero de Neraka—. No es seguro deambular por ahí de noche. Hemos perdido algunos combatientes en desafortunadas emboscadas. Algunos cuentan que hay hombrecillos sanguinarios que merodean por la región pero algunos sospechamos que forman parte de una guerrilla bien organizada.

—Estoy convencido de que lo entendéis —continúa el primero—. Debéis permanecer aquí por vuestra propia seguridad hasta el alba. Estoy convencido de que vuestra tarea podrá esperar hasta entonces.

—Ir por ahí a estas horas con un prisionero es altamente irregular. Seguro tenéis buenas razones para ello pero, ¿quién decís que os ha ordenado sacarlo de su celda? A los capataces de la guardería no les gusta que los esclavos comiencen su jornada laboral exhaustos.

Aguardar hasta el alba... Supondría una cantidad de riesgos que no estaba dispuesta a asumir. En especial con lo que habían hecho, no podían echarse atrás, mientras antes partiesen de allí más ventaja podrían sacarles antes que se percataran quién era realmente el prisionero que se habían llevado. Y si no estaban dispuestos a salir hasta la salida del sol, era una aseguranza más si lograban convencerlos. De alguna forma u otra, lo haría.

- Lo sé, nosotros también hemos sido víctimas de ellos en nuestro regreso. - Confesó Briand, una verdad que al decirle en voz alta y fuera de contexto, le dio la argumento que necesitaba para intentar convencerlos de que era menester hacer una excepción, viendo una imagen familiar en ambos caballeros. - Culpa de ello, los Bellerianos que llevábamos se revelaron y tuvimos que efectuar una retirada. Capturaron a nuestro capitán, y nos propusieron un intercambio de rehenes, hasta antes de la salida del sol. - Insistió la falsa mercenaria, asumiendo el papel de los derrotados, aunque no del todo capturados.

- Nuestros líderes estaban ocupados, sus draconianos nos autorizaron. Ahora que nuestro Padre ha rezado y recibido de vuelta sus fuerzas, no nos volverán a diezmar. Pensamos regresar con nuestro jefe de vuelta, y un par de esclavos nuevos. Éste es un mero señuelo, no se cansará. - Le explicó con firmeza, confiando en su supuesto plan y a su vez, en su elaborado engaño. - Luego del amanecer puede ser demasiado tarde. Mas si insisten... Nos quedaremos. - Añadió luego en un tono más diplomático y comprensivo, dispuesto a ceder y respetar. Tomó su espada bastarda envainada, quitándola de su cinto con ambas manos. - Él era un caballero, como ustedes, supongo. Ésta era su espada. Pensábamos devolvérsela, aunque si resulta imposible... Supongo les corresponde más conservarla ustedes. - Se las ofreció, en un intento de tocarles un punto sensible e intentar convencerles con una prueba, o cuanto mucho obtener su buena fe. Al fin y al cabo, esta sí era la espada del caballero negro e imaginó que aunque malvados, conservarían cierta noción de honor y no preferirían arriesgar la vida de uno de los suyos antes que arriesgar la de un par de simples mercenarios.

No era gran conocedora de su culto, aunque imaginaba que la hoja, vaina o empuñadura debía portar alguna insignia característica de su rango o religión. En caso contrario, aún seguía siendo una espada irregularmente larga, como las que sólo ellos estaban entrenados para portar, y una de notable herrería, para nada ordinaria. 

Lowen observaba la escena apretando la mandíbula. La noble parecía no tener límites en cuanto a sus engaños, ni demostraba más escrúpulos que anteriormente. Las mentiras se sucedían una tras otra, con el afán de convencer a aquellos caballeros de que les dejasen salir del campamento. El joven guerrero, por su parte, puso su atención en los pertrechos de los caballeros. No eran muy sólidos, lo que daba a entender que debían de ser miembros relativamente bajos de la jerarquía de Neraka. Sin duda, podían derrotarlos: un combate justo, para variar. Claro que no lo sería demasiado, si alguno de sus enemigos daba la alarma y las hordas de adversarios que descansaban ahora en sus tiendas se arrojaba sobre ellos de forma repentina. Si la situación se torcía, habría que abrirse paso lo más rápidamente posible y huir. Otra deshonra más, casi mayor que la de abrirse paso con mentiras.

