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PRÓLOGO LANAYA

Tras la prematura muerte de su padre su madre se emparejó con un elfo de otro Clan y marchó con él, para entonces Lanaya ya era bastante mayor, tenía sus amistades y su propia función en el clan como exploradora por lo que se negó a marchar con su madre.

Mientras que Lanaya creció en un Clan dalishano dedicado casi plenamente al comercio entre Ostagar, Gwaren y Linde Sur, su hermana menor, Hannan, creció en otro clan asentado en el interior del bosque de Brecilia. A pesar de la distancia ambas hermanas se mantenían en contacto. Tan solo se veían una vez al año, pero siempre conseguían contactar mandándose pequeños mensajes, ya fuera por cuervo o por algún viajero.

Sin embargo esta vez algo iba mal, hacía ya medio año que no escuchaba ninguna noticia ni de su hermana ni de su madre. Lo último que supo de ellas es que tuvieron unos problemas en un pueblo humano, Vintiver: Contaba que les invitaron a sus fiestas, también comentaba que sus vinos estaban deliciosos pero que la fiesta se fue al garete por una tonta pelea de hombres por una moza. De primeras no le dio mucha importancia, quería pensar que simplemente se habrían perdido los mensajes, pero después de tanto tiempo la semilla de la duda le quemaba por dentro. ¿Y si les había pasado algo? ¿y si aquella discusión había sido algo más importante?

Conforme pasó el tiempo los miedos de Lanaya aumentaron, por el clan se escuchaban habladurías, historias que traían los viajeros. Decían que Vintiver, otra vez ese pueblo, estaba sufriendo perdida de ganado e inexplicables desapariciones y para colmo culpaban de todo a los elfos dalishanos.

Su custodio decidió no llegar hasta Linde Sur ese año, no debían correr riesgos innecesarios, pero ella no podía seguir como si nada. Tenía un mal presentimiento y necesitaba buscar a su familia. Con la mochila bien cargada y el permiso de su Clan, comenzó su propio viaje.

El bosque de Brecilia se mostraba imponente pero preferías atravesarlo a seguir por los caminos principales, el interior del bosque no era un lugar desconocido para ti, sabías moverte y guiarte entre sus arboledas, sin embargo una elfa dalishana sola por un sendero comercial pedía problemas a gritos. Ya fueran bandidos o algún idiota suficientemente racista, eras consciente que de que el bosque suponía para ti un peligro mucho menor.

Conforme avanzabas entre la espesura volvían a ti pequeñas anécdotas que te ocurrieron en el pasado, encontraste aquel lago donde un jabalí encaró a uno de tus compañeros, creías que era un hombre valiente hasta que le viste correr como alma que lleva el diablo. Esos recuerdos hicieron que avanzar sola por el bosque fuera más sencillo pudiendo mantener al menos la mente ocupada en algo que no fuera pura preocupación.
A pesar de lo que habías escuchado de sobre el pueblo de Vintiver y los demonios que encerraba el bosque, no parecía diferente que el bosque que recordabas en antaño. No se escuchaba nada más que el rechinar de las ramas en las copas de los grandes fresnos, el constante cantar de las aves y alguna alimaña despistada que se acercaba más de la cuenta.

El sol comenzaba a ocultarse y ya te dolían los pies de estar todo el camino andando, encontrastes un pequeño claro para descansar pero si no te fallaban los cálculos estabas ya a tan solo unas horas del pueblo de Vintiver, con suerte podrías llegar antes del siguiente amanecer.

Claro que el bosque era siniestro en la noche hasta para ti.

La huida de Orlais fue demasiado precipitada, apenas si te habías podido preparar nada y el camino ya pesaba sobre tus preciosos pies más acostumbrados a llevar elegantes zapatos de tacón a esas pesadas botas de campo. Para colmo tenías que atravesar por mitad del bosque de Brecilia para ocultarte de los templarios que andaban en tu busca, tropezabas constantemente con las estúpidas raices que parecían crecer a tus pies solo para molestarte.

