Partida Rol por web

Quedarse esperando no resolvería el misterio, aquel lugar no dejaba de ser un pueblito, quizás tuvieran suministros o algún objeto útil. No se perdía nada por mirar un poco los tenderetes y tiendas, de paso escuchar un poco cotilleos rumores, quizás lograse sacar algo en claro.

Suspiró para sus adentros y empezó a caminar observando su alrededor.

Entraste de nuevo para encontrar la posada como la habías dejado, es decir, no veías a la anciana por ninguna parte ni tenías la más remota idea de dónde se había metido. Lo que sí viste fue que la chica rivaína de antes se había apropiado de la silla del mostrador y se había puesto a leer un libro.

Los tenderetes eran todo lo que podías esperar de un pueblecito normal y corriente: ropa, comida y utensilios propios de gente que vive en un bosque (hachas de talar, cestos de recolección, cepos, etc) No era un pueblo mercante o de paso como Lothering en el que podías hallar mucho más surtido.

No obstante, sí que viste varios puestos cerrados y escuchaste conversaciones en más de una ocasión de gente que por lo visto iba a irse de allí. Eran conversaciones en voz baja, propias de alguien que prefiere ser discreto... o está asustado.

—No sé... —Lynn se rascó la cabeza—. Si ya conoce el sitio, igual nos puede ayudar, ¿no? Después de todo vino a averiguar lo que pasaba para poder probar que era inocente.

—Las buenas intenciones están muy bien y todo eso pero no creo que estos bichos se vayan a enternecer por ellas—apuntó Belgar—. Además, aviso que yo no voy a ser la niñera de nadie. Principalmente porque se me da mejor destrozar cosas que cuidarlas.

-Saludos.-Digo una vez dentro dirigiéndome a la mujer.-No se si podrás ayudarme. Busco a la mujer que regenta la posada. Me ha surgido una duda que consultarle y otra que a lo mejor puedes aclararme. ¿En qué año estamos?

Demasiadas preguntas, demasiadas dudas. No había nada de raro en ese lugar, salvo el detalle de cómo había "aparecido" o mejor dicho como había pasado "desapercibido" cuando habían llegado la noche anterior. Podía intentar afinar el oído para escuchar alguna conversación, pero a plena luz del día sería difícil guardar la discrección.

Pero no perdía nada por preguntar en los tenderetes por el mago, llamaba demasiado la atención en la vestimenta como para ser discreto.

Se arrimó al tenderete más cercano y preguntó por su compañero, ofreciendo una descripción rápida del aspecto del mago.

La chica levantó la cabeza de la lectura y te miró como si le hubieses preguntando la cosa más absurda del mundo.

—¿Qué crees que estoy haciendo aquí? ¿Alegrarles la vista a los visitantes a cambio de que me vayan metiendo Soberanos en el canalillo?—refunfuñó—. En serio, no sé a qué viene este cachondeo, pero no estoy de humor hoy para bromitas o preguntas estúpidas.

Volvió a mirar el libro y resopló.

—Estamos en el año 90. Y como la siguiente pregunta sea de qué color tienes el pelo o alguna obviedad por el estilo, te doy.

-Te va a sonar a chufla.-Respondo con una sonrisa.-Pero cuando entramos en la posada anoche la mujer que nos atendió era anciana, la posada estaba vieja y destartalada y el pueblo del exterior no era más que un montón de escombros. Sé que parece una locura, pero es la verdad, lo juro.

El caso es que perseguíamos a dos magos, con lo que puede ser que ellos nos hayan hecho esto, ¿no?

Por otro lado,corría el año 30. 

La chica volvió a levantar la vista del libro y lo entrecerró dejando un dedo en la página que estaba leyendo. Te miró largamente antes de añadir con hastío:

—No, más bien me suena a testimonio de un borracho—confesó. Luego torció el gesto con una mezcla de amargura y rabia que también le impregnó la voz—. Aquí el único mago que he visto es esa chica de los rizos que iba con vosotros. Y no queremos más. Ya estamos servidos de desgracias mágicas por culpa de ese maldito erudito y sus estudios sobrenaturales.

