Partida Rol por web

Dónde germina el Caos

Prólogo

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15/03/2019, 23:43
Director

El pueblo de Arlankas, es un importante punto de paso y comercio en Shazaar cerca de la frontera con Jharkor. Aquí los países están separados por una pequeña cadena de encrespadas colinas que impiden el paso, por lo que las rodea la carretera - camino ancho más bien - de Aflitain, capital de la nación, a Thokora, al otro lado de la frontera. Arlankas es el principal punto de parada en esa ruta, con un mercado significativo.

El motivo principal es que desde aquí no sólo parte y llega dicha carretera, también es el punto de inicio y final de un camino, casi de cabras, que se adentra en las colinas hasta un pueblucho de mala muerte pero gran importancia: Mestor, centro de toda la actividad minera de la zona, notablemente rica, no tanto por la cantidad sino por la calidad del producto: oro y piedras preciosas sin tallar. Eso hace de Arlankas un lugar en el que el dinero (o más bien las riquezas) abunda y cambia de manos rápido y a menudo.

Aquí se han reunido, por diversos motivos un grupo de personas en las que el destino y los poderes han fijado su mirada, sin que ellos (y ella) lo sepan.

Arlankas llama la atención, en parte por su tamaño. Aunque no parece que vivan más de un par de miles de personas, el pueblo es casi una villa con el doble de tamaño que se esperaría de él, gracias a las grandes explanadas para mercados, sus docenas de establos capaces de guarecer medio millar de caballos, su fortaleza con torre y empalizada, sus numerosas posadas capaces de albergar casi la mitad de población que los edificios residenciales de los lugareños y su templo de Grome, tan grande como el de la capital, Aflitain.

Pero hoy en día, lo hace más por su aspecto. Los mercados están llenos de puestos, con abundante mercancía, notablemente rebajada; pero nadie compra más que suministros básicos. Los mercaderes no se mueven del sitio, pues la guardia es poca y con aspecto cansado.

La mayor parte de la población se divide en dos: los que trabajan en el campo, que parece gozar de un exceso de trabajadores macilentos y cansados y los que haraganean sin nada que hacer, casi ninguno de los cuales parece un mendigo. O al menos no haberlo sido desde hace mucho tiempo.

Un cartel colgado del poste de noticias destaca por encima del resto, pues promete buena paga a mercenarios capaces dispuestos a emprender una peligrosa misión. Da razón en una posada, llamada la Mayor por ser la más grande del pueblo, si bien no la más lujosa; y la da un tal Izurde, el Rojo.

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16/03/2019, 00:06
Director

[Izurde y Kredhulf]

Hace casi cien años, los cultos de Straasha y Grome en Shazaar tuvieron una disputa importante y sangrienta. El motivo fue que un rico ciudadano murió tras cambiar de culto, era dueño de importantes explotaciones mineras, fiel de Grome hasta que poco antes de su muerte cambió su filiación y legó sus riquezas al templo de Straasha.

Tras años de rifirrafes que sangraron ambas iglesias hasta convertirlas en sombras de lo que fueron, se llegó a un acuerdo satisfactorio para ambas, que ha permitido una larga tregua y que ambos cultos se recuperen y prosperen. Ahora los mineros pagan a la iglesia de Straasha sus rentas, pero ésta debe aportar al templo de Grome local una parte valorada en un importante porcentaje de la riqueza extraída en metales valiosos viejos y gemas dañadas o rotas, que hayan tenido una larga vida para volver al seno de la tierra. 

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16/03/2019, 00:14
Director

[Izurde]

Hace casi una semana que llegaste aquí como acólito del Sumo Sacerdote de Straasha en Aflitain. La economía del templo se basa, en buena medida, en las rentas que obtiene de las minas de Arlankas - en la práctica de Mestor, pero a nadie le importa Mestor - 

Cuando los tributos no llegaron y tampoco explicaciones, no sólo empezó a preocupar al clero su bienestar económico, sino el pacto con la iglesia de Grome, pues sus compensaciones se pagan con ese mismo dinero.

Por ello el Sumo Sacerdote cogió su guardia personal y su personal de confianza - entre el que se encontraba Izurde - y se dirigieron en sus carros al norte. El pueblo ya estaba en el mal estado en que se haya ahora, aunque aún el comercio estaba más boyante cuando no todo el dinero había cambiado de mano y la gente aún conservaba sus últimas monedas de salarios anteriores.

