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Dragones, Dioses y Dígitos

Capítulo 3 - Dioses en Desacuerdo

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25/09/2019, 23:07
Director

Capítulo 3. Dioses en Desacuerdo

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25/09/2019, 23:14
Paris

Paris aceptó.

Galand y Sylvia se alojaron en dos de las múltiples habitaciones de invitados del castillo. Allí durmieron durante varias noches, esperando la respuesta del Príncipe de los Caídos, Nérelas. El castillo parecía un lugar vacío, cargado de eco, claramente diseñado para más habitantes de los que albergaba. Y aún así, estaba lleno de vida, con Zeon flotando en el ambiente, en cada esquina, y artefactos menores dispersos como baratijas, aunque cuidadosamente contenidos, en su mayoría, para evitar que tanta magia junta desbordase la energía del lugar e intoxicara a sus habitantes. Aquel lugar estaba al borde, contenido, de un fenómeno vulgarmente apodado por los escolares del Don como "toxicidad mágica".

Los numerosos homúnculos también contribuían a aquella falsa sensación de vida. Demostraban emociones, sentimientos, y eran capaces de gesticular, hablar, y mostrar cierta personalidad traviesa y algo rebelde, aunque sumisa en el fondo. Pero todos ellos parecían pequeños diablillos salidos del infierno, aunque con un inquietante aire humanizado y revestidos con aire de inocencia y bondad. No parecían ser obra de Paris, y el Creador de Maravillas terminó por confesar a Galand que se trataban de una pequeña "tasa" a cambio de que una poderosa miembro de Sol Negro pudiese utilizar aquella fortaleza flotante como refugio cuando gustase. Curioso que el pago fuese mantener un conjuro en sus dominios.

Finalmente, el castillo estaba poblado por criaturas mágicas, aunque no muchas. Unas pocas, incluyendo una Esfinge y aquel demonio de viento que rondaba el castillo y sus jardines, parecían estar dominadas por el Creador de Maravillas. Galand pudo comprobar como una estatua viviente, con todo el equipamiento de un extraordinario Maestro de Armas, nunca se alejaba demasiado del Creador. Y un ánima, de un varón amado con una katana, de vez en cuando se aparecía en la habitación atravesando alguna pared, si bien a menudo se alejaba más del propio Paris. Finalmente, existían pequeñas criaturas mágicas que profileraron en el castillo, casi de forma natural, quizá abandonadas ahí por algún invitado, el propio Paris, o nacidas de la propia magia del lugar. Inofensivas en su mayoría... para alguien del poder de Galand o Paris.

La torre más alta del castillo estaba prohibida. Ahí dormía Paris, pero de vez en cuando podía escucharse a una mujer cantar, generalmente melodías tristes, o de un corte clásico. No siempre en Latín, pues Galand reconoció alguna lengua mágica. Su voz era, desde luego, bella. Por el contrario, la forja de Paris era absolutamente extraordinaria, con una abrumadora cantidad de componentes mágicos, si bien tenía algún que otro recipiente a mínimos, o directamente vacío. No dudaba en tener pequeñísimas criaturas mágicas contenidas en tarros, y brevemente comentó a Galand que tenía a cierto demonio encerrado en una mazmorra para "esquilarlo" de vez en cuando. Era difícil saber si bromeaba  o no.

Por supuesto, el Creador de Maravillas también gozaba de sus propios metales y aleaciones, aunque varios de ellos estaban cerrados bajo llave. La primera mañana, Galand trabajó con acero normal y corriente, intentando crear una simple espada de excelente calidad. La primera tarde, Galand forjó cuantas armas pudo en el menor tiempo posible. El segundo día, comenzó a trabajar con aleaciones imbuidas en magia. A la tarde, Paris se le unió, y comenzaron a crear pequeños artefactos que bien podían venderse a Sol Negro. Al tercer día, comenzaron a trabajar de verdad.

Era el cuarto día, y Paris había dejado a Galand con los planos de un "escudo de mano", un artefacto de su propio ingenio que utilizaba magia de Creación y ciertos encantos escritos de Tierra para, literalmente, encoger un escudo de mano hasta el tamaño del dorso de la misma. El objetivo era simple; poder cargar un guante con un pequeño escudo ornamentado en el dorso, pero que en caso de necesidad pudiese desplegarse para defenderse sin tener que esperar a desatarlo de la espalda, donde normalmente se cargaría.

