Partida Rol por web

La noche en aquel infernal mundo jungla, los globos de luz que tenéis iluminan la trinchera que está casi en el frente de vuestra fortificación, habéis tenido suerte ya que os ha tocado el guarnecer en un fuerte junto a otras 2 compañías, así como las trincheras adyacente a éste por otros tantos soldados, pero a diferencia de las expectativas iniciales, no es ni de lejos el tranquilo destino, ya que los aliados xenos de los T’au, también llamados kroot, atacan de manera irregular, pero hasta ahora os habéis mantenido firmes, pero temiendo el siguiente ataque sin saber cuándo ocurrirá, aunque no sabéis porque, llevan tres semanas sin aparecer, lo cual os tiene con los nervios a flor de piel, ya que lo más probable es que sea que están reuniendo tal cantidad, que por simple fuerza numérica, abrazaran las líneas, o esa es la versión más entendida.

Pero si de verdad va ha ver un ataque, ha vosotros os da igual, vuestro capitán os tiene manía y la mitad de las guardias os toca a vuestra escuadra, por lo que seréis los primeros en morir en caso de ataco, así que por lo menos tenéis pensado el vender cara vuestra piel, y aunque tenéis sueño, el hecho de que de vez en cuando os parezcan ver sombras moviéndose hace que no podáis pegar ojo, aunque no sabéis si es causa de vuestra mente cansada por la vigilancia o de verdad son xenos moviéndose entre las sombras, y los que están dentro de los muros están cansados de oír que el enemigo se está acechando tras varias noches de falsa alarma.

Otra noche más en la maldita trinchera, y Zapis ya no sabía cuántas llevaban frente a la maldita jungla. La detestaba. Era tan diferente a su artificial mundo que a veces se sentía como un recién nacido. Al menos con sus camaradas se sentía arropado. Antes o después habría que pelear, y estaba con los mejores para hacerlo.

Se levantó y estiró las piernas, algo anquilosadas de tanto tiempo en esos agujeros cavados en la tierra. Daba igual si eran de tierra, de hormigón o de plastiacero. Una trinchera era siempre incómoda y agotaba a cualquiera, pensó.

Con ese pensamiento miró a la jungla a través del visor de su rifle láser, intentando atisbar algo. Como en las últimas 3 semanas, no sirvió de nada. Así que, entre aburrido y resignado empezó a tararear una tonadilla típica del regimiento.

- En un hospital japrakiano/ habitaba una enfermera, / 4 cabos y un soldado / que hablaban de esta manera: / A mi no me gusta el aire, / ni salir de mi cuartel, / es que me he casado ayer / y hoy me mandan a la guerra. / Soldadito, soldadito, / puedes irte y ve con ella / que por un soldado menos / no perderemos la guerra / ...

El canto del camarada medicae Krasivi no ayudó a calmar la paranoia de Gotven, que cada tanto miraba hacia la espesura y se imaginaba toda clase de bestias horrendas a punto de lanzarse contra su posición. Tanta espera lo tenía perturbado, sino encontraba un objetivo legal sobre el cuál descargar tanta tensión, tendría que pensar en otra solución.

- Ya está al caer. Oh, si, otra noche noche más no pasaremos sin derramar sangre mutante, de eso ya no quedan dudas, je... - Se decía cada tanto, su espalda pegada a la pared de la trinchera, el rifle láser en mano siempre desde hacía largos días, ya a esas alturas parecía una extensión de sus extremidades superiores.

El sargento se levantó y se disposó a revisar que todos estuvieran haciendo su trabajo, el sudor dejaba unos tremendo rodales en el uniforme.  Maldito sea el capitán Dimitry siempre jodiendo a mi escuadra. Por lo menos no tenemos los uniformes de invierno. Mientras caminaba cargado con un termo de recafeinado en la silenciosa trinchera durante la oscura noche oyó la voz de Zapis el sanitario de la escuadra canturreando. Zapis deja los cantes para el día al menos, estaba realmente preocupado 3 semanas sin noticias de los xenos, eso no era bueno. Con una sonrisa apenas dibujada en su rostro continuó no sea que esa escoria xenos decida hacerte callar de noche. Tras esto entrega una taza llena de recafeinado al medicae y continuó su ronda hasta llegar al lugar donde Gotven estaba apostado, Así me gustan los guardias Gotven, con el rifle en la mano y una plegaria en los labios, mientras servía una taza de recafeinado a Gotven y se la ofrecía bebe algo te sentará bien en esta fría noche.  Esa última parte la decía con un toto socarrón y sarcastico mientras caminaba en dirección a Solovióv, Solovióv espero que no estés echando una cabezadita te traigo algo de recafeinado. Tras ver con cierto alivio que su escudra se encontraba viva aunque aburridos hasta el hartazgo decidió sentarse en una silla y observar esa terrible jungla que le quebraba los nervios con una taza de recafeinado en sus manos. Por el amor del Emperador que clase de salvajes viven todavía en un planeta lleno de junglas. Perdida la mirada en las profundidades de la jungla siente un líquido cálido sobre sus pantalones, su recafeinado se había derramado Puta jungla hija de mil sheyrecs has derramado mi recafeinado. Durante un segundo parecía que el sargento iba a perder los nervios y empezar una de sus conocidas retailas de insultos y malas palabras. Pero simplemente suspira y termina el resto de su recafeinado de un trago largo.

te parecen distinguir, y esta vez sin lugar a dudas, que cerca los kroot estan cerca, y no sabes cuantos son, pero tienes el presentimiento de que son muchos.