Izurde acompañó al Sumo Sacerdote a la reunión con el Lord Alcalde, que dijo que nada se sabía de Mestor desde hacía un mes. Ni de la media docena de soldados que envió a investigar. Tras fuertes discusiones, el Sumo Sacerdote, su guardia personal, la mitad de la guardia de la ciudad y parte del séquito se dirigió al pueblucho, situado a poco más de un día a caballo. Mañana hará siete días de aquello.

Desde hace dos Izurde es el nuevo Sumo Sacerdote, en funciones. El resto del cónclave decidió hacer un Concilio, para resolver la crisis y elegir un nuevo líder que tomara riendas en el asunto, organizando una segunda expedición pagando mercenarios con los fondos disponibles. Hubo casi unanimidad en el voto: Izurde sacó todos los votos menos uno.

Ahora le toca administrar los 60 Grandes de oro para contratar los mercenarios y dirigir personalmente el nuevo intento de resolver el misterio. Aunque el cónclave ha dejado claro que, al menos, la mitad deben quedar en custodia hasta el retorno de los trabajadores. Para garantizar la seguridad de Izurde, naturalmente.

Pero primero debe despachar con Krendhulf, el enviado del templo de Grome, que pide explicaciones de por qué aún no se han depositado las ofrendas al Señor de la Tierra. El enviado es toda una declaración de intenciones: un pikaraydense grande y fuerte como un oso que lleva un buen cuchillo, no mucho más pequeño que el brazo del diminuto Izurde, que en absoluto parece de adorno.

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16/03/2019, 00:30
Director

[Krendhulf]

Krendhulf ha sido informado por el patriarca de Aflitain de que el tributo de éste año no ha llegado. Y, como suele pasar cuando el patriarca prevee conflicto, le ha enviado a él, el más grande y fuerte del templo. Debía llegarse a Arlankas y preguntar por el tributo, si era posible a los clérigos de Straasha.

Una vez aquí, los sacerdotes del templo local de Grome le han dicho que nada se sabe de las minas desde hace semanas, que la mayoría de los clérigos de Straasha y la mitad de la guardia fueron allí y no han vuelto. Y también que los clérigos del agua que quedan están al mando de un tal Izurde, que se aloja en la Posada Mayor.

Ahora Izurde está a punto de recibirle. Parece ser, así le han anunciado, que es el Sumo Sacerdote de Straasha. Pues, si es así, no parece muy impresionante. Con su metro veinte o treinta de estatura y ropas apenas diferentes de las de cualquier otro clérigo.

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16/03/2019, 00:38
Director

[Dorg]

Muchas estaciones han pasado desde que Dorg salió del bosque. Resultó que fuera había tantas personas como árboles en las tierras ancestrales. Encontrar cuales habían traicionado a su clan no parecía tarea fácil. Tardo varias lunas en averiguar que lo más probable es que sus enemigos hubieran "navegado al otro lado del mar". El alma se le cayó a los pies cuando vio el mar, una cantidad de agua inimaginable, infinita, inmensa, incruzable.

Pero eso fue hace muchas estaciones, desde entonces había aprendido lo que era un barco. Y el dinero. Y la guerra, lo único que sabía hacer para conseguirlo. 

Al otro lado del mar no han faltado conflictos, pasó estaciones como infantería al mando de un noble u otro que enviaban a morir más gente de la que formaba cualquier tribu del bosque para mover una piedra un tiro de lanza y decir que hasta allí llegaban ahora sus tierras.

Ahora tenía un nombre para la tierra de la que venían los traidores pálidos. Dharijor. Sigue al norte por éstas tierras que llamamos Shazaar - le habían dicho - cruza las montañas o rodealas para llegar al lugar que llaman Jharkor. Había más instrucciones, pero ahora poco importan pues es obvio que Dorg necesitará más dinero del que tiene para completar el viaje, por lo que ha decidido hacer un alto y conseguir trabajo en éste lugar, Arlankas. Un pueblo para los que viven fuera del bosque, aunque hace sólo unas estaciones a él le hubiera parecido que allí vivía la mitad del mundo.

A tenido que pagar 5 monedas hasta que dos personas le han leído igual el papel del poste, pero puede que haya encontrado trabajo. Aunque no es el único que se ha parado a mirar ese papel, encima algunos sí sabían leerlo. Es de esperar que el trabajo admita varias personas.

