Partida Rol por web

El conde desmontó su corcel de forma ceremoniosa, dejando caer todo su peso sobre la hierba produciendo el sonido de un saco repleto de candelabros cayendo al suelo.

-Atrás, buenas gentes. Aquesto no parece obra terrenal, más yo mesmo aportaré castigo a quien haya osado perpetrar aquesta infamia. ¿Sabemos más acerca del Lupo?-preguntó a los presentes

Acababa de hablar Wynloc, dejando bien claro que temía por Serenya, cuando, en el horizonte, por lo alto de la loma, asomó la briosa figura de un corcel de batalla, montada por la una recia figura que, desde la lejanía, hizo oir su poderosa voz; se trataba, en efecto, del Conde Don Godofredo, acompañado del resto del grupo en no tan briosas monturas.

...Y mira que ha pasado veces, pero siempre sigue sorprendiéndome la magna entrada en escena de nuestro noble Caballero, a la vez que siempre me llena de alegría, pues se que allá donde aparece, el mal se va a llevar tal somanta palos y cortes de diversa índole, que no va a reaparecer hasta un par de generaciones, y a veces, hasta ni eso. En fín, dicho en otras palabras más llanas..., que me llenó de gozo ver que nos reagrupamos, ya que fuese la que fuese  la bestia, o bestias, que hicieron esto al pobre Ismail, iban a ser necesarias más que artes de rastreo para acabar el asunto y encontrar además sana y salva a Serenya. Va a hacer falta potencia de combate, y en nuestro caso, mayormente, contamos para ello con nuestro Audaz y acorazado camarada.

-Gracias por venir tan pronto, amigos; si, parece que esto no es obra de bestias normales; creo que tendremos que movernos rápido para asegurarnos de que no haya más víctimas, pero tenemos que tener cuidado porque la noche no tardará en caer.

El pequeño Timmy y su fiel Valtonyc bajaron del caballo antes que su Conde, callado se puso a inspeccionar el cuerpo y los alrededores usando sus habilidades como explorador que aprendió en Hommlet de aquel viejo cazador que vendía pieles en el Gremio de Comercio.

El perrito por su parte optó por sentarse y sonreír, nada le gustaba más a ese animal que descansar y ser acariciado por Timmy.

Agarrando las caderas de Ruff, Elenair asomó el rostro para ver a la comitiva. Ver el cuerpo bajo la sabana le cambio el rostro, un tono blanquecino inundó su piel y sus pupilas se dilataron. La siempre jovial elfa tenía la boca cerrada como pocas veces. Emitiendo un pequeño sonido gutural se giró sobre sus talones para poder dar la espalda a la marcaba situación.
No era capaz de soltar una de las muñecas de Ruff. Tocarlo le daba una sensación de confianza. No era la primera vez que veía un cadaver. Sangre y vísceras, extremidades en posiciones antinaturales debido a la rotura de huesos Ya están aquí- Levantó la mano que aún le quedaba libre para saludar al resto del grupo - Que alegria me da volver q ver a todos- Una sensación más que sincera. Los rostros conocidos serenaban sus ánimos Sir Godofredo, con él lo lograremos y le salvaremos- Quería acercarse a él y así alejarse del cadaver y de su olor. Al principio no lo había percibido pero a cada instante que pasaba el hedor copaba sus fosas nasales.
Debe de estar aterrada, sola y pasando frío. Habrá escuchado los gritos de ...- Señaló el cuerpo sin atreverse a girar su rostro, no quería volver a verlo. Apretaba más y más la muñeca de Ruff. Sin tantos ojos posados sobre ellos, Elenair se hubiese acurrucado bajo los brazos del semiorco y le hubiese pedido que le abrazase. El calor desprendido por el cuerpo humano era una gran antídoto para el miedo

El conde de Miramonte no pasó por alto el semblante pálido de la muchacha elfa. Habían compartido aventuras y por ello sabía que Elenair se mostraba especialmente aprensiva ante escenas de casquería como aquellas, por lo que trató de apartar su mente de aquella imagen color carmesí.

