Partida Rol por web

El rostro de Gabby se quebró en un gesto de compasión. ¿Cómo iba a darle a Ferin una noticia tan terrible?

Miro en derredor en busca de ayuda, pero sólo encontró a Dreren y a Sion: sendas estatuas de piedras, impávidas e impertérritas. Suspiró. Era mejor que fuera ella quien hablara. Aquellos dos podían tener menos tacto que un cirujano con manoplas.

—Cariño... es tu mamá. Tu mamá nunca te abandonaría si por ella fuera. Lo que ocurre es que... no consiguió escapar. Ahora está con el Hacedor, junto a tu papá, cuidando de ti desde el cielo.

Esa pobre criatura era una víctima más de la Ruina. Como muchos huérfanos que tristemente habían perdido todo duranta el desastre. La diferencia era que este también había perdido la vida, y puede que aun ni fuera consciente de que estaba en un lugar que no le correspondía.

Decirle a un crío que había perdido a su familia por culpa de los engendros era difícil, pero si añades que el mismo está muerto y es un fantasma, alma en pena, eco, recuerdo o como diablos sea era aun peor. Por no mencionar que el "señor" de ese lugar no debía estar muy lejos disfrutando del macabro espectáculo que había logrado gestar en ese lugar maldito.

Podía entender la confusión del mabari, había encontrado a su dueño, o al menos lo que quedaba de él. El perro era lo bastante inteligente para saber que algo no encajaba bien con el crío, como para tener que pararse a explicarselo también al sabueso.

Se sentiría más seguro con las armas fuera. Pero dos aceros no eran una visión muy tranquilizadora, incluso un crío sabe que las espadas matan. Envainó con bastante resignación y posó la mano en la cabeza del mabari intentando calmar un poco el ánimo confuso del animal.

No podía tranquilizarse, se sentía como un reo condenado a muerte,  cada sombra le parecía un sitio perfecto para que un enemigo oculto esperase el momento perfecto para saltar sobre ellos.

- Dices...¿qué nadie te ha hecho caso? - Dreren forzó los brazos poco acostumbrados a levantar peso salvo quizás el de wish colocando a Lynn en su regazo de nuevo, asegurandose un instante de que su sien estaba apoyada en su pecho o en su hombro y reposaba en cierta paz.

 No estaba enfadado, ni había acritud en sus palabras, sólo trataba de iluminarlo con la verdad que Gabrielle le confesaba desde otra perspectiva.

 - Bien, estamos aquí.

 Y hemos encontrado al mabari. Lo que pedías se ha llevado a cabo. ¿Por qué no nos acompañas?

 Este no es un buen lugar para disfrutar de tu amigo. Seguro que está deseando jugar contigo en la plaza de Lothering.

 Espetó los hechos sin mirar al mabari, aunque esperando que le ayudaría ante las palabras "juego", si realmente era leal a Ferin o si éste no presentaba algo más extraño que su situación actual...esperaba que nada hubiese corrompido su pureza, que nada durmiese en su interior.

 Dreren no le daba por muerto, sólo por perdido, atrapado, como ellos, en aquel sueño de aquel detestable ente.

 - No mentimos.

 Ya ves...el mabari está aquí. Hemos venido a por ti porque tu madre no pudo. - quizás...su tacto no fuera el más recomendable para con el crio, pero no había remordimiento en sus palabras, ni había presura en Dreren por salir de allí, había calma, serena y seria...como la de un padre severo.

 - Quizás podamos ser amigos.

 ¿Qué me dices? - relajó el tono, luego miró con cierta compasión el rostro de Lynn... - hemos arriesgado mucho para buscarte.

 Esta chica tan guapa ha caido rendida del esfuerzo.

 No querras que sea en vano, ¿verdad? - frunció el ceño y luego lo relajó muy lentamente - le caerías bien.

 Pareces un chico valiente.

 Lo eres si has llegado hasta aquí tu solo.

Los ojos de Ferin se volvieron más aguanosos aún mientras arrugaba el labio inferior, el cual le tembló imperceptiblemente.

—¡No es verdad!—respondió tras un conmovedor silencio—. Si me estuviera cuidando haría que se callaran las voces y se fueran los monstruos. ¡Mamá es maga y los magos son muy fuertes!