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16/03/2019, 00:51
Director

[Dim'goth]

La última expedición a las Marismas del Silencio, acompañando a un engreído hechicero a buscar hierbas, ha sido un fracaso notable. Con más orgullo que seso, el líder de la expedición llevó al grupo de un peligro a otro, perdiendo hasta el último dharijoriano antes de acercarse al centro del pantano. Para cuando la mitad de la guardia de élite, soldados pantangitas había muerto en estúpidos combates con todo tipo de monstruosidades, el hechicero también murió. Nadie comentó nada sobre que la herida estaba en la espalda, dónde no había monstruos sino sólo escoltas.

Tras ello fue un cada uno por su cuenta. Dim'goth decidió volver a casa, llegar a Dharijor y buscar un barco en el que embarcar. Ahora, a medio camino, ha llegado a éste curioso lugar, con su no menos curiosa oferta. Algo huele raro en el aire, tal vez metafóricamente, el aroma del hogar...

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16/03/2019, 00:59
Director

[Van Tharkan]

Hace ya un par de años que Van Tharkan se embarcó en Ilmar con dirección a Shazaar, cansado de luchar como un dragón para cazar un lagarto en el desierto y sobrevivir un día más, decidió emprender el camino que muchos otros antes habían hecho y partir a las guerras de los civilizados como mercenario.

Desde entonces ha batallado en una docena de conflictos diferentes, a nómina de uno u otro terrateniente local. A menudo contra los mismos que ayudó la batalla anterior. Y se ha ganado la vida bien, incluso ha hecho hucha.

Quizás por eso mismo, el trabajo empieza a escasear. Demasiados conflictos, demasiados mercenarios, demasiados campesinos muertos y demasiadas cosechas quemadas hacen que ahora quienes quieren la guerra no pueden pagársela. Al menos no la que puede hacer Van Tharkan.

Otros mercenarios hablan de un gran conflicto en ciernes entre Jharkor y Dharijor. Dicen que habrá una guerra como no ha habido otra en siglos y que todas las espadas harán falta y podrán ganar dinero a espuertas.

Arlankas era el punto más cercano a la frontera con Jharkor, aunque desde que llegó cada vez que pregunta por dónde  seguir para conseguir un nuevo contrato, si Este u Oeste, todos le mandan a leer el papel del poste.

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16/03/2019, 01:05
Director

[Salamina]

Matar gente por dinero no es divertido, no es noble, ni tampoco seguro. Pero es rentable. Lo fue la primera vez, y lo ha sido la última. Hace unas cuatro semanas que un enano encapuchado le encargó matar a un hombre. Buen dinero, trabajo fácil, aunque raro.

La víctima era un eremita, que vivía casi desnudo en una cabaña en los picachos de una montaña cerca de un pueblo de mala muerte entre Jharkor y Shazaar, Mestor. Salamina tuvo que usar el arma que le entregó el enano, una especie de estrella de plata de ocho puntas. Y hacerlo de noche mientras el ermitaño cantaba como un orate entre un círculo de piedras.

Todo muy raro y loco. Pero, ¡eh! ¿a quién le importa? Incluso ahora, después de un mes de vivir de posada y taberna en Arlankas, Salamina tiene diez grandes de oro en el bolsillo. Claro que el pueblo ha ido de mal en peor, con menos guardias, más problemas y menos servicios... aunque para ella ha sido más bien al revés, pues su dinero parece valer cada vez más a medida que va siendo la única que gasta como si no hubiera un mañana.

¿Tendrá algo que ver con ese papel que los clérigos de Straasha han colgado en el poste del centro del mercado?

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17/03/2019, 14:38
Salamina
Sólo para el director

¿Tendrá algo que ver con ese papel que los clérigos de Straasha han colgado en el poste del centro del mercado?

Lo mejor era averiguarlo y sacarse la espinillita de la curiosidad. Sin pensarlo demasiado marchó a releer el cartel, y luego, a buscar al tal Izurde el Rojo. Se le hacía raro el nombre, ya que Straasha era dios de agua y mar, así que eso de rojo ... no le terminaba de pegar. Sonrió para si misma, mientras caminaba con una broma: - Igual es pelirrojo.