-Gentil dama, acudo a vos en búsqueda de amparo. Aqueste desdichado hombre merece que sus restos terrenales sean consagrados en rito funerario... suficiente infortunio ha padecido ya para que deba esperar un momento más en aqueste lamentable estado. ¿Me acompañaríais con una de vuestras canciones sacras? -dijo apoyando su mano derecha sobre el fino hombro de la elfa, para luego acercarse aún más a ella para poder susurrar -Aquestos pobres villanos han visto su corazón tomado por el pavor y la desconfianza, Yo puedo sanar el cuerpo, más temo que sólo vuestra voz pueda sanar sus almas, ni que sea en parte.

Volviendo su atenciónen el cadaver que yacía a los pies de toda aquella gente cubierto por una manta de lino crudo se arrodilló junto al mismo y tras dibujar una cruz enmarcada en un círculo con su dedo pulgar sobre los restos mortales y echar un pequeño chorro de agua de su cantimplora sobre la tierra, alzó ambas palmas hacia el cielo, así como su mirada.

-Señor, ante nosotros se encuentra nuestro hermano Ismail. Su carne ha sido profanada por la injusticia, más te rogamos que su alma sea acogida en tu salón, puesto que vivió una vida justa.

El deshonor exije venganza, el daño exige reparación y la afrenta exige el Justo Castigo. Permíteme, Sant Cuthberg que sea este humilde servidor el que pague el precio de nuestro hermano Ismail, pues yo mesmo y si no yo, mis camaradas, juramos castigar con severidad al culpable de aquesta infamia.

Que su cuerpo quede entre nosotros, más su alma permanezca junto al Castigador, observando con deleite como es aplicado el Justo Castigo a su deudor.

¡Que el castigo haga temblar al injusto, así como reconforta al justo!
 

Tras tamaña oración, llevó su frente hasta el suelo como muestra de pleitesía hacia su deidad, para luego dirigirse al grupo de aldeanos que los rodeaba.

-Sus restos han sido sacralizados, más no debéis temer ya por su alma. Permitid que mis camaradas busquen rastros en él y luego llevadlo al templo para que quede a disposición de su familia-dijo en tono ceremonioso

Timmy y su perrito se pusieron enseguida a buscar algún rastro. El pug pese a su nariz chata, tenía muy buen olfato y podía hallar rastros con bastante facilidad. Estuvo examinando la zona junto a su amo durante gran parte de los rezos, pero no pareció dar con ninguna pista significativa. Pronto descubriría porqué.

Tras los rezos por el alma del pobre Ismail Braxxen, acompañados por la melodía sacra que entonó Elenair de fondo, llegaron las respuestas a las preguntas que todos se habían formulado. ¿Sabían algo más acerca del posible lobo? Lo cierto era que no. Ninguno de aquellos hombres lo había visto. Los únicos que se habían encontrado con aquel hombre hasta el momento eran los dos hermanos Braxxen, uno muerto y otro moribundo.

Godofredo, sabía de boca de Biff Mason, el alguacil de Viecas, que Issac había sido atacado por un lobo enorme. Ningún otro dato había transcendido. Lo que si sabían los campesinos era dónde habían encontrado los restos de Ismail. Había sido en una zona interior del bosque, a casi un kilómetro en línea recta desde el punto donde se hallaban. Una zona especialmente frondosa y oscura. El lobo o lo que fuera que había atacado a los hermanos, no frecuentaba esa zona del bosque.