-Te juro y prometo por lo que más quieras que no he bebido un solo trago de nada que no sea agua en los últimos veinte años.-Respondo.- ¿Quien es el erudito del que hablas? Igual el puede darme respuestas.

—No queremos más magia por aquí, no nos ha traído nada bueno—refunfuñó uno de los tenderos a los que preguntaste—. De todos modos no he visto ningún mago, sólo una maga, o quizá dos, no lo sé. Eran dos chicas con túnica pero no sé diferenciar.

No, no es el mismo tipo al que le robaron la bolsa en Denerim, es que uso el mismo avatar para todo "aldeano genérico".

—Ese hombre sólo trae desgracias—la chica cerró el libro con rabia y dejó sobre el mostrador—. Llegó al pueblo diciendo que venía a estudiar los misterios de Brecilia y desde entonces estamos malditos. El agua del río se convierte en sangre, la gente desaparece, ya hay muchos que se han ido y más que quieren irse, mi propio...

Se mordió el labio inferior con fuerza, como quien se niega a hablar de algo con un desconocido. Luego se quedó un buen rato callada y añadió:

—¿Dices que vas a ir a buscarlo?

Gabby frunció los labios.

—Está bien, ven con nosotros. Pero quédate en la retaguardia, ¿vale?

-Si.-Respondo dubitativo.-Puede que me de algunas de las respuestas que busco. Aunque no se por dónde empezar... ¿Podrías ayudarme?

—Puedo decirte dónde está pero tengo... tengo que pedirte un favor—por la cara y el tono que puso, debía estarle costando horrores tener que confiarle aquello a un desconocido pero hablaba la desesperación—. Hace unos días, el erudito se fue a una cueva que hay río arriba. Dijo que descubriría qué estaba pasando y que con eso demostraría que la supuesta maldición no es cosa de él. Mi... Janus, mi esposo fue detrás de él porque consideraba injusto que se enfrentase a algo desconocido sólo por la superstición de la gente.

En aquel punto se frotaba las manos con nerviosismo y se le habían puesto los ojos brillantes.

—No ha vuelto ninguno desde entonces. Nadie tiene el valor suficiente como para ir a buscarlos y yo... a mí me hizo prometerle que no le seguiría. No soy una guerrera, si hay algo peligroso allí arriba y voy lo único que haré será suicidarme—se mordió el labio inferior—. Pero tú sí eres un aventurero y si estás... dispuesto a buscar a ese hombre, si pudieras traerme alguna noticia de mi marido, o encontrarlo o... Por favor, la incertidumbre me está matando.

—Descuida, no tengo ningunas ganas de que esas cosas vuelvan a ponerme las zarpas encima.

-Si me dices como encontrarlo, ya que estoy puedo avisarte con lo que encuentre.-Digo sonriendo.-Además, como somos tres será más seguro... o eso espero. 

No tenían muchas ganas de hablar, era bastante evidente, la magia y sus practicantes solían provocar esas reacciones de miedo y suspicacia. La verdad es que no podía culparles, la gente suele temer a lo desconocido y más si es tan poderoso como puede llegar a ser la magia.

Pero al menos era bastante saber que la pista seguía caliente. Gabrielle y Lynn posiblemente estuvieran interesadas en ello.

Ya no tenía mucho que mirar allí, se fue tranquilamente de vuelta a la posada para ver si encontraba a alguno de sus acompañantes.
 

La chica pareció tan aliviada que de no ser porque ya estaba sentada hubiese necesitado sentarse.

—Sigue el río... te encontrarás una cueva al cabo de unos diez minutos. Es ahí donde fueron y donde, teóricamente, está la respuesta a todo este asunto. Pero tened cuidado, no sé qué os podéis encontrar en ese lugar—contestó—. Y... gracias, de verdad. Que los espíritus te bendigan...