Partida Rol por web

Daarken aprovechó la tregua de la araña para sacar la ballesta y cargarla, mientras, los dalishanos que seguían en pie volvieron a disparar, al parecer podían ver sin problemas a la araña pues ambos realizaron varios disparos certeros a gran velocidad. El tercero de ellos logró recuperarse gracias a la ayuda de Vivial, aún estaba herido, pero mucho mejor, lo que le permitió recuperarse y sacar el arco.

La araña desde lo alto lanzó una nueva telaraña, directamente hacia Narelle que quedó completamente cubierta y pegada al suelo, esa nueva tela era mucho más espesa y apenas se podía ver a la maga bajo la maraña.

Al instante volvió a dejarse caer desde las copas, cayendo directamente sobre Lanaya a la que atravesó en un costado con una de sus patas. Gracias a las flechas de los elfos y la magia de Narelle la araña estaba visiblemente herida, en una situación normal debería haber huido como aquellos lobos que os atacaron en la granja, pero esta bestia era diferente y al parecer pretendía matar a la mayoría, aunque le costara la vida, un objetivo muy diferente y mas complejo que el de alimentarse.

Jareth, preparado, nada más caer la araña cargó contra ella, blandiendo la espada como no había hecho hasta ahora. Un primer corte en sus patas delanteras le obligó a inclinarse hacia delante y en un segundo corte descendente logró cortarle la cabeza de un tajo. Lanaya consiguió salir de entre las patas de la araña cuando esta se desplomó sin vida.

- Buen trabajo, acabamos rápido con ella, sois muy buenos. – Dijo Lirresh sorprendido. – Tomemos un merecido respiro y continuemos cuando estemos mejor… llegar a Vintiver heridos no nos serviría de nada.

El elfo que estuvo a punto de morir se acercó a Vivial mirando al suelo, avergonzado. - … gracias… te… debo la vida. – Al levantar la mirada con una leve sonrisa pudo apreciar en sus ojos el brillo de una profunda admiración, pero volvió a bajar la mirada con timidez y tras asentir un par de veces se acercó a un tronco para poder sentarse y recuperar el aliento.

La cabeza de la araña voló y su viscosa sangre salpicó rostro y armadura. Escupí sobre el cuerpo de la criatura mientras con el antebrazo trataba malamente de limpiarme la cara a la vez que recibían las felicitaciones de los dalishanos. Fue entonces cuando reparé en la complicada situación en la que Narelle se encontraba, toda envuelta en esa pegajosa red, por lo que acudí lo más rápido que pude a ayudarla a liberarse.

- Eh, ¿estás bien? - me preocupé por ella una vez ya liberada.

Terminé de sacudir los brazos de la mujer, como quien acaricia a un perro con firmeza, para eliminar algunos restos de telaraña que, inevitablamente, pasaron aún pegajosos a mis manos de modo que tuve que limpiarlas a continuación restregándolas contra la armadura.

Estaba pendiente de cuándo y dónde iba a caer, alzando el rostro tanto que sentía un ligero dolor en el cuello. Tenía que estar preparada para rodar si fuera necesario o empujar a uno de los heridos que pudiera ser aplastado, aunque dudaba que llegara a la velocidad necesaria o salvar de una desgracia. No era tan poderosa.

Cuando terminó de sanar al elfo, rápidamente se echó para atrás para cubrirse bajo la copa de uno de los árboles, esperando que las ramas amortiguaran al menos la caída si al final descendía sobre ella, viendo una sombra oscura precipitarse contra el suelo. No se había fijado si alguien estaba debajo, girándose momentáneamente cuando escuchó la débil voz del elfo.

Fue un placer.- Sonrió brevemente antes de caminar rápido hacia donde estaban el resto, comprobando que Narelle había sido la aprisionada. Hubiera ayudado si no fuera que el mercenario se adelantó, esperando con paciencia a que la maga se pusiera en pie para comprobar heridas visibles.- Buen trabajo.- Suspiró con hombros caídos, agradecida por la labor de todos los presentes, aunque sintiendo una punzada de celos no reconocido al ver a Jareth tratar con tanta familiaridad a Narelle.

Aunque hacía poco que salieron se notaba cansada. El esfuerzo, sobre excitación por la lucha y el cansancio mental por todo lo que tenían entre manos hizo que se sentara en el suelo, dejando que su vestido formara un círculo a su alrededor.

¿Estáis todos bien? – Quería guardar fuerzas para “la lucha final”, pero desconocía si el resto tendría suficiente con tomar el aliento para recuperarse.

Lanaya se arrastró de debajo del cadáver de la araña, con el costado sangrando, justo al tiempo en el que Jareth escupía y se marchaba a ayudar a Narelle. Le echó una mirada de las que matan a la espalda. No es que necesitase o quisiese su ayuda, pero no se había dignado ni a intentar ayudarla. Agarrándose el costado, gruñó cuando Vivial preguntó si estaban todos bien.

Me ha clavado una de las patas al caer encima – Le informa enseñándole la herida. – Agradecería que le echases un vistazo.

La araña había caído y todos seguíais con vida. Durante el descanso los elfos comentaron entre ellos que nunca habían visto una criatura como aquella en el bosque.

- Tal vez la haya dejado aquí el mismo Mythallen para retrasarnos. – Dijo Lirresh pensativo, tras lo cual se levantó y se desperezó. – Si estamos todos listos, continuemos.

Apenas tardasteis unos minutos en volver a poneros en marcha, el bosque seguía sumido en la oscuridad y tras el encuentro con la araña el humor parecía haber decaído rendido por el miedo de un nuevo encuentro contra otra bestia. Aunque Lirresh seguía avanzando sin piedad los otros cazadores parecían estar arrepintiéndose en cada paso que daban, asustándose por cada sombra o ruido provocado por diferentes alimañas.

Os disteis cuenta que poco a poco os estabais acercando a un arroyo ya que cada vez escuchabais más cerca el murmullo del agua sobre el silencio de la noche. Al llegar, a pesar de la oscuridad podíais ver que el agua corría con fuerza abriéndose paso entre grandes rocas.

Lirresh comenzó a cruzarlo saltando sobre las rocas – No cubre demasiado, pero puede empujaros, id con cuidado que resbaaaaa…aaaAAh! – Todos visteis como se resbaló y como trató de sujetarle uno de los cazadores, sin mucha suerte, ambos cayeron al agua y aunque no tuvieron mayores dificultades para volver a levantarse los dos quedaron empapados y magullados.

Lanaya junto a otro de los cazadores, al ver la caída de los otros, escogió otro camino que resultó ser más seguro y todos pudisteis cruzar sin problemas a excepción de Jareth que en un mal paso acabó metiendo la pierna hasta la rodilla bajo el agua, notando el punzante dolor de torcerse el tobillo.

El río no pudo reteneros y Lirresh que estaba más herido en el orgullo que en otra cosa, os apremió a continuar.

- FIN CAPITULO 5 -