No recuerdas haber tenido un aspecto tan lamentable en tu vida, cubierta de polvo y tierra del camino, hacía mucho ya que desististe de sacudir tu capa si apenas tardaba unos minutos en volver a estar sucia. Tenías hambre y nada de comer, sueño y ninguna cama donde dormir, no tenías ni idea de a donde ibas pero tampoco podías pararte porque era cuestión de tiempo que te encontraran o quien sabe, un oso decidiera que podías ser un buen postre. El camino también estaba haciendo estrago en tu físico: habías adelgazado ya varios kilos y notabas tener mucha menos energía que en antaño. No había que ser un genio para saber que o conseguías cambiar algo o esa situación acabaría matándote a la larga.

Al menos ese día el bosque estaba en calma, no se escuchaba nada más que el rechinar de las ramas en las copas de los grandes fresnos, el constante cantar de las aves y alguna alimaña despistada que se acercaba más de la cuenta. Ah, si supieras cazar...

Para mejorar la situación el sol comenzó a ocultarse, las noches en el bosque nunca eran tranquilas y si no llega a ser por tu peculiar compañía apenas hubieras podido dormir. Encontraste un pequeño claro donde descansar, pero ya estabas tan cansada de ese bosque que solo tenías ganas de largarte de aquel lugar.
 

El mundo es una porquería, definitivamente. ¿Por qué diablos me pasa todo esto? Anda, no me digas que no le da emoción a la vida, Orlais era siempre tan monótono. Y no había hambre, ni sed. Es todo tu puta culpa. Tu aceptaste, ¿recuerdas? Todo tiene un precio, y este es, mi niña.

No tengo ganas de discutir más con ese ente ... Es odioso. ¿No se supone que los demonios poseen a la gente? Pero ahora no es capaz... Tengo un miedo atroz, pero no me queda más remedio que echarme a descansar, o sino acabaré muerta.

¿Encender un fuego? Lo necesitaba, pero con los templarios detrás ni loca... Al menos hasta andar un día más. Tomo un poco de agua del odre... Ya no me queda más agua que la poca que roza mis labios. Cojo mi manta y apoyo la espalda contra un árbol, mientras poco a poco el cansancio empieza a mellar mi vigilia.

El sueño te acabó venciendo por completo acurrucada bajo un árbol, no era lo más prudente, pero estabas completamente agotada. Con suerte ninguna criatura te encontraría, te habías esforzado en tratar de ocultarte bien entre ramas y oscuridad.
 

Entre sueños la voz de tu interior te dio una señal de alarma, pero era demasiado tarde, te despertó un fuerte agarre que te impedía moverte y el frío contacto de un filo en tu cuello. Trataste de liberarte de su presa en vano mientras los ojos se acostumbraban a la oscuridad, esperando encontrar la brillante armadura de un templario, pero no veías ni un solo reflejo. Aún aturdida escuchaste su voz, era una voz ronca pero con cierto tono cantarín. – Eh, eh, tranquila… - apretó más el filo contra tu cuello, notaste que empezaba a hacerte herida. -  fíjate quien me iba a decir que ocultándome en el bosque iba a encontrar a una preciosidad como tú, soy un hombre afortunado. – Ni siquiera se molestaba en hablar en voz baja, consciente de que nadie os escucharía en aquel lugar, soltó una risotada estridente y cínica. – No te asustes, tú también eres afortunada, si quisiera ya te podría haber matado. – Ahora la vista ya comenzaba a acostumbrarse y le pudiste poner cara a tu enemigo, no era un templario ya que iba vestido con ropa de cuero. Aparentaba unos 40 pero probablemente tuviera menos, estaba bastante desmejorado y solo parecía un mero pordiosero.

Pudiste comprobar que estaba sobre ti impidiendo que te movieras con su propio peso, bloqueando todas tus extremidades. - ¡Pero menudo desperdicio! Ni siquiera parece que lleves nada de valor, ¿Qué tal si te portas bien y me haces pasar un buen rato? – Jugueteó con la daga deslizándola sobre tu cuello. – Vamos, No me gustaría tener que matarte. – Volvió a soltar la misma risa irritante.

La puta madre que le pario a este miserable, se iba a cagar, le iba a retocer el pescuezo ... Como te está haciendo él a ti, mira que no escucharme ...

