Partida Rol por web

Valleoscuro, antiguo puerto de las épocas en la que los primeros hombres aprendían a embarcarse en los mares de Poniente, lleva un par de meses sombría, aletargada. El mercado y el puerto vienen dejando entre 11% y 17% menos dragones los últimos tres meses; los marineros apenas gastan en los burdeles, deseosos de hacerse a la mar lejos de estas costas y los lugareños esquivan las calles apenas se esconde el sol en un toque de queda autoimpuesto... Valleoscuro sabe que algo se aproxima.

Mesas pasaron desde el escándalo del Harrenhall y aún así las mareas de escándalo político y el insulto que el Príncipe Heredero de los Siete Reinos recién se están asentando; y aún así la gente esta agitada... "El Invierno se Acerca", como dirían esos salvaje norteños, amantes de árboles.

El salón principal del castillo tiene un aire imponente, proveniente de las gárgolas talladas en las columnas y las antiguas piedras que forman las paredes, cuyos bordes afilados ya son casi inexistentes por los eones de uso por decenas de generaciones de reyes antiguos y orgullosos del milenario bastión... Y en el mismo, el Dragón del Valle Oscuro y tercero en la línea al trono de los Siete Reinos lee un parche de pergaminos que una de las sirvientas le acaba de traer de parte de uno de los comerciantes leales del Valle.

El pergamino, de relativamente buena calidad y fácil al tacto, trae escrito nada mas números y algunas palabras que podrían confundirse como resúmenes contables, pero no para el señor del castillo, quien enseguida reconoció el código de su jefe de espías, Devon. En menos de dos minutas ya se podía leer el mensaje real.

Milord, no se como paso esto por debajo de las narices de medio Poniente, pero Lyanna Stark ha... "desaparecido" y los rumores dicen que vuestro hermano Rhaegar esta en el centro de todo el asunto. Brandon Stark, hermano de la desaparecida, quien se encontraba en Aguasdulces visitando a su prometida Catelyn Tully, llego a hace unas horas a Desembarco exigiendo justicia contra Rhaegar frente a la Fortaleza Roja con una guardia mínima de amigos nobles... Su majestad el Rey ha visto en su sabiduría tomar prisionero a toda la comitiva y ha despachado cuervos a Lord Rickard Stark para que se presente en la capital a hablar por los crímenes de su hijo.

Mis amigos mercaderes de Puerto Blanco también me han dicho que las levas norteñas se preparan para ser llamadas en cualquier momento milord.

Atte su fiel sirviente, Devon, jefe de la compañía de comercio del Valle de las Perlas.

Daeron cerró el papel como si no tuviera más importancia, y se lo guardó en un bolsillo. Se quedó un momento, observando la nada misma, pero absorto en pensamientos.

Su padre era un idiota, de eso no cabía mayor duda. Pero era el Rey. Y su hermano, un idiota mayor, disfrazado de hombre honorable y caballeroso. Si realmente se había llevado a Lyanna, no sólo acababa de desatar una guerra, sino también su propia perdición. Tal vez era el momento para él.

Le hizo un gesto a una de sus sirvientas, Dalla, para que le escanciara vino en su copa. La miró de arriba a abajo. Era una de las que había cogido más de una vez, su favorita por así decirlo. Que fuera dorniense de origen hacía que fuera un buen reemplazo, salvando las distancias.

Pero no estaba para escarceos, sino que tenía que meditar muy bien sus próximas acciones. Tomó un trago de su copa. Brandon Stark estaba prisionero en la Fortaleza Roja. El padre de éste no tomaría bien las acciones del Rey. Su padre estaba loco y se podía esperar cualquier cosa de él. Su hermano era un rematado idiota que seguramente se había llevado a la norteña. Elia ahora podría ser suya. ¿Pero cómo?

Tendría que estar allí. No podía quedarse en Valle Oscuro con los acontecimientos que se avecinaban. Por más que le pesara, por más que deseara salir corriendo de esos pasillos, tenía que estar allí, donde todo sucedería. Tenía que ser parte, para decidir, para mover las fichas que hicieran falta. No podía quedarse de brazos cruzados y dejar que todo pasara junto a él. Tenía que tomar cartas en el asunto.

-Llamen a todos, quiero hablar con mis consejeros- dijo al aire, sabiendo que Dalla haría su trabajo.

Y se dirigió a la sala donde la mesa cuadrada ostentaba mapas y libros, donde Daeron tomaba sus decisiones aconsejado o no. Se sentó en su sillón, y esperó a que llegaran todos.

Algo debe haber alertado de la seriedad del asunto a los consejeros pues menos de veinte minutos más tarde pude oírse la puerta abrirse, los guardias anunciando la llegada de los consejeros y de Dalla quien agitada pero atenta se puso a servir copas para los recién llegados. Dalla, siempre complaciente y dispuesta a servir, debe haber corrido por los pasillos sin parar.

