Partida Rol por web

Kayle volvió a centrar su mirada en el vaso de madera y tamborileó con los dedos sobre él mientras fruncía el ceño con suavidad como si estuviera pensando algo muy complicado.

—Yo no tengo "pueblo"—dijo quedamente tras varios segundos al no encontrar una palabra mejor que la que Glimgmar había empleado—. No hay muchos como yo. De hecho soy la única en Nesmé.

Desvió lentamente la mirada al enano otra vez volviendo a pensar las palabras antes de decirlas. ¿Tal vez aquella era la peculiar forma de mostrarse amable del herrero? Kayle no sabía mucho sobre psicología enana pero era observadora; para empezar no le había clavado el hacha en la cabeza ni nada por el estilo así que lo de caerle mal lo descartaba. También había preguntado dos veces lo mismo y viniendo de alguien a quien no parecía gustarle andarse con rodeos (por lo acontecido con Payne) debía ser porque realmente era verdad que quería oírlo. Pero... pero a penas lo conocía. Volvió a sentirse algo incómoda con aquello.

—Si esperas relatos misteriosos sobre acontecimientos sobrenaturales, me temo que quedarás decepcionado...—suspiró finalmente—. Sólo soy una viajera que ha perdido su propia historia.

Le tendió un poco más el vaso como quien pide permiso para llenarlo antes de hacerlo y se esforzó por esbozar media sonrisa.

—Aunque sí deberías conocer la del Ciclón de Nesmé—añadió haciendo alusión al primer "nombre" con el que Hakkon la había presentado—. Y si no es así, hay que ponerle remedio.

Giró ligeramente un par de veces la muñeca para mover el vaso y barrió aquél gesto plomizo con uno más sonriente y algo pillo pero sin mala intención.

—¿A cambio de un vasito de afamada cerveza enana?

Ulfe se encogió de hombros.

—Yo prefiero mantenerme alejado de los brujos. Son astutos, y pueden envenenar tu mente sin que seas consciente de ello. Los uthgardt lo tenemos claro. No sé cómo los habitantes de las ciudades dejáis que los magos vivan en vuestras ciudades. ¡Uthgar, si una maga dirige vuestro pueblo! Nada bueno puede salir de eso.

Ulfe se alzó sobre el codo y te miró largamente.

—¿Morgan? ¿Y qué quería? —preguntó con un tono áspero y alarmado. Quizá posesivo.

Tabin se arrebujó en el saco y evadió su mirada inquisitiva.

-Verme. -La semielfa suspiró cansadamente-. No lo sé. Jugar. Hacerme cambiar.

—Debes alejarse de esa mujer. Es tramposa y traidora —dijo, a la defensiva.

-Ya lo sé -admitió ella-. Pero tampoco es mala. Simplemente tiene otra manera de ver las cosas. Y creo que no me haría daño.

Lo que haría sería mentir y decir que lo haría. Jugar con ella, como siempre. Sin embargo, algo le decía a Tabin que no la traicionaría. Había confiado en ella, después de todo. Su declaración de intenciones había sido clara: la amaba. Sólo que la amaba mal...

- Por la destrreza de Morradin.

 i¡Yo también crreo que estamos a merrced de esos brrujos!! ¡Siemprre lo digo! ¡Sieeemprre lo digo! - Afirmó entusiasmado de que compartiese con él aquella importante opinión. Glimgmar, no obstante, trrataba de ser algo más tolerrante...en cualquier caso.

 - Esperro que en mi caso sea prrovisional.

 Me han acogido bien en Nesmé, eso es cierrto, sin embarrgo no tengo pensado quedarme toda la vida.

 A fin de cuenta, no pertenezco, prropiamente dicho, a este lugar.

 Su lugar estaba bajo tierra.

 - Perro no os dejeis engañar, llaman civilización a esto, perro aún queda mucho por hacer y aprrender. En las minas enanas no suceden la mitad de las cosas que pasan aquí. Llevamos un control estricto de quien sale y quien entrra, nadie está en la mina sin que los enanos lo sepan.

 Además, gozamos de obras arquitectónicas que son a la vez un arrte prropio de dioses y una defensa férrea contra cualquier enemigo. Somos guerreros, ¡que me aspen! ¡Hasta las enanas van a la guerra!

 Y la brrujerría...está muy mal vista, y no me extraña.

 Si estuviese en mi mano derrocar a esa brruja e instaurrar una ciudad como Morradin manda, lo harría, sin embargo, no es ese mi cometido, ni lo serrá.

 Se alargaba el enano con charla, erra una buena oportunidad parra desahogarrse un poco, luego tendrría que aguantar a Payne y ya había tenido que lidiar con Kayle.

 brrujos...siempre brrujos... ¿Por qué no se ha acerrcado la elfa? Suerrte trraicionerra...