En un par de horas, Paris entró en la forja, donde un pequeño homúnculo con forma de mujer, con cuatro colmillos afilados sobresaliendo hasta la mandíbula, y dos pequeñas colas brotando de sus codos, observaba a Galand trabajar mientras limpiaba las mesas de trabajo con extremo cuidado de no romper ningún recipiente que Paris hubiera dejado sobre ellas. Paris, en la muerta, no parecía demasiado satisfecho.

Siento haberte hecho esperar, Galand— dijo con seriedad pero cierta cercanía, con un trato de "tú", cerrando la puerta tras de si. Paró, y se limitó a mirar al Sylvain—. Vuestro Príncipe no desea revelar su paradero, ni sus intenciones— bajó ligeramente la cabeza, depositando una pesada mirada sobre el hombre mientras mantenía un mínimo de formalidad—, pero está dispuesto a citarse con vuestra acompañante, a solas. Cuando termine su reunión ella, está dispuesto a verse con usted, y traer a vuestro hijo consigo. Dice que vuestro hijo tiene ganas de conocerle.

Esbozó una pequeña, pero cauta, sonrisa. Paris había demostrado un gran interés por la vida de Galand. Como forjador, mago, Sylvain, ser de gran poder, y como individuo. Se había interesado por su biografía, y por sus capacidades, pero también por él como individuo, y por su mente. Aunque el propio Paris no hablaba demasiado de si mismo, ni de su historia, pues su "contrato" se centraba en aprender de Galand, y no revelarse ante él, el Creador de Maravillas parecía haber desarrollado cierta amistad unilateral por el Sylvain.

Aún así, Galand pudo observar que Paris era un hombre que intentaba ser abierto y tolerante, pero que inevitablemente cargaba ciertos prejuicios, y mucha, mucha cautela. Debía, siendo un humano de tal poder con las manos metidas hasta el hombro en asuntos de todas las razas y edades de Gaia.

— Vuestro Príncipe ha mostrado un interés excepcional en la mujer que te acompaña— apuntó mientras se ponía unos guantes de protección, acercándose a Galand—. Aunque trató de ocultarlo. Una lástima que su habitual insensibilidad a todo le delatase— esbozó una pequeña mueca y miró hacia ningún sitio, compungido durante un momento. El propio Paris tendía a mostrar insensibilidad por norma—. ¿Hay algo que deba saber al respecto? Por otro lado, tengo una nueva proposición que hacerte— esbozó una media sonrisa con la comisura derecha, alcanzando a Galand con los guantes puestos, y poniéndose a trabajar a su lado—. Contadme todo lo que sepáis  de la nobleza Sylvain, de Los Perdidos, y de vuestra esposa, y respectivamente mejoraré el Legado de Verdantis, crearé un arma para vuestro hijo, y un artefacto para vuestra esposa. Sin intercambio de oro, pero con vos trabajando a mi lado, por supuesto.

Galand, tras día y media a prueba, llevaba enriqueciendo a Galand un día y medio... y un par de horas. Si aceptaba a que Paris lo llevase junto al Príncipe, iba a enriquecerlo aún más. La proposición de Paris era simple: enriquecerlo más aún a nivel de conocimiento, pero menos en oro, por un lado. Por otro, desnudar más la intimidad del propio Galand, a cambio de mejorar las herramientas a su disposición, y sus seres más queridos.

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04/10/2019, 18:36
Galand Ul Del Verdantis

Su estancia en el castillo del Creador de Maravillas fue extraña a la par que placentera. Galand no estaba acostumbrado a la lujosa pero sencilla vida que aquel lugar le ofrecía. Los siervos místicos que poblaban el castillo se encargaban de todas las tareas domésticas, por lo que él solo se tenía que concentrar en dormir, en entretenerse durante sus tiempos de ocio y en trabajar. Y lo tercero era a lo que más tiempo dedicaba…

Para el elfo, forjar artefactos, tanto ordinarios como místicos, era un entretenimiento en sí mismo. Cuando ejercitaba las habilidades que sus padres le habían legado cientos de años antes, se sentía en comunión con su gente, con sus orígenes.

Cuando trabajaba, Galand era feliz.

Los primeros días, el elfo se mostró maravillado por la increíble colección de componentes de la que disponía Paris. El propio Galand había matado por poder trabajar allí durante toda su vida, rodeado de toda la materia prima necesaria para trabajar en los proyectos más exóticos e inverosímiles.

Galand estuvo agradecido de poder usar sus habilidades en aquel lugar, y de buen gusto demostró sus habilidades durante los primeros días. Pero cuando Paris se le unió finalmente, el elfo pareció florecer. Se sentía tan a gusto que incluso olvidó sus penas, su presente, e incluso su futuro. Estaba tan centrado en el trabajo que cuando Paris le habló del Príncipe, ni siquiera pudo procesar la información durante los primeros segundos.

