Partida Rol por web

- A cubierto.- Es lo único que pudo decir el bárbaro del desierto al ver a los perros. No cabía duda de que estaban dirigidos por alguien, y de que posiblemente ya los habrían detectado. Apretó la empuñadura de su espada esperando una embestida.

Contaban solo con la ventaja de que la luz, aunque ténue, estaba detrás de las siluetas y solo los percibirían claramente si eran capaz de ver en la oscuridad.

Descubramos de una vez qué ocurre aquí, pensó para sus adentros.

Cita:

. Eso es lo único que necesito oír para pegarme a la pared buscando la protección de la oscuridad .Con la cimitarra empuñada espero a ver que pasa ... pero al cabo de un rato pregunto en un susurro .¿que has visto exactamente ?

- Perros- señaló Dorg, indicando las huellas del suelo, en un susurro. Conocía los perros, el pueblo Org adoraba al señor de los perros desde antes de que los demonios destruyeran sus brillantes ciudades.- En grupos, con correa- añadió, antes de que Van Tharkan les advirtiera. Drog se ocultó como pudo, agarrando con fuerza la espada. Los perros eran un mal enemigo, especialmente en gran número.

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   - Si atacan, devolver los golpes sin piedad. - Me limito a musitar mientras agarro una jabalina y procuro pegarme a la pared, aunque con poco éxito, la verdad, mis intentos de auparme para ver entre el grupo hace que al final desista de mantenerme oculto...

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Todos se pusieron a salvo, pero en el túnel no consiguieron ver nada. Dorg miró más despacio y pudo comprobar que los rastros no eran tan recientes, podían haber pasado un par de días desde que pasaron los perros. Lo que no había es evidencia de que los perros hubieran vuelto.

Fueron avanzando en formación de combate, por si acaso. Era un túnel de mina, con muchas galerías laterales que se adentraban en los depósitos hasta que se hacían demasiado escasos para seguir siendo útiles o las paredes demasiado finas para mantener la integridad de la mina.

Cada vez la luz azulada se hacía más intensa hasta que, tras un último giro brusco, probablemente la última galería que habían ido minando, se hizo más intenso y reveló su fuente.

La galería, de apenas diez metros de profundidad acababa en un depósito de obsidiana en basalto bastante grande. Los mineros lo habían picado hasta descubrir que estaba pegado a una pared de cantería muy trabajado, claramente artificial.

Se había picado un hueco en el muro y de esa cavidad provenía el brillo que era intenso como el día en el interior. Un aroma dulzón y desagradable a podredumbre se manifestaba, más intensamente cuanto más se acercaba uno al hueco.

Al fin. Aquello es lo que había provocado todo, su fuerte olor evocaba la muerte y su brillo sería capaz de hechizar a cualquiera. Van Tharkan elucubró con que los mineros habrían encontrado esa veta y habrían despertado algo... algo que arrasó el pueblo.

- Sacerdote, ¿qué sabes de esto?- Preguntó a Izurde nervioso ante la presencia de lo que consideraba el mal.- ¿Puede ser el causante de todo?

No estaba muy dispuesto a acercarse mucho y menos a tocarlo, al menos hasta estar seguro de que no había peligro.

Y de golpe meditó... ¿y si solo se trataba de respirarlo?

Salamina eligió uno de los túneles no transitados, era profundo, aunque no sabía nada de minería resultaba evidente que lo habían cavado para sacar mena. Se internó casi cincuenta metros por un túnel que no descendía demasiado, el ambiente era cada vez más cargado y olía muy mal, pronto empezó a encontrar capullos de seda de gran tamaño colgados del techo.

Salamina desconfiaba de todo aquello y se detuvo para poder escuchar y ver o escuchar algo.

Estaba claro que aquello había llegado allí por algo, y alguien o algún bicho lo tiene que haber puesto.

Estaba presta para el ataque.

La guerrera avanzó con mucho cuidado y sigilo, el túnel tenía cortos pasillos laterales, posiblemente las rutas de tierra valiosa que los mineros de siglos atrás habían excavado. Finalmente giraba en un ángulo abrupto, probablemente la última galería que se excavó buscando mena.

Se acercó evitando que la luz alcanzase demasiado el borde, incluso a costa de mantener oscuro el camino al que se dirigía cuando pudo escuchar claramente un siseo inhumano y el golpeteo de cosas de punta dura contra la roca, aunque de forma casual, no como si se estuviera picando. Ambos ruidos llegaban a Salamina desde arriba, como si lo que fuera que hubiera al otro lado del recodo de la galeria fuera muy alto o estuviera en el techo, que estaba a poco más de dos metros. 