 - ¡y ni se te ocurra pensar que voy a dejar que un brrujo me embrruje! ¡Jamás! - dijo muy serio, terriblemente sumergido en la conversación para echar a reir justo instantes después - ¡Jajajaja!

 - Me caes bien, muchacho.

 Le dijo. Y si era horra de volver, ya no le aburrirría más con charla enana.

Amaneció un nuevo día, aunque el sol brillaba por su ausencia. El cielo estaba completamente encapotado, y el viento del norte traía un olor a mojado que presagiaba tormenta. Desayunasteis en silencio, y fue Payne quien comenzó a hablar cuando todos estabais reunidos.

—El templo está excavado en las montañas. Es un complejo grande, con acceso a agua potable y almacenes con comida suficiente como para aguantar todo el invierno. Afortunadamente, no tendremos que recorrerlo entero para acabar con las Señoras del Látigo y sacar a las niñas de allí —comentó—. Bien, ¿cuál es vuestro plan? Porque tendréis un plan ¿no?

 Todos: +120 px (los que aún tenéis conversaciones pendientes recibiréis px extra)

Restad 1 ración de viaje de vuestro inventario. Estigia, como has dado de comer a Payne, resta 2 raciones.

—¿Que no? —bufó—. Puede que no te haya clavado un puñal en las tripas. Pero no me digas que no te ha hecho daño en el pasado. Y volverá a hacerlo. Harías bien en alejarte de esa mujer. Sólo causa problemas.

Llegasteis al río y empezasteis a llenar los odres. Un ave nocturna emitió un chillido prolongado en el silencio de la noche. Indistinto para ti, pero el uthgardt levantó la cabeza e imitó el sonido de otro ave, un trino corto y otro gorjeo. Le contestó un trino seco y la noche volvió a su quietud habitual.

—Un batidor uthgardt. No nos molestarán —explicó—. Regresemos al campamento.

 Glimgmar: +120 px
 Glimgar: tu relación con PNJ ha aumentado en 1 punto: Amistad — Asociado (3)

La pícara tensó la boca. Se le agolpaban las explicaciones y la excusas en la garganta, y en el fondo sabía que, dijera lo que dijese, Ulfe no lo comprendería. Quizá por la lógica que regía la vida del bárbaro no había otra salida que la de alejarse definitivamente de Morgan. En un mundo de nieve y hielo regido por la severidad de la muerte, no parecían existir grandes epopeyas románticas o un fuerte concepto sobre las relaciones amorosas. No podía explicarle lo que sentía por Morgan y lo que ello significaba. La elfa le importaba más de lo que sería lógico esperar pues, tal y como el bárbaro decía, era una mujer peligrosa y traicionera. Pero no necesariamente dañina. Ella era sólo... diferente.

Al menos eso quería pensar Tabin. No es que la hubiese perdonado -aún- por el encuentro de la mañana, pero no quería tomar ninguna decisión al respecto. Las decisiones siempre duelen demasiado. Lo único que necesitaba la semielfa era la comprensión de Ulfe y un brazo cálido en torno a ella, algo que le ayudase a dormir y a dejar de darle vueltas al asunto de su mentora...

¿Quieres guerra?. pues toda para tí.

La voz de Ánder era seria.-Sí, vamos a ir y a exigir a esas miserables que nos las devuelvan y se arrepientan de sus viles actos, si no lo hacen pagarán con la vida. Es lo correcto y lo legal.

-No creo que se arrepientan, pero todo el mundo merece una oportunidad.

¿Por qué no me creo ni yo lo que estoy diciendo? Sueno como mi antiguo maestro.

Kayle estaba encantada con el clima frío y tormentoso pero se cuidó de que no se notara mucho, era consciente de que seguramente fuera la única que pensaba así. Se encontraba mordiendo una galleta en el momento en que Payne preguntó, se quedó con ella en la boca, miró a Ánder arqueando las cejas entre curiosa e interrogante.

Céfiro sin embargo fue más expresivo; había adoptado una forma vagamente humanoide y estaba sentado en el hombro de la genasí.

—¡Sí! ¡Sensacional estrategia! ¿Y por qué no nos rompemos el cuello unos a otros?—exclamó levantando dos bracitos brumosos con teatral júbilo—. Si lo hacemos ahora al menos nos ahorraríamos las carcajadas de desdén: "Disculpen señoras, ¿podrían renegar de sus métodos y ser tan amables de devolvernos a esas niñas? Gracias".

Kayle se atragantó con la galleta y tosió varias veces antes de poder dirigirle una mirada reprobatoria al elemental.

—¡Céfiro!—lo regañó—. No seas desagradable.

El aludido se limitó a cruzarse de brazos y a emitir un gruñidito que sonó como un diminuto trueno en la lejanía. La maga suspiró y se volvió hacia el paladín.

