Partida Rol por web

Ella cuando apostaba, era sobre seguro. No con margen de pérdida. Apostaba para ganar, y si no, no jugaba.

De todas maneras, daba igual. Primero, estaba sorprendida, porque no eran autómatas, como ella pensaba, sino que si interactuaba con la gente.

- Joder, pues aposté sobre seguro … y salí bien, pero con un precepto falso como base. Intentó controlar la respiración, mientras aún estaba sentada en el suelo. - El aliento vendrá cuando quiera venir. Pensó en el resto: - Por lo menos, cuando vean mi arma, sabrán que hay algo malo por allí.

No le importaban las apuestas, pero hablar con aquel supuesta marioneta, era algo que la podía tener entretenida durante el rato que el resto tardasen en regresar: - ¿Y como va eso? Quería mostrarse interesada, y así parecer amable, pero seguía en el suelo, dejando que su cuerpo se recobrase del esfuerzo de escapar de la puñetera draña.

Van tenía preparado el tiro, esperaba ver surgir la jauría y no se hacía muchas ilusiones porque las columnas apenas quedaban a una decena de metros y los animales se abalanzarían tan rápido que el segundo disparo le dejaría a merced de los que llegasen.

Pero aquello no fue lo que ocurrió. De entre las columnas surgió una aberración aún más horrenda que las anteriores. Al frente corrían tres perros, sabuesos de gran tamaño, cuyos cuartos traseros se fundían entre ellos... pero también con la pelvis sin piernas de un hombre vestido de cazador, de mirada enloquecida, boca babeante y cabello asalvajado, que aferraba en una mano un látigo con el que hostigaba a lo que ahora era parte de su propio ser en forma de cuerpos de perro y una lanza en la otra. Las tres cabezas ladraban salvajes, cada una con varias voces caninas simultáneas, coro al que se unía el tronco de hombre con aullidos más caninos que humanos.

- "Mu' fácil, siñora, tú t'a apuestas po' lo que sea que quiera' y pone' una pizca 'e sangre en er número 'iciendo en arto lo que quiere'. Yo tiro, si sale el número que quieres, pa'ti lo pedío'; si no, pue' paga' un poquín, según lo que importante que sea lo que ha' pedido tú."

El hombre sonreía con cierto ansia y señaló al tipo que estaba en la mesa, un hércules impresionante de fuerte y grande.

-"¿Ves a él? No 'irías que hace una semana no podía levantá' el pico pesa'o ¿a que non?" - le hizo gestos con la cabeza como diciendo ¿eh? ¿eh? ¿eh? - "Pues ya le ves ahora"

La aparición era horrenda... lo que en su día era un cazador con su jauría hoy era una amasijo de carne donde todos compartían volumen sin saber donde acababa cada uno para dar paso al siguiente.

El bárbaro no habría podido actuar si no hubiera estado preparado.

Disparó una de las flechas que tenía preparada antes de soltar el arco y sacar la espada. Se preparaba para el embite con los perros, que intuia iban a ser los primeros en llegar a él, aunque por suerte lo angosto de la abertura hacía presumir que solo uno de ellos podría ocasionar peligro... salvo que otra sorpresa les llegase desde el otro plano.

El tiro de Van Tharkan voló certero contra la parte del ser en que los perros se convertían en humano, justo en la cadera dónde la vieja armadura de cuero no le cubría, la flecha causó un corte profundo y, teóricamente, doloroso, pero el ser no dio muestras de ello. En cualquier caso, sangraba y eso, de cara a matarlo, era bueno.

El bárbaro soltó el arco, decidiendo que una defensa efectiva sería más efectiva que una actitud berserker. La rapidez con la que el monstruo se le vino encima le dio la razón. Los tres cuerpos de perro saltaron simultáneos hacia el agujero, aunque sólo uno consiguió tirar el mordisco realmente cómodo, los otros dos apenas conseguían pasar por el hueco lo justo para morder, cayendo por el borde hacia el medio y estorbándose unos a otros.