- Sí, mi sargento. - Contestó Zapis, algo flemático. -Al menos el café está caliente. Así sudaremos menos si vienen esas bestias. Gracias, mi sargento.

Se tomó el café en pequeños sorbos para no quemarse la lengua y se aproximó al borde de la trinchera de nuevo desde donde miró distraído a la profunda oscuridad de la jungla, sin esperanza de ver nada. Como siempre, lo único que notó fue calma y silencio. Un silencio le recordaba a las prácticas de cirugía con el Dr. Gorbonov. Entonces caviló. Era algo antinatural. Si una cosa tenía clara es que ahí siempre hay ruidos.

Extrañado, se concentró en la maleza que tenía delante. Volvió a usar los aumentos de su visor para ayudarse, pero en esta ocasión se centró en pequeños detalles. Formas muy rectas, algún movimiento fuera de lo normal, y cualquier seña de que el enemigo estuviera cerca.

Entonces vio a un kroot. Esa bestia les estaba observando de la misma manera que hacía el japrakiano. De repente, el xenomorfo se giró e hizo una seña a sus dos lados. Zapis observó como varios más de estos humanoides se aproximaban al linde de la jungla. Poco a poco empezó a ver a más de estos. Uno, dos, cuatro, ocho, diez, doce, otros doce al lado, y otro grupo más y dos más y.... en apenas un vistazo rápido a la linde había visto salir demasiados kroot como para ser simple observación. Iban a atacar esta noche. Ahora.

Rápidamente se giró, y corrió agachado hasta el sargento, que estaba junto a Solovióv.

- ¡Sargento, mire! -le susurró con urgencia Zapis- He visto decenas o centenares de xenos. ¡Van a atacarnos!

Gotven no había alcanzado a dar dos sorbos a su café, cuando Zapis dio la alarma. Ante la noticia, asintió con una sonrisa rapaz, y se asomó un poco para ver si podía divisar algo en la oscuridad, siempre con su rifle en mano. Por su parte, seguía sin ver a ningún kroot, tendría que fiarse de los ojos del medicae. Volvió a poner su espalda contra la trinchera.

- ¡YO SOY DEL SESENTA Y TRES! / ¡VERDE Y ROJO HASTA EL ARNÉS! / ¡SESENTA Y TRES, SESENTA Y TRES! / ¡NO ME PREGUNTEN LOS PORQUÉS! ¡SESENTA Y TRES, SESENTA Y TRES..!

Mientras cantaba como un fanático desquiciado, le daba codazos a sus compañeros de trinchera para que se sumaran al coro. Su idea era que los enemigos pensaran que la tropa humana estaba distraída de juerga, intoxicada o en mitad de una orgía quizás, y eso los hiciera confiarse y avanzar contra una ráfaga de láseres bien preparados.

Me mantenía sereno en la trinchera junto a mis camaradas, mis ojos cerrados y un leve movimiento en mis labios...

- Guía mis manos y ojos oh Dios Emperador y haz caer a nuestros enemigos bajo mi ataque - es le mantra que recito en los momentos en los que no estamos enfrentando al enemigo.

De pronto mi pasividad se ve alterada por las palabras de Krasivi. La adrenalina subió inmediatamente... era la oportunidad de destruir a estos malditos kroot.

Con el aviso de Zapis de que los kroot estaban cerca, uno de los soldados de la escuadra corre a activar la alarma, lo cual despierta a los guardias y forma un griterío, pero al encender sus focos y mirar hacia donde está el supesto enemigo, no se ven sino una buena cantidad de xenos, y el grito de guerra hace ver que sus focos solo han iluminado a una puñado antre de que comenzara la carga hacía vuestras posiciones, así como oís que se hacerca una cantidad mas que considerable, por lo que aquel loco que dijo que iban a venir en una gran horda, no había errado ni una sola palabra

pero lo que parecen ser la vanguardía de los kroot, que posiblemente habrían intentado eliminaros sigilosamente, atacan directamente con la furia que caracteriza a estos adquerosos xenos.

Gotven no esperó la orden de su superior. Ni bien se confirmó el ataque kroot, y aquellas criaturas aparecieron de entre las tinieblas, el soldado sediento de sangre se asomó, apuntó con su rifle láser y lanzó un grito antes de disparar.

- ¡MUERAN, SHEYRECS HIJOS DE UN CRUCERO IMPERIAL LLENO DE PUTAS!

Al parecer aquella sería la única ocasión que tendrían de lograr un disparo medianamente tranquilo. Una vez esas criaturas recortaran más distancia, el combate sería mucho más primal y caótico.