Lo cierto es que, a juzgar por la mezcla entre exclamación y sollozo con la que había dicho aquello, casi parecía querer convencerse más a si mismo que a Gabrielle de que se habían olvidado de él en lugar de que no habían podido reunirse con él. Miró al perro pero no se lo vió más contento por ello, casi parecía martirizado.

—Papá dijo que Kando nos protegería, pero luego los monstruos lo mataron—gimió—. ¡Me enfadé con Kando porque no lo protegió! Pe... Pero luego me quedé sólo, yo no quería estar solo. Y volví... Pero tampoco me protegió de las voces. ¡Y ahora no me dejan salir de aquí! ¡Es su culpa!

Conforme hablaba tartamudeaba a veces, o suspiraba y se le cortaban las palabras. Se pasó un brazo por el rostro para evitar que dos lagrimones grandes y redondos le corrieran por las mejillas, como cualquier niño de su edad que rehusase a llorar en público.

El mabari gañó y se aplanó contra el suelo, seguía moviendo la cola pero continuaba agitándose nervioso pues de vez en cuando entre gañido y gañido soltaba un ladrido corto.

—Ya han venido otros antes, pero siempre eran mentiras. Siempre eran sueños que se convertían en monstruos que dan mucho miedo y me hacían correr—Ferin tragó saliva—. ¿Cómo sé que vosotros no sois... ?

Sorbió por la nariz y miró a Dreren cuando éste habló.

—¿Vano, p... por qué?—tartamudeó inquieto. Después de todo Lynn tenía toda la pierna izquierda manchada de sangre y la sangre es muy escandalosa—. No esta muerta, ¿no?

Irónicamente, aquello hizo precisamente que saliera de detrás del árbol y diera un paso. Sólo uno porque enseguida empezó a temblar y se acuclilló en el suelo encogiéndose con la cabeza entre los brazos.

—N-No es culpa mía—gimió como quien se excusa tras haber roto la ventana de un balonazo. O tras haber puesto un anuncio en el Tablón del Cantor, concretamente—. ¡Yo no quiero que se muera nadie!

Hablar con fantasmas, demonios, mabaris, esqueletos, niños fantasmas, más demonios, el mismo mabari. Por las turgentes tetas de Andraste que salvo aburrirse el día tenía de todo, solo faltaban un par de enanos borrachos y algunos elfos taciturnos para llenar su cupo de gente extraña por varios años.

¿Cómo diablos le dices a un crío asustado que en realidad está muerto, sus seres queridos también y para rematar la faena se encuentra atrapado en los juegos dementes de una criatura salida del infierno? De no estar allí presente tomaría por loco o borracho a cualquiera que soltará semejante sarta de barbaridades.

Pero era dolorosamente real, si lloraba de culpa había miedo, y el miedo era el sustento del bufón. Había que calmar a ese crío y salir de allí, el problema era que la mano que le había tocado no ganaría ni un mísero pésame así que tocaba marcarse un farol.

- Porqué a nosotros nos ha guiado Kando, fue él quien logro encontrarte, es un perro muy listo, su olfato le dice que no somos los monstruos, díselo amiguito.

Siempre te ha protegido, pero es solo un mabari, no es un mago ni un guardia gris. Tiene sus limitaciones, pero siempre ha cuidado de ti como mejor ha podido.

La chica no esta muerta, ha luchado con los monstruos para encontrarte y la han herido, pero no le va a pasar nada, ¿Sabes por qué? Mis compañeros son magos como lo es tu madre, la han curado y ahora está descansando. Pueden ayudarte si tu quieres, no tienes que llorar ni tener miedo. -

—Dreren y yo también somos magos del Círculo de Hechiceros de Ferelden —dijo Gabrielle, haciendo un gesto suave con la mano en dirección a su compañero—, como lo fue tu madre en su día. He hablado con tu madre en este sitio, Ferin. Sé que se llamaba Joanna, y que te quería muchísimo. Le prometí que cuidaría de ti.

Sonrió y se acercó al niño, lenta y suavemente, como quien se acerca a un cachorrillo abandonado para evitar asustarlo.

—Y es precisamente lo que pienso hacer. Si nos dejas ayudarte, no volverás a estar solo, y no tendrás que tener miedo nunca más. Nosotros te protegeremos. 