El primer mordisco se dirigió certero al cuello de Van, quien con tino había cambiado a la espada y bloqueó la dentellada con el gavilán de su hoja, enviando al perro de vuelta atrás. Los otros dos perros, estorbados y con poco acceso al bárbaro, fallaron sus dentelladas incluso sin forzar a Van a defenderse activamente.

Entonces, desde atrás, el bárbaro vio una sombra acercarse. Una lanza pasó a medio metro de dónde su cabeza estaba antes de comenzar sus defensas, sin asustarle por lo malo de la estocada, pero no por lo inesperado del ataque. Pudo ver claramente como un brazo se contraía al retirar la lanza para preparar una nueva asaetada.

Van Tharkan recuperó la iniciativa de combate y descargó su espada contra la espalda de un perro, que resultó inesperadamente correosa y dura, como si la piel del perro hubiera sido hervida para endurecerla. Aún así un reguero de sangre se unió al que brotaba de la pelvis humana del ser y los ladridos de ese perro se hicieron un tono más agudos.

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   Intento visualizar de donde viene el ataque, pero desgraciadamente soy demasiado bajo y la herida bajo mi armadura no hace sino arrancarme destellos de dolor que no ayudan a concentrarme. Finalmente echo la mano hacia atrás y arrojo la jabalina, pero nada más sale de mi mano, veo que sale algo desviada, muy, muy poco, pero desviada.

   Mientras veo a los guardias heridos delante mío y pienso que aún hemos de cruzar el lugar infestado de enemigos, tomo una decisión.

   Me alzo (lo cual no es mucho, después de todo) y levanto la barbilla, aguantando el dolor, agarro el símbolo de Strasha y declamo en voz alta.

   - Strasha, dacedor de vida, he aquí escucha la súplica de tu servidor. Oscura es la mancha del caos que se retuerce en estas profundidades, ¡he aquí, que imploro tu ayuda! Como el agua pura se abre camino a traves de la dura roca y penetra en las profundidades de la tierra, ¡te suplico que deshagas como si fuera barro las paredes y techo de roca donde está esta abominación y entierres su caótico culto para siempre en las entrañas de la roca! ¡Sálvanos, tú que das y proteges la vida! -

   Concentro todo mi ser y mi elan al servicio de mi dios de forma que nos ayude en esta hora tan oscura y no se pierdan más vidas.

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Todos  se lanzan a luchar contra el engendro con sus armas ; acero y magia .Mientras yo me quedo medio parado sin saber muy bien como reaccionar  hasta que consigo reunir el coraje necesario.Me muevo hacia el combate mientras desenvaino la espada .

El monstruo ha atacado  pero Van  le ha frenado impidiéndole pasar  y en ese momento aprovecho para atacar por un lateral .Intento clavar  la cimitarra  en alguna parte desprotegida retorciéndola para hacer aullar de dolor.

Dorg casí agradece que el cuerpo de Van Tharkan bloquee la visión de tan horrible ser, pero el recuerdo de la Dama le da fuerza y, agarrando su espada lanza una estocada contra la cabeza de perro que asoma por el lateral de su compañero. Por desgracia, combatir bajo tierra no es su especialidad y lo único que consigue es dejar un largo surco en la pared de la cueva.

Siguió en el suelo. Con las piernas abiertas en V. Las manos en el suelo, hacia atrás, y medio recostada, pero con los codos fijos, extendidos los brazos.

- ¿Y qué sería lo que hay que pagar?
 

Preguntó más curiosa e intrigada, interesada por pasar el tiempo, más que por el tipo de riesgos a asumir. Se estaba pensando que le preguntaría según lo que pidiera, así que una arma que … un hacha que haga mucho daño.

- ¿Qué pasaría si pido un arma poderosa. Un hacha en concreto … y fallo?

