Partida Rol por web

La violencia reinó en los minutos siguientes, resultó imposible identificar quién atacaba a quién. Personas, objetos, animales y flechas volaban en todas direcciones. Los gritos de los heridos y los aullidos de dolor salían desperdigados de bocas aleatorias creando una sinfonía terrible. La banda sonora perfecta para lo que estaba ocurriendo.

Cuando Derek por fin consiguió zafarse de aquella situación ocurrió lo impensable, lo que no quería que pasara, la última consecuencia. Dos cadáveres yacían en el suelo. Instintivamente el sanador corrió para intentar asistir a los heridos mientras escuchaba como Rambert buscaba su apoyo.- Rambert cállate, no has ayudado en nada a evitar esta situación. Deja de crear cizaña en este pueblo.- El herido con la flecha en la cabeza poca ayuda podía requerir y tras comprobar las constantes vitales del siguiente se quedó de rodillas masajeándose los ojos. La impotencia le invadía, minutos antes había predicho lo que ocurriría pero a menor escala.- Os avisé, os avisé. Nuestros problemas siguen siendo los mismos y ahora tenemos dos muertos. Las flechas han causado su muerte pero aquí no hay ni un inocente y aún así Rambert no para de avivar las llamas. Aquí nadie quiere matar a nadie para robar sus cosas, ni repartir a más nada, ni cualquier barbaridad que se te ocurra. Somos vecinos, conocidos, amigos, familias. Por lo que más queráis parad está locura. ¿No veis la gravedad de lo que ocurre? ¿Cómo vais a justificar estas muertes?- Derek se sentía profundamente decepcionado y la reacción de Tatyana fue completamente inesperada, aquella naturalidad no era normal.- Que alguien me ayude a mover los cuerpos hacia mi casa, no los dejemos a la intemperie. Tenemos unos entierros que preparar.- Sin esperar ayuda comenzó el solo a mover los cuerpos. Su rostro deja ver su profunda decepción.- Luego podréis culparos hasta que os sintáis mejor.- Terminó diciendo.

Hilda esperó a que todos salieran para ella hacerlo. Habían 2 muertos, aquello era inusual. Los nervios de la gente estaban al límite y había provocado todo esto. Con paso decidido salió y levantó su mirada al cielo, aquella gritería y caos parecía no parar, ni siquiera con los 2 muertos. Las declaracionas de la Muda le sorprendieron, ¿De verdad se catalogaba a si misma como una asesina, así sin mas? Bueno, al menos era sincera. Todo lo contrario de la pequeña ardilla Liselot, buscando justificar sus actos y negando su verdadera naturaleza. Ya había arrebatado una vida, eso era asesinar, punto. Le costaba creerlo de la pequeña salvaje, pero ya lo había admitido.

-Bien dicho Derek- Agregó mientras se ofrecía voluntaria a levantar los cadáveres. -Yo te ayudaré...- Le dedicó una mirada amenazadora a Rambert cuando pasó cerca de él.

- Ya es suficiente de buscar culpables, la mañana recién empieza y si seguimos así para el anochecer no quedará más que un reguero de muertos y Wickland será un pueblo fantasma-  Levantó al panadero y lo puso sobre su hombro. - La guerra ya nos arrebató a muchos de los nuestros. Esto no tiene nada que ver con el tema del recaudador - Se acercó hasta Derek dispuesta a seguirlo hasta su casa.

Kara, que hasta ahora ignoraba a Tatyana, se gira hacia ella.

—¿Fuiste tú quien mató al panadero? Bien hecho, Muda. El pan que vendía siempre estaba duro.

Liselot confiesa que se cargó al matón de Rambert, y en sus palabras también queda claro que Tatyana fue quien asesinó a Fonzie, el panadero. Entre algunos aldeanos se escuchan cosas como "Matadoras", "¡Bestias!", "Siempre supe que la Muda tenía la mente torcida, perversa, perversa", "Liselot matando a alguien, no me sorprende, oí que fue criada por osos en el bosque, es una salvaje".

—¿Y qué vais a hacer? —los desafía Kara con las manos apoyadas en las caderas—. Se estaban defendiendo. Ya lo dijo Liselot. Y si alguien se las quiere ver con ellas se las va a tener que ver conmigo.

Escupe un poco de sangre. Sus veinte partidarios la rodean a ella, a Liselot y a Tatyana, dispuestos a protegerlas en caso de que estalle otro pleito. Y es que la cosa no parece estar demasiado lejos de ello. Es el gesto de Derek el que apaga el fuego. La imagen del sanador y la herrera ocupándose solos de los cuerpos es desoladora. Sus palabras y las de Hilda hacen mella en las gentes de Wickland y evitan un nuevo combate.