Así pues, Lowen no dijo nada más. Escuchó las mentiras de Briand, comprendiendo que si cualquiera de los muchos con los que se habían cruzado cambiaba versiones sobre su paso por el campamento, la infiltración resultaría evidente. Un intercambio de rehenes parecía algo que debiera haber autorizado alguien importante. ¿Creerían los caballeros que esto era así, sin comprobarlo siquiera? Tenía un mal presentimiento al respecto.

Me muevo tan deprisa como puedo en medio de la oscuridad, haciendo más ruido que una jauría de perros de las praderas.

El terreno accidentado me da tanto miedo como la posibilidad de ser descubierta y gustosamente encendería una antorcha si llevara alguna conmigo. Quizá así conseguiría atraer sobre mí la atención del campamento y crear una distracción para que mis compañeros escapasen. Por desgracia, me las he dejado todas en las alforjas de Duna.

Casi a tientas, avanzo por el pedregoso terreno. Soy consciente de que Glinthalas se ha alejado y me ha dejado sola pero no puedo quejarme; Lowen y los demás se encuentran en una situación mucho más peligrosa que la mía y necesitan de la infalible puntería del arquero elfo.

Solo espero llegar a tiempo de atender sus heridas si alguno de ellos resulta herido durante la huida.

Kylian se limitó a observar desde detrás de su máscara a las palabras de Briand. Estaba completamente fuera de su ambiente, y lo mejor que podía hacer era permanecer callado y esperar a que las palabras de la noble convencieran de una vez a los guardias para salir de ahí sin derramar más sangre. Con suerte el engaño de la noble surgiría efecto, de lo contrario tendrían que salir huyendo bajo una lluvia de flechas goblin. Se mantuvo a la espera, con el porte solemne y se posicionó al lado de Briand y Lowen con actitud impaciente.

Los dos patrulleros escuchan con atención el relato de Briand y uno de ellos toma la espada que ella le ofrece para examinarla con más detalle a la luz de una hoguera cercana.

—No cabe duda, es la bastarda del Cabo Mayor —confirma con gesto grave—. ¿Y decís que ha sido capturado por los salvajes? Deberíamos ir con vosotros a liberarlo de esos pequeños come-mierdas.

—Pero no podemos abandonar nuestro puesto —protesta su compañero—. Silverad ordenaría que nos colgasen de las pelotas cuando volviéramos.

El primero asiente en silencio largamente, sopesando la situación.

—Está bien —accede al fin, dirigiéndose a continuación a los goblins de la torreta—. Dejadlos pasar.

Escucháis a los trasgoides situados en lo alto protestar para sus adentros aunque no conseguís entender lo que dicen. El caballero de Neraka hace ademán de devolveros la espada que no le pertenece pero su compañero le detiene antes de que pueda entregárosla y la toma para sí.

—Marchaos y que su Oscura Majestad os permita traer de vuelta a nuestro Cabo Mayor. Si pregunta por su bastarda, decidle que el caballero cadete Crowmly la custodia hasta su regreso. Sin duda estará más segura en mis manos que en la de unos mercenarios que pueden perderla frente al enemigo. No os ofendáis, sencillamente carecéis de la capacidad y la disciplina de un verdadero soldado.

—Os deseamos la más gloriosa de las victorias, hijo venerable —se despide el primero, haciendo un salud marcial al disfrazado Kylian—. Regresad triunfante para mayor gloria de nuestra Reina Ausente.