Dorg y Antern se lanzaron a los lados en apoyo de Van Tharkan. Al salvaje se le veía fuertemente concentrado en no dejar que el Caos que personificaba aquel ser se afianzase en su mente y la destruyera, quizás por ello descuidó su estocada. Antern por su parte pareció sumergirse de lleno en la naturaleza de la situación, su mirada tomó el mismo cariz que la del cazador cancerbero, lanzándose con abandono a la lucha y trazando otra alargada herida en el flanco de otro de los canes.

La furia del ser no bajó, aunque era obvio que la perdida de sangre le estaba afectando como a cualquiera, por más que la suya fuera más bien un aceite negruzco.

Tras ellos Izurde estaba rezando a su dios del agua, en aquel lugar bajo tierra, rodeados por piedra por los seis lados resultaba casi ridículo. El propio clérigo notaba a su dios lejos, muy lejos, casi como si no existiera, su mente viajaba kilómetros si encontrar un camino para sus rezos.

Hasta que lo encontró, no sabía dónde, en realidad no muy lejos, dentro de la piedra. Su fe tenía recompensa, creer que incluso en el reino de la tierra, Straasha tenía que estar, pues era todopoderoso. Con la furia alienígena de lo que no es humano notó que su dios compartía su cólera contra quienes le atacaban y acudió en su ayuda, como un torrente, como un tsunami.

La conexión se rompió y su mente volvió a aquí y ahora, a una cueva a cincuenta metros bajo el suelo que acababa en un templo de caos con una aberración híbrida de cánidos y humano tratando de devorarle.

Y el mundo se movía, pensó que aún estaba mareado por el titánico esfuerzo de buscar a su dios en el cosmos, pero no. Sus compañeros también lo notaban, también se tambaleaban y tenían el pánico en los ojos.

La aberración no notó el cambio; o si lo notó no le importó. Presa de la furia, con espumas de babas salpicando en todas las direcciones y ladridos furiosos los tres cuerpos de perro trataron de morder a cada uno de los compañeros que les habían atacado. Sólo la cabeza de Antern logró girarse con precisión para tratar de cerrarse en torno a su mano libre, amenazando con desgarrársela con colmillos como puñales.

Pero el peor ataque se lo llevó Van Tharkan, el cazador esta vez sí, lanzó un tremendo envite, que dirigió hacia el rostro del bárbaro con precisión y pericia.

El crupier se encogió de hombros a la primera pregunta.

-"La isincia, ya te lo dije siñora, pero que me aspen si se lo qu'es eso." - señaló al tipo sentado a la ruleta - "pero éste, antes de perder unas cuantas veces no era un botarate sin seso. Y Flay el jóven..." - miró en dirección a un curioso montón de suciedad que no le había llamado la atención hasta ese momento. Y al fijarse bien notó que no era suciedad, sino más bien polvo, tal vez ceniza. Luego el crupier sacudió la cabeza.

La segunda, hizo que los ojitos le brillasen y una sonrisa aflorase a su boca, más ansioso ahora que veía posible que la chica decidiera jugar.

-"Claro, un'hacha, pué' claro que se pué'. Un demoño bien gordu. Pero, piensa, siñora, que endeluego lo tié's que atá'. A más gordu, más difícil y más isincia tendrá' que dá' si falla'."

Algo parecía no ir bien, un terremoto o quizá algo peor había empezado a manifestarse en la cueva... pero el clérigo estaba rezando, quizá él tenía algo que ver.

Sin tiempo a pensar sobre el tema vio como el cazador que estaba unido a los perros comenzaba a apuntar su lanza sobre él. Con reflejos felinos usó su espada para desviar la trayectoria al salir disparada hacia su cabeza, mientras trataba de asestar luego un golpe que mantuviese las dentelladas a raya.

- ¿Atar un demonio? Pus va a ser que no, porque yo de nudos … poco.