«¿Astucia?» llamo Gabby «¿Puedes darle un buen "abrazo" a Ferin para que deje de tener miedo?»

Sé que en el MSN hablamos de que el efecto pasivo de mi aura daba +4 a las tiradas de miedo de los que me rodeaban, pero al ir a buscarlo no lo tengo anotado. Mi idea es acercarme a Ferin para que entre dentro de mi aura y se sienta un poco más seguro.

Si Astu tiene algún comentario sobre Ferin, que me diga. Porque no sé por qué cojones Larcen está tan seguro de que el niño está muerto. No sé si es que tiene esa información en la parte que estuvo solo. Pero yo no lo tengo tan claro como él.

Cuando Sion lo "defendió", Kando se volvió a poner de pie y ladró. El mabari se sentó sobre sus cuartos traseros y apoyó el morro sobre la pierna del pícaro, mirando hacia arriba con ojos aguanosos y moviendo agadecidamente la corta cola.

—¿S... son magos como mamá?—hipó Ferin—. ¿De verdad?

El niño separó un poco la cabeza de entre las manos y miró con inquietud a Gabrielle que se acercaba. Bueno, más bien parecía estar reparando en su túnica.

—M-Mamá tenía una como esa—gimoteó—. ¡Pero dijiste que ya no está! Dijiste que se murió.

Volvió a sorber por la nariz y empezó a temblar.

—¿Cómo... cómo es que has podido hablar con ella entonces?

Parecía estar cada vez más asustado ante cosas que le resultaban contradictorias puesto que terminó por arrodillarse como si le hubieran fallado las fuerzas y por hacerse un ovillo en el suelo. No obstante, de algún modo la contestación suave de Sion y la actitud amable de Gabrielle parecieron convencerlo finalmente de que ellos podían ayudarlo a que esas contradicciones dejaran de darle miedo... ya que tras varios segundos, estiró una de las manos como aceptando a ciegas la de la maga.

Percibiste que la atención de un Astucia silencioso hasta ahora se centraba en ti, tal vez por darle una respuesta a la petición que le habías hecho.

Sin embargo... notaste que se sobresaltaba de golpe, como a quien le dan una palmada inesperada por la espalda y se lleva un susto monumental. Distinguiste alarma ribeteando aquél sobresalto.

«¡ALÉJATE DE ÉL!»

Gabby se detuvo y miró hacia atrás. La expresión de su rostro se había demudado. Ya no había compasión, sino alarma. Les hizo un gesto apremiante a sus compañeros, señalando con la mirada las espadas de Sion y el bastón de Dreren.

—Lo sabes perfectamente, —contestó— Schaudaron.

La mano que Ferin había levantado en el aire temblaba, el niño trató de levantar la cabeza... y su expresión no era muy agradable. Tenía la cara pálida de puro terror y las mejillas, ahora sí, encharcadas en lágrimas.

—¡AYUDAME!—exclamó con una desesperación desgarradora—. ¡Otra vez! ¡Las... Las voc... !

No pudo terminar la frase.

De pronto fue como si una explosión de, literalmente, sombras, surgiera de él y lo envolviera todo a vuestro alrededor. Hasta el chillido que el niño soltó quedó ahogado por ella. Lo siguiente que visteis fue como un brazo de pura oscuridad, una garra enorme y espeluznante surgía de entre el estallido amenazando a Gabrielle que era la que estaba más cerca.

Lo de la garra es un efecto de atrezzo así que puedes narrar que te apartas si quieres directamente. El comabte no empieza con asalto sompresa. Se supone que Astucia te avisa a tiempo.

Gabrielle trastabilló rápidamente hacia atrás tres o cuatro pasos. Perdió el equilibrio y para no caerse de bruces hincó la rodilla en el suelo. Pero levantó la cabeza. 

—¡Desterrad las sombras! —les urgió a sus compañeros

La zarpa no había llegado a alcanzar a Gabrielle pero no por ello las sombras mermaron. La extremidad se deshizo como el humo y volvió a replegarse.

Estábais en el exterior y parecía que se hubiese hecho casi denoche, la bruma que rodeaba el lugar le daba todavía un aspecto más siniestro a lo que ocurría ante vuestros ojos: Los jirones de sombra se arremolinaron como un tornado en torno al lugar en donde estaba (¿estaba?) Ferin y de ellos comenzó a surgir una figura nebulosa que poco a poco tomó forma.