─¿Qué? ¿Lo están consiguiendo? ¡Bien! ─pensó el elfo para sí cuando al fin alcanzó el punto desde el cual retomaba la visión de su grupo de compañeros.

Les habían detenido a las puertas del campamento, pero ahora les dejaban pasar. Impresionante, nunca hubiera dicho que fuera a ser tan sencillo. Los disfraces y la labia de la noble de Kalaman habían obrado el milagro.

Glinthalas aguardó unos instantes para asegurarse que lo que le había parecido ver fuera realmente cierto y tras cerciorarse que no fuera una artimaña de los caballeros de Neraka, dio media vuelta y fue a buscar a su abandonada compañera de andanzas por las alturas, con cierta prisa, no fuera a ser que tropezase de forma tan sonora que todo el campamento pasase a buscarles a ellos en vez de a sus compañeros. Aquello ya no era nada deseable en esos momentos...

Lowenherz contenía el aliento, a la espera de que los caballeros se negasen, o de que alguien se percatase del engaño y todo se desmoronase. Sin embargo, la treta de Briand dio resultado. Los lozanos caballeros compraron la trampa, accediendo a dejarles pasar. El guerrero mantuvo la boca cerrada, incapaz de participar en aquel engaño, y, en cuanto tuvo salvoconducto, agarró de nuevo al solámnico del brazo, incitándole a caminar hacia el exterior. Solo cuando hubieron dejado atrás las atalayas de los goblins y la oscuridad les amparaba de nuevo, pudo Lowen dejar escapar todo el aire que, inconscientemente, retenía en sus pulmones con cada respiración.

Dejado el peligro atrás, el cansancio de la tensa jornada pareció golpearle como una maza en la frente. Lowen ayudó al solámnico a sentarse, y él mismo se dejó caer sobre un tronco viejo, resoplando de hambre y cansancio.

- Por fin. - miró al caballero - Siento haberle arrastrado de ese modo. - dijo con gran deferencia. Después, echó mano de su zurrón*, sacando un odre con vino aguado, que le ofreció al caballero antes de beber él mismo. Extrajo también un trozo de pan y cecina seca, y, nuevamente, se lo ofreció al reo rescatado.

- Supongo que no podemos quedarnos demasiado cerca de ese lugar. - dijo a sus compañeros, señalando con el dedo atrás.

No deseaba alejarse demasiado, porque en su mente aún flotaba la idea de liberar a los demás reos. Aunque sospechaba que sus compañeros se opondrían a ello.

Kylian aguardó mientras la señora de le Besco conseguía engañar a los caballeros. Una jugada arriesgada que había salido bien, necesitaban salir de ahí cuanto antes y confiar en la capacidad de observación y astucia del preso para que les contara todo lo que estaba pasando ¿Planeaban un ataque a gran escala?¿Tenían dragones a los que estaban alimentando?¿Que sabía de las teorías sobre el regreso de la difunda reina de los dragones? Pero ahora no era el momento de dar rienda suelta a sus preguntas. ya dispondrían de tiempo una vez en el bosque.

Mantuvo la actitud recia y el desprecio de un sacerdote del mal y acompañó al grupo lejos de ese campamento. Asintiendo en silencio a las palabras de los caballeros. realmente estaban convencidos que Takishis lograría burlar su destino una vez más. Solo el tiempo daría veracidad a esas esperanzas o las descartaría como ensoñaciones descabelladas de sus fieles. Aunque le hubiera gustado interrogar a un sacerdote de Zeboím para entender su papel en esa conjura, no disponía de la labia de Briand para ello.

Habían pasado por mucho y el sudor, el cansancio y la congoja habían hecho mella en el. Solo deseaba poder tumbarse y entregarse a los brazos del sueño tras cumplir con su misión.

Con la ayuda de Glinthalas, la mística que-shu consigue avanzar por entre el escabroso y accidentado terreno circundante y os reencontráis todos en el punto de reunión acordado; junto al árbol en el que dejasteis atadas a vuestras mulas.