Luego cayó en la cuenta de aquello que lo había llevado hasta allí.

La misión de la Princesa. Encontrar a su hijo.

Galand dejó caer el martillo que había estado empleando para moldear el metal, sin terminar de creer lo que acababa de oír.

- Fa-fantástico… - musitó al principio con voz queda -. ¡E-eso es fantástico!

El elfo sonrió al principio. Incluso creía que iba a lanzarse hacia el humano para darle un abrazo. Pero se contuvo.

- Gracias por interceder por nosotros, Paris - respondió el elfo, empleando la misma cercanía que el humano usaba con él -. Debo reconocer que me siento muy feliz ahora mismo, de poder conocer finalmente a Eldar.

Galand recogió el martillo que se le había caído con presteza, justo mientras Paris le planteaba una nueva proposición.

La oferta era increíblemente tentadora. No siempre podía uno encontrarse con alguien con unos recursos como los de Paris. Pero, ¿por qué deseaba ese conocimiento el humano? ¿Era simple afán de saber más? ¿O planeaba algo?

El asunto de la nobleza Sylvain, para Galand al menos, no tenía más que valor histórico. El conocimiento sobre los Perdidos, sin embargo, ya le parecía un tema algo más delicado. Eran el último reducto de Sylvain en Gaia, debían protegerse lo máximo posible. Y Galand no confiaba en el silencio de Paris. Al fin y al cabo, era un mercader, un comerciante.

- No tendría problema en compartir contigo la historia que conozco, pero debo preguntar antes de hacerlo - arqueó levemente una ceja, inquisitivo -. ¿Por qué deseas este conocimiento? Entiendo que te interese la nobleza de mi raza, pero… ¿y Los Perdidos? Es el último bastión de mi especie en Gaia. Siento que si hablase de ellos con un humano… los estaría traicionando de algún modo… - reconoció el elfo con visible tristeza en la voz, pero sin rastro de acusación.

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06/10/2019, 12:51
Paris

De nada— respondió Paris con una pequeña sonrisa, golpeando el filo del arma fundida—. Deseo de corazón que vuestro encuentro vaya bien, y tengáis una buena relación con vuestro hijo— añadió. Parecía sincero, pero algo desapegado emocionalmente de aquel encuentro—. ¿Existe algo más que deba saber sobre vuestra reunión con vuestro Príncipe?

El Creador de Maravillas se apartó ligeramente, y observó la estancia. Pequeñas hebras de magia innata, de un color azul celeste, manaron de entre sus guantes y se esparcieron por la sala. Despejó una mesa central, y depositó sobre ella diversos componentes para la creación de artefactos: Un rubí, zafiro, esmeralda y diamante. Lo que parecía polvo de hada en un pequeño frasco. Un liquido grisáceo, pero casi traslúcido, que Galand presumo como lágrimas de Banshee. Metal Estelar. Dos cuernos de Oni, uno menor y uno mayor. Un bloque de hielo en un frasco helado. Un recipiente negro de obsidiana. Y lo que parecía ser, flotando en un líquido ambarino, el corazón de una cría de dragón, aunque mantuvo aquel objeto algo más alejado.

Puedes preguntar a quien debas. Comenzaremos mañana— apuntó el creador, volviendo a su trabajo tras mostrar a Galand lo que podía ofrecerle—. Como buen estudiante de la magia, sabrás que el conocimiento es poder. Especialmente, el conocimiento oculto, y el de las leyendas— miró a Galand con seriedad unos breves instantes—. Sois una criatura peculiar, Artesano. Rara vez la gente de tu talento permanece íntegra— parpadeó con lentitud, desviando la mirada de nuevo a su trabajo—. Habéis dejado una huella en el mundo, y seguiréis haciéndolo. No planeo escribir sobre tu vida, ni la historia de los Perdidos, o vender esa información, pero podría serme útil en vida. Días de trabajo en mi pasión, y materiales preciosos que de otro modo solo cogen polvo en mi forja, son un precio que puedo pagar.

Golpeó el metal con violencia.

Se suponía que los prejuiciosos somos nosotros, Galand del Verdantis— apuntó con un cierto cinismo—. Pero por lo que veo, quizá los Sylvain no sean más virtuosos que nosotros, después de todo, y pese a su afinidad por la luz.



Historia de la Nobleza Sylvain: Mejora del Legado de Verdantis.

Historia de Los Perdidos: Arma para Eldar.