No tenía ganas de discutir hoy con el ser, me empezaba a manar sangre del cuello mientras un asqueroso baboso se sentaba sobre mi y me mantenía atada. Tras un par de gritos desesperados empezaba a calmarme. .. Venga, ya, no tenía que ser tan malo ... Seguro que la amiga de mi cabeza se sabía alguna artimaña. Hacía tiempo que no le retorcía a un hombre el pene, en Orlais lo había hecho una vez a un cretino, el ser eunuco fue su destino. Con que me dejase las manos libres...

- Oh, vaya, parece que no queda otra. Y encima, me imagino que no vas a pagarme. Joder, se me va a acabar el negocio si sigo haciendo las cosas gratis. En fin, si intentas follarme con la daga ahí, no creo que tengas mucha suerte. No me queda alternativa, tu suéltame las manos y te daré placer- intento sonreír y poner una expresión dulce, aunque la mueca de disgusto dudo que termine de borrarse de la faz de mi cara - Si quieres atarme la pierna a un árbol para que no corra eres libre. Y ya que vamos a hacerlo, al menos pongamos los dos lo mejor de nuestra parte, ¿no crees? Se disfruta más si ambos nos estimulamos.

En cuanto se descuidase le iba a meter un hechizo que le iba a mandar al océano ... Y luego los magos eramos los malos, cuando limpiábamos el camino de bandoleros y otras aberraciones. Podía atarme la pierna, podría morir, pero sus dientes iban a perderse para siempre.

O supiste mentir genial o ese tipo era un zoquete porque gracias a tus palabras te dedicó una sonrisa bastante bobalicona, mostrando varios dientes mellados y medio podridos.

- De.. ¿de verdad?, así que eres una puta. - Preguntó con incredulidad y te revisó pensativo, solo el Hacedor podía saber lo que pasó por aquella cabeza, aunque no había que ser un genio para suponerlo. - De acuerdo, hagamos un trato. - Retiró un poco el cuchillo pero no llegó a soltarte. - Pagaré tus servicios con tu propia vida, en el fondo soy un caballero. ¡AJAJAJA! - De nuevo esa risa que se clavaba en los oídos.
- Escucha bonita te voy a dejar libertad, pero no te levantes. Deshazte de todo, ropa, armas si las portas. No te creas que soy idiota, no voy a dejar que me claves un puñal. - Volvió a sonreír. - ¡y así también me alegro la vista!

Trató de levantarse lo suficientemente rápido para tratar de impedir que te levantaras apoyando el pie sobre tu pecho, pero tus palabras le habían puesto nervioso y no recordó que el tronco del árbol estaba sobre su cabeza. Al levantarse escuchaste un golpe seco bastante fuerte y el tipo retrocedió con ambas manos en la cabeza aunque no llegó a soltar la daga. Estabas completamente libre, ni siquiera pensó en atarte.

Y era tan torpe como para chocarse con el árbol. Sonrío mientras me levanto, sin perder el tiempo.

- ¿Nunca te han hablado del espíritu de estos bosques, pequeño? Has caído de lleno en mi trampa. Mis labios ya están formulando palabras que no termino de comprender, mientras siento una oleada de placer. No sería la primera vez que para mi disgusto violaba un cadáver. Los demonios del deseo eran tan raros... Pero bueno, así le pagaba mi parte al pobre, ¿no?

Sale volando una roca, que impacta contra su fea cara, mientras suelto una carcajada.

Estaba claro que intentar viajar acompañada había sido un error, aunque viajar sola tambien tenía sus peligros y me dejaba tiempo para darle vueltas a el por que de la ausencia de noticias de mi hermana al menos me permitía avanzar más rápido. Este claro parecía un buen lugar para descansar pero por otro lado estaba demasiado cerca para contenerme así que tan solo aceleré el paso y seguí avanzando con los cinco sentidos puestos en los posibles peligros del bosque.

Seguiste avanzando por el bosque acompañada tan solo del cantar de alguna ave nocturna y del sonido de la brisa en las copas de los árboles, era una noche silenciosa y aparentemente bastante segura.

Pero un repentino escándalo rompió el silencio de la noche, incluso espantó a una bandada de estorninos que emprendieron el vuelo sobre tu cabeza. Eran los gritos de una mujer y estaba muy cerca, como a unos 100 metros, pero la vegetación y la oscuridad de la noche cerrada te impedía ver nada en aquella dirección. Sin embargo esos gritos cesaron de inmediato y se escuchó lo que parecía una escandalosa risa masculina.
Ahora ya lograste fijar más el oído y alcanzaste a escuchar sus voces, eran murmullos ininteligibles por la distancia que os separaba, pero parecía que ambos hablaban con calma.

