Partida Rol por web

Ayla hizo algo a medio camino entre torcer el gesto y fruncir el ceño aunque te soltó y se quedó en silencio para que no la oyeran. Te deslizaste a las espaldas de una de las sombras y la cortaste de arriba abajo logrando que se disipara con un chillido, la otra reaccionó a aquello y se acercó lanzando un zarpazo a ciegas... que falló por milímetros.

Así que, en cuanto tu corazón dejó de intentar salir huyendo por tu boca, la hiciste sufrir el mismo destino que su compañera.

Sólo entonces Ayla soltó un sonoro suspiro y se dejó caer sentándose pesadamente en el suelo.

—¡Estoy hasta el gorro de que todo me persiga!—gruñó agarrándose la herida del costado—. Sólo espero que esa distracción haya servido de algo...

Apretó los labios con el gesto tenso de alguien que no sabe cómo preguntar algo sin sentirse incómodo antes de añadir con torpeza:

—¿Sigues entero?

—¡Estoy bien, acaba con Deseo! —le pidió Gabrielle a Astucia.

La maga envió su maná a través del bastón para conjurar dos refulgentes dardos mágicos que se clavaron con violencia en el cuerpo de su oponente, rezándole al Hacedor porque fuera suficiente para matarla. Sin esperar a comprobarlo, puso pies en polvorosa.

Proyectil mágico a Deseo y le hago 7 de daño (fuerza). Muevo a v0. 

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Tus dardos surcaron el aire hasta clavárse en el costado de Deseo, la cual gimió y tropezó cayendo al suelo sobre las palmas. Astucia aprovechó y viste cómo de nuevo aquella espada luminosa se volvía a encender, como si se prendiese en llamas pero con luz.

Te percataste entonces de dos cosas: de que al mismo tiempo habías notado una especie de hormigueo interior y de que en la cara de la demonesa aparecía algo a medio camino entre la sorpresa y el susto.

Y entonces el mundo explotó.

Una explosión de luz seguida de una pulsación barrió por completo el cielo como una ola, proveniente del punto central en el que aquellas trazas que habías visto antes lo surcaban. Pudiste sentir un desagradable chirrido sordo... si es que el término "chirrido sordo" tenía sentido. Sentiste como si la realidad entera se rasgara como un papel, como si un pitido insoportable se instalara en el interior de tu cabeza y tuviste que taparte los oídos pese a que no solucionase aquella desagradable sensación.

Jurarías que el mundo había estallado a tu alrededor como un cristal roto pero cuando abriste los ojos el mundo seguía allí... solo que había vuelto a cambiar, en lugar de encontraros entre lo que parecían fragmentos del templo de las Cenizas Sagradas estábais en algo que parecían fragmentos de una pradera.

Te quitaste las manos de los oídos y fué cuando te diste cuenta de que las dos entidades del Velo se habían encogido sobre si mismas como si una mano invisible les hubiese dado un puñetazo colosal. Lo que fuera aquello las había afectado de algún modo más que a ti.

Deseo, que aún estaba en el suelo hasta había perdido aquel iracundo brillo rojo en los ojos y miraba en dirección al punto en que convergían las trazas del cielo con estupor mientras se sujetaba el costado. Astucia también miraba con expresión sobrecogida hacia allí.

—No puede ser... —jadeó Deseo, y te sorprendió sentir un temblor en su voz antes de volverse para mirar a Astucia—. ¡Si tú estás aquí... ¿quién está allí?!

Tu espíritu no atinó a responder pero no te quedó claro si era porque él también estaba sorprendido, porque no sabía qué le estaban preguntando, o porque simplemente no quería contestar.

Lo único que tenías claro era que fuera lo que fuera, cualquier hostilidad había quedado congelada tras aquello.

Alexei se dejó caer al suelo imitando a Ayla. Le dolían los cortes más de lo que quería dar a entender. Ya tenían bastantes preocupaciones como para añadir una más.

—No sé como responder a esa pregunta—dijo con mirada burlona—. Pero sí, estoy vivo. Cansado y dolorido, pero visto todo lo que hemos pasado... me parece mucho.