Parece increíble pero tres de vosotros habéis logrado entrar y salir del campamento de los caballeros de Neraka sin un solo rasguño y, por si esto fuera poco, traer con vosotros al escudero solámnico.

El tipo no es mucho mayor que la mayoría de vosotros, responde al nombre de Lyam uth Dinsmoor y os está profundamente agradecido por haberle rescatado del infierno en el que había caído cautivo. Pero, después de que Lluvia atienda sus heridas físicas, estas no parecen tan graves como las emocionales.

Al interrogarle sobre ello, os cuenta que durante el asalto a Belleria se infiltró entre los atacantes para descubrir su identidad y sus motivos pero fue descubierto y apresado al poco de llegar al campamento. Aun así, consiguió enterarse de algunas cosas tanto antes de ser atrapado como durante su cautiverio y está deseoso de compartirlas con vosotros en agradecimiento por vuestra ayuda.

El campamento está compuesto en su mayor parte, como habéis visto, por goblins y mercenarios contratados para saquear la región. Los caballeros de Neraka aquí soy muy pocos y la mayoría de ellos no son más que postulantes. Y otro tanto ocurre con los sacerdotes oscuros de Zeboim, que mayoritariamente son acólitos de bajo rango liderados por un fanático que está tratando de hacer eclosionar huevos de dragón en el interior de las minas.

Los pocos esclavos que han tomado de su asalto a Belleria están siendo obligados a trabajar allí, pero no para extraer gemas ni metales preciosos sino para ampliar las cavernas subterráneas y acomodar así de forma adecuada a los dragones que nazcan de esos huevos.

Lyam está decidido a impedir a toda costa que esas criaturas lleguen a nacer y os suplica que le ayudéis a destruirlos antes de que sea tarde y a rescatar a los prisioneros que retienen allí.

Casi me entran ganas de romper a llorar de alivio cuando Glin regresa en mi auxilio al cabo de unos pocos minutos de tenerme deambulando en la oscuridad. No estaba desorientada, pero sí temerosa de dar un paso en falso y terminar cayendo sobre alguna tienda de campaña del campamento enemigo, cuando no algo peor.

Para cuando conseguimos reencontrarnos con el resto del grupo, ellos ya han llegado hasta lugar de encuentro establecido y me alegra comprobar que ninguno de ellos está herido. El único que sí lo está es el apaleado joven que han traído con ellos y a quien atiendo con la mayor diligencia. No puedo ni imaginar lo que tiene que haber vivido en tan espantosa compañía.

Mientras mi magia obra el milagro de remendar su cuerpo, escucho con atención todo lo que nos cuenta sobre sus descubrimientos y con ello tengo la certeza de que la realidad supera con creces mis peores expectativas. Una camada de dragones en la región, por muy crías que estas sean, sería algo terrible y solo puedo imaginar que los espíritus me han traído hasta aquí por medio de sus sueños proféticos precisamente para impedirlo, por aterrador que me resulte.

—Yo te ayudaré —le aseguro, aunque sin tener todavía muy claro cómo voy a cumplir semejante promesa—. Si hay inocentes ahí abajo que están sufriendo y una amenaza tan inminente como la que describes, no puedo permanecer de brazos cruzados o marcharme sin más. Entre mis compañeros hay grandes estrategas y mejores luchadores, estoy convencida de que entre todos seremos capaces de hallar un modo de salir triunfantes.

Miro esperanzada a mis amigos, convencida de que no se echarán para atrás ante este desafío. Por imposible que parezca, les he visto salir airosos de situaciones que también prometían ser insuperables.

Kylian anotó cuidadosamente todo lo que habían averiguado en su hoja de pergamino, los nombres de los líderes, la situación y número de los prisioneros. Preguntó una aproximación de las fuerzas enemigas y trató de reproducir un bosquejo del campamento con las indicaciones de Lyam y su propia experiencia de campo.

