Partida Rol por web

Sigues un complejo camino a través de los distintos corredores de la base, alcanzando ascensores y escaleras que te hacen descender. A medida que lo haces, dejas de ver exclusas ni cristales que permitan ver el exterior subacuático, lo que te hace intuir que esta parte de la base se encuentra bajo la roca. La mujer que portas parece seguir inconsciente, víctima de un impacto que fue realmente brutal. De hecho, incluso te planteas que pueda precisar asistencia médica.

Las indicaciones que te ofreciera Duna te llevan hasta una sección donde el metal pasa a convertirse en revestimientos de hormigón desnudo, y todo el cableado que alcanzan a ver tus ojos consiste en un sencillo tendido eléctrico para alimentar unas simples luminarias fluorescentes. Ahí encuentras esas celdas, una hilera de ellas, en total seis, similares a las de las prisiones convencionales. tres paredes y unas rejas, con una puerta que se cierra mediante un sistema mecánico tradicional. Un sencillo sistema de palancas accionado desde la entrada sella los cerrojos de todas las puertas, de forma que es imposible abrirlas desde el interior. Cada celda consta de un cubículo con cama, silla, escritorio y un retrete con lavabo al lado.

Ante las indicaciones de Icantia, Duna une sus manos delante de su cuerpo, mirando a la Atlante con gesto serio. Su rostro parpadea un instante, como si sufriera una interferencia, y al recomponerse parece que su expresión se haya vuelto algo más agradable, casi tierna.

Puedo hacer algo mejor que eso, Icantia, hermana de Aquaviva. -Dice de repente, desvelando el parentesco de la Atlante. ¿Cuando se ha enterado de eso?- Puedes decírselo tú misma en tres, dos, uno...

Las diversas pantallas y monitores de la sala principal tiemblan, iluminándose con fuerza al tiempo que aparece un símbolo de llamada en el centro de todas ellas. Con un parpadeo, parece una imagen temblorosa, de un rostro para todos los presentes bien conocido. Se trata de Juan Pedro Lázaro, mirando directamente a la cámara, con gesto de extrañeza. Se diría que él mismo está sujetando la propia cámara, por lo que todos asumís que se trata de algún tipo de videoconferencia desde su teléfono móvil.

¿Qué...? ¿Quién es? ¿Cómo tiene mi núme...? -De repente, Lázaro se calla, colocándose bien las gafas con su mano libre. Parece estar en el interior de algún tipo de vehículo- ¿Icantia?

- Bueno señorita, hemos llegado a su nueva habitación - Dijo mientras accionaba el mecanismo de apertura de la puerta de la celda, atento a que las fuerzas gravitacionales que mantenían a Virus flotando a un metro del suelo no se escaparan de su control. 

La introdujo en el habitáculo mas alejado y con sumo cuidado la depositó sobre el camastro. No quería dañarla más de lo que ya lo había hecho. En el fondo se sentía culpable por haberla golpeado de aquella manera tan terrible. Entendía perfectamente que era necesario, pero le seguía pareciendo reprobable. 

Cerró el mecanismo al salir y se quedó haciendo guardia en la puerta del pasillo que daba a las celdas, por si la mujer volvía a despertar y pretendía causar problemas. No sabía cuales eran sus capacidades más allá de poder controlar mentalmente a Duna y no quería arriesgarse a una posible fuga después de lo que les había costado atraparla.

Aprovechó para hablar con Enlace a través del puente mental que había tendido la muchacha.

La mente de Bastión era tranquila y estaba bien ordenada, como cabría esperar de alguien de cierta edad acostumbrado a gestionar grandes equipos de trabajo. Su voz mental era tan grave y profunda como la real, paternal.

- Enlace, necesito que pidáis asistencia médica para la prisionera cuando contactéis con el exterior. Creo que le he podido causar alguna lesión de importancia... - Pensó con una nota de clara preocupación. 

Duna, o más bien, el holograma que es Duna, empieza a mirarme de forma extraña mientras aguardo que ejecute el mensaje para Lázaro. ¿Qué se trae? ¿estará aún siendo controlada y no nos hemos percatado? su mirada cambia a una... que lleva una expresión familiar, de sentimientos, la encuentro desconcertante e incómoda sobre todo porque no se qué se trae ¿sabe algo y no me lo dice? 

