Partida Rol por web

A Salamina no le hizo mucha gracia lo del perro: - ¿Qué podría ser aquello?

Con la misma, comentó: - ¿Y ese bicho escapaba o qué hacía saltando? Preguntó en una voz muy tenue, como si quisiera evitar que ese "perro" les pudiera escuchar.

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   Veo que unos van para un lado otros para otro... me cubro la cabeza con las manos y respiro, luego susurro en dirección a Van Tharkan y Salamina.

   - El resto están retrocediendo, parece que hay algo que se nos ha pasado abajo. Sea lo que sea que estaba aquí, ha salido fuera. Vayamos por partes y en orden, volvamos abajo, arreglemos lo que sea que pasa abajo y luego ya subiremos. El último que baje que cierre la puerta del pasillo y que eche un vistazo de vez en cuando atrás. -

   Aunque intento no hacer mucho ruido bajando, los gastados escalones de la escalera crujen cuando desciendo todo lo rápido que puedo detrás de Dim'got y Dorg. Al menos entre los muebles, la semioscuridad y mi estatura, puedo bajar medio cubierto.

   Agarro una jabalina por si es necesario.

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El sacerdote rojo decidió ir abajo... no debían separarse pero Van tampoco quería irse sin revisar la zona. Ahora que había visto esa puerta no quería que los sorprendiera algo desde aquí arriba. Vería qué había y en todo caso se aseguraría de atrancar todas las puertas.

Más tarde bajaría con el resto. Salamina quizá lo acompañase, aunque si decidía ir con el sacerdote no se lo reprocharía.

Las puertas, la trampilla que llevaba arriba quizá comunicando con el tejado... muchos sitios que cubrir. Si también había algo abajo estaban atrapados entre la espada y la pared.

Agarró fuertemente su espada y empujó la puerta...

Nada más levantar la trampilla noté la profundidad que se abría ante mí en la oscuridad del sótano. Comencé a descender los escalones con mucho cuidado y con el mayor silencio que pude. Una pequeña luz titilante hacía que las sombras me cesconcertaran un poco y, eso, hizo que aún me pusiera más en guardia. Al segundo escalón de aquellas resbaladizas escaleras escuché unos ruidos sordos. Quedé inmóvil y atento a esos ruidos que se revelaron como unos sollozos apagados por la mano de alguien. Había acertado en mi intuición. Allí abajo había alguien. Con todo el cuidado que fui capaz di media vuelta y regresé arriba. Cerré nuevamente la trampilla con todo el cuidado que pude y descubrí que allí estaba Dim'goth. Me coloqué encima de la trampilla por si alguien de los de abajo intentaba abrirla e hice gestos a Dim'goth para que se acercara en silencio. " - Ahí abajo hay alguien. Al menos dos personas. No las he visto pero una le tapaba la boca a la otra. Vete en busca de los demás para entrar ahí abajo. Cuantos más seamos mejor." - Le susurré al guerrero.

Dorg se dio la vuelta cuando todos los que llevaba delante decidieron volver abajo, Dim'goth había vuelto a desaparecer tras la esquina a pie de escaleras.

Cuando todos volvieron atrás, doblando la esquina que la primera vez dejaron atrás, llegaron al bar, con sus cadáveres mordisqueados y putrefactos. Justo debajo de las escaleras, estaba la barra de bar.

Allí vieron a Dim'goth, que estaba hablando con alguien apoyado en la barra, al asomarse y coger perspectiva, pues la pared de las escaleras tapaban la visión de la barra, pudieron comprobar que era Krendhulf, que se apoyaba haciendo fuerza en una portezuela que daba a la parte de abajo de las escaleras, demasiado baja para ir a otro sitio que no fuera un sótano. O la despensa más diminuta de todos los bares que hubieran visto.

Al ver que la mayoría están descendiendo del piso superior les hago un gesto con la mano, para que se acerquen y, señalando la trampilla de bloquea Krendhulf con su peso, con una mano, muestro dos dedos, el índice y el corazón de la otra apuntando hacia arriba.

Cuando estén cerca susurro: Al parecer hay dos personas en el sótano, vamos a ver qué les podemos sacar de información. ¿Alguien tiene una antorcha a mano?, ahí abajo ha de estar como boca de lobo.

Y para poder asir la antorcha enfundo mi falce dejando el escudo embrazado para poder protegerme de un eventual ataque.

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   Me froto los ojos incrédulo ante la pregunta y susurro. - ¿Una antorcha?, si estamos en una jodía posada, tiene que haber antorchas y candiles por el lugar... - suspiro y sin dejar de tener un ojo puesto en la portezuela agarro una antorcha de mi equipo. Estoy por darsela, pero luego pienso que si no tiene ni antorchas, igual tampoco tiene conqué encenderla, así que saco el yesquero también y prendo la antorcha.

   -¡Ten! - Avanzo donde Dim'goth, le paso la antorcha y me apresuro a volver a mi escondite y volver a asir la jabalina en posición de arrojar. Procurando que no se me vea mucho.