Todos miraron a su Lord y señor, y tras la cortesía dictada por la etiqueta tomaron lugares alrededor de la mesa, ojos clavados en Daeron con seriedad evidente...

El anciano hombre dio un mínimo paso hacia adelante y tomo la palabra rápidamente tras aclararse la garganta y sorber levemente la copa que Dalla le presento. Su voz rasposa y grave resonó en el silencio de la habitación.

-Milord, aquí estamos para servirle. ¿Como podemos serle de asistencia?

No pudo reprimir una sonrisa al ver llegar a todos con tanta presteza. Recorrió con la mirada a cada uno, y luego de que el maestre tomara la palabra, sorbió un trago de la copa que ya tenía servida y que no había tocado desde que había mandado a Dalla a por ellos.

-Mañana partiré a Desembarco del Rey, me llevaré a mi guardia personal, y quiero que algunas cosas se vayan preparando para cuando regrese- dijo el príncipe con seguridad, y luego de una pequeña pausa, prosiguió -Ser Aspers, quiero un informe de la situación del castillo y sus defensas. Para antes de que parta. Tristar, otro tanto para usted, especialmente en cuanto a provisiones y existencias- hizo una pequeña pausa para luego continuar -Ser Willem, quiero que vaya preparando a nuestros hombres, que la disciplina esté tan afilada como su lanza y tan resistente como su acero. Maestre, quiero un cuervo para los Buckwell con estas mismas peticiones, pero siendo discretos- tomó otro sorbo -¿Alguna pregunta?-

El castellano, así como todos los demás en la sala, levantó una ceja al oír al Lord. Era conocido por todos en el Valle Oscuro que su señor no era muy entusiasta de sus visitas a la capital. Sumado eso a sus órdenes y todo parecía dar a futuros complicados para el Valle.

-Milord, no hace falta que espere pues el reporte puedo dárselo ahora.- dijo mirando a los demás consejeros, quienes le dieron permiso para hablar primero asintiendo levemente. -Las defensas están en perfectas condiciones, tanto muros como puertas y puestos de avanzada. Si hemos de enfrentar enemigos pronto, me gustaría pedirle que me preste la mitad de la guarnición y los guardabosques para preparar madera en caso de ser necesario refuerzos para las puertas, reparaciones o armas de asedio milord.-

Enseguida miro hacia los demás para ver quien deseaba continuar.

Enseguida al acabar el castellano, el joven noble di un paso al frente y con una rimbombante y exagerada reverencia se dirijió a su lord.

-Nuestras provisiones podrían mantenernos 6 meses sin problemas milord.- pensó unos segundos antes de continuar. -Si limitáramos los alimentos a los civiles a un potaje comestible probablemente duraríamos un año aislados. Por su parte hay armas, armaduras listas como repuestos y mineral en las forjas para crear más... pero si hemos de proteger a todas las bocas que hay en sus tierras dentro de las murallas milord esos números habría que dividirlos a la mitad.- saco un ábaco, herramienta pentoshi para contar, de los Siete sabe donde dentro de sus túnicas e hizo un par de cuentas rápidas. -Si me permitiese usted 200 dragones del tesoro puedo doblar en 3 semanas las reservas en nuestros graneros milord.-

Se giro luego al oír al maestro de armas aclarando su garganta algo impacientemente.

El fornido caballero hizo un sonoro ruido al golpear su guantelete contra el peto de su coraza, justo sobre el corazón en ferviente saludo militar.

-Se hará milord, los Siete Reinos no conocerán soldados mas temibles que los Dracos del Valle Oscuro.- dijo el maestro de armas, refiriéndose a como los locales y el público en general de las tierras vecinas conoce y nombra al ejercito del Valle oscuro desde el ascenso del Dragón al Valle Oscuro.

Finalmente el maestre hizo una reverencia cuando le llego su turno, haciendo que los múltiples y pesados eslabones de su cadena soltaran un canto metálico. Siempre sonriente como de costumbre tomo su turno de hablar con vos grave y segura.

-Los cuervos volaran enseguida milord.- dijo el dorniense. -Pero ya que nos permite hacer preguntas, podría saber que es lo que requiere que vuestras fuerzas se muevan de esta manera milord.-

La mirada inquisitiva del anciano fue emulada por los demás en la sala, todos con una mezcla de anticipación y preocupación en sus ojos.

Daeron escuchó complacido cómo sus consejeros daban sus informes de una manera ordenada y eficiente. Sonrió.