Que la guardería se utilizaba para tratar de hacer eclosionar dragones del mal era la deducción más lógica, y al parecer se confirmó por parte del escudero. Pero quedaba una cosa por averiguar.. ¿Qué movía aquel fanático de Zeboím? Rodeado de caballeros consagrados a una diosa muerta. Y si el mantenía como habían demostrado sus acólitos el favor de la Diosa oscura.. ¿Porqué aceptaba órdenes de seguidores de Takishis? ¿Trataban de refundar la orden?

- Lyam, necesitamos saber si son una célula apartada o hay más escuadrones de los caballeros de Neraka implicados, aunque sea en otros lugares. Saber si se trata de una célula independiente o si estamos ante un ejerercito reorganizado. Y si supieras algo de las motivaciones del fanático de Zeboím o las creencias en el regreso de Takishis por parte de los postulantes me sería de gran ayuda para las crónicas.

Dijo el sacerdote, tratando de sacar algo en claro de esos hombres.

Y en cuanto a atacar el campamento, buscaría refuerzos entre los cabaleros de Solamnia. Ya vimos que disponen de un dragón entre sus filas, posiblemente la madre de los huevos. Por no mencionar los centenares de goblins y mercenarios dentro de una estructura armada y vigilada. Solo Gilthanas es un experto en el sigilo y el rastreo de las presas. No, yo volvería con Sir Branthon y le expondría la situación.

¿Volver? ¿Está loco? Se ve que a los caballeros de Solamnia les comen el coco y sólo los que más suerte han tenido o los que son tenaces y resistentes como mulas consiguen llegar a ostentar el título, sino no se explica.

Goblins, mercenarios humanos, caballeros de Neraka, acólitos de Zeboim, draconianos y, por si fuera poco, dragones. A ver, volver al campamento solos, sin la ayuda de un ejército, era un auténtico suicidio. Y aún suponiendo que fueran a vencer a las fuerzas "convencionales", ¿qué pasaría cuando la madre de los huevos volviera a "casa" para comprobar que sus crías nunca nacerían? ¿Irse a llorar a un rincón apartado? No. Buscaría a los culpables y acabaría con ellos de la manera más cruel y definitiva imaginable.

─Lamento ser un agorero, pero esa es una empresa condenada al fracaso. Debemos volver a Belleria, informar, que se forme un ejército. Esto no es tarea para unos pocos. Aunque pudiéramos con las tropas de a pie, seríamos destruidos por la dragona. ¿No os dais cuenta? ─trató de razonar el elfo con los volubles e irracionales humanos─ Y vos más que nadie deberíais saberlo ─dijo el silvanesti apuntando con el dedo a Lyam─ ¿No deberíais informar de vuestros hallazgos a vuestro superior? ¿No era esa la misión? Si acabaran con nosotros ahora, nadie sabría de los planes de esa chusma...

Definitivamente había que meter un poco de sentido común en la mollera de los guerreros natos o acabarían en una fosa en las próximas horas. O alimentando a algún carnívoro...

—Os estoy profundamente agradecido, mi señora —dice el escudero solámnico, besando las curtidas manos de Lluvia Estelar en señal de reconocimiento tanto por sus cuidados como por su ofrecimiento de secundarle en la batalla—. Que la divina Mishakal os sonría y os sea siempre favorable.

A continuación, dirigiéndose hacia Kylian y a Glin, añade:

—Esto no parece cosa de un loco solitario y me atrevería a decir que se trata de una conjura a gran escala de los caballeros de Takhisis, aunque no tengo pruebas que confirman o desmientan tal cosa. Y no las tendremos si escapamos cobardemente al amparo de la noche abandonando a su suerte a los infelices a los que tienen prisioneros.