Siento el enojo crecer pequeño dentro de mí. Eso es todo lo que necesitaba, que la misión me mire de manera extraña 

Abro los labios para apurar a Duna, pero es ella quién me abofetea con palabras. Me quedo de hielo, mirándola a los ojos pero no miro a mis compañeros. No he tenido tiempo de decírselos y bueno tampoco muchas ganas, cada quien sabrá porqué se enlistó en este equipo. Yo lo tengo claro.

Pero no me deja ni un segundo para reaccionar pues inmediatamente me abofetea de nuevo conectándome con Lázaro.

Me cruzo de brazos, con una expresión neutra en el rostro. Si quiero encontrar a Aquaviva, tengo que enforcarme en la misión. Tengo que enfocarme en Duna y en este equipo del cual ahora formo parte.

- En efecto Lázaro -respondo centrando la conversación en lo importante- Duna me ha conectado directamente a ti -dentro de todo podría ser lo mejor- Hemos recuperado las comunicaciones que se habían roto con Duna, como es obvio -por como nos estamos comunicando- una mercenaria de nombre Virus se había infiltrado en las instalaciones y armado un caos. Ha sido detenida cuando intentaba robar y transferir la información de Duna hacia el exterior. Duna se está encargando de ver el destino de dicho hackeo -¿así le decían los humanos? espero que si- actualmente está siendo trasladada a las celdas analógicas de Duna. Me temo que hemos tenido una baja, perdimos a Toraño. -una muerte terrible y absurda, bastante absurda me temo- Tenemos algunos supervivientes, una científica que trabajó directamente con uno de los miembros de Iberia y a la que debemos trasladar fuera de las instalaciones.  No hay rastro de ningún miembro de Iberia Inc, Duna desconoce el paradero de ellos.- ¿me pregunto si te harás alguna idea? - Esperamos las siguientes órdenes y además saber si existen protocolos de seguridad o acción adicionales que nos ayude a determinar el paradero de Iberia. 

Dejo de hablar, creo que no he olvidado nada o si. Me doy la vuelta mirando a mis compañeros de equipo, por si tienen algo más que agregar.

Luego regreso mi atención a Duna, ¿Desde cuándo es que sabe mi relación con Aquaviva?

- Ey jefe- se limitó a saludrar chafakra, sentado en un mostrador metálico.- ¿Aquí cuando se come? Estoy seguro que por ley deberíamos haber tenido una pausa a estas alturas- menciona, algo molesto.

La joven Enlace se acerca a Icantia poco a poco, con un gesto tímido, agarrándose las manos. Tiene el ceño fruncido, como si estuviera pensando seriamente en algo, pero en lugar de decirle nada a la Atlante, mira a la pantalla.

Señor, Bastión se encuentra con la prisionera, y... solicita asistencia médica para ella. Parece que está mal... -Explica con gesto algo avergonzado- Además... quisiera... Señor Lázaro, creo que esto no es para mí, quisiera dejarlo si es posible. -Dice de golpe, como si le costara un gran esfuerzo soltarlo.

Lázaro asiente con la cabeza a las primeras explicaciones de Icantia, claramente satisfecho. Incluso se atreve a sonreír en un par de ocasiones, aunque regresando rápidamente a su postura de regia preocupación. Frunce el ceño al oír hablar de Virus, apartando la mirada a un lado.

Me suena ese nombre... Duna, cuando estés completamente operativa trata de conseguirme su expediente, debemos tener algo sobre ella. Y lo mismo sobre ese rastreo de la información. -Solicita, ante lo que la mujer de metal asiente con la cabeza- Lamento oír lo sucedido con Toraño. Era una buena persona... -Se lamenta, quitándose las gafas y frotándose los ojos, claramente cansado- No había protocolos acerca de una situación así, nadie la había contemplado, me temo. Aunque tenemos una pista, obtenida por otros medios. Os lo explicaré mejor cuando nos veamos en persona, en cuanto Duna esté lista para darme acceso a las instalaciones. Podéis acudir al hangar, mientras tanto.

En ese instante, Enlace se inmiscuye en la conversación, informando del estado de la detenida y sorprendiendo a propios y extraños con su petición. Lázaro no disimula su consternación.

Por supuesto, Enlace, no faltaría más. Si no te ves preparada, puedes dejarlo. Lo hablaremos en cuanto llegue, ¿de acuerdo? No te preocupes... -Le dice con un tono paternal- Respecto a la prisionera, tengo a la persona adecuada para encargarse de su estado de salud. Accederá a las instalaciones conmigo. Nos vemos en el hangar, corto.