Historia de Ilviel y Galand: Artefacto para Ilviel.

En el caso del Legado de Verdantis, se trata de 1 única mejora o propiedad/habilidad añadida.

Los artefactos de Eldar e Ilviel pueden tener 2 (al margen de la calidad). De revelar la información, opcionalmente puedes sacrificar crear uno de los dos artefactos para aumentar el poder de otro (con 1 mejora o propiedad/habilidad añadida).

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18/10/2019, 17:33
Galand Ul Del Verdantis

Galand se encogió de hombros ligeramente.

- Mi mayor deseo era encontrarme con mi hijo. Y tras descubrir que viajaba con mi Príncipe, no tenía más remedio que ir. Mi compañera es la que deseaba encontrarse con él personalmente - dijo sin especificar nada más.

Sylvia ocultaba su identidad por algo.

La siguiente respuesta de Paris respecto al asunto del conocimiento medio convenció a Galand. En realidad, admiraba increíblemente las habilidades y los recursos del Creador de Maravillas, y tenía intención de llevar una relación provechosa y amigable con él.

Aceptó los motivos de Paris, quizá más por sus intereses propios, y le habló de los temas que le había comentado.

Le habló de la nobleza que había gobernado a su raza durante la época de Sylvania, de sus príncipes y de la temible noche que había traído el fin a la raza élfica que habitaba en Gaia. También le habló de Los Perdidos, y de cómo había terminado uniéndose a ellos tras perder a su madre a manos de los humanos. Y finalmente le habló de Ilviel, de su gran amor. La niña que había conocido una vez en Sylvania, en el taller de sus padres, y a quién creía perdida para siempre hasta que se reencontró con su pueblo.

Pero no habló de Kaiel ni de su canción de cuna. Aquel era un recuerdo tan solo de Ilviel y Galand. De nadie más.

Hablar de aquello fue casi una catarsis para Galand. Tras todo lo que había vivido, confiarle sus recuerdos y su historia a Paris le resultó liberador. Con los ánimos renovados, trabajó aún más duro en los regalos que quería ofrecer a su hijo, a Ilviel y a sí mismo.

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17/11/2019, 14:21
Narrador

Había pasado tiempo desde aquel intercambio de palabras con el Creador de Maravillas, Paris. Galand había trabajado sin descanso en una forja de ensueño, codo a codo con uno de los mayores forjadores de Gaia. Quizás incluso el mejor, lo cual eran palabras difíciles de tragar. Sin embargo, la vida aquellas semanas en la forja no se había vuelto repetitiva. Al menos, no para Galand, quien había estado demasiado ocupado intentando forjar con esmero y dedicación aquellos artefactos mientras revelaba sus conocimientos al humano.

Sylvia, en cambio, había terminado por aborrecer aquella fortaleza, que se había convertido en una suerte de "prisión" mientras avanzaba hacia el encuentro de su hermano. Las zonas verdes eran limitadas, y los homúnculos que trabajan en el castillo, inquietantes. La fauna local, que deambulaba mansa pero había ocupado ciertas zonas del castillo, no ayudaba, como tampoco la mujer recluida en la torre de Paris, sobre la cual Paris se limitó a presentar como su "pareja", pero una mujer poco sociable.

Galand se encontraba ahora, por desgracia, sobrevolando las tierras de Moth. Árboles decrépitos, pantanos grises, y una energía siniestra flotando en el aire que casi parecer corromper el flujo de magia. El espadachín había viajado antes por aquellas tierras, pero juraría que hoy día eran si cabe más macabras, más siniestras, incluso desde aquella distancia, sobre las nubes.

Y aún ahí, en algún lugar de aquellas tierras se encontraban el Príncipe de los Perdidos y su propio hijo. Galand observaba, desde el bosque de aquella fortaleza flotante, apenas capaz de divisar el terreno bajo la capa de nubes. Cargaba consigo la vara que había forjado para Ilviel, Canción de Cuna, pero también Aurora, el regalo para su hijo, un filo bello con un aguamarina engarzada en la guarda. Sin embargo, Galand sabía que, si bien aquellas dos armas eran excepcionales... las mejoras que Paris y el Sylvain habían realizado en el Legado de Verdantis tenían un gran coste, pero también eran la única oportunidad de que Galand pudiese hacer frente a alguien más poderoso que él, aunque fuese durante unos segundos.

Al fin y al cabo, ¿qué podía hacer de otro modo, sino, alguien como Galand contra el Príncipe?