Los hechos pasaron muy rápidamente, de un momento a otro pasé de estar sentado apoyado contra la trinchera y luego, cuando vi que Gotven soltó el primer disparo, mi cuerpo reaccionó instintivamente y tomé fuertemente mi rifle con mis manos.

La adrenalina y odio por esos malditos seres se apoderaron de mí y sin darme cuenta ya estaba apoyando de la mejor manera posible mi rifle láser.

El hecho de que la cantidad de enemigos fuera tan abultada ayudó a que la labor de apuntar fuera más fácil (de seguro con disparar hacia adelante haría caer a más de uno de estos malnacidos). Puse el dedo índice de mi mano izquierda ligeramente apoyado en el gatillo de mi arma y solté mi ataque.

¡EL ENEMIGO ESTA SOBRE NOSOTROS SIN PIEDAD, FUEGO! con un gesto ordena a su camarada que ataque y ataca él mismo con su pistola laser.

La carga de los xenos entra con una fuerza arrolladora, un par de kroot arremete con furia, y pese a vuestros disparos, todos llegan, algunos en mejor estado que otros, por un lado, Gotven y su compañero reciben un rápido tajo cada uno mientras, y el medicae Zapis recibe un par de poderosos golpe que lo deja rápidamente fuera de combate, o mas bien medio muerto, si no completamente muerto, así como Szilvezter recibe otro contundente golpe.

A vuestro alrededor se escuchan los gritos de vuestros compañeros disparando fuego a discreción, sin apenas apuntar por la cantidad de enemigos, y el leve sonido de un rifle laser se ve fuertemente aumentado por la cantidad de ellos, y hay tantos disparos que pueden iluminar solos el campo de batalla, así sumados a las ametralladoras de los artilleros, tanto del fuerte como de las trincheras adyacente y de los ataques de los kroots, los cuales a pesar del fuego singuen intentando tomar las trincheras defendidas por la guardia.

El sargento alza su espada sierra intentando parar el golpe del xenos pero lo hace demasiado pronto con lo que recibe el impacto. Su respiración se corta durante un segundo pero en el rostro del xenos profiere un grito. AGUANTAD LA LINEA NI UN SOLO PASO ATRAS. Tras esto el sargento observa durante un segundo a su enemigo y esgrime su espada contra el enemigo con una rapidez pasmosa.

Tras avisar al sargento, Zapis se había quedado mirando a los kroot con sus prismáticos prestando mucha atención a su anatomía. Eran humanoides y, por tanto, tenían muchas similitudes con ellos. Pero eran más altos, enjutos, con una piel aparentemente fina, manos casi como zarpas y una cara y cabeza que recordaba a las aves de presa. Ojalá, tras la batalla, pudiera abrir a uno de ellos en canal para estudiar su cuerpo.

Cuando empezaron a cargar, el medicae seguía absorto en su análisis. Estaba estudiando la forma de correr de unos kroot que corrían en el flanco izquierdo y no vio llegar a las criaturas salvajes. Tampoco vio cómo dos de estos monstruos le atacaban, haciendo que cayera al suelo sangrando y semiinconsciente.

Aún con la vista borrosa de los tremendos golpes, se sentó y pudo ver como estaba desarrollándose un combate encarnizado. Morían compañeros y kroot, y él estaba sentado. Se tocó la cabeza y notó sangre. Demasiada. Estaba claro que el Dios-Emperador tenía planes para él, porque esos golpes deberían haberle matado.

Desde su posición llamó al camarada Vasili para que le ayudara a ponerse una venda. Sin embargo, un xenos empezó a correr detrás de éste para ensartarle por la espalda.

Zapis alcanzó su rifle como pudo y apretó el gatillo en dirección al salvaje.

- ¡Karpov, qué mierda haces, formación cerrada, formación cerrada! - Mientras le gritaba a su camarada como loco, aprovechaba para devolverle el favor al kroot que lo había acuchillado, luego de que primero él le hubiera propinado un buen disparo láser. Aquello ya parecía una lucha encarnizada y personal. A pesar de estar herido, junto fuerzas y lanzó una buena estocada con el filo de su rifle, un movimiento casi de manual de instrucción.

Sliv no consigue evitar el golpe de los xenos, pero rapidamente tira el rifle laser para sacar su lanzallamas, soltando un chorro de prometium ardiente sobre el enemigo.

a pesar de la carga inicial, el combate se dasorrollaba en contra de los xenos, pues aunque Gotver recibio los golpes asentados, consiguio clavar su bayoneta en uno de los kroot, y aunque estos le atacan, consigue evitar todos los golpes y reunirse con su herido compañero para hacer una solida defensa o por lo menos intentarlo, por otro lado, el sargento carga hacía los kroot que están a punto de matar al medicae, aunque ninguno consigue herir a nadie.

Por otro lado Sliv saca su lanzallamas y prende fuego al kroot, pero este se niego a morir y le asenta un poderoso golpe en la pierna izquierda, desgarrando la carne y mostrando el hueso,