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17/03/2019, 15:05
Director

Mientras Izurde y Krendhulf se valoraban uno a otro, aún sin empezar a hablar, una mujer de aspecto aguerrido entró en la posada y, tras consultar al posadero, se acercó a la sala común dónde ellos estaban.

Los miembros del cónclave que custodiaban la puerta la cuestionaron y ambos pudieron oír que venía por el cartel que Izurbe había puesto para encontrar mercenarios que se unieran a su búsqueda.

Salamina pudo ver más allá de los clérigos con túnicas de Straasha una escena extraña. Dos figuras contrapuestas parecían estar valorándose una a otra con miradas escrutadoras.

Uno era un hombre diminuto, con una túnica de Straasha a la que habían cosido reguleramente adornos de seda y oro con patrones marinos demasiado grandes para su diminuta ropa. El otro, con la sencilla túnica de un sacerdote de Grome, era alto y grande, sobre todo grande, con el aspecto rudo y amenazador común a los brutales pikaraydenses.

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17/03/2019, 15:53
Salamina

Entre ellos no se llamarían nunca hermanos, pero a sus iguales si. Si se les traba así, podrían llegar a un acuerdo, así que de esa manera los asaltó: - Hermanos, si el agua y la tierra se juntan de mala manera, sólo se consigue barro. Estaba tornándose una líder sin serlo, pero aquellos dos lo requerían, y no por ellos, los cuales, en estos momentos no le interesaba lo más mínimo su futuro, de ninguno de los dos, pero algo le decía que más adelante podría ser interesante. - Y el barro sólo vale para joder unas buenas botas y ralentizarte en el avance ¿Quieren degradar su empuje y llegar sólo a perder prestigio ante los ojos de su dios, sólo por el mero hecho de no haber entrado en razón? Entonces les comentó: - Colaboren conmigo señores, así ganarán ante su dios y ante su iglesia.

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17/03/2019, 23:27
Van Tharkan
Sólo para el director

El polvo que levantaba el camino comenzaba a ser molesto. La tos de su montura lo demostraba, tenía las mucosas resecas y llenas de moscas, a Van no le gustaba esta tierra. Había oído que solo había campesinos, y que los extranjeros no eran bienvenidos si no venían a comerciar. Era verdad.

Ya llevaba tiempo en Shazaar, donde pudo comprobar la veracidad de las historias sobre sus formidables caballos y donde hasta pudo ver de cerca a los Caballeros de Aflitain y Dioperda. Pero las monedas en aquel reino comenzaban a escasear, y se dio cuenta hacía tiempo de que allí no conseguiría nada más. Se había acostumbrado además a un peculiar estilo de vida, y no había tenido más remedio que viajar a la frontera desde donde llegaban noticias más halagüeñas.

Sin embargo, pese a las múltiples caravanas de mercaderes, y las largas campañas buscando patrón, aún no había conseguido nada.

El nuevo cartel que habían colgado esta mañana parecía una oleada de aire fresco, conocía el sitio y decidió ir a probar fortuna. A pesar de ello no terminaba de entender cómo alguien que contrataba mercenarios usaba la palabra peligroso, algo le daba mala espina.

Al fin y al cabo contratar a quien se juega la vida por dinero ya implica que el trabajo sea peligroso, y no era necesaria la reiteración. Pero si lo era de modo desorbitado, tanto como para tener que indicarlo, solo desanimaría a quienes estuviesen interesados.

Sopesó su bolsa, no estaba tan vacía como para jugársela por algo así. Pero no aceptar un posible trabajo llevaría a que fuese más difícil obtener otro, ése dificultar el siguiente, y poco a poco no tener opciones de ninguno... y su dinero no iba a durar eternamente.

Iría.

Movió las bridas de Tena en dirección a la posada, la conocía de sobra. Había dejado a su poney varias veces en sus establos, al parecer le gustaban y eso lo dejaba tranquilo, su fiel amigo era más que un compañero, era su hermano, como lo era cualquier montura en su pueblo para su jinete. Sacó una pieza de fruta de sus alforjas y la acercó a su hocico seco, el corcel la recibió ansiosamente.

Mientras recordaba sus días por el desierto, sin llegar a tener ningún atisbo de nostalgia pero cargado de sensaciones que sabía ahora mismo serían mejores que aquel tedio que lo embargaba, llegó al lugar y casi mecánicamente desabrochó la silla para entregarla al mozo, acariciando cariñosamente su lomo mientras le susurraba al oído, estoy contigo enseguida, amigo mío.