»Para cuando quisiésemos reunir a los caballeros de Solamnia y regresar con un ejército contra este campamento, sería ya tarde. Pasarán semanas, cuando no meses, antes de que el Emperador reúna fuerzas suficientes y para entonces es posible que los huevos hayan eclosionado ya. ¿Qué saldrá de ellos? ¿Dragones, un ejército de draconianos como en la Guerra de la Lanza, algo peor? No tenemos modo de saberlo y no deseo esperar para descubrirlo.

»Si hay un momento de actuar es ahora, cuando no esperan un ataque y su autoconfianza les hace vulnerables. Nadie habla de matar a cientos de goblins y mercenarios, basta con entrar en las cuevas y abrirse camino hasta el nido donde incuban los huevos. Hasta el momento el único dragón que he visto por aquí ha sido al Azul que nos asedió en Belleria y es demasiado pequeño como para poder ser la madre de esa nidada. Al menos, de acuerdo con lo que se cuenta sobre el tamaño de los dragones adultos. No, la madre debe estar en otro lado, pero yo no esperaré a que venga a reclamar a sus crías.

»Pero los que tengáis miedo de actuar, podéis regresar a Belleria e informar de lo que os estoy contando y de lo que vosotros mismos habéis visto. Solo los dioses de la Oscuridad saben qué siniestros propósitos alían a los sacerdotes de Zeboim con los caballeros de Takhisis, pero no traman nada bueno; de eso estoy seguro. ¿Y decís que esos fanáticos creen que el Dragón de Cinco Cabezas va a regresar a Krynn? Cuesta imaginar un horror semejante...

Para su buena fortuna, y la misma que le brindaba su diosa, había salido victoriosa en su trato y a cambio de entregar la espada y aquel falso voto de confianza, había obtenido el de los caballeros. Como noble proveniente de una ciudad altamente burguesa, sabía cómo negociar, y cómo vislumbrar qué era lo que valoraba cada uno en pos de poder usarlo a su favor para obtener un beneficio a cambio. Los mercenarios sólo valoraban el dinero, los draconianos su deber, los esclavos y los goblins su propia supervivencia y los caballeros a los suyos. Había logrado obtener lo que quería, así que no dudaría en tomarlo y marcharse.

- No fallaremos. - Le aseguró a los caballeros, indiferente a sus calificativos ya que de poco importaban, y cualquier palabra de más sobraría. Continuaron transportando a su rehén con dureza, lo suficiente como para poder reinternarse en los bosques, fuera del rango de visión de sus batidores y reunidos de nuevo con sus otros dos seguidores, vigilantes.

Aliviadas las tensiones, desataría con cuidado al escudero, devolviéndole sus prendas y también con suerte sus energías, por medio de su cinto curativo y la mano de Lluvia Estelar quien no tardó en acudirlo. Este pareció comprender la realidad de la situación, así como presentar la misma del campamento y sobre su identidad. Era la información que buscaban, aunque venía acompañado de un nuevo dilema. Ella, por su parte, se concentró en arreglar y recolocarse sus ropas, así como limpiar su look. No podía soportar fingir ser una escoria mercenaria ni un minuto más.

- Lyam uth Dinsmoor, pro populo Belleria, sine mendo me paenitet ad succurrendum offerre castra. Spero autem intelligo illud esse necessarium in ordine ad redigendum ullo errore in margine autem dicebat volens eripere eum missione, tum quia metus et ex reliquis captivis et nobis effugium. - Le explicó formal y educadamente en su misma lengua hidalga, no sólo en una muestra de respeto sino para otorgarle la seguridad y comfort que estaba frente a gente que realmente estaba de su lado y conocía parte de su cultura. - Le Besco Briand est nomen meum, in Domus filia eiusdem cognominis et repraesentativa Kalaman, ut serviamus tibi. - Concluyendo con una adecuada y algo atrasada, mas necesaria, presentación personal junto con un muy culto gesto de su mano sobre su pecho.