—Hmpf —masculla Kara—. Me marcho a mi casa, porque el problema del recaudador sigue en pie. Quien quiera una solución real, que me siga.

Rambert parece decepcionado porque no hay una turba furiosa arrestando a Liselot, Tatyana y Kara y colgándolas por sediciosas y asesinas. Pero es un hombre moderadamente inteligente, que sabe leer el humor social del pueblo, y sabe que la hora de meter cizaña pasó y llegó el momento de mostrarse conciliador.

—Es cierto, vecinos, es cierto. El buen Derek tiene razón. Es momento de unión, de paz. Como gesto de buena voluntad, y en respeto a los muertos... no muertos, asesinados por Liselot y Tatyana, he decidido ayudaros a todos poniendo una parte mayor de mi cosecha para pagar el tributo. Eso fue lo que dijo Liselot, ¿no? He tenido una cosecha tan mala como todos vosotros, pero si eso es lo que hace falta, entonces lo haré, porque soy hombre generoso, como todos sabéis. Aparte de lo que me toca pagar, pondré una fanega de trigo y un costal de zanahorias. Ah, y pagaré el costo de la reparación de la taberna, y también los ataúdes de los asesinados por Liselot y Tatyana.

Estáis seguros de que una fanega de trigo y un costal de zanahorias es una miseria para Rambert.

—¡Cuánta generosedad, magnéféco Rambert! —dice Jarman, también conocido como Lamebotas o Chupaculos; es el ladero de Rambert y siempre está ahí para secundarlo—. Qué bendición tener hombre ansí connosotros, ¿noscierto, vecinos?

Jarman hace un esfuerzo por soltar una lágrima e inicia un aplauso en honor a Rambert.

—Qué hombre, qué hombre, y qué vergonza ser aseseno.

Rambert, Jarman y sus partidarios se marchan a la granja de Rambert a seguir discutiendo el asunto del recaudador. En la taberna quedan los heridos y algunas personas asistiéndolos y poniéndolos en un carromato para llevarlos hasta la casa de Derek. Asimismo, se están haciendo los preparativos de entierro para los cadáveres.

No pudo decir que estaba satisfecha con el resultado porque sinceramente a ella le dolía el hecho de haber asesinado a alguien para defenderse. Más aún cuando la causa era tan injusta, pero como todo sus manos están manchadas de sangre y cuando vaya a caer en la realidad dolerá aún más. Pero al menos la afrenta tuvo sus frutos, pese a que Rambert era un ser humano muy egoísta y nada hará con esas pequeñas donaciones, aunque era el primer paso de muchos. 

Finalmente cuando desvío la mirada hacia su amiga, sintió pena porque la había metido en esto sin querer y por ello no dudó en acercarse para ofrecer unas sinceras disculpas. 

—Lo siento mucho, ya sabes lo mal que lo pasamos con nuestras cosechas. No aguantamos un año más de esta manera...

Y mientras dejó aquello flotando en el aire, miró con cierto pesar a Derek e Hilda porque se estaban encargando de los cuerpos así que también se ofreció a ayudar ya que básicamente había dado su palabra pese a ser juzgada y Liselot era muy noble de corazón. En silencio acompañó a Derek con ese cuerpo y si tenía que coger un balde con agua, un trapo y fregar de rodillas la sangre derramada lo haría. Más que nada consciente de que debía asumir su responsabilidad. 

También escuchó a Kara y respondió:

—Cuando termine de limpiar esto, voy—dijo y miró a su amiga Tatyana—. ¿Me acompañas a la casa de Kara después?

Tras decir todo aquello, le tocaba fregar. Tenía que cumplir con su palabra. 

Derek no volvió a participar en las conversaciones ni respondió a los comentarios que escuchaba a sus espaldas, fuesen hacia el o no. Se mantenía sereno en el exterior pero estaba hecho un flan, no acostumbraba a tomara iniciativa de aquella manera, su sitio estaba en la retaguardia rodeado de heridos, hierbas, potingues y su magia. No era como hubiera imaginado que comenzaría la mañana pero estaba enfadado, muy enfadado. Se sorprendió a si mismo con la dureza que había demostrado pero la situación lo requería, solo podía pensar en que si todos ellos se hubieran parado un minuto más dos vidas se habrían salvado, pero la tristeza y melancolía que reinaba tras la violencia no servía de nada dadas las circunstancias. Todos comenzaron a realizar alguna tarea que les hiciera sentirse menos miserables, o eso pensaba Derek.

