Partida Rol por web

Gabby se arrebujó en su capa, tapándose instintivamente los pechos después de lo que Deseo le había revelado. Creyó leer el miedo en los ojos de su hermano, él que siempre había sido el valiente, el poderoso. De niña siempre lo había creído invencible. Y ahí había acabado, derrotado por un demonio.

—Eso no importa.

Era su hermano. Lo quería, y lamentaba mucho la situación en la que se encontraba. No sabía cómo iba a decírselo a papá y a mamá. Pero por otra... lo que Deseo le había contado de él era simplemente repugnante. ¡Era su hermana! Le hacía creer que no conocía realmente quién era su hermano, después de todos estos años.

—Por el amor del Hacedor, Derek, ¿qué has hecho?

—¿Qué hay en el centro del velo?

Pese  a la pregunta, Alexei estaba dándole vueltas a otra cosa. Pensativo, el joven guerrero se rascaba la cabeza y lanzó una pregunta antes de recibir una respuesta por parte de Ayla.

—¿Crees que podríamos utilizar los brazales para saber dónde está Adrath? Quizás la conexión sea en dos direcciones.

—La Ciudadela Negra—respondió Ayla mirando inconscientemente en aquella dirección—. En el Velo es lo único ininmutable y se ve desde cualquier parte. Todo lo demás cambia continuamente.

Volvió a mirarte a ti cuando le preguntaste.

—Quizá... pero si se puede invertir quién oye a quién yo al menos no sé cómo—dijo torciendo el gesto con fastidio—. ¿Te los vas a quedar? La piedra de memoria es un objeto mágico excepcional pero nos arriesgamos a que pueda escucharnos cuando quiera. Bueno, suponiendo que aún le interese a estas alturas.

Derek tragó saliva y se puso en pie rápidamente entre tambaleos como si le hubieses pillado en una postura indigna o algo así.

—¿Qué? N-Nada. Yo no he hecho nada ¿A qué viene esa pregunta?—dijo mirando de nuevo a ambos lados—. No sé dónde estamos. ¿Es el Velo? Da igual... parece peligroso.

Te tendió los brazos moviéndolos ligeramente en ademán de que te acercases.

—No te preocupes, Gabby. Yo te protegeré. Ven conmigo, salgamos de aquí.

A Alexei se le ocurrió una idea y compuso una sonrisa pícara.

—¿Crees que va a seguir escuchándonos ese payaso? ¡Es un villano de opereta de manual! Seguro que él con toda su presuntuosidad está convencido de que nos ha matado—el joven guerrero puso una voz grave imitando ridículamente a la de Adrath—. Encantador Superior Payaso para ti Gabrielle.

Guiñándole un ojo a Ayla, se acercó a la apóstata y le susurró al oído.

—Creo que Gabby no nos perdonaría que nos deshiciéramos de un objeto tan valioso. Además, si nos sigue escuchando podemos probar a enfadarle y que deje de hacer lo que el Hacedor quiere que esté haciendo. Con esas ínfulas que se trae no va a permitir que hablemos de él de esa manera.

Ayla puso cara rara cuando le guiñaste un ojo y te acercaste. De hecho casi da un paso atras, cosa que te resultó increíblemente cómica.

—¿Sólo Gabrielle? ¡Yo tampoco! Debe ser la única oportunidad en la vida que tengo de ver un chisme de estos—te respondió también en voz baja una vez entendió lo que estabas haciendo—. Aunque no sé si funcionará eso, ¿crees que será tan tonto como para caer en algo tan ob... ?

Un destello repentino y un sonido similar al de un trueno os sobresaltó. Pudisteis ver un destello proveniente de allá donde se juntaban las trazas del cielo que se "prolongó" a traves de estas como una corriente hasta llegar donde estábais. O detrás de donde estábais.

Cuando girásteis la cabeza como un solo ser, viste aparecer una especie de... ¿agujeros en el aire? ¿portales? No tenías ni idea de cómo se llamaba aquello en lenguaje técnico pero para ti no tenían buena pinta. Y de hecho empezaron a tener aún peor pinta cuando una serie de... sombras, o sombras te parecieron a ti, comenzaron a surgir de ellos.

— ... vio—terminó Ayla la frase.

Aquellas cosas cuya única característica distinguible era una luz brillante y redonda en la parte superior que se te antojó un enorme ojo luminoso, se giraron también hacia vosotros como un solo ser. Se formó un silencio incómodo en el que no pudisteis hacer otra cosa que mirarlas petrificados como dos postes.

—Nug el último.

Como si hubiese recuperado la movilidad de golpe, Ayla se dio la vuelta y echaba a correr en el mismo instante en que las sombras emitieron un estridente rugido al unísnoo y comenzaron a brotar como si de agua sucia se tratase de aquellos boquetes, lanzándose hacia vuestra dirección.

¡Simplemente eran demasiadas!

Gabrielle dibujó una apretada línea con sus labios, pero no se movió del sitio. 

—Es el Velo —confirmó, en un tono tan pesado como una losa.