Tras ello, una vez todos recompuestos, el guerrero parecía deseoso de finalizar la cruzada que había iniciado en aquel campamento antes de volver a dar un sólo paso a atrás. La noble tenía muy en claro cuál era su misión, y realmente no tenía ninguna intención de extralimitarse más allá de lo que su auto compromiso le mandaba. Misma era la razón por la que no habían intentado liberar más prisioneros durante su estadía previa, o intentar avanzar de más. Su objetivo era uno, y ese era regresar con el escudero y la información para planear su movimiento con el tiempo y recursos que ameritaban.

- Me temo que hemos de declinar, Sir uth Dinsmoor. El gobernador Certret y su mismo caballero, Sir Branthor, nos han encomendado encarecidamente el regresar con su vida y esta misma información de vuelta, por encima de todo. Le ruego que reconsidere su postura e insto que nos acompañe, de regreso a Belleria. Comprendo su deber y su valentía, mas debemos ser conscientes de nuestras limitaciones y no podemos permitirnos que el riesgo y dolor por el que tanto han y hemos pasado, haya sido en vano. - Le insistió al caballero con las más diplomáticas de sus palabras, definitivamente unas totalmente diferentes a los de su disfraz mercenario ahora que se encontraba una vez más sobre sus propios zapatos.

Su mirada se volteó hacia el horizonte, en dirección al campamento hacia lo bajo.

- Los guardias de Neraka no recibirán nuestro regreso sin su Cabo Mayor, y éste también se encuentra preso de camino a su pueblo. Es menester reencontrarnos a la brevedad, ya que con este nuevo conocimiento puede resultar un prisionero de gran utilidad y cuya ejecución habría de ser evitada. Por otra parte, es sólo cuestión de tiempo para que se percaten de su presencia faltante y nuestro engaño, sino en el mejor de los casos, enviar una patrulla de reconocimiento al amanecer al ver ausente nuestro regreso y asumir nuestro fracaso. Es por ello que debemos aprovechar este pequeño margen de tiempo y apresurar nuestra marcha cuanto antes, de lo contrario podríamos ser recapturados. - Explicó con mayor razonabilidad la situación, no sólo para el escudero sino para sus otros dos seguidores que aún no estaban enterados de las condiciones de su salida.

Lamentablemente, no podían ni tenían tiempo de ir yendo y viniendo, esperaba todos los comprendiesen y sino, tocaría marchar de regreso sin la compañía de algunos. Aunque rogaba por dentro, pudiese haber hecho entrar en razón y convencer al solámnico. Su presencia de regreso sería un gran alce de moral para su gente y también un mayor beneficio para su propio prestigio.

- Lyam uth Dinsmoor, pro populo Belleria, sine mendo me paenitet ad succurrendum offerre castra. Spero autem intelligo illud esse necessarium in ordine ad redigendum ullo errore in margine autem dicebat volens eripere eum missione, tum quia metus et ex reliquis captivis et nobis effugium. - Le explicó formal y educadamente en su misma lengua hidalga, no sólo en una muestra de respeto sino para otorgarle la seguridad y comfort que estaba frente a gente que realmente estaba de su lado y conocía parte de su cultura. - Le Besco Briand est nomen meum, in Domus filia eiusdem cognominis et repraesentativa Kalaman, ut serviamus tibi. - Concluyendo con una adecuada y algo atrasada, mas necesaria, presentación personal junto con un muy culto gesto de su mano sobre su pecho.

Briand habló en idioma Solámnico. Traduciendo sus palabras:

- Lyam uth Dinsmoor, en nombre de la gente de Belleria, permítame ofrecerles nuestras más sinceras disculpas por nuestro trato en el campamento. Espero sepa comprender era menester en pos de reducir todo margen de error en nuestra misión de rescatarle, así como los riesgos para el resto de los prisioneros, y nuestro escape.

- Mi nombre es Briand Le Besco, hija de la Casa del mismo apellido y representante de Kalaman, para servirle.