Llegaron a su humilde hogar, despejó alguna mesa donde estiró unas telas para evitar que los cuerpos estuvieran tirados sin más.- Déjalos por aquí Hilda. Gracias de verdad por tu ayuda y perdona que no esté muy animado ahora mismo.- No trató de justificarse más pues no lo creía necesario.- La parte que viene ahora es desagradable, entendería que no quisieras verla. No te sientas obligada a ello.

Derek había visto muchos cadáveres a lo largo de su vida, pero estos dos afloraban en el una sensación de náusea, no por los cuerpos si no por todo lo que había ocurrido. Pensativo, comenzó a preparar los cuerpos para darles sepultura. Quizás no era su trabajo pero quería hacerlo, como última muestra de buena voluntad hacia ellos.

No se sentía nada orgullosa de lo que había pasado, pero ya no podía cambiar lo que había hecho Ahora solo queda seguir hacia adelante, como siempre he hecho... Aparte, sabía cómo se sentirían las respectivas familias, ella al fin y al cabo, había pasado por dos pérdidas importante.

Escuchó que Kara las defendía frente a quienes las estaban abucheando y, no solo ella, las veinte personas que estaban a favor de Kara también. Agradecía aquel gesto que estaban teniendo todos ellos en ese momento Es verdad que mi primer disparo fue impulsivo para la persona que me insultó, el segundo fue para defender para Liselot, pero mi intención en ninguno de los casos era acabar con su vida.

Rambert aunque había parado de meter leña al fuego, seguía haciendo hincapié en quienes habían matado aquellas dos personas. 

[...] Como gesto de buena voluntad, y en respeto a los muertos... no muertos, asesinados por Liselot y Tatyana, he decidido ayudaros a todos poniendo una parte mayor de mi cosecha para pagar el tributo. Eso fue lo que dijo Liselot, ¿no? He tenido una cosecha tan mala como todos vosotros, pero si eso es lo que hace falta, entonces lo haré, porque soy hombre generoso, como todos sabéis. Aparte de lo que me toca pagar, pondré una fanega de trigo y un costal de zanahorias. Ah, y pagaré el costo de la reparación de la taberna, y también los ataúdes de los asesinados por Liselot y Tatyana.

¿Gesto de buena voluntad? ¿En serio? Encima tenemos que darle gracias y todo... Le dedicó una fría mirada y a su esbirro también. 

- N-no sé, tengo que hablar primero con Derek... - miró hacia Derek y sabía que se sentía decepcionado - ¡Derek! Espera por favor... ¡Derek! - salió corriendo y justo cuando pasó por al lado de Rambert le susurró - T-todos sabemos que lo que vas a donar p-por caridad no te va a sacar de pobre...

Hilda ayudó a acomodar los cuerpos donde Derek le indicaba. - No es nada... Alguien tenía que ayudar con este desastre. ¿No? - Respondió ante el agradecimiento del matasanos. 

La parte que viene ahora es desagradable, entendería que no quisieras verla. No te sientas obligada a ello.

- Claro, claro - Respondió dejándolo con sus cosas mientras daba media vuelta y salía por la puerta. Justo en ese momento pudo ver como Liselot y Tatyana estaban caminando hacia alí. 

-Vaya, vaya... Que sorpresita nos han dado a todos, ¿Eh?- Comentó sin un tono especialmente recriminatorio, más bien algo natural mientras se cruzaba de brazos - El matasanos está haciendo sus cosas con los fiambres, si quieren ayudar acá no hay más nada que hacer... ¿Porque no vamos a buscar un lugar en el cementerio mientras preparamos el funeral para esta noche? Así podrán ayudar a cavar sus tumbas - Indagó a la Muda y a la Ardilla. - Y de paso podemos pasar por donde Kara, me interesa saber que tiene planeado hacer después de todo esto -

Estáis todos en casa de Derek. Golpean la puerta y entran dos personas más. Una de ellas es Jan, el padre de Liselot.

—Ay, hija, hija, espero que no sea verdad lo que estoy escuchando, dicen por ahí que enflechaste a uno de los esbirros de Ramb...

Se detiene al ver los cadáveres en la mesa. Mira a Liselot muy serio. No está feliz.