Aurora - Espada de Eldar
Esta reluciente espada de filo iridiscente está forjada con una exquisita atención al detalle. Es liviana, perfectamente equilibrada y tan afilada que puede cortar con el más mínimo contacto. Lleva engarzada una aguamarina en la guarda, que canaliza las energías de su portador.
Calidad: Aurora se considera una Espada larga de calidad +10 capaz de dañar energía.
Abrazo de Galand: Aurora se mueve de forma sobrenatural para proteger a su portador, incluso en las situaciones más peliagudas. Cuando la usa para defenderse, su portador no aplica penalizadores a la parada contra proyectiles o contra ataques que provengan del flanco, y reduce a la mitad el penalizador por defenderse de ataques a la espalda, mientras Galand siga vivo.
Filo celestial: Aurora puede atacar utilizando el elemento Luz, o Frío con un penalizador de -10 al Ataque. La espada puede atacar en cualquier momento en la TA de Filo, pero requiere 3 segundos para alterar a Frío, Luz o dejar de ser un arma de Luz.
Contenedor de Zeon: la Aguamarina en la guarda puede acumular hasta 100 puntos de Zeon.
Salvaguarda: El portador puede "cortar por la mitad" un ataque en área del que se defienda con éxito con Aurora, evitando la necesidad de que otros objetivos de protejan de él. El portador debe invertir 10 CM en dominar este poder, y debe tener al menos 150 de habilidad defensiva.

 

Canción de Cuna - Vara de Ilviel
Calidad:
 Canción de Cuna se considera una Vara de calidad +10 capaz de dañar energía. En contra de las normas generales, el bono de calidad se aplica también a la Proyección Mágica.
Potenciadora de Sueños: Canción de Cuna otorga a su portador un +20 a la ACT para hechizos de la Vía de Luz y la Subvía de Sueños. Además, cuando lanza con éxito un hechizo de la Vía de Luz y la Subvía de Sueños, su grado aumenta en 1, mientras el portador tenga la Inteligencia y Zeon suficiente para lanzar el hechizo en dicho grado. Aunque debe pagar el Zeon del grado adicional, no necesita acumular diferencia de Zeon entre grados.

 

Legado de Verdantis à Prima donna, la harmonía de acero - Espada de Galand

· Liberación Absoluta Mejorada: Durante este asalto, el portador realiza 10 ataques al utilizar Liberación Absoluta. Además, el portador puede reservar el número que desee de estos ataques para convertirlos en defensas adicionales sin penalizador durante su turno. Sin embargo, el portador pierde 100 puntos de Zeon, 20 puntos de Ki (en lugar de los 10 puntos de Ki que sería habitual), 5 puntos de vida (como sacrificio) 1 punto de Cansancio por realizar esta acción.

· Liberación en Área Mejorada: El radio de ataque de Liberación en Área aumenta hasta 10 metros pagando 1 punto de Ki adicional por asalto. El radio puede expandirse a 25 metros pagando en su lugar 1 punto de Ki adicional por ataque, o a 100 metros pagando en su lugar 2 puntos de Ki adicional por ataque. Puede combinarse con Liberación Absoluta Mejorada.

· Canalizar Zeon: Galand puede canalizar Zeon que tenga acumulado a través del Legado de Verdantis. Los ataques realizados con esta espada podrán aumentar la Habilidad de Ataque en +5 puntos por cada 25 puntos de Zeon empleados. El portador debe haber acumulado dicho Zeon, y el bono a la Habilidad de Ataque sólo se emplea en un ataque concreto. Puede combinarse con el uso de cansancio, pero el incremento total máximo a la Habilidad de Ataque por ambos efectos no podrá ser superior a +100. Para hacer uso de esta habilidad, el portador debe estar empuñando el Legado de Verdantis con su propia mano.

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23/11/2019, 00:16
Galand Ul Del Verdantis

Los días de trabajo permitieron a Galand abstraerse de los últimos eventos que habían sacudido su vida. La aparición de la Princesa. Reencontrarse con Ilviel. Descubrir que tenía un hijo, Eldar.

En apenas unos días toda su realidad había dado un vuelco. Ahora tenía una misión, y un anhelo revestido de esperanza.

Galand pasó aquellas jornadas entre encerrado en el taller y deambulando por los pasillos del castillo - siempre que se obligaba a tomarse un descanso. La falta de necesidad de sueño de los elfos los podía convertir en trabajadores muy obsesivos, y Galand lo era especialmente entre los suyos.

Los pequeños ratos autoimpuestos de descanso le permitieron serenarse, repasar sus memorias y prepararse para el encuentro con Eldar.

La espada que había forjado para su hijo era una verdadera muestra de amor y afecto. El regalo de un padre. Una espada para defenderse a uno mismo y a los demás.

