Partida Rol por web

—No es que su comodidad esté por encima de nuestra seguridad, Sarkee. Es sólo que creo que atarla no va a ayudar demasiado. Pensemos en las posibilidades —dijo Gabrielle, y se puso a enumerar—. Lo peor que puede pasar, y el único caso en el que un grupo tan numeroso como el nuestro podría ser sobrepasado, es que Ayla se convirtiera en una abominación. En ese caso, no hay ligaduras que pudieran contenerla. Ni siquiera esos grilletes mágicos que Adrath le dio a Alexei. Si bastaran para contener a una abominación, los templarios los utilizarían y por tanto los habría visto alguna vez en el Círculo. Cosa que no ha sucedido. De hecho, esta circunstancia, (que se convirtiera en abominación) se daría con mucha más posibilidad si Ayla se sintiera indefensa y desesperada. 

»La segunda posibilidad es que Ayla llamara al demonio. Cosa que creo que no suceda así exactamente. De nuevo, las ataduras no impedirían al demonio rasgar el Velo y atacar. Y creo que, atada o no, podría contener al demonio mientras vosotros reducís a Ayla. Si, como pienso, el demonio es atraído por un estado alterado de Ayla, la prefiero tranquila a atada contra su voluntad.

»La tercera opción es que trate de atacarnos con magia. Es la única opción en la que las ataduras normales servirían para neutralizar aquellos encantamientos que requieran el uso de gestos. Si las esposas de Adrath funcionaran como él dijo (cosa con la que tengo mis reservas, puesto que si fuera tan fácil cortar la conexión de un mago con El Velo no existiría el Rito de la Tranquilidad), nos protegerían contra todo tipo de conjuro que pudiera lanzarnos. Pero de nuevo insisto en la estupidez que supone que una maga sola atacara a un grupo tan nutrido como el nuestro. Para cuando pudiera recitar un encantamiento, Alexei, Tal'vashoth y tú estaríais encima de ella. Cedric ya se ha dicho a que no la va a defender si ella ataca primero. Por no mencionar que no tiene demasiados motivos para atacarnos si la hemos rescatado, vamos a curar sus heridas y le vamos a permitir hablar en vez de exigir respuestas como si fuera nuestra prisionera. 

Soltó un suspiro y hundió los hombros. Estaba agotada, los conjuros que había lanzado le habían dejado con las piernas temblando. Se sentó en una roca, con las piernas cruzadas.

—O esa es mi opinión.

—Y luego está la posibilidad de que se nos escape en las narices por... ya no sé cuántas veces van—resopló la enana—. En cuyo caso, por mi abuela que le tiro el hacha a la cabeza. Paso de volver a salir corriendo detrás de alguien con las piernas tan largas.

Se cruzó de brazos y terminó por acceder a regañadientes:

—Bien, hagámoslo a tu manera—gruñó mirando alternativamente a Cedric y a Alexei—. Aunque sólo sea porque pareces haber pensado en cosas más relevantes que quien la tiene más larga.

Sarkee: Sarkee recordará lo que ha pasado.

Tal'vashoth: Tal'Vashoth recordará lo que ha pasado.

Lynn: Lynn recordará lo que ha pasado.

_{Kando: Kando tiene hambre.}

Lynn estaba en ese momento curando la herida que Ayla tenía en la cabeza pero se volvió hacia Gabrielle, al parecer al reparar en algo; vivir en el Círculo significaba haber visto muchos magos cansados tras lanzar muchos conjuros pero el temblor de piernas no era algo común en ellos.

—Gabby—musitó—, ¿te pasa algo?

—Si trata de huir, no seré yo quien te detenga —suspiró Gabrielle.

Se secó el sudor frío de la frente, apartando un mechón que se había quedado pegado.

—He utilizado conjuros muy exigentes, que agotan físicamente al mago que los lanza. Son el equivalente a unas agujetas mágicas. Uf, me siento como si hubiera corrido diez kilómetros con un saco de piedras a cuestas.

Lynn torció ligeramente el gesto por un avergonzado instante, no había que ser un lince para darse cuenta del aspecto de Gabrielle pero ella tenía la cabeza demasiado alborotada como para percatarse de la cosa más obvia.