—Hija, le debemos dinero a Rambert. Mucho dinero. Hace unos meses no teníamos un cobre para la siembra así que tuve que pedirle prestado. Nos metiste en problemas graves. Liselot, Hilda, ¿se puede saber en qué estabais pensando? ¿Exigirle a Rambert que pague? ¿Exigir que limpien el pantano de ogros antes de pagar? ¡Hay que negociar con el recaudador y ya! ¡No hay otra opción!

La otra persona es Hedy, la mejor amiga de Tatyana.

—¡Lo mismo digo, Tat! ¡¿Te volviste loca?! ¡No pude ir a la asamblea porque estaba recogiendo el trigo! Me dijeron lo que pasó. Tat practicando tiro al blanco con el panadero... no, eso no puede ser, pensé. Pero va a ser que sí. Ay, Tat, ¿y ahora qué? Derek, vas a tener que meterles un poco de sentido común en las cabezas a estas tres.

Desde afuera te empieza a llegar un intenso olor a humo. ¿Incendio?

Y allí está Liselot tras haber fregado el piso de la taberna, muy preocupada por la situación que tenían delante. Pero esto no mejoró en absoluto cuando detrás de ella apareció su padre y al enterarse de la verdad, un silencio se adueñó en el corazón de la exploradora. Había metido en problemas a su familia, aquello era imperdonable y le dolió en demasía no haber pensado mejor—pese a que no sabía de esto—es el hecho de arruinar algo más de lo que estaba. Jamás podrían ponerse al día con Rambert, menos a partir de hoy. 

—Padre, lo siento. Es que me pareció injusto, aún si por ustedes, por nuestra situación si debo ir a arrodillarme ante aquel hombre lo hago. Lo que menos pretendo es que pasemos más miseria de la que ya tenemos.

Muy sincera en sus palabras, no fue capaz de mirar a nadie en especial porque se sentía muy mal. Ella tenía un buen corazón, noble, aventurero, justo y en su lucha por lo que era correcto o no, se encontró con una situación demasiado desventajosa que ahora le trae una consecuencia a lo que siempre quiso proteger. 

—¿Quieres que vaya a hablar con Rambert?

En medio de aquella conversación, percibió el aroma al humo y no dudó en decirlo mientras buscaba salir al exterior para saber de donde provenía. 

—¡Hay olor a humo! ¡Espero no sea aquí!

Una vez llegaron a casa de Derek, éste se puso manos a la obra con los cadáveres. Tatyana no sabía muy bien cómo empezar la conversación con él. Así que por el momento le dejó trabajar. Hilda le habló a Liselot y a Tatyana y a modo de respuesta, lo único que hizo fue asentir, aunque no estaba segura de querer ir a casa de Kara, al menos como estaban ahora las cosas.

Vio que llegó el padre de Liselot y no estaba para nada feliz... Si él está así... ¿Cómo estará mi madre? La cara de Tatyana cada vez estaba más seria Encima le deben dinero a Rambert, vamos de mal en peor con la palma de la mano se acarició la frente mientras miraba al suelo. Todavía en sus pensamientos escuchó otra voz que le resultó muy familiar y cuando alzó la cabeza, vio que era Hedy, su mejor amiga. 

¡Lo mismo digo, Tat! ¡¿Te volviste loca?! ¡No pude ir a la asamblea porque estaba recogiendo el trigo! Me dijeron lo que pasó. Tat practicando tiro al blanco con el panadero... no, eso no puede ser, pensé. Pero va a ser que sí. Ay, Tat, ¿y ahora qué? Derek, vas a tener que meterles un poco de sentido común en las cabezas a estas tres.

- Hedy... N-no ha sido exactamente así... - tomó un poco de aire para poder contarle lo que había pasado, intentando controlar su timidez, debido a que había más personas de lo que ella quería en el lugar - Yo no quería matar a nadie... solo defendí a Liselot... puesto que el panadero se acercaba con unas intenciones que no eran nada buenas hacia ella... Mi intención era paralo... n-no matarlo... - su voz se fue apagando. Por el momento, se cayó el motivo de su primera flecha, que aunque tampoco tenía intenciones de matar con el primer tiro, si disparó intencionadamente. Su mirada se dirigió hacia donde Derek estaba trabajando y se acercó a él con intención de ayudarlo.

- D-Derek... Déjame ayudarte... - no era agradable, no, pero estaba dispuesta a ayudarlo en lo que le pidiera - Creo que has escuchado lo que le comenté a Hedy... no tenía intención de matar a nadie... solo defendí... D-dime... ¿qué tengo que hacer para ayudarte? - su mirada era de tristeza, sabía que no lo había gestionado bien y también sabía que, probablemente, la decepción de Derek no pasaría muy rápido. Lo tenía en muy alta estima y, en parte, la había ayudado mucho cuando su abuelo estaba en sus manos.