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Dorg se acerca y ayuda al sacerdote a manter la trampilla cerrada. Esta claro que ese lugar esta poblado por demonios y no tiene ninguna gana de conocerlos. apoya su peso contra la madera para manterla contra la apertura sin soltar la empuñadura de su extraña espada.

Salamina se predispone al combate. El irrumpir en un sótano, sin ser invitados, podría causar una innumerable posibilidad de situaciones, y la mayoría suelen empezar a porrazos...y pocas veces terminaban de otra manera si empezaban así.

Durante un instante se mete la mano en el pecho y agarra con fuerza el colgante que portaba susurrando: - Preparada.

Con la antorcha a la diestra y el escudo a la siniestra estoy listo para bajar. Vamos, bajemos...

Miro a Krendhulf y a Dorg y les hago un gesto con la cabeza mientras me coloco en disposición de irrumpir en el sótano según abran la trampilla.

De repente regresó el grupo entero en ayuda. Mientras el guerrero les iba informando de lo que le había dicho yo asentía con la cabeza. - De acuerdo. Hay al menos dos personas ahí abajo. Una le tapa la boca a la otra. Hay algo de luz pero la antorcha será bienvenida. Cuidado con las escaleras que resbalan mucho.

Aparté a Dorg de la trampilla con un brazo y con el otro así el tirador para levantar la tapa. - ¿Preparados? Una... dos... y tres. ¡Ahora! - Y tiré  de la trampilla abriendo el paso para que bajara Dim'goth.

Abrieron de nuevo la portezuela con Dim'goth avanzando en primer lugar seguido por Dorg y Krendhulf, aún no habían podido bajar ni Salamina ni Izurde cuando el pantangita llegó al fondo de la escalera.

No había tenido tiempo de iluminar bien el sótano ni buscar el origen del débil pábilo que debía iluminar alguno de sus rincones cuando una piedra de buen tamaño le pasó junto a la cabeza, acompañado de un grito de furia que, en realidad, sonaba a terror. La forma en que se hizo migas contra la pared de piedra le indicó que ni siquiera era una piedra, sino un trozo de carbón grande, ahora parecía dudar si volver a tirarles el trozo, entrecerrando los ojos como tratando de distinguirles bien.

Con el escudo presto ya, iluminó el lugar, entre unas cajas apiladas había un hombre con mandil de tabernero, ojos desorbitados de terror y otro trozo de carbón en las manos. Detrás de él había un par de mujeres - una más bien una muchacha - que trataban de contener el llanto de tres niños más pequeños, al menor a base de taparle la boca, pues estaba llorando a moco tendido.

Como era de esperar, al llegar abajo el recibimiento fue agresivo. Pero era más producto del miedo que un intento de abatirnos. El que debía ser el dueño de la taberna trataba de proteger lo que parecía ser su familia tirandonos trocitos de carbón... En fin.

Antes de que el guerrero tuviese tiempo de acabar con él me adelanté. - Está bien. Está bien. - Traté de apaciguar al tabernero con las manos adelantadas pidiéndole calma. - No os vamos a hacer daño alguno, al contrario. Venimos a ayudar. - Hablaba mientras miraba en busca de más gente o alguna otra puerta por la que pudiese venir alguien más. - ¿Hay alguien más aquí?¿Hay alguna puerta más por donde pueda venir alguien?

Van Tharkan se acercó a la ventana para cerrar los postigos, en la medida de lo posible. Intentaba ajustar los postigos, que habían resultado dañados en la pelea, a la vez que trataba de vislumbrar algo por los alrededores. Sombras furtivas atravesaban las calles de vez en cuando, y casi podía ver el extremo de la masa carnosa de danzantes, pero era obvio que cualquier posibilidad de hacerlo bien requeriría ir al último cuarto pues el edificio de enfrente tapaba por completo las vistas.

De repente una sombra llegó volando, o más bien lanzada, desde el edificio del otro lado de la calle, con escaso control pero precisa puntería, le embistió tratando de hacerle caer y entrar.

El golpe resultó doloroso, aunque por cómo se removía, el ser vivo que había llegado hasta él no opinaba lo mismo.

Algo le había propinado un golpe sin darle tiempo a darse cuenta de qué. Debía venir del otro lado de la ventana. Cuando se rehizo del dolor, vio, o más bien sintió, como lo que al principio parecía una piedra o algo inerte contundente... se movía.

Dio un pequeño salto atrás para poder verlo claramente, y entonces contemplando con horror asestó un golpe con su espada a la extraña criatura.

Una familia apiñada en aquella extraña cueva. Se habían escondido allí e intentaban alejarles con lo que podían.

- Paz- pidió Dorg, mostrando las manos, no había motivos para enzarzarse con ellos, no se veían peligrosos ni parecían demonios.

Había sucedido lo más fácil que sucediera. Ahora, con un poco de suerte, si el pánico amainaba, podrían intentar obtener algo de información. A saber si su estado mental era suficiente como para ello. Incluso parecía que hacía tiempo que estaban escondidos aquí.

Salamina sacó su cacharro con agua y lo ofreció. Dorg comentaba "paz" en palabras, pero ofrecer algo tan sencillo como agua, era más significativo que incluso unas palabras que no sabía si serían capaces de entender.