—Lo que... ha querido decir es que no parece que tengan intención alguna de emplear la diplomacia—dijo a modo de disculpa—. Es decir, que visto lo visto, ataquen primero y pregunten después. Sería echar a perder el factor sorpresa.

—Y eso si preguntan.

La genasí le dio un manotazo flojo a su Familiar como quien se quita una mariposa del hombro, éste se disipó en una nube de bruma blanca y luego simplemente volvió a adquirir su forma como si no hubiese pasado nada. Al parecer para el grado de costumbre era tal que para él debía ser como a quien le dan un codazo o algo así.

No obstante, el rostro de Kayle había adquirido un leve rubor por lo embarazoso de la situación, Céfiro tenía la costumbre de ser despreocupada e inoportunamente directo a veces. Se rascó la mejilla mientras pensaba en un modo de aportar algo, ella no era una estratega y entendía el modo de actuar de Ánder como paladín así que de nuevo trató de mezclar ambas cosas para intentar encontrar un término medio.

—Sin ver el sitio antes es difícil estimar pero creo que sería mejor intentar pasar desapercibidos en un principio. Al menos hasta que localicemos a esas Señoras del Látigo—propuso. Luego miró a Payne—. ¿Cómo es de numeroso más o menos el culto?

 Glimgmar fruncía el ceño porque...en realidad Glimgmar solía fruncir el ceño cuando pensaba, era la expresión del esfuerzo en estado puro. Eso no obligaría a considerar que era corto de entendederas o...un enano lento, en realidad denotaba su paciencia y prudencia con ciertos temas.

 ¡Ahh, no serría él el que renegase de entrar el prrimero en ese cubil y empezar a repartir hachazos y escudazos a diestro y siniestrro!

 Sin embargo su guardia con Payne le había hecho pensar en otras posibilidades. El honor era importante, y había aprendido de las palabras de sus nuevos compañeros que no era bueno juzgar a esas mujeres por sus creencias, que no habían hecho nada malo en ese sentido...si obviaban que hubiesen raptado a las niñas, algo imperdonable, si, pero subsanable en todo caso. Quizás no todas las que creían en aquella "magnífica" diosa estuviesen involucradas. ¿Nadie se había prreguntado porqué había sido realmente condenada Payne?

 Glimgmar terminó negando y resoplando, perro lo hacía con naturalidad, era algo común en él como los que habían compartido algo de tiempo con el enano ya podrían intuir.

 - Usemos un cebo.

 Erran animales...después de todo.

 - Podemos hacer que salgan buscando a la brruja. - explicó por un lado dando a entender que había otra posibilidad - O infiltrremonos.

 Tenemos agrradables jovencitas. - Se encogió de hombros, sin saber quizás hasta que punto podía ser considerado algo temerario o falto de respeto parra con Tabin y Kayle, aunque tampoco descartaba a la elfa - Payne podrría intentar hacerrles crreer que tiene un pago por su incompetencia. - o sea cual sea el motivo que le llevo a su castigo.

 - Os llevarría directamente al corrazón del cúbil, y podrríais escapar mientrras nosotrros organizamos algo de jaleo fuerra.

 ¡Esas brrujas estarrán tan prreocupadas por salvar el pellejo de éste enano que por lo que pueda salir de la rroca!

 El enano había sido convencido parra ayudar a las jovencitas, no para vengar el honor de nadie. Serría suficiente si seguían con vida...después podrrían preocuparse por detener aquella locurra, perro lo prrimerro, erra lo primerro. Si entraban pidiendo "disculpas" serría muy fácil que utilizasen a las jovencitas como escudo y tendrrían nuevos prrisionerros.

—Quiero que te alejes de ella —insistió Ulfe, incólume ante tu silencio.

-Entiendo lo que quieres decir, Ánder, aunque dudo que funcione -dijo Tabin-. No van a arrepentirse, y lo único que lograríamos sería que matasen a las niñas. Mejor proponerles la redención después de recuperarlas, ¿no crees?

El plan de Gilmgmar no está mal, pero no me atrae la idea de confiar en ella. -Tabin señaló a Payne con el pulgar de manera despreciativa-. Podemos hacer que salgan de otra manera. ¿Fuego, quizá?

-Otra vez. -Tabin puso los ojos en blanco-. Es mi elección, no la vuestra. No quiero escuchar más órdenes de ninguno de vosotros: decidiré lo que yo quiera.

La semielfa se dio la vuelta y se tapó hasta la coronilla. Era una respuesta infantil y lo sabía, pero estaba harta de que le dijeran lo que hacer. No era sólo que se sintiera apegada a Morgan, demasiado como para abandonarla simplemente así, ¡es que estaba harta de los celos!