Por suerte, estaba entre sus capacidades el solucionar aquello; dedicó un instante a lanzar un par de conjuros sobre la maga que hicieron que se sintiera mucho mejor. Luego volvió a la tarea de sanar las heridas de Ayla. No obstante, concluyó que la apóstata estaba demasiado debil por alguna razón, como si hubiese sufrido hace poco alguna herida también grave y aún no se hubiera recuperado del todo antes de ser atacada por los engendros por lo que la cosa no era tan fácil como sacudirla para que se despertase: os tocaba esperar.

La noche terminó cayendo sobre el campamento y en medio de Brecilia hacía bastante frío por lo que, después de cenar, tuvisteis que recolocar a Ayla junto a la hoguera.

Tal'vashoth se había desentendido por completo de todo y se hallaba en la linde del campamento simplemente montando guardia mientras miraba al cielo y de vez en cuando paseaba para cambiar de ubicación y no congelarse. Kando lo seguía con una fé que tan solo los perros podían albergar de que probablemente en algún momento el gigante gris repararía en él y se pondría a jugar. Pero hasta ahora ya llevaba más de dos horas manteniendo dicha espectativa.

Asthan se había ido a sentar junto a la carreta aunque parecía bastante entretenido con un cúmulo de luciérnagas cercano. Sarkee había elegido la parte trasera del vehículo para sentarse de modo que estaba lo suficientemente lejos de la hoguera como para no saltar por los aires si de pronto había alguan deflagración inesperada pero con un ángulo de tiro impecable por si se veía en la necesidad de lanzar algún hacha.

Y por último, Lynn se había sentado al lado de su problemática amiga, con las rodillas abrazadas, la barbilla apoyada entre éstas y una expresión sombría en los ojos. Sin moverse un ápice.

Estaba ya bien entrada la noche cuando Ayla pareció por fin dar alguan señal de movimiento; la apóstata gruñó y empezó a rebullir debilmente.

Al cabo de unos segundos, entreabrió los ojos y parpadeó molesta por la luminosidad del fuego. Aún debía estar aclarándosele la vista porque la silueta oscura de Cedric, que también se había quedado cerca, le llamó la atención haciéndola mirar de soslayo. Aunque tardó unos instantes en reconocerlo.

—Creo que tenemos que dejar de encontrarnos en este tipo de situaciones... —masculló con voz rasposa.

Lynn se soltó las rodillas y se inclinó hacia adelante aunque fué incapaz contener el tono preocupado.

—¿Ayla?

La voz de la clériga pareció espabilar a Ayla de golpe puesto que abrió mucho los ojos y se enderezó sobre un codo casi de forma instantánea. Aunque aquello le costó un quejido de dolor y el comienzo de una respiración jadeante.

Por supuesto lo primero en lo que clavó la mirada fué en la túnica de la Capilla, aunque antes de que saltasen chispas reconoció el rostro de la otra muchacha.

—Ah—dijo casi como si se sintiera decepcionada de que la espectativa de encontrar trece espadas templarias pendiendo sobre su cabeza hubiera sido sustituida por aquello—. Hola, Evelynn.

—Lynn—corrigió la clériga con el resoplido típcio de alguien que no es la primera vez que mantenía aquel tipo de conversación—. Sabes perfectamente que...

—¡Si tú me llamas Ayla yo te llamo Evelynn!—gruñó la maga con la exasperación típica de alguien que tampoco es la primera vez que mantenía aquel tipo de conversación. Pero que no quiere tenerla de nuevo—. ¿Dónde Archidemonios estoy?

Conforme pasaban los segundos, parecía hacerse mas consciente de su entorno y estaba claro que un entorno desconocido en el que había una Hermana de la Capilla a la vista pero ningún templario no le inspiraba confianza. O al menos a juzgar por cómo mantenía la otra mano sobre la que no se estaba apoyando encogida en posición "amenazante" por si a quien fuera se le ocurría la peregrina idea de acercársele.

—¿De qué va esto? ¿Dónde te has dejado a los templarios?—espetó mirando a ambos lados con una mezcla de tensión y recelo. Aunque sus ojos terminaron por taladrar a Cedric—.  ¿Y qué tienes tú que ver con ella?