La comunicación se corta, al colgar Lázaro la llamada, sumiéndose la sala en un tenso silencio mientras Enlace va apartándose a un rincón, evitando las miradas de los demás miembros del equipo.

Unos instantes después de comunicarte con Enlace, oyes su voz en la cabeza.

Lázaro está informado, van a traer a alguien para que se encargue.

Lázaro no tarda en replicar, aunque por lo pronto sus palabras no tienen nada que pueda serme de utilidad. ¿A donde es que está viajando de un momento a otro? pero algo que agrega me hace retomar la atención de sus palabras Tiene una pista sobre el paradero de Iberia, Aquaviva podría encontrarla aún y... bueno luego vería qué hacer.

La intervención de Enlace me desconcierta por el momento pero no me sorprende, desde el principio le ha costado hacerse la idea de que es diferente al resto. Es falta de seguridad, esa autoestima no va bien. Esto me distrae y en menos de lo que canta un gallo Lázaro termina la llamada.

Me giro hacia el resto - Bueno, ya oyeron. Es momento de emerger y ver que sucede. Y pides tu comida Chafakra -mira a Enlace- Espero que te vaya bien a donde vayas chica. Lo hiciste muy bien todo este tiempo -me acerco y pongo una de mis manos sobre su hombro y con eso me he despedido de la pequeña heroína.

- Esperemos que Duna siga las instrucciones de Lázaro, cuando Bastión vuelva nos marcharemos hacia el hangar -caminé hacia la puerta, me apoyé en la pared cerca y esperé a que el resto estuviera listo para marchar, tengo demasiadas ganas de hablar con Lázaro.

- Hombre no creo, macho- espeta Chafakra, ante el comentario de Lázaro.- Sería una pava que controla las máquinas muy imbécil si lo primero que hace no es borrar su expediente. Eso lo sé hasta yo- añade, con cierto rintintín.- ¿Es que las supersirenitas de bajo el mar no comen o que? En el insti nos pasaron un video sobre esa mierda de la anorexia y tal y es una mierda- advirtió el joven.- Oh, bueno, si no te va- añadió, respondiendo a Enlace, con un encogimiento de hombros.

- Perfecto, me quedaré aquí abajo con la prisionera hasta que lleguen los refuerzos - Pensó en dirección a Enlace - Mantenme informado de los avances y del estado del equipo en general si puedes, ¿De acuerdo?

- Y dime, ¿Tu te encuentras bien?

Enlace informa al resto del equipo de las intenciones de Bastión de permanecer junto a la prisionera hasta que llegue alguien para hacerse cargo de ella. Por tanto, sin necesidad de esperar por él, os dirigís al hangar siguiendo las indicaciones que os da Duna, quien se materializa incluso en determinados puntos del camino para asegurarse de que llegáis sin contratiempos.

El hangar es un enclave de la base de inmensas proporciones. Posee suficiente tamaño para albergar varios aviones pequeños, y altura suficiente para que emprendan un vuelo vertical de varias decenas de metros, aunque no llegarían a ninguna parte, ya que es un lugar cerrado. Os preguntáis como es posible que accedan vehículos a un lugar como ese, si ascenderá hasta abrirse sobre las aguas del lago de la cartuja para que puedan entrar y salir. Aunque eso sería tremendamente escandaloso, más tratándose de un lugar público. Sin embargo, la respuesta no tarda en llegar.

En el centro del hangar, a unos diez metros de altura, una especie de chispa ilumina el lugar, incrementando la luminosidad a medida que la llama se extiende a gran velocidad, como una explosión. Sin embargo, no se trata de fuego, sino de una luz brillante y plateada, con toques metálicos que parecen solidificarse. Y antes de que os deis cuenta, el fulgor desaparece y se ve reemplazado por un auténtico helicóptero en vuelo, haciendo girar sus hélices e inundando el lugar con el rugido de sus rotores. El vehículo aterriza sin demasiada dificultad, y de él desciende Juan Pedro Lázaro, acompañado de una imponente mujer de larga cabellera pelirroja, vestida con una sencilla camiseta de tirantes negra y unos vaqueros, ropa ajustada a sus atractivas formas, y completamente descalza. Tras ellos, varios agentes uniformados se despliegan por el hangar, mientras el helicóptero va apagando sus motores.