Entró en la amplia estancia y el olor a sudor y vino lo embargó de golpe. No tenía ninguna descripción del tal Izurde, pero preguntaría en la barra, intuía que se habría dado a conocer por si alguien respondía a su anuncio.

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18/03/2019, 08:00
Director

Un jinete oriental, reconocible por sus piernas zambas, piel tostada y ojos ligeramente almendrados - aunque no tanto como los eshminiranos - entró poco después que la mujer. También se paró a preguntar en el mostrador y, como al ella, el posadero le indicó en la dirección dónde Krendhulf e Izurde iban a despachar.

El posadero indicó a Van Tharkan hacia el cuarto común, allí había unos sacerdotes de Straasha que parecían estar cuestionando a una mujer, mirándola con cara de extrañeza y, alternativamente, mirando al interior dónde había otras dos personas, como pidiendo instrucciones.

Al que parecían pedir instrucciones era un hombre muy bajito, llevaba una túnica de Straasha pero más elaborada, aunque no muy bien rematada. El otro llevaba el manto de Grome y era más alto pero, sobre todo, mucho más grande y fuerte. Ambos parecían sorprendidos por lo que hubiera dicho la mujer antes de su llegada, aunque estaban demasiado separados para haber estado hablando entre ellos.

 

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18/03/2019, 12:29
Izurde el Rojo

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Hace varios minutos en una habitación de la posada...

  

   Izurde examinaba al recién llegado sacerdote de Grome mientras pensaba en el jaleo en el que de repente estaba envuelto sin comerlo ni beberlo, las cosas de tierra firme no eran su dominio.

   Tras las presentaciones de rigor e intercambio de títulos y saludos protocolarios, voy directo al grano.

   - Supongo que sabe que se ha perdido el contacto con las minas, ya que el interior de la tierra es dominio de Grome, pero si no le han informado, ya le informo yo. Se ha perdido contacto con las minas y los enviados a investigar no han vuelto. -

   Le señalo y me señalo.

   - Ya que a ambos nos conviene que esta pequeña crisis se solucione, quizás podriamos partir juntos a examinar el lugar y así se asegura de que el porcentaje de las riquezas de las minas que debe recibir Grome llegue a buen puerto. -

   Mientras evaluo la respuesta que pueda darme el sacerdote de Grome, la puerta se abre...

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18/03/2019, 12:51
Izurde el Rojo

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Posada La Mayor, población de Arlankas.

 

   La "conversación" con Krendhulf se vió interrumpida por la entrada de en la habitación de una mujer con pinta de guerrera primero, y por un hombre con pintas de jinete o guerrero nómada, posiblemente ambas cosas.

   - Señora, deje que el sacerdote de Grome aquí presente, - hago un gesto con la cabeza a Krendhulf, - y yo nos encarguemos de ponernos de acuerdo sin interferencias, ya que a ambos nos conviene el asunto, gracias. - comento tras lanzar una gélida mirada, algo molesto por las confianzas y la interrupción.

   Observo a los dos recién llegados.

   - Soy Izurde. Si vienen, como así parece, por el anuncio de mercenarios, están en el lugar adecuado, tendrán una generosa paga, 8 grandes de oro, por asegurarse de que nada malo me ocurre a mí y... - señalo a Krendhulf -  por extensión, a él. -

   Tras una breve pausa en que los evaluo, continuo.

   - Esperaremos un rato a que estemos todos juntos antes de hacer las presentaciones para no aburrirnos con repeticiones. Ya tendrán ocasión en esta pequeña expedición para descargar adrenalina... o morir, si en verdad no son competentes.-

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Notas de juego

   Si, es todo carisma Izurde... bueno... igual muy carismático no es XD.

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19/03/2019, 10:43
Salamina

Entonces preguntó: - ¿Hay que intervenir entre Grome (En alusión los sacerdotes que se enfrentaban) y Krendhulf? Antes la habían largado con desaires, así que … tenía ganas de partir unos pocos dientes, en ambos bandos, así que agarró una de sus armas, y con el astil, usándolo a modo de bastón, golpeó el suelo, demostrando que estaba presta para resolver la disputa de inmediato.

Notas de juego

Si, todo dulzura.