El alivio en la cara de Cedric al ver despertar a Ayla se manchó de preocupación cuando se hizo obvio que habría que empezar a hacer y responder preguntas. No era la verdad lo que le asustaba, tanto como recordar los acontecimientos que los habían llevado a todos hasta aquí.

¿Que qué tenía que ver con Lynn? La respuesta corta era que casi la había estrangulado recientemente. Tendría que buscar otra forma de empezar su interrogatorio. Y lo haría, porque las preguntas iban a hacerse. Y Cedric al menos podía cuidar el tono.

—Estás en el bosque de Brecilia. Lynn estaba en Nordale, y te hemos buscado desde entonces. Ocurrió algo en el pueblo. El pueblo, la explosión...

Su tono y la forma en la que la miraba decía que intentaba leer hasta qué punto Ayla era consciente, o recordaba, lo ocurrido.

—Gente resultó herida— ya habría tiempo de contar todo. —Parece que esto ha pasado otras veces en tu presencia, y más gente ha muerto.

Miró vagamente hacia Alexei, Sarkee y los demás. Volvió a mirar hacia Ayla y tuvo que hacer un esfuerzo para permanecer impasible. Estaba hablando de la muerte de Bethel, pero no haría un favor a nadie dramatizando.

—Necesitamos respuestas.

Alexei estaba cansado, tanto mental como físicamente. Sin embargo el tener tan cerca a Ayla le impedía relajarse, sentía la opresión en su estómago y el corazón acelerado al tener tan cerca la verdad, por lo que conforme las horas fueron pasando su cansancio fue a peor.

La mente del joven guerrero se encontraba muy lejos cuando los cuchicheos llamaron su atención. La apóstata había despertado. Al menos no había comenzado a lanzar fuego por lo que era un buen comienzo.

Haciendo un enorme esfuerzo Alexei se levantó y se dirigió hacia donde se encontraban Lynn, Cedric y Ayla. Pese a que la apóstata tenía un aspecto deprimente el guerrero no iba a esperar más a obtener las respuestas. Lo que en un principio iba a ser un viaje para arreglar la deuda de su padre se había acabado convirtiendo en una montaña rusa emocional llena de muertes, peleas y hasta viajes en el tiempo. Y lo peor es que su instinto le decía que el viaje no iba a acabar todavía.

Cruzado de brazos, Alexei se colocó frente a Ayla con una mirada dura, dejándole claro que él no era un amigo. Entonces vio a Lynn a su lado y decidió no añadir nada a las palabras de Cedric de momento. La hermana de la capilla ya había pasado por demasiado ese día.

Al escuchar la voz de la apóstata, Trasus levantó las piernas y se balanceó sobre su trasero hasta que su espalda se encontró lo bastante erguida como para no volver a volcar. Y aún tomó la cautelosa precaución de cruzar las piernas y doblar el torso hasta que sus codos reposaron sobre sus rodillas.

La florecilla había despertado, tan asustada que estaba exigiendo respuestas en lugar de darlas. Claro que nadie le ha preguntado todavía… Las palabras de Cedric interrumpieron sus pensamientos. El joven espinoso no hizo preguntas tampoco, aunque Ayla sin duda sabía qué tipo de respuestas le había pedido.

El rubio se acercó a la maga, colocándose justo entre él y ella. Podía escuchar, y algo podía ver en el hueco entre sus piernas, pero uno no iba al teatro y se conformaba cuando las espaldas de un jayán se interponían en su disfrute. Llevó las manos al suelo y se impulsó hacia un lado. Una vez, dos veces, tres veces y, a la cuarta, volvía a estar en disposición de observar el espectáculo adecuadamente.

Alexei se dió cuenta enseguida que no necesitaba dar a entender que no era un amigo: Ayla no parecía considerar a nadie su amigo. Ni si quiera se fiaba del todo de la presencia de Lynn allí... cuanto menos de un completo desconocido.