«Aquí no necesito tu protección, porque es más importante conocer y entender que tener un par de brazos fuertes. Tú en cambio sí que me necesitas, aunque no estoy segura de que estés más allá de lo que está en mi mano.» 

Palpó con disimulo su flor de lirio. ¿Podría utilizarla para salir de allí igual que la podía utilizar para entrar? ¿Podría llevarse a su hermano con él?

—He hablado con Deseo. Me ha contado cosas...

¿Cómo decirlo?

—... que no le son gratas al Hacedor. Por el amor de Andraste, Dereck, ¡soy tu hermana! ¿Cómo has podido hacer algo semejante? 

La mirada de tu hermano se tornó un tanto nerviosa.

—¿Qué? ¿Cómo es que... ? Quiero decir, ¿quién? ¿Qué cosas? ¡N-No sé de qué hablas!—dijo—. Yo no he hecho nada malo. ¡Claro que eres mi hermana! Por eso te quiero. Te adoro. Haría lo que fuese por ti. Ya lo he hecho, ¿no? He entregado mi vida a los templarios sólo para poder seguirte a donde vayas...

Sacudió la cabeza.

—No tiene nada de malo—añadió como si hablase consigo mismo por un instante—. Yo nunca te haría nada malo. ¡Sólo quiero estar contigo! No es raro. Es normal. Quiero protegerte de las malas influencias, y de los peligros... No quiero que me rechaces, Gabby. Por favor, ven conmigo.

Dió un par de pasos hacia ti con los brazos abiertos aún.

Tu cuerpo se movió antes de pedirle permiso a tu cabeza ante la sola visión de semejante riada de aberraciones sombrías y seguiste a la maga todo lo deprisa que te permitieron las piernas. No tenías la menor idea de dónde estábais yendo pero definitivamente cualquier sitio parecía mejor que allí parado.

Corrísteis por aquel insólito paraje rodeado de islas flotantes y lúcilos a la deriva. No pudiste evitar fijarte también en el tonto detalle de que de vez en cuando pasabas cerca de lo que se te antojaban unas piedras rarísimas: eran redondas, de brillante color azulado y tenían picos romos en su superficie. Te recordaban vagamente a cabezas de mangual del tamaño de una sandía.

Más elementos extraños del Velo que no tenías ni idea de qué se suponía que eran.

Tras sortear un trozo de columna enorme que simplemente estaba allí en medio, te topaste con que la apóstata había desaparecido. No tuviste mucho tiempo para desconcertarte no obstante, porque sentiste que el suelo desaparecía bajo tus pies cuando caiste como una piedra por un pequeño terraplén del que no te habías percatado.

Tras aterrizar en el suelo y luchar por meter aire en tus doloridos pulmones, te pusiste en pie todo lo deprisa posible mirando en todas direcciones pero continuaste sin verla. Es más, empezabas a tener la espeluznante sensación de que daba igual cuanto corrieses, te estabas comenzando a cansar y tarde o temprano aquellas sombras terminarían dándote alcance. Podías oir la cacofonía de siseos y chillidos que emitían varios metros más atrás.

Entonces algo te agarró de un brazo y tiró de ti, arrojándote detras de un afloramiento rocoso. Casi te pinchaste el trasero con una de aquellas rocas redondas de picos pero por suerte no sucedió.

Ayla hizo un apremiante gesto de "silencio" mientras te tapaba la boca con la otra mano para que no hicieras ruido. Tres o cuatro sombras habían comenzado a aparecer por el desnivel. Pero parecían haberos perdido la pista...

—Vale, HA sido tan tonto—susurró con gesto de circunstancia—. ¿Y ahora qué? ¿Alguna idea?

—¿Como me protegiste de Medwin? —preguntó Gabrielle con tono de reproche.

Aquello la había molestado, aunque era consciente de que no era lo importante y manoteó en el aire. Cogió aire y se dispuso a agarrar el dragón por los cuernos, preguntándose cuánto tiempo le daría Deseo antes de intervenir.

—No necesito tu protección, Dereck. Tú necesitas la mía. Has caído en las redes de un Demonio del Deseo porque tu cariño entre hermanos ha degenerado en un sentimiento incestuoso y degenerado. Debes dejarlo atrás, debes dejar de querer protegerme, debes vivir tu propia vida ¡y debes dejar que yo viva la mía! ¡De lo contrario quedarás aquí atrapado en el Velo, consumiéndote lentamente para alimentar el apetito de un demonio!

La expresión de tu hermano primero reflejó la perplejidad dolorida de la de alguien a quien acabasen de atravesar con una lanza. Segundos después se tornó en desquicie de algiuen que se siente traicionado.

—¡Pues claro que te protegí de Medwin!—exclamó—. ¡Ese tipejo sólo era una mala influencia para ti! ¡Su pasatiempo favorito era ir desflorando a todas las chicas del pueblo! Era lo único que le interesaba. No podía permitir que te... hiciese daño.

Se adelantó y te agarró con firmeza por los brazos después de que cogieras el dragón por los cuernos.