Salamina sabía perfectamente que cualquier cosa allí era peligrosa, y eliminarla era lo más prudente, pero estaba claro que ir iluminando el camino, no era precisamente el paso más discreto, a no ser que aquello allí dispuesto dispusiera de su luz también.

Dejó la antorcha lentamente sobre el suelo, intentado que quedase en una posición adecuada, para no apagarse y poder esta iluminar un poco. Siempre era mejor tener la luz a la espalda, ya que podía deslumbrar al enemigo y no estorbarle a ella. Tras eso se lanzó a trocear a aquello que pudiera aparecer por allí.

Cuando llegamos al final de lo que parecía el camino nos encontramos con ese agujero en la pared y la misteriosa luz que sale de él acompañada de un pestilente olor a muerte .Miro al bárbaro y se le ve algo inquieto
pero no le puedo culpar ya que las experiencias que hemos tenido con la magia en este maldito pueblo.De todas formas ..¿ hemos llegado hasta aquí para darnos la vuelta ? Digo rompiendo el incomodo silencio que se había impuesto mientras esperábamos la respuesta del sacerdote .Sea lo que sea habrá que ver que hay al otro lado

Salamina se acercó hasta el otro lado, sólo para encontrarse frente a un nuevo horror. Entre otro par de capullos de seda había un horror arácnido, obviamente producto de una de las mezclas del caos.

Pero a diferencia de las anteriores ésta hibridación era con un humano. El centro de la criatura era un cuerpo humano, desde la cintura para arriba, pero sus piernas se habían transformado en dos patas de araña especialmente gruesas, mientras sus dos brazos se habían convertido en seis patas de araña más, éstas más delgadas y finas; todas las extremidades estaban rematadas en una punta que parecía metálica. No era lo único que había sufrido una transformación, pues su cara estaba totalmente deformada para dar cabida a unas mandíbulas de pinza como las de las arañas y sus ojos eran ahora protuberancias multifacetadas también.

El horror estaba sobre un gran montón de piedra excavada, como si fuera un dragón sobre su tesoro y picoteaba con cuatro de sus patas en el túnel, cavando más profundo y añadía de vez en cuando una pequeña piedra a su montón.

Salamina no se lo pensó, ni siquiera dio tiempo a su cerebro a procesar lo que veía, antes de golpear con su hacha, en un ataque torpe y lento pero que el bicho no vio venir hasta ser demasiado tarde. La hoja golpeó en su espalda y se deslizó... cortando mucho menos de lo que esperaba, pues debajo de la gruesa ropa de minero pudo descubrir que su piel se había transformado en una capa coriácea tan dura como la mejor armadura de cuero.

Inmediatamente la monstruosidad se giró, se alzó sobre sus patas posteriores y descargó cuatro de sus patas-pico contra Salamina con poca coordinación pero mucha fuerza. Aún así la muchacha parecía paralizada ahora que no había podido seguir ocultando a su cerebro el horror que contemplaba y lo que debería haber bastado con un paso atrás para evitar en su mayor parte pronto se convirtió en una feroz lucha cerrada por detener una avalancha de picotazos.

Salamita intenta acercarse, y pegarse a la pared, para que el "bicho" tenga más problemas en colocarse, situarse y tener margen para poder atacarla.

Salamina, con todo el cuerpo temblando ahora que había llegado a apreciar todo el horror de aquel híbrido obsceno de persona y araña, trató de encajarse en uno de los pequeños nichos en que se había seguido a fondo una pequeña veta para reducir el espacio, lo suficiente para estorbar al arácnido mientras mantenía su capacidad para blandir tu hacha de dos manos, al menos de arriba a abajo.

La bestia siguió a la guerrera sin tregua, moviéndose arriba y abajo de los muros y techos sin dificultad y hasta saltando breves tramos demostrando una agilidad envidiable y haciendo saltar chispas y esquirlas cada vez que sus patas puntiagudas golpeaban contra la roca.

Ino intenta encontrar un lugar donde posicionarse, pero parece una estupidez. Pelear a solas con este bicho es como más que una estupidez. Sale disparada, al no encontrar situación donde ponerse y escapa a todo correr.

Incluso pasa cerca de la antorcha e intenta agarrarla, sin perder velocidad … o incluso intentar tirarla hacia atrás, para estorbar la persecución del bicho.

Dorg revisó los rastros. Pasara lo que pasara, había gente allí abajo, y perros.

- Sea lo que sea lo que pasa, pasa ahí abajo- señaló el salvaje.- Vamos a tener que bajar para comprobarlo