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19/03/2019, 16:29
Dorg

El mundo no era como Dorg había pensado toda la vida. Era mucho más grande y tenía demasiada gente en él. Había salido del bosque esperando encontrar su venganza para descubrir lo lejos que estaba de conseguirla. Los demonios que habían acabado con su clan eran de más allá del mar, como las leyendas antiguas. Fuera del bosque las cosas eran muy diferentes. Todo estaba lleno de demonios altos, de pelo claro y malas intenciones. Poblados extraños en los que nadie cazaba o recogía alimentos, sólo hablaban y se gritaban de un lado a otro, cambiando cosas por monedas, esas extrañas piezas de metal que no se podían comer.

Para conseguir aquellas monedas, Dorg tuvo que usar sus habilidades como luchador. Por suerte, era hábil con la espada. Mató a quien le dijeron que matara y acabó acumulando suficientes piezas para viajar al otro lado del mar. De allí eran los demonios que habían acabado con su tribu, de un lugar llamado Djharkor, por lo que pudo averiguar. Cruzar el mar fue una experiencia extraña y aterradora. Una canoa gigante que crujía y se bamboleaba en aquel gran lago salado y lleno de horrores, pero el viento apretó la madera hasta llevarles al otro lado, de un modo que Dorg no comprendía. Aquel lado del mar resultó similar al otro, lleno de confusión y violencia. Se oían ecos de guerra cerca de la frontera y hacia allí se dirigió, buscando algunas monedas para seguir su viaje al norte, en busca de su venganza.

Se estaba quedando sin dinero, pero, así que tenía que encontrar más de esos pedazos de metal. El mundo de fuera era más complicado, pero al mismo tiempo más sencillo. Sólo había que conseguir monedas. Las monedas lo arreglaban todo, y también causaban todos los problemas. Sencillo.

En ese sitio, Arlankas, parecía que era el sitio apropiado. Un tipo buscaba gente a cambio de monedas, no era el peor trabajo que podía hacer.

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19/03/2019, 18:09
Krendhulf

Parecía razonable lo que decía aquél que me habían presentado como el Sumo Sacerdote de Straasha. Y, en verdad, aunque su altura era notable (por lo mínima que era) su actitud de mando sobrepasaba a ésta.
Curiosa fue su forma de informarme del problema que atraía al lugar, algo así como que era culpa nuestra aquella crisis.
Dejé que hablase lo que le pareció sin hacer gesto alguno más que atusarme la rubia barba que poblaba mi cara. Cuando por fin se calló, acertó a abrir la puerta una mujer. Una mujer cuyo seso no parecía discernir en presencia de quienes se encontraba pues sus palabras revelaban muy poco respeto por los sacerdotes.
Para terminar aquel bonito cuadro que estaba dibujándose apareció un jinete de aspecto oriental. Al menos éste no dijo palabra alguna.
En fin, busqué un sitio donde sentarme con intención de ver en qué terminaba todo aquel asunto.

 

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19/03/2019, 23:02
Director

Mientras los sacerdotes miraban a los recién llegados, más bien ceñudos, la puerta volvió a abrirse. Lo cierto es que la ciudad parecía muy parada, con pocos ofreciendo trabajo y muchos ofreciendo mercancías, así que era razonable que la oferta de Izurde tuviera tanto éxito.

El salvaje más civilizado que habían visto nunca entró y se dirigió al posadero, hasta habló en común y llevaba armadura y una extraña espada. Su aspecto de hombre salido del bosque de Troos o algún sitio sin civilizar similar quedaba desmentido por casi todo lo que hacía. Casi.

Con palabras simples, y un tanto ásperas, inquirió también por la reunión. Y les miró con gesto difícil de leer mientras avanzaba hacia ellos. No era grande, ningún salvaje lo era, pero parecía fuerte y robusto como un toro, como casi todos ellos.

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20/03/2019, 00:29
Van Tharkan

Acostumbrado a los largos silencios del desierto, donde el tiempo tomaba otra perspectiva, muy distinta a la que tenía en las ciudades, el guerrero esperó hasta que volvió a abrirse la puerta. Ya parecían suficientes como para formar un grupo, sin embargo en su mente aún se dibujaban las palabras finales del cartel, "peligrosa misión". Seguía sin entender la inclusión de algo así para atraer adhesiones, pero si lo iba a ser consideró que al menos la puerta debía abrirse tres o cuatro veces más.

Atusándose tranquilamente el bigote, esperó que esto ocurriera.