Era enorme, debía medir casi tres metros y era tan negro como el vacío del abismo. Del torso para abajo era literalmente un remolino de tinieblas que ocultaban la apenas visible figura del niño que ahora estaba de rodillas hecho un bulto. Del torso para arriba tenía un aspecto vagamente humanoide con dos brazos neblinosos rematados en sendas zarpas y dos ojos de llameante fuego. Parecía como si la propia oscuridad se hubiese juntado en un mismo sitio para configurar una entidad, la sensación resultaba casi irreal.

Schaudaron se miró una de las zarpas agitando los neblinosos y afilados dedos.

—Casi... —dijo con indiferencia, y su voz sonó suave com el terciopelo, oscura como la noche y ominosa como si gotease veneno.

Dejó de examinar la extremidad y volvió pavorosamente la mirada hacia vosotros, riendo entre dientes de tal modo que se os pusieron los pelos de punta. Casi parecía un depredador observando a sus presas mientras se relamía. La verdad es que no parecía tener prisa por atacar, simplemente os escrutaba.

—Felicidades, habéis encontrado al chico—añadió. Luego hizo una pausa dramática—. Tarde.

Y esta vez sí que soltó una carcajada. Aquel sonido era crispante, arañaba el alma y os robaba el calor del cuerpo produciendo escalofríos. Era como si de pronto el propio aire se hubiera vuelto denso y pesara meterlo en los pulmones.

Estáis siendo afectados por un aura de miedo, haced una tirada oculta de Voluntad.

Había desenvainado instintivamente, era irónico, cada segundo había estado buscando a su enemigo, temeroso de que surgiera por cualquier sombra de aquel lugar, cuando realmente lo había tenido delante de sus ojos, burlándose de ellos en todo momento. A saber cual había sido el destino del crío, era mejor no hacerse preguntas.

Al diablo con las palabras suaves, la sutileza y las buenas intenciones, ahora le tocaba hablar a la violencia, algo que finalmente lograba entender en ese galimatías de magia y engaños.

- ¡Tú! aun no es tarde, aunque el miedo me haga vomitar de terror no me iré de aquí sin cortarte las pelotas. -

Caminabas por un pasillo que parecía no tener fin. A tu cabeza se le antojaba imposible que aquello cupiese dentro de la pequeña granja así que dedujiste que Deseo debía haber dicho la verdad: Los desgarrones en el Velo distorsionaban el espacio dentro de aquel sitio. Las habitaciones y los pasillos cambiaban con respecto a cómo deberían ser. ¿Pero cuánto tiempo llevabas deambulando sin rumbo? ¿Cinco minutos? ¿Media hora? ¿Diez?

De pronto te pareció oír voces en algún lugar, amortiguadas por a saber el Hacedor cuántas paredes pero estabas seguro de que alguien estaba hablando en alguna parte de la casa. Solo que te era imposible saber quién. Aunque parecía una voz aguda y una más aniñada, ¿una mujer hablando con un niño?

Aceleraste el paso y los sonidos se fueron haciendo más claros, sí, parecían venir por delante, hacia donde te dirigías. Distinguías la voz de un chiquillo asustada y temblorosa y la de una chica que parecía querer calmarlo. Se te antojaba cada vez más familiar. ¿Era Lynn o era tu hermana? A Lynn la habías oído gritar hace un buen rato...

¿Aquello que se veía en la lejanía era una puerta? La oscuridad te dificultaba ver bien.

Y de pronto todo cambió.

—¡AYUDAME!—exclamó la voz del niño con una desesperación desgarradora—. ¡Otra vez! ¡Las... Las voc... !

En ese momento pasó algo extraño. El aire a tu alrededor pareció volverse más frío, una sensación de peligro invisible te atenazó las entrañas como surgida de la nada y hasta te dió la sensación de que el aire se volviera pesado y fuese más difícil respirarlo.

La chica gritó como si quisiera hacerse oír y al levantar la voz finalmente la identificaste. Era Gabrielle.

—¡Desterrad las sombras!

Estaba ribeteada de un claro timbre de urgencia, como instando a alguien a hacer algo rápidamente.

Derek está siendo afectado por un aura de miedo. Haz una tirada de Voluntad (CD desconocida y msiteriosa )