La llegada de el padre de la ardilla salvaje hizo que Hilda se alejara. Seguro iban a darle una reprimenda por lo que había hecho. Se distrajo por unos momentos pensando en que este día no tenía mucho trabajo y además necesitaba reunir para comprar la leña para la Fragua, no era lo mismo, aquella leña, a veces húmeda, hacía que saliera mucho humo y poca potencia de fuego. Lo mejor era la turba. Esos malditos Ogros habían fastidiado en serio su trabajo al apoderarse de el terreno donde estaba la turbera y su bolsillo lo resentía. Incluso había empezado a valerse de los ahorros que había reunido durante los últimos años.

-¿Humo?... ¿Dónde?- Salió de su ensimismamiento cuando escuchó la advertencia de Liselot. Levantó la mirada y empezó a buscar el humo al que hacía referencia la pequeña ardilla.

La casa del joven curandero de repente se había convertido en el punto de reunión de familiares y amigos. Su paciencia no estaba para aguantar aquellas reprimendas, concentrado en terminar la tarea de la manera más digna posible hacia los cadáveres intentó no prestar atención al jaleo. Cuando ofrecieron su ayuda suspiró.- No quiero parecer desagradecido, ni cruel, ni injusto. Pero este no es el lugar para las discusiones, sobre todo discusiones frente a los cuerpos de ellos dos que por desgracia aquí están, de esta manera. Entiendo que tengas la necesidad de ayuda Tatyana pero no creo que sea la mejor idea ahora mismo dadas las circunstancias.- Miró a Linselot también.- No creo que sea buena idea que ninguna de las dos esté aquí presente cuando vengan a recoger los cuerpos o tengamos que sacarlos. De hecho deberíais ir con vuestro padre a casa y descansar para lo que vendrá a continuación. Hedy lo mismo digo con Tatyana. De verdad os agradezco el interés pero pensando en vosotras creo que es lo mejor, y no me malinterpretéis, lo que ha ocurrido es grave, pero os conozco y se que no hay mal en vosotras, solo ha sido una serie de terribles consecuencias. Una reunión que quizás no debería haberse producido.- Volvió a mirar a Hedy.- Sentido común es lo que intenté inculcar hace un rato y no funcionó demasiado bien.

Linsey entonces le alertó de lo que ocurría fuera. Humo, no se había percatado siquiera. Se limpió las manos rápidamente en un trapo y salió hacia el exterior para comprobar lo que era.

—Sí, Tat, entiendo que querías detener al panadero, pero... ¿podías apuntarle a la rodilla, no? 

Luego se vuelve hacia Liselot.

—¿Humo? ¿Qué humo? Ah, sí, yo también huelo algo —se asoma a la puerta a ver de dónde sale—. Eh, creo que esa es la casa de....

—¡MI CASA!

A unos doscientos metros de distancia la casa de Liselot arde. Si salís de lo de Derek podréis ver las llamas en la choza y el humo negro que asciende al cielo. La gente se está juntando a ver qué pasa. ¿Es una casualidad que sea ahora, justo después de la asamblea y la pelea con Rambert? Tal vez sí. Tal vez no. En todo caso, tampoco tenéis pruebas para acusar a nadie.

Escucháis los gritos de auxilio de la madre de Liselot dentro de la choza. Parece haberse quedado atrapada adentro, presa del fuego, sin poder escapar. Los vecinos de Wickland ya se están apurando a buscar cubos de agua, pero hasta que logren apagar e incendio con eso va a pasar un buen rato, y si nadie hace nada entretanto, la madre de Liselot morirá consumida por el fuego.

Las palabras de Derek pudieron herir el corazón de Liselot por la verdad que se trajo así misma en ellas, pero el tiempo no le dió respiro cuando ese humo afectó sus sentidos y la preocupación se hizo presente en cada uno de los que estábamos allí. Al menos Hilda, su propio Padre o el sanador. 

Pero ante la confirmación de que era su casa por parte del Padre, silbó llamando a su lobo Tupac y comenzó a correr yendo a la casa donde estaba su madre envuelta en medio de las llamas. No lo dudó ni un instante, simplemente le indicó a su lobo que la espere lejos del peligro y como pudo en medio de cada lengua de fuego, atinó a meterse con tal de querer sacar a su madre. Salvarla.