- Al principio solo vimos algunos indicios… sangre, restos de ropa… - Dijo uno de los mozos. – Pero enseguida Wilmer lo encontró… - Desveló. – Estaba tirado entre unos matorrales y había unas marcas en el suelo, como si se hubiera arrastrado hasta allí para esconderse del lobo…

- ¿De cuántos hombres disponemos? – Le preguntó Wynloc a los dos campesinos. – Creo que lo suyo sería dividirnos en dos o tres partidas, así abarcaríamos mucho más terreno. – Wynloc empezó a contar dando por hecho que todos los allí presentes se iban a prestar para la cacería. – Gardal, tú y alguno de tus hombres podría venir conmigo, con Ruff y el conde. Daiser, La Dwama y Timmy podrían ir con algunos de los tuyos. Tú conoces bien el bosque, si quieres podrías ir con Jack, Elenair y el resto de hombres. ¿Qué os parece?

- Me gustaría acompañaros… - Gardal resopló. – Pero lo que he visto es demasiado. Creo que ni yo, ni ninguno de mis mozos está preparado para algo así… - Meneó la cabeza de lado a lado. – No comprometeré la vida de ninguno de ellos. Los hermanos Braxxen ya han muerto por mi culpa y no cargaré en la conciencia con la vida de nadie más. – Resopló de nuevo. – Lo siento, pero nosotros nos vamos.

- Yo tampoco. – Afirmó Daiser. – Esto es cosa del alguacil y sus hombres. Son ellos los que deberían estar aquí y no nosotros. – Afirmó con rotundidad aquel granjero y en parte tenía razón. – Para eso le pagamos. Para que nos proteja. ¿No es así? – Dijo que no con el dedo índice. – Nosotros también nos vamos. ¡Demasiado hemos hecho encontrando al pobre Ismail!

- ¡Vuestra cobarde actitud me decepciona! - Rebatió Wynloc. - ¡Hoy han sido los hermanos Braxxen, pero mañana podrían ser vuestras esposas e hijos! - Les advirtió. - ¡Este es un problema de todo nosotros! 

Mientras Wynloc hablaba la turba enfurecida de campesinos, había dejado de estar llena de ira y había dejado de ser una turba. Tan solo quedaba un grupo asustado de hombres armados con aperos de labranza, que se marchaba por donde había venido, cargando con los restos de uno de sus convecinos. Las miradas de todos ellos eran bajas, ninguno pudo dar argumentos en contra de las acusaciones de cobardía de las que habían sido objeto, pero ninguno de ellos cambió de opinión. Ninguno salvo uo de ellos. Wilmer se acercó a Wynloc.

- Al menos queda un hombre entre los vuestros... - Le dijo a aquel mozo alargándole el brazo y estrechándole la mano. 

- No podría consentir que dijeran de mí que soy un cobarde... - Habló aquel barbudo pelirrojo. - ¡No señor! Además... - Miró a la partida de caza que se había organizado y más concretamente al conde, la enana y el semiorco. - ...cuentas con buenos guerreros. ¿Verdad Wynloc? - Agarró con firmeza su tridente. - ¡Sólo tengo este arma para enfrentarme al lobo, pero se la hundiré en la carne si tengo la oportunidad! - Wynloc le tendió la mano a Wilmer y acabaron fundidos en un abrazo de camaradería. 

El tacto de la madera le reconfortó. Por mal que estuviese la situación su flauta siempre estaba allí. La melodía que tocó era triste, algo lógico en aquella situación. Todos los presentes pudieron ver como varias lágrimas recorrían las mejillas de la elfa que tocaba sin cesar con un tono suave para no molestar. Solo se detuvo una vez escuchó su nombre.
No me separaré, lo que esté oculto en el bosque es peligroso. Si es un animal deberíamos de realizar una batida y si es otra cosa... Mejor que no lo sea- Con el instrumento todavía en sus manosn, se aproximó a Ruff. Un semiorco siempre era un buen amigo en un bosque que contenía una criatura asesina

Elenair buscó de nuevo la proximidad del semiorco; él, antaño arisco y hudizo, agradecía ese tipo de gesto... tal vez otra gente pensase o interpretase lo que quisiese; a él le daba igual. La presencia de la elfa, tan distinta a él, curiosamente, le transmitía una sensación de... de electrificante tranquilidad.