Mientras observaba los páramos sobre los que volaban en aquel momento, Galand se preguntó qué diablos habría atraído al Príncipe a aquel lugar.

Cuando Sylvia se dispuso a visitar al Príncipe, Galand no pudo evitar morirse de envidia. Ella tenía permitido reunirse con él antes que nadie. Él, en cambio, debía esperar a su turno para poder conocer a su hijo. Imaginaba que los hermanos tendrían mucho que contarse, y que Nérelas no querría que el propio Galand se enterase de aquello que su hermana y él debían discutir.

Aunque Galand se sentía en cierto modo desplazado por aquello, aceptó con dignidad su segundo turno. No quería contrariar a aquel que era ahora, seguramente, el mayor referente de su hijo.

Finalmente, Galand decidió acompañar a Sylvia en su descenso de la fortaleza voladora. No esperaría un día entero en aquel extraño castillo, pero respetaría la intimidad de los hermanos cuando se reuniesen. Luego tendría tiempo de conocer a Eldar. Luego…

El elfo apretó contra sí el filo de Aurora, planteándose si sería un regalo del agrado de su hijo. ¡Ni siquiera lo conocía! Diablos…

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25/11/2019, 22:51
Narrador

Unas horas más tarde, al anochecer, con el sol y la luna luchando en lados opuestos del firmamento, Paris se despidió de Galand. El Demonio del Aire que les había llevado hasta el castillo los bajo de vuelta a la superficie, desde donde aquella fortaleza solo parecía un puñado de nubes sin especial importancia.

La tierra de Moth se había convertido en barro oscuro, mezclando el musgo con la lluvia. El ambiente era húmedo y frío, cerca de las montañas que rodeaban la geografía por la izquierda. El ambiente, tétrico. Sin embargo, Sylvia, ahora en su resplandeciente forma natural de Sylvain, avanzaba por aquel terreno pantanoso como si no fuese diferente a las calles de Arkángel.

La joven princesa vestía unos ropajes nobles, decorados con escritura Sylvain y de una calidad y detalle que rozaba los límites de la imaginación humana. Debían valer varias veces su peso en oro, y si bien ofrecían cierta armadura, seguía siendo ligera y diseñada para no limitar la limitad de movimiento de la heredera. Cargaba una espada larga con una esmeralda incrustada en la guarda, cuyo filo era comparable al de Galand, y su arco, comprimido en un pequeño cilindro,  reposaba en su cintura. Sobre todo aquello, un simple manto marrón la abrigaba del frío y ocultaba la mayoría de su vestimenta.

Tras una media hora de avanzar por el bosque, finalmente llegaron a un peñasco entre dos elevaciones de terreno, donde los arboles eran escasos y las rocas abundantes. Caminaron, subiendo aquella escarpada cuesta, hasta que al llegar a la cima divisaron lo que tanto tiempo llevaban buscando.

Al príncipe.

Y junto a él, un joven rubio. Galand lo reconoció claramente. Aunque estaba lejos, claramente era hijo de Ilviel y el propio Galand. El muchacho hizo una pequeña mueca tímida, frunciendo un labio con timidez de forma afable, y se encorvó ligeramente, retraído, mientras estaba pacientemente. No pudo apartar, sin embargo, sus ojos de Galand.

Sin embargo, Galand observó que no estaban realmente solos. Dos figuras encapuchadas se encontraban a ambos lados, a una distancia generosa, pero aun así, en escena. Una de ellas reposaba sobre la rama de un árbol, sentada, mientras que la otra lo hacía sobre una piedra. Ambas parecían bastante regias, mostrando una postura adecuada más que una cómoda. La persona del árbol no parecía cargar ningún arma, pero aquella sentada sobre la piedra dejaba asomar una guarda de sus ropajes, y cargaba un arco con carcaj a la espalda. Ambos parecían de una calidad excepcional, pero ni remotamente comparable a las de Galand o Sylvia, o el obsequio que Galand tenía para su hijo.

Por su parte, el Príncipe llevaba puestos sus ropajes de noble, igual que Sylvia. Igual que estos, su calidad era ridícula, envidiable, y parecerían un sueño imposible de crear si Galand no los estuviese viendo frente a él. Ofrecían una protección similar a la de Sylvia, pero era difícil de saber con exactitud. Además, cargaba consigo aquella extraña vara, que había cargado consigo siempre pero que no había sido forjada por ningún herrero Sylvain. Una vara que, para un adepto de la magia, transpiraba poder de una forma que Galand aún no había observado en ningún artefacto, nunca. Ni en Sylvania, ni en su poder, ni en la forja de Paris.