O al menos a juzgar por la pequeña llama de advertencia que apareció en la mano que tenía encogida nada más lo vió acercarse. Le brillaba la frente a la luz del fuego, pero estaba claro que no sudaba por sentirse intimidada. Aunque como Alexei no hizo nada más, ella tampoco hizo nada más. Salvo volver a dirigir la mirada a Cedric.

—Oh, así que quieres respuestas—repitió con una mezcla de sorna e indignación—. Hubo una explosión en un pueblo, gente resultó herida y enseguida la culpa es de la apóstata. ¿Qué respuestas quieres si ya has hecho tú solo de juez?

Gruñó con algo que no estaba muy claro si era desdén o decepción, pero casi parecía estar pensando "Eres igual que los demás" o algo así.

Entonces la llama que sostenía comenzó a titilar y se apagó, a todas luces de forma no voluntaria porque exhaló una honda bocanada de aire y empezó a resollar con más fuerza. Se secó el sudor de la frente con el dorso de esa misma mano.

—Y yo he... he preguntado primero...

Ayla no para de miraros con evidente desconfianza. Aunque al acercarte te has dado cuenta de que se ha fijado en tu túnica y eso la ha desconcertado.

Ayla te ha mirado fugazmente cuando te has acercado, pero no has sido capaz de discernir la expresión con la que lo ha hecho. O qué le has inspirado.

Alexei tuvo que hacer un esfuerzo terrible para no pegarle una patada en la cara a la apóstata. Después de todo lo que había pasado, todavía se atrevía a exigir algo. Se tuvo que conformar con clavarse las uñas hasta hacerse daño.

—Si alguien hubiera hecho de juez ya estarías muerta, ¿no crees? Déjate de tonterías y olvídate de hacerte la víctima. Hay demasiados cadáveres tras tus pasos, así que lo mejor que puedes hacer es comenzar a explicarte.

La sien le palpitaba, dirigirse a Ayla no hacía que su cólera se calmara sino todo lo contrario, se encendiera aún más. Contenerse dolía tanto como las heridas de los engendros tenebrosos y era más agotador que forcejear con un ogro.

—Si te consideras inocente de lo que ha ocurrido, demuéstralo—dijo escupiendo la última palabra.

Gabrielle se acercó a Ayla en silencio, dejándola hablar. También le dejó hacer la baladronada de convocar una llama en su mano. Era una amenaza vana, que sólo sirvió para dejar en evidencia lo agotada e indefensa que estaba.

—Estoy segura de que no era la intención de Cedric acusarte de nada, Ayla. Es más, ha sido el que más te ha defendido

Incluso más allá de lo que dictaba la lógica —terminó para sus adentros. Entonces fue cuando Alexei se cernió sobre ella como un demonio de la cólera alzando sus zarpas de fuego. Por cómo había reaccionado ante Cedric, parecía lógico pensar que no iban a obtener nada de ella con amenazas.

—Cálmate, Alexei. Estás dejando que el dolor nuble tu buen juicio. Pero creo que no estás en situación de exigir ninguna respuesta, Ayla —dijo con suavidad pero con firmeza, avanzando hasta donde estaba Alexei y sujetándolo por un hombro—. Así que responde a lo que te han preguntado tácitamente. ¿Qué sabes del incendio de la Capilla de Nordale? ¿Qué sabes del incendio de Denerim? ¿Qué relación hay entre ese demonio de la cólera y tú? Y agregaré una propia: ¿por qué huiste del Círculo de Magos?

Ayla se había quedado mirando a Alexei como si no se sintiera intimidada en absoluto. O como si estuviera demasiado acostumbrada a que completos desconocidos le exigieran las cosas por las malas como para que aquello la impresionase.

Quizá por eso la actitud y el tono más suave de Gabrielle le llamaron la atención porque alternó la ceñuda mirada entre la maga bisoña y Cedric, que era a quien había mencionado como su "defensor". Al final se quedó mirando a Gabrielle con una mezcla de recelo y desconcierto.

¿Una clériga de la Capilla, cero templarios... pero una maga?

Lynn pareció darse cuenta de que el planteamiento de Gabrielle parecía tener más puntos para funcionar e intentó añadir su granito de arena.

—No... No hay templarios. Del Círculo sólo estamos Gabby y yo.