Señoritas, caballeros... -Toma la palabra Lázaro, acercándose con dificultad debido a su cojera- Os presento a Samhain, aunque me temo que no podréis hablar mucho con ella, directamente. Sólo habla una lengua arcaica, aunque yo puedo comunicarme con ella. Se encargará de la salud de la prisionera.

Estamos camino del hangar, te informaré a medida que haya novedades. -Te informa Enlace telepáticamente- ¿Y-yo? Ehm... -La voz mental de la chica parece temblar, tornarse insegura y tímida- N-no, no estoy bien. Esto no es para mí, he informado a Lázaro de que... lo dejo.

- Lo entiendo - Pensó en respuesta, comprensivo - Lo entiendo perfectamente. No estás preparada para todo esto y, si te soy sincero, yo tampoco. No estoy preparado para pelear, para enfrentar criminales y mucho menos para... ver morir a compañeros. - Se sentía culpable por la muerte de Toraño y le pesaría para toda la vida el no haber podido hacer nada para evitarla.

- Tu aún eres muy joven y tienes todo el tiempo del mundo por delante para tomar decisiones sobre qué hacer con tus habilidades. En los cómics siempre hablan de la responsabilidad que va asociada al poder, pero aquí, en el mundo real, las cosas son muy diferentes. No hace falta que te escondas detrás de una máscara y salgas a pegarte con pandilleros por las noches para marcar una diferencia. Estoy seguro de que encontrarás tu forma de hacer las cosas bien, de ayudar a quién lo necesite y hacer del mundo un lugar mejor.

- Ya encontrarás tu camino, no sufras por ello. Espero verte para despedirme antes de que te vayas.

Él interviene de nuevo, el muchachillo que no se calla nada

Precisamente lo que a veces falta, aunque en ocasiones se pasa...

Pienso mientras camino hacia el dichoso hangar al que nos encomienda, apresurado, Juan Pedro. La luz brillante que surge desde el medio es una linterna para nuestros pies De acuerdo, entonces aquel es el camino... pero no, en lugar de que nosotros tengamos que ir por allí, aparece un helicóptero

Estos tíos van preparados de veras, lo que me preocupa puesto que el solo hecho de que lograran reducir al equipo de Iberia, significa que los otros tíos están igual o mejor equipados. No se van con juegos.

Noto los pies y el bastón de Juan Pedro descender del helicóptero con aquella imponente pelirroja, a la que seguramente Chafa ya esta por lanzar algún piropo subido de tono. Hago caso omiso a los soldados que se ubican en sus puestos y me dirijo hacia Juan Pedro Lázaro, saludándolo con un gesto de la cabeza mientras este nos presenta a la nueva.

¿El reemplazo de Toraño acaso? Si así, esperemos que lo haga mejor que éste último

Pero rápidamente el hombre aclara que mucha conversación no tendremos ¿lengua arcaica? ¿otra vieja figura que despertó de pronto en este siglo? 

Queda claro que no viene con nosotros, va a encargarse directamente de Virus, extiendo la mano como hacen los humanos para saludarla formalmente - Bienvenida Samhain, Virus se encuentra en las celdas manuales, con nuestro compañero Bastión- lo digo mirándola y luego a Lázaro, sabrá el si traduce o no. 

¿Será que realmente no entiende o finge no entender? Despejo mi mente de aquel pensamiento, no me interesa por ahora, después de todo, no vendrá con nosotros.

La mujer se muestra visiblemente incómoda, escuchando cómo la conversación se desarrolla a su alrededor. Se ajusta uno de los tirantes de su camiseta, como si le resultase poco acostumbrado vestir de esa manera, y se aparta el cabello espeso y rojizo a un lado mirando directamente a Juan Pedro, hasta que Icantia se dirige a ella directamente. Samhain frunce el ceño, confusa, y vuelve a mirar a Juan Pedro, quien no articula palabra alguna, pero sí sonríe con una ceja en alto. Finalmente, mira a la atlante de nuevo, alzando su rostro con cierto aire de orgullo, y sus labios se abren para hablar. De su boca brotan palabras extrañas, desconocidas para vosotros, que sin embargo cobran forma en vuestras cabezas, aunque carentes de la dulzura y melódica, aunque potente, voz de la mujer. Más bien diríais que, en vuestra mente suenen más... varoniles.