El hijo de Galand llevaba una espada larga de excelsa calidad, de forma similar a la figura sentada sobre la roca, pero no parecía nada especial más allá de la remarcable calidad de su filo y empuñadura. Al margen, vestía una garbardina reforzada, normal y corriente, algo castigada por el viaje.

La reacción no se hizo esperar.

Sylvia echó a correr hacia los brazos de su hermano, tan rápido como sus pies se lo permitían. El Príncipe espero unos segundos, mientras aun veía a la princesa asomarse por la cuesta de aquel montículo, pero en seguida echo a caminar. Acelero el paso, y en cuestión de segundos estaba corriendo hacia ella. Se fundieron en un abrazo, se apretaron, y permanecieron así lo que parecía una eternidad, en silencio.

Al rato, comenzaron a susurrar en su idioma. Todo parecía ir bien. No se despegaron, unidos en aquel abrazo fraternal, pero empezaron a hablar. Y a hablar, y a hablar, y a hablar. El Hijo de Galand, a una distancia considerable tras el príncipe, esperaba, volviéndose algo inquieto pasado un rato. La figura del árbol no pareció inmutarse, pero aquella sobre la roca comenzó a dar algún golpecito en el suelo con el talón, o a mover los dedos en el regazo.

A Galand le pareció tiempo. Mucho tiempo. ¿Media hora, quizás? ¿Tres cuartos? Era difícil saberlo. Pero llegado un momento, el Príncipe inclino ligeramente la cabeza hacia atrás, mostrándose algo tenso y con una expresión dura en el rostro. La princesa lo abrazo con aun más fuerza, pero pasados unos segundos, pequeñas piedras comenzaron a tambalearse alrededor de ambos, vibrando. Algunas comenzaron a levantarse, en señal de que el Zeon estaba acumulándose en el ambiente.

La figura sobre la roca llevo discretamente la mano a su empuñadura, inclinándose hacia adelante y flexionando algo las piernas. La figura sobre el árbol se bajó del mismo con un salto, quedando de pie sobre la tierra frente al mismo, mientras deslizaba su mano entre los ropajes del abrigo, sacando una esfera de color celeste.



MAPA:
Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco
T. Difícil – Barranco – BarrancoEspacioFigura ÁrbolEspacioBarranco – Barranco – T. Difícil
T. Difícil –  T. Difícil – Espacio – Espacio – Espacio Total  – Espacio – Espacio – T. Difícil –  T. Difícil
Espacio – GalandEspacio Total  SylviaPríncipeEspacio Total  Hijo Galand –  Espacio
T. Difícil –  Espacio – Espacio – Espacio – Espacio Total  – Espacio – Espacio – Espacio –  T. Difícil
T. Difícil – BarrancoEspacio – EspacioFigura RocaEspacio – EspacioBarranco – T. Difícil
Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco

Datos sobre el Mapa:
Espacio Total = Espacio de Acción Completa
T. Difícil = Terreno Difícil (Reducción de Velocidad de Movimiento)
Barranco = Caída con prueba de Acrobacias (dificultad Variable) para no sufrir daño y/o quedar Derribado.
Por la izquierda y por la derecha en el mapa (para Galand es delante y atrás) hay Terreno Difícil para bajar de aquel montículo.

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02/12/2019, 19:22
Galand Ul Del Verdantis

Galand observó a los hermanos reencontrarse y hablar durante un largo tiempo, pero no pudo evitar dejar que su atención se desviase hacia el muchacho que lo acompañaba, Eldar. Galand, en su forma verdadera de Sylvain al descubierto, fijó sus ojos esmeralda en aquel que era su hijo.

La conexión le quedó tan clara desde el principio que no había atisbo de duda en su mente. La espada iridiscente que llevaba consigo era para aquel muchacho.

Los elfos se caracterizaban, debido a su longevidad, por su extrema paciencia. Aunque para Galand era una tortura estar tan cerca de su hijo y no poder reunirse con él, aguantó estoicamente hasta que se le permitiese su “premio”.

Había emprendido un largo viaje por tierra y aire para llegar hasta allí, y no le costaba esperar un poco más.

Se llevó distraídamente la mano al Eru Peregrí que llevaba colgado de la oreja.

“Lo veo con mis propios ojos” decía en su mente, por si Ilviel fuese capaz de escucharlo “Lo veo…” siguió diciendo mientras su pecho entero se revolvía.