No comprendías nada, ¿Qué demonios estaba pasando? y como era posible que de repente escucharas con claridad a 2 personas donde hasta ese momento no habías escuchado nada. Tampoco parecía haber ningún indicio de un campamento de bandidos ni de ninguna fogata desde donde venían las voces. De nuevo se escuchó la risa masculina y la chica ahora le acompañaba, su risa de ella era mucho más apagada que la de él, pero también se podía escuchar.

El bandido apartó ambas manos de su cabeza con una expresión incrédula, el golpe le había dejado confuso por unos segundos. - ¿espiritu, de qué...? - Ni siquiera pudo terminar la frase, una roca sobrevoló la distancia que separaba a ambos y golpeó al bandido justo en la nariz con tanta fuerza que se fue al suelo de espaldas.

Las tornas se habían cambiado, ahora era él quien estaba en clara desventaja, se volvió a levantar refunfuñando insultos por lo bajo y a pesar de la oscuridad pudiste ver la sangre que brotaba de su nariz, enrojecida e inchada y unos ojos que reflejaban más miedo que ira. - Te voy a matar, debería haberlo hecho antes. - Por desgracia aún estaba muy cerca y en un par de zancadas lo tuviste de nuevo enfrente, con un rápido movimiento te hizo un corte en el costado con su daga.

La diversión duró poco. El bastardo sabía manejar la daga... Y en vez de recorrerme una oleada de dolor, fue de placer. Xilhya ya me estaba haciendo de las suyas.

- Dame más, pequeño, más- suelto una carcajada, mientras una segunda roca vuela hacia a él, y me retiro danzando detrás de los árboles, buscando cobertura. si cae derribado, procuraría que esta vez no se pudiese acercar a mi sin invertir más tiempo.

El escandalo en mitad de la noche enciende mi curiosidad, todavía estamos lejos del pueblo por lo que no debería haber nadie  y menos tan tarde. Me decido a acercarme con cuidado para echar un vistazo sin ser vista. 

La caza me enseño como moverme en el bosque sin ser detectada y ess un buen momento para poner en practica dichas enseñanzas para averiguar que esta pasando y poder seguir mi camino si tan solo es otro cazador.

Esta vez la roca del puño pétreo no fue tan fuerte o ya no pillo al bandido desprevenido, Brotó de tus propias manos y al tenerle tan cerca le impactó en la boca del estómago, lo que le hizo curvarse con ambas manos en el estómago del dolor, pero amenas retrocedió. Si hubiera querido perseguirte te hubiera alcanzado con toda seguridad, sin embargo cuando levantó el rostro, el miedo era perfectamente visible en sus ojos. - De... ¿de dónde salió esa roca? - Miró a su alrededor, todo era tierra y pequeñas hierbas. - ¿No serás una bruja de la espesura? - Palideció, aún encorvado y con las manos en el estomago. - No, no puede ser, estamos muy lejos.

Algo se movió próximo a ambos entre los matorrales, fuiste capaz de escucharlo pero no se veía nada, bien podría ser una persona o un gran animal. Al parecer el bandido también lo escuchó y miró en aquella dirección con cierta ansiedad. - ¿Chicos, sois vosotros? ¡Ayudadme! - Señaló hacia tu dirección, no estabas especialmente oculta por lo que podrían verte. - ¡La muy zorra me esta haciendo polvo, pero dejadla viva! Me debe algo...no, nos debe algo... - Trató de carcajear pero se vio interrumpido por un arranque de tos a causa de las heridas.

La presencia de sus compañeros supuso el empujón de valor que necesitaba y al terminar de hablar desenfundó una espada corta, ahora parecía que iba completamente en serio, preparado con 2 armas.

Conforme te acercabas cesaron las risas y escuchaste un par de fuertes golpes secos, las voces seguían escuchándose pero seguían siendo ininteligibles, cuando al final conseguiste llegar hasta ellos te ocultaste tras unos matorrales y pudiste ver que demonios ocurría.