# No se nada de ninguna Virus. Supongo que debe ser la persona a quien me han pedido que sane, ¿estoy en lo cierto? # -Pregunta sin un atisbo de emoción, antes de mirar a los presentes de arriba a abajo, comenzando por Icantia, continuando por los dos varones y culminando por la joven Enlace, quien se empequeñece ante tal escrutinio, avergonzada- # ¿Vosotros sois los que vais a buscar al hombre bestia y al dios fenicio? No... parecéis gran cosa, aunque nada lo parece en esta era... Bueno, ¿me guiáis hasta mi paciente? # -Pregunta, mirando alrededor con las manos en las caderas, al parecer poco habituada a esperar por nada ni por nadie.

- Muchas gracias, Bastión. Te agradezco tu comprensión, creo que este no es mi lugar, al menos de momento, pero si alguna vez necesitáis algo... Bueno, ya sabes lo que soy capaz de hacer. Para alguna cosa concreta... puedes... puedes llamarme. Antes de que me vaya, pídeme mi teléfono. Eres un buen hombre, Bastión.

La confesión y el ofrecimiento de la joven parecen sinceras, nacidas del corazón. Sin embargo, después de eso se hace el silencio durante unos instantes, hasta que el enlace psíquico vuelve a establecerse.

- Lázaro ha traído a una mujer... Debe de ser una sanadora, o algo así. No habla nuestro idioma, pero creo que Lázaro está traduciendo sus palabras mentalmente, no se muy bien cómo. No me gusta mucho cómo nos mira, me hace sentir... poca cosa. En seguida vamos para allá.

Me perturba un poco notar que otro género de voz aparece en mi mente cuando el cuerpo es femenino o de las hembras de la raza humana. Pero nada más, no le doy más importancia, seguro que esto pone a Chafa de cabeza, a ver si se piensa dos veces antes de ponerle una mano encima.

Asiento cuando quiere confirmar que me he referido a Virus antes y es a la persona que tendría que curar. Aunque tengo algunas impresiones sobre ella, después de todo mato como si nada a uno de los míos  y aunque no lo conocía nada puede sacarme de la cabeza que pude haber sido yo y entonces... nadie sabría que ha pasado con mi hermana.

- Las apariencias engañan ¿no? -respondo a su comentario que insinúa que no somos lo que se pensaba para el trabajo. Lo cierto es que, estoy siendo un poco tajante cuando no debería ser así. Después de todo mis intereses para estar en Iberia y entre este particular grupo es netamente personal.

Primero me concentro en encontrar a mi hermana y luego vemos en que termina todo esto de ser superheroe y etcetera. 

Pero Samhain ha hecho dar vueltas a algo en mi cabeza Juan Pedro puede creer que efectivamente no vamos a poder hacer el trabajo, Juan Pedro si que se lo cree y tiene esperanzas o Juan Pedro esta tan desesperado que no ha tenido de otra y ha empezado con gente a la que le hace falta algo de entrenamiento y orden. La tasa de mortandad debe de ser alta estando en este negocio.

De pronto fruncí el ceño cuando una idea más negra me abordó.

Juan Pedro estaba buscando tan solo gente para mandar al frente...

Mas le valía que no, sino, me iba a conocer muy pero muy enfadada. Y no hay nada peor que una Atlante enfadada.

Fruncí el ceño molesta por este pensamiento y empecé a caminar mostrandole el camino, aunque no fuera precisamente lo que habíamos acordado que haríamos - por aquí- dije.

Sonrió bajo el bigote cuando la pequeña mutante pensó lo del teléfono. Sería una imagen, como poco curiosa. Él tan grande, pidiéndole su número a ella, tan pequeña. La veía como alguien a quien proteger, como una hija. Se alegró de que aceptara su consejo y apuntara que podrían contar con ella si la necesitaban. Bastión estaba seguro de que, tarde o temprano, lo harían.

- A todos nos han hecho sentir poca cosa alguna vez, incluso a mi, con lo grande que me ves - Confesó de buen humor - Seguro que a esa sanadora también, quizá por eso te mire de esa forma. No se lo tengas en cuenta y no dejes que te afecte.

- Nuestra prisionera sigue igual de inconsciente, espero no haberle causado daños severos... - Pensó con auténtica preocupación - Aún con lo que ha hecho...