-Realmente no sé cómo haré para que se queden aquí cuando se corra la voz de su eficiencia- dijo con mirada sincera, una muy distinta a la de su padre, o inclusive sus hermanos -Los Siete me han sonreído al permitir reunir tan selecto consejo-

Dejó la copa a un lado, ya vacía, y colocando sus codos sobre los codos, miró a cada uno de los que iba interpelando.

-Ser Asper, son medidas muy acertadas, me alegro de tenerlo de este lado de la muralla. Tiene el permiso-

-Tristar, en principio aún no necesitaremos eso, pero tenga todo preparado por si le doy la orden-

-No esperaba menos de la mejor lanza de Valle Oscuro- asintió con la cabeza.

Para responderle a su Maestre se tomó un segundo.

-Digamos que tengo información que me inclina a pensar que puede haber problemas... todos conocemos a mi padre- dijo encogiéndose de hombros, ya que no era secreta su antipatía por su progenitor, pero él lograba dejarlo en ese estadío, y no en el que realmente estaba -Prefiero estar preparado, como también ya me conocen. Y por eso partiré mañana mismo a Desembarco del Rey-

-De acuerdo, muchas gracias por su tiempo. Pueden retirarse- dijo -Excepto usted, Septón...-

Ya habría tiempo de hablar con Devon, con el que tendría su encuentro acostumbrado en las Catacumbas de los reyes Rykkers. Había corrido el rumor de que el Dragón del Valle Oscuro transitaba aquellos subterráneos y catacumbas para recordarse a sí mismo cómo el esplendor y el poder podían perderse con una mala jugada... y para recordar el poder de su casa. Pero también era el lugar de encuentro con su maestro de espías.

Una vez salieron todos, y quedó sólo el septón, Daeron se aclaró la garganta.

-Septón, ilumíneme con su sabiduría- comenzó el Lord -¿Hay precedentes de separaciones bajo la luz de los Siete?-

Todos asintieron levemente a las palabras de su señor, las excentricidades de su majestad Aerys II eran conocidas por todo el Reino. A pesar de todo sonrisas ocupaban sus rostros, complacidos por los halagos del Lord pues parecían sinceros y merecidos.

Todos, excepto el Septón, inclinaron sus cabezas. -Con su permiso milord.- dijeron al unisono y tras vaciar sus copas se fueron de la sala, intercambiando cortas palabras entre ellos sobre cooperación en sus nuevas tareas a completar.

El septón movía su peso de una pierna a la otra algo nervioso. ¿que podría necesitar el Lord exclusivamente con él? Vació su copa de un solo incline mientras los demás le hacían de cortina al retirarse del salón.

Cuando por fin el Lord hablo el hombre de fe no pudo evitar pensar un poco para asegurarse que su nublada memoria por años de vino no le fracasara esta vez. -Milord, la separación del matrimonio es un asunto grave bajo la luz de la Madre, pero han ocurrido bajos ciertas instancias. Por ejemplo recuerdo una instancia cuando un Lord de la casa Hightower logro que el septon supremo lo autorizara al descubrir que su esposa era infértil y ella lo sabía antes de casarse. Así mismo vuestro antepasado Maegor el...- dudo un segundo, meditando si debía terminar esa frase. -Maegor el Cruel... "convenció" a su santidad de borrar su matrimonio en su momento.-

Lonnel miro a los ojos de su señor, buscando descubrir si había respondido correctamente a la pregunta de su señor

Daeron escuchó con atención, para luego volver a hablar.

-De acuerdo, Lonnel, has sido muy iluminador. Y no te preocupes que sé cómo es mi familia, no la niego ni la exalto. Es y me sirve que sea como es. Muchos se lo pensarían dos veces al enfrentarse a un dragón, por más manso que fuese, ¿no crees?- dijo con tono liviano -Ante la muerte de uno de los cónyuges: el viudo, o viuda, podría volver a casarse, ¿no es cierto?- volvió a preguntar.

El suspiro de alivio fue poco disimulado por parte del septon, pero pronto compuso su semblante para responder el Lord. Lo que más quería era poder irse pronto de ahi.

-Asi es milord, los Siete nunca esperan que el luto del conyugue superviviente duro para siempre, pero si se recomienda que dure un tiempo prudencial...-

Los ojos expectantes de Leonnel miraron a su señor como preguntandole si tenía más preguntas...

-Muchas gracias, Lonnel- le dijo despreocupadamente -Puedes retirarte ya-

Cuando estuvo de nuevo solo, se levantó y se dirigió a sus aposentos. Tenía que ocuparse aún de los asuntos cotidianos del Valle, pero quería estar descansado para reunirse con Devon por la noche. Fue a preparar la misiva con la cual lo citaría, pidiéndole toda la información posible con respecto a la situación en Desembarco, y se la dio al maestro panadero, Jacker. Éste se ocupaba de hacerle llegar las misivas al maestro de espías, cuando no se encontraba en el castillo.