Pensaba para si, pero tras ver el montón de polvo en que se había convertido el chico ese, estaba claro que no jugaría, por mucho que se lo propusieran, y no hubiera otra opción … : - Vamos, que si no es de vida o muerte, va a ser que no. Además, la respiración aún era acelerada, el sudor del momento aún corría por el interior de las chapas que vestía, y por si fuera poco, no tenía cuerdas para atar al bicho.

- Me parece que los vamos a aplazar para más tarde señor … Dejó la frase inconclusa, para permitir que diera su nombre. De todas maneras, seguía en la misma postura, en el suelo, con los brazos hacia atrás y los codos bloqueados para apuntalar su torso.

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   Exultante noto un cambio, casi por un instante puedo oler la brisa marina, el olor a hierba mojada por la lluvia fresca... luego me dejo de zarandajas y vuelvo al mundo real.

   Como un resorte arrojo otra jabalina más contra la cosa. Aunque por ahora la humedad en el ambiente, no es agua, sino la sangre que derraman mis guardias, hora de dar un paso atrás.

   O varios.

   - ¡Van Tharkan, retrocede! Retroceded todos luchando a la defensiva. -

   Dicho esto, me preparo para dar ejemplo.

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-"¡Ahora soy er Baró' 'e l'Ruleta!" - se rió exultante, visiblemente complacido con su nuevo título - "Claro, siñora, luego. Yo ando sempre po'aquí" -

Hizo una pausa, mirándose las uñas de una mano mientras con la otra le enseñaba la bolita.

-"Solo e'pero que no 'enga argún mostro d'esos ahora y no tenga' tú tu hacha demoño nuevesita."

Miró de soslayo, y con una sonrisa picarona pensó: - ¿Me está tentando? Pue no sabe este que yo pienso al contrario que el resto del mundo. Con ese tipo de retos … y o no funciono. Todo lo contrario.

Miró al rededor, buscando huellas que le llamaran la atención.  No las tenía todas consigo.

Salamina era consciente de que como rastreadora no era gran cosa. De hecho, la verdad, era que daba pena. No le extrañó no encontrar nada que no fuera evidente: por allí había pasado mucha gente, no sabía decir bien cuándo había sido eso. También habían pasado carretas y vagonetas, probablemente durante años, tampoco sabía cuándo podían haber sido las últimas.

Estaba casi segura también de que había huellas que podían tener días, o quizás meses, de bestias, cuadrúpedos de al menos dos tipos distintos unos pequeños - o al menos que apoyaban patas en una zona pequeña - y otras más grandes, éstas había no menos de dos tipos, porque reconocía las marcas de herraduras y luego otro, u otros, tipos que no tenían herraduras.

También encontró evidencias, cerca de la caseta de que el crupier y su cliente aún estaban vivos y eran convencionales, en el sentido de que necesitaban una letrina. O un trozo de campo que hiciera de tal.

Lo último que le llamó la atención era un pozo, profundo, que parecía lleno de agua. Junto a él un barril con un tapón bien ajustado, contenía una abundante reserva de agua fresca, con un grifo en la parte baja para servirse.

Sin levantarse aún, señaló hacia el pozo y el agua y preguntó:

- Oiga, señor, y esa agua, ¿Se puede beber sin que pasen cosas raras o también tiene "peculiaridades"?

Señaló in instante, moviendo el brazo que quedaba orientado hacia ese lado, para señalar, y recuperando su posición casi de inmediato. Miraba de reojo el montón de polvo que se supone había sido una persona.

Dorg lanzó un espadazo con la esperanza de dañar a aquella criatura infernal al tiempo que retrocedía con sus compañeros como mandaba el patrón. Dio a algo pero con poca fuerza. De todos modos, estaba más preocupado por retroceder sin tropezar que por acabar con aquel bicho demoniaco. Imploró ayuda a la Dama en su propia lengua, rezando por un destino mejor.

-"Güena, siñora, de lo mejor c'ay. A lo más que te de un poco cagalera. D'ahí bibemos nusotros c'ando hay sé'."