Encontraste una mujer bien tapada bajo una capa oscura luchando contra lo que parecía un bandido. Llegaste en el momento justo para ver como el bandido lograba herir a la mujer con una daga y ella en respuesta hizo brotar algo de sus manos, parecía algo contundente, que golpeó directamente en la boca de su estómago. El bandido se dobló con ambas manos en el estómago del dolor y ella aprovechó el momento para tratar de ocultarse entre los árboles.

El tipejo levantó el rostro, el miedo era perfectamente visible en sus ojos. - De... ¿de dónde salió esa roca? - Miró a su alrededor, todo era tierra y pequeñas hierbas. - ¿No serás una bruja de la espesura? - Palideció, aún encorvado y con las manos en el estomago. - No, no puede ser, estamos muy lejos.

Tratando de ocultarte mejor pisaste una rama que en el silencio de la noche se escuchó perfectamente, lo que hizo que el hombre se tensara y mirara con cierta ansiedad en tu dirección. - ¿Chicos, sois vosotros? ¡Ayudadme! - Señaló hacia la dirección de la mujer, que también parecía haberte escuchado. - ¡La muy zorra me esta haciendo polvo, pero dejadla viva! Me debe algo...no, nos debe algo... - Trató de carcajear pero se vio interrumpido por un arranque de tos a causa de las heridas.

Se había confundido de pleno, seguramente solo te habría escuchado pero no era capaz de verte. La supuesta presencia de sus compañeros supuso el empujón de valor que necesitaba y al terminar de hablar desenfundó una espada corta, ahora parecía que iba completamente en serio, preparado con 2 armas.

No tenía sentido correr. el cabrón me iba a hacer trizas ... pero al menos perdería uno de sus dientes. Me imagino el cuento: una puta a la que pillé desprevenida me hizo perder el ojo. Aunque seguro que lo contaba como que había matado a la peligrosa bruja de la espesura, no creo que le creyesen tan fácilmente. Sonreí. Iba a venderme cara. Huir no tenía sentido, eran al menos tres, y yo estaba molida y herida, lo único que iba a ocurrir es que me atrapasen y me apedreasen después de violarme. al menos.

Me sigo retirando mientras sigo gastando mi cada vez más exiguo mana.

Ese tipo parece algún tipo de bandido o similar, que haya por lo menos dos más por la cercanía no me da buena espina si quiero ayudar a esa chica deberíamos acabar rápido con este antes de que lleguen sus compañeros de verdad.

Saco mi arco de la espalda y coloco una flecha sobre la cuerdo, la tenso con sumo cuidado mientras apunto justo al medio entre sus omóplatos.  

Intentaste conjurar un nuevo puño pétreo, pero de tus manos brotó poco más que una arenilla, el bandido percibió que tu hechizo no surtió efecto y con una sonora carcajada emprendió carrera directo hacia ti, consciente de que estabas totalmente indefensa. Estabas perdida, habías malgastado tu última oportunidad de huir, ni siquiera estabas armada y si con una sola hoja te había hecho una herida bastante fea con dos no tardaría en acabar con tu vida.

Pero algo ocurrió, cuando ya lo tenías casi encima, una flecha surgió desde donde se supone que debían estar sus compañeros. Al principio creías que iba hacia ti, lo que hizo aumentar tus miedos, pero la flecha fue directa hacia la espalda del bandido alcanzándole justo entre ambos omoplatos con tal fuerza que atravesó su armadura de cuero y se hendió bien en su carne. El golpe hizo que se detuviera y mirara desconcertado a su alrededor sin poder evitar tambalearse. – ¿No… estabas…? – Un arranque de tos le impidió terminar la frase y le hizo caer arrodillado apenas a metro y medio de ti, apoyó ambas manos en el suelo, y apreciaste que cada vez que tosía caía sangre al suelo. – Piedad, bruja. Le pagaré, le ayudaré, lo que necesites. – suplicó sin levantar la mirada del suelo.

Oteaste a tu alrededor para tratar de ver a tu salvador, estaba oscuro, pero apreciaste que salía una mujer de entre los matorrales. Iba vestida con una extraña ropa de cuero que no habías visto antes e iba con un arco larco cargado, lista para disparar si era necesario. Solo se te ocurría una raza que pudiera estar en mitad del bosque a plena noche, sin duda era una elfa dalishana y los dalishanos no eran conocidos precisamente por ser amigables.