Si, algo curioso, un tanto contradictorio, como casi todo en este semihumano, al que la triste melodía de Elenair despertaba todo tipo de sentimientos. Por ventura, sabía mantener un rictus serio cuando era necesario.

Posteriormente, asintió con un gesto de reconocimiento a Wilmer. Pese a que el bosque no es el ámbito de trabajo de quien empezase como truhán de callejones, su propia naturaleza le facilitaba desenvolverse en este medio, aunque no al mismo nivel que alguno de sus compañeros.

El pequeño Timmy se enfadó sobremanera cuando se dio cuenta que estaba buscando rastros del lobo en el sitio equivocado, habían movido al muerto y había hecho el tonto.

Aunque su primera reacción fue llorar por el tiempo perdido y porque nadie prestaba atención a un niño haciendo labores de busqueda de rastros, acto seguido se acordó de las palabras de Dwama "Tienes que aprender cuando llorar y cuando no. Esta no era una ocasión adecuada. No tiene sentido. La vida es mucho más dura que una sopa insípida. Cuanto antes lo sepas mejor" por lo que se secó las 2 lágrimas que intentaban salir y se armó de paciencia.

-A ver villanos! como podéis ser tan cobardes de huir? yo tengo 9 años y aquí estoy, intentando cazar a vuestro Lupo! a Timmy le encantaba usar la jerga del Conde, le daba estatus entre el populacho decía a veces Godofredo.

Por su parte Valtonic ladraba para atraer la atención de los cobardes que no hacían caso a su amo, esa pequeña rata perruna sabía llamar la atención como pocos animales.

-Si sois tan timoratos podéis partir raudos, pero antes, prestos, necesito que me indiquéis el lugar para empezar a buscar hacia donde ha ido tamaña alimaña. Vayamos en grupo, así ninguna bestia se atreverá a acercarse, o acaso tenéis miedo una docena de hombres acompañados de los mas valientes guerreros de luchar contra un único lobo, tranquilos! caerá por mis flechas como caen los venados del Rey Luis el Gordo. El discurso del niño estaba totalmente preparado, repitiendo las palabras célebres que usaba su versado Señor, debía repasarlo muchas veces hasta autoconvencerse antes de abrir la boca ante grupos tan numerosos, al fin y al cabo no dejaba de ser un niño llevando la vida de un adulto.

Dwama sonrió al ver a su protegido asumir el papel del conde. Lo cierto era que aquel hombre tenía una personalidad arrolladora. Posiblemente en una de sus embestidas, alguien acabara dándole un mal golpe, pero a decir verdad, eso no había pasado hasta la fecha. No obstante, era evidente, que cuando el conde chocara con el villano equivocado, éste no reaccionaría tan bien como lo estaban haciendo hasta el momento todos los aldeanos con los que se cruzaba.

- Vayamos en grupo. – Confirmó las palabras del pequeño Timmy. – Al menos hasta que demos con los restos de la masacre. – Se quedó un momento callada. – Luego si vemos que hay más de una pista que seguir, podremos valorar si separarnos o no. Pero como dice Timmy, es más seguro ir juntos, Wynloc… - Afirmó la enana con rotundidad.

Timmy se llenó de orgullo al ser reforzado positivamente por su amiga enana, ella siempre había creído en él, incluso cuando era un niño llorica de 7 años recién degollado por unos grandes trasgos y salvado por un clérigo, eso se lo debía.

Con el pecho bien henchido por la aprobación de Dwama, se dirigió con el grupo en la dirección que le indicaron, ya sabría cuando actuar, hasta entonces simplemente callaría y continuaría caminando, seguido de cerca de su fiel adefesio. 

-Coincido pues. Marchemos juntos por ahora-se limitó a decir el Conde