—¡Claro que me necesitas! ¡Y yo a ti!—añadió con una desesperación tan intensa que resultaba obsesiva—. S... Sé que quizá no puedas abrir la mente y entender que puedo quererte más que como una hermana. ¡Pero jamás te haría daño! No soy uno de esos tipos aprovechados que sólo buscan lo que buscan en una mujer. Haría lo que fuese por estar a tu lado aunque tenga que ser quieto y en silencio. No tengo mucho, pero me gusta lo que me queda. N... No puedo arriesgarme a perderlo todo. No puedo perderte ahora, Gabby ¿Es que vas a echar de tu vida a tu propio hermano?

«Astucia, te necesito.»

—Sé que no me harías daño intencionadamente, ¡pero te has hecho daño a ti mismo, Derek! ¡Mira en qué lío estás metido! —dijo zafándose de la presa de su hermano. En el Velo la voluntad era más fuerte que la fortaleza física—. Eres y siempre serás mi hermano. No pienso abandonarte, pero quiero que te des cuenta de lo unilateral que es el sentimiento. ¡Te lo pido por favor! Deja que se apague el deseo de tu corazón, mírame como lo que soy: tu hermana. Te puedo sacar de este valle de lágrimas, si dejas tus pecados atrás en este lugar maldito. Si eres libre en el corazón, no habrá cadenas hechas por demonios con suficiente fuerza para sujetarte.

—¡¡NO PUEDO!!

El grito de Derek resonó en el vacío que os rodeaba. Tu hermano se llevó las manos a la cabeza y se encogió, sacudido repentinamente por temblores.

—No puedo...

Se dejó caer de rodillas, como si de pronto le hubiese vuelto la cordura por unos instantes. Lo escuchaste sollozar. Y cuando se apartó las manos de aquel rostro demacrado para mirarlas como si las viese por primera vez, el polvo y las lágrimas habían dibujado unos manchurrones sucios en sus mejillas.

—¿Qué he hecho... ?—gimió—. ¿Qué es lo qué he hecho?

Te miró.

—No puedo... No pude controlarme, Gabby. Lo siento—añadió—. Es demasiado tarde. Casi no queda nada de mí. S... Sólo quería verte una última vez antes de... Por favor, prométeme que estarás a salvo. Que serás una buena maga, que te mantendrás alejada de tipos como Medwin... Necesito saber que vas a estar bien.

—¿Crees que lo de las sombras ha sido cosa de...?—preguntó Alexei con escepticismo.

¿Tan fuerte se ha vuelto Adrath sólo con poseer el bastón

No tardó en responderse a sí mismo.

No seas simple y piensa. Es Glandivalis, el bastón de Andraste, claro que puede haber pasado eso. La Esposa del Hacedor y esas cosas.

El joven guerrero se pasó la mano por la cara, como hacía siempre que no sabía que hacer y pensó. Y pensó más. Y siguió pensando. Y no se le ocurrió nada. Desesperado el rubio cerró los ojos y resopló. Y luego respiró profundamente intentando calmarse. Y de pronto contuvo un bote.

—¿Como se llamaba el conjuro? Ese que nombró Gabby cuando le dio la Letanía a Wynne. ¿Protección contra el mal? ¿Crees que eso alejaría a estas cosas?

Ayla asintió a tu primera pregunta. Con la segunda torció el gesto.

—Sirve... pero no sin la letanía. Y no tengo una copia—admitió—. Joder, ¡nos van a terminar viendo y son ciento y la madre!

Se fijó entonces en la roca azul y redonda con picos romos sobre la que habías estado a punto de caerte antes.

—Aunque quizá... —se aceró a ella un poco intentando no hacer ruido para observarla. Tragó saliva tras hacerlo durante unos instantes—. Creo que puedo limpiar de golpe a la mayoría. Pero los que queden nos los tendremos que cargar a la antigua usanza. No serán muchos... pero no olvides que son demonios, ¿estás listo para eso?

Gabrielle se llevó una mano a la cara. Por eso Deseo no había intervenido. No había nada que hacer y su hermano estaba condenado. 

La Gabrielle que había salido del Círculo se habría puesto a llorar como una magdalena. Esta Gabrielle, empero, mantuvo la compostura. Se sentía triste, desde luego. Le partía el corazón saber el fin que iba a tener su hermano. Iba a ser muy duro contárselo a sus padres, si es que salía viva de esto. Pero otra parte de ella aún se sentía traicionada. Asqueada. Incrédula. Una parte pensaba que el sentimiento había sido tan erróneo que estaba donde se merecía.

Le asustaba pensar así. 

Tal vez simplemente no podía creérselo todavía.

—Estaré bien —dijo con un hilo de voz.

«Pero Medwin es un buen hombre, Dereck.»

—Lo siento mucho.

—¡Prométemelo!—insistió tu hermano con la voz quebrada por los sollozos—. ¿Puedes... ? Sé que no lo merezco pero no me odies Gabby. No me olvides.

Estiró las manos con anhelo.

—Dame un último abrazo, por favor.