Lowen escuchaba la conversación enardecido. Cuando aquel escudero solámnico habló de regresar, su corazón se llenó de ímpetu, como no podía ser de otra manera: los prisioneros seguían allí dentro, y eran enviados cada día a sufrir en una mina, y todo ello con el afán de crear nada menos que un nido de dragones. Las historias de otro tiempo regresaron a los oídos de Lowen, la narrativa de una era de dolor que había causado destrucción en todo Krynn, y que él solo había vivido a través de los labios de los juglares, que, de cuando en cuando, pasaban por su humilde aldea y contaban historias sobre héroes a cambio de algunas monedas. Ahora, sin embargo, aquello parecía estar muy cerca. Negó con la cabeza cuando escuchó a Briand y Glinthalas hablar de marcharse.

- No podemos marcharnos ahora. - dijo, con el ímpetu propio de la juventud - Habéis visto en qué condiciones mantienen a esos prisioneros. ¡Los torturan cada día, en esas minas horrendas! Sé cual era nuestra misión, por qué nos pagan. Pero nuestro papel en esta historia no puede limitarse a esto.

Señaló hacia el campamento con vehemencia.

- Nuestros enemigos duermen. Ya habéis visto cómo es el lugar: no temen un ataque, no están especialmente alerta. Estoy seguro de que podemos encontrar un camino por el que acceder al interior, sin tener que mantener nuestro engaño. Las minas están muy cerca de la pared de la montaña, tiene que haber una manera. - y luego añadió - Con suerte, las minas tendrán otra salida. Podríamos destruir los huevos de dragón, y esperar a que traigan a los reos por la mañana. Nadie esperará una trampa dentro de su campamento. Salvaríamos a esos desgraciados. - miró a Briand y a Glin - Si a vosotros os apresaran, seguro que desearíais que alguien hiciera lo mismo por vosotros. ¿Qué decís?

Luego miró a Lyam.

- Podéis contar conmigo para esta misión.

No deseaba separarse de sus compañeros, pero no podía marcharse de allí y abandonar a su suerte a los prisioneros, o ignorar el peligro que se cernía sobre Belleria. Cuando regresara a su aldea y se sentara junto a sus hermanos, frente al fuego, ¿qué les contaría? ¿Que se marchó como un cobarde para cobrar unas monedas? No era eso lo que haría un auténtico solámnico.

Kylian negó con la cabeza, ese aprendiz de caballero era tan necio como el escudero. Se creían exploradores elfos capaces de moverse por la espesura sin ser detectados, y el furor llenaba sus corazones justicieros pero emprender tal empresa era un fracaso seguro. No tenían las fuerzas, las habilidades ni la información necesaria para tal gesta.

- En primer lugar el honor de Lyam lo obliga a cumplir con su deber y finalizar su misión con éxito. Y esa es informar de las intenciones, fuerzas y disposición del enemigo tras infiltrarse entre los mercenarios. Tratar de liberar a los esclavos y morir en las minas no solo condenaría a los caballeros a permanecer a ciegas ante la amenaza, si no que comprometería el honor de un aprendiz de caballero. Como muchos dirían, un destino peor que la muerte.

Dijo con voz pausada, exponiendo la situación con la mayor crudeza que pudo imprimir a sus palabras. Era fácil manipular el honor de los idealistas en su propia contra.

Y en segundo lugar, aunque los huevos eclosionen mientras hablamos tendrán que alimentarlos, entrenarlos y acomodarlos en las cuevas. Tardarán meses, si no años, hasta que estén preparados siquiera para transportarlos fuera de estas cuevas. La señora de le Besco y Glinthalas tienen razón, nuestro deber es volver e informar de todo cuanto han puesto en movimiento los caballeros y los fanáticos de Zeboím.

Debían volver y valorar la situación. Precipitarse solo conllevaría una muerte ignominiosa. Y el conocimiento era más importante que cualquier acción, o que un puñado de esclavos.