El joven guerrero se dejó caer de espaldas hasta quedar completamente tumbado y dio un par de bocanadas profundas. Como si intentase recuperar todas sus energías en sólo unos segundos. Entonces se levantó pesadamente.

—Deberíamos seguir buscando a los demás.

Por... ¿primera vez en su vida?... Gabrielle se había recompuesto antes que lo demás de algo. De modo que hizo valer esa ventaja. Se levantó rápidamente y acosó a Deseo con una sarta de preguntas:

—¿De qué estás hablando exactamente? ¿Y qué acaba de suceder?

Deseo gruñó antes de levantarse y apoyarse en un trozo de roca flotante cercano. Si bien se le regeneraban las heridas, saltaba a la vista que la habías lastimado con aquel proyectil. En principio te observó de reojo, luego dirigió la vista hacia el epicentro del que había provenido la explosión con un ribete nuevo en la cara. ¿Los demonios podían inquietarse?

Aunque al parecer era mucho más comunicativa que Rhagos porque devolvió su atención a ti para responder.

—Un sello... —dijo—. Uno de los sellos de la Ciudadela Negra se acaba de romper.

Miró a Astucia, que por su parte también había tenido la misma reacción de dirigir la vista al mismo lugar y parecía visiblemente preocupado.

—Y de lo que estoy hablando es de que tu "amiguito" era quien se supone que pretendía provocar a saber cómo lo que acaba de suceder.

—¡Otra vez!—bufó Astucia pasándose expresivamente la mano que tenía libre por el pelo hacia atrás—. ¡Y-Yo no sé nada de esto!

Deseo entornó los ojos mirándolo ceñudamente, como si no le gustara en absoluto que pretendieran tomarle el pelo. Sin embargo, tras un instante parpadeó extrañada, chasqueó la lengua y volvió a mirar en dirección al lugar del que había venido la explosión.

—¡Hay cosas que deben permanecer cerradas!—protestó con evidente descontento—. Se supone que nada en todo el Velo puede romperlos. Justo llegáis varios de vosotros y ocurre. ¿Qué centellas significa esto?

Ayla respondió con un suspiro medio cansado medio conforme con que siguiérais ambos de una pieza. Al cabo de unos instantes recuperando el resuello, se levantó con un gruñido.

—¿Dónde está Evelynn cuando la necesito?—refunfuñó aferrando el costado herido—. Aunque bueno, si ya me han tirado encima  una caverna, una montaña, un templo y lo último ha sido un dragón... supongo que puedo esperar a que la encontremos. Vamos al punto en el que convergen esas líneas del cielo, ¿no?

Observó la piedra redonda y con picos de color azul que había tocado ante. Y que ahora se había vuelto gris.

—Estáte atento al suelo, a ver si encontramos alguna más de esas.

—No es obra de Astucia, ni mía —dijo Gabrielle, visiblemente preocupada por las nuevas—, sino del hombre que hemos venido a detener. 

Volvió su rostro a Deseo.

—Si en verdad piensas eso, ayúdanos a detenerlo. ¿Cómo lo alcanzamos antes de que rompa todos los sellos?

Deseo lanzó un sonido a medio camino entre un resoplido y una risa sin ganas.

—¿"Astucia"?—dijo mirando al susodicho. Luego hizo un gesto de desestimación con la mano y entornó los ojos con gesto escéptico—. Un humano no tiene poder ni para darle risa a esos sellos.

—Glandivalis—masculló Astucia como si aquella sola palabra fuese toda una explicación. Aunque no le resultase una agradable.

En esta ocasión los dos ojos de Deseo se abrieron tanto que aun entonces te diste cuenta del tonto detalle de que no tenía las pupilas redondas, sino ahusadas.

—¡¿Qué?! ¿Ha traído esa cosa al Velo?—exclamó con lo que por primera vez parecía un genuino ribete de nerviosismo—. ¡El bastón estaba roto!

Alexei se levantó del suelo con pesadez.

—¿Por qué la llamas Evelynn?—le preguntó divertido—. ¿Es por hacerla rabiar? Porque no parece le guste nada.

El joven guerrero se sacudió el polvo y luego se preparó para reanudar la marcha.

—Sí, creo que lo mejor es seguir esas líneas. No se me ocurre qué otra cosa hacer. Por cierto, ¿qué son esas piedras azules y como rayos conseguiste hacer esa súper bola de fuego?

—Dividido—corrigió Astucia—. Y se ha vuelto a unir.

Deseo emitió un molesto y prolongado gruñido que sonó más animal que huma... noide. Por decirlo de algún modo. Hasta las llamas de su cabeza parecían más agitadas, como cuando el fuego es azuzado por el viento. Volvió a mirar una vez más en la dirección de la que había procedido el estallido.

—Transportándote a través de los lúcilos, o volando. Pero los humanos no podéis hacer ninguna de las dos cosas—dijo a regañadientes tras unos instantes en lo que para breve alivio tuyo era una respuesta a la pregunta que le habías hecho antes—. Y toda esta sección del Velo, MÍ sección del Velo, está alterada. ¡Cambia cuando quiere, no sólo cuando yo quiero. Por culpa de lo que sea que haya detonado en su versión del mundo real! Así que lo de "llegar" a los sitios a pie puede resultarte relativo.

Se cruzó de brazos visiblemente contrariada por todo aquello, aunque tras tamborilear con los dedos sobre uno de ellos devolvó su atención haca ti, entornando de nuevo los ojos con lo que no sabías si era extrañeza, curiosidad, desconfianza, o quizá un poco de todas.

—Y en cualquier caso... ¿por qué estas dispuesta a pedirme ayuda a mí? ¿No te preocupa que os traicione?

Deseo está muy atenta a tus gestos y a tus palabras.

—Si ella me llama "Ayla", yo la llamo "Evelynn"—se enfurruñó la maga cruzándose de brazos. Tras un instante de silencio, miró la piedra por la que habías preguntado—. Es lirio en estado puro. En el Velo sale con esa forma.

La señaló.

—Y he podido hacer una bola tan grande precisamente por eso. Al absorberlas pierden su poder durante un buen rato pero sólo aquí podemos hacer tal cosa para potenciar conjuros o para recuperar energías. Si intentase absorber semejante cantidad de lirio en el mundo real, o me mato o me tiro comatosa una semana.

Volvió a cruzar el brazo.

—Esa de ahí nos ha salvado el culo. Si hay más por el camino quizá pueda recuperar algo de lo que he gastado... aunque no es que nuestra suerte haya sido muy consistente hasta ahora.

Alexei ha desbloqueado una entrada de códice: El lirio.

Gabrielle decidió hablar a Deseo en un lenguaje que ella entendiera.

—Te has respondido a ti misma —señaló—. Te gusta tanto como a nosotros lo que está pasando aquí. Te beneficias ayudándonos tanto como nosotros nos beneficiamos de tu ayuda. Confío en que el interés común nos lleve por un camino alejado de las traiciones y la violencia.

Y ya te hemos demostrado nuestra fuerza si eso sucede.

—Oh, pero quien quiero que me responda eres tú, cielo—Deseo esbozó una sonrisa meliflua aunque cuando le contestaste soltó una carcajada que curiosamente no fué desdeñosa, de hecho terminó en una especie de sonidillo agudo—. ¡Por todas las volutas del Velo, es tan mona que me la comería!

Se dió cuenta de que Astucia se la había quedado mirando y entonces resopló poniendo los ojos en blanco.

—No literalmente—se indignó—. ¿Por qué clase de bestia descerebrada me tomas?

Aunque enseguida volvió a dirigir su atención a ti mientras se tamborileaba la barbilla con la punta de los dedos.

—No piensas como un demonio y eso me encanta, pero tranquila, ya le cogerás el truco—le dirigió a Astucia una mirada significativa—. Después de todo confías en él.

El aludido se limitó a devolverle un profundo ceño que Deseo ignoró mirando de nuevo en la dirección de la que había venido la explosión del sello, como si aún estuviese pensando en algo.

—Los humanos no dais más que problemas... —suspiró torciendo el gesto.

Repentinamente se volvió brumosa, convirtiéndose en una nube de humo violáceo y se esfumó de allí, dejándoos al parecer paso libre.