Pero entonces, en cierto momento de la conversación entre Príncipe y Princesa, algo se torció. Galand captó los signos evidentes de la acumulación de Zeon, y vio cómo los guardaespaldas del Príncipe se tensaban y se preparaban para la batalla.

- ¿Qu-qué…? - alcanzó a preguntar Galand sin comprender bien lo que estaba sucediendo.

¿Un enemigo se cernía sobre ellos? ¿La conversación entre los hermanos había ido mal?

No comprendía.

- ¡¿Qué sucede, Princesa?! - preguntó alzando la voz mientras él mismo se preparaba para la batalla, materializando en su mano a su renovada compañera de viaje, Prima donna.

El filo apareció de la nada, cristalizándose su imagen mientras un agudo canto metálico le daba la bienvenida. La armonía de metal silbó por el campo de batalla mientras Galand se disponía en una posición adecuada para el combate.

Agudizó los sentidos, tratando de detectar a un enemigo en las cercanías, algo que amenazase a los allí reunidos. Pues temía que la batalla fuese en realidad contra el propio Príncipe.

- ¡¿Quién nos ataca?! - preguntó en élfico, en un último intento por derrotar al destino.

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03/12/2019, 23:15
Nérelas, el Príncipe Caído

Los siguientes segundos fueron frenéticos y rápidos a la vista de cualquiera, pero a ojos de Galand sucedieron con una lentitud tensa y llena de angustia.

La esfera azulada de la figura encapuchada frente al árbol se iluminó. El sonido de un viento agitado rasgó el aire. Una elemental de aire se apareció flotando, elevada en las alturas sobre la posición de Sylvia y Nérelas. Con un movimiento del ambiente quebrándose, Nérelas salió despedido hacia arriba, impulsado por una fuerza etérea. Ráfagas de Zeon azul claro lo elevaron sobre Sylvia, como un vórtice de energía, sosteniéndolo justo bajo la elemental en medio del aire.

Al tiempo, Nérelas extendió su vara frente a él, enarbolándola con una mano, mientras con la otra ejercía un par de símbolos místicos. Una intensa luz blanca explotó frente a Galand, resemblando el extremo de una esfera, cubriéndolo todo donde instantes antes estaban el príncipe y la princesa fundidos en un abrazo. Tras un par de segundos, la luz desapareció como vino, dejando nada salvo aire revuelto y tierra removida y alisada. Las rocas presentes en la explanada se habían convertido en gravilla, y la poca vegetación existente había sido reducida a los brotes existentes a ras de suelo.

Sin embargo, pequeñas mariposas blancas terminaban de desvanecerse en el aire, en el espacio donde instantes había estado la princesa, atrapada en aquel cúmulo de luz.

Nerelas cayó con gracia sobre el suelo aplanado, flexionando las rodillas, y se irguió con dignidad. Mantuvo durante unos instantes su vara apretada con fuerza, el cuello en tensión, los labios juntos y los ojos cerrados, pero en seguida los abrió para mirar a Galand con gravedad.

El hijo del artesano había llevado la mano al pomo de su espada, pero no llegó a desenvainarla. Echó a andar a paso rápido hacia Galand, pero Nérelas lo detuvo poniéndole la vara sobre el pecho cuando llego a su altura. El joven paró, agachó la cabeza, y desviándola hacia un lado retrocedió un paso, sumiso.

La figura encapuchada con espada y arco mientras tanto había avanzado, corriendo, para situarse más cerca del Príncipe, pero al mismo tiempo algo adelantado hacia Galand, marcando cierta distancia entre ambos, pero manteniéndose algo al margen. Por sus rasgos estilizados más de cerca, parecía Sylvain.

Otra esfera, de color marrón, brilló en la mano de la otra figura encapuchada, todavía junto al árbol. Con un rugido, un colosal elemental de tierra se apareció tras Galand, a una distancia prudencial. Similar a un cruce entre lagarto y dragón, el ser místico permaneció ahí, expectante sin atacar ni mover sus patas del sitio, aunque claramente intimidante y agresivo. Su cuerpo, recubierto de una piel endurecida de color negruzco, y escamas que parecían piedras talladas, con un color plateado pero desgastado, indicaba que era claramente difícil de penetrar a meros espadazos.

-Lo siento, Galand- se disculpó el príncipe con voz solemne, avanzando unos pasos hacia el-. Como supondrás, soy el primero en desear que este reencuentro haya sucedido de otra forma- aunque su rostro se mantuvo serio y fuerte, una lagrima resbaló por su mejilla, la cual recogió rápidamente con el dorso de la muñeca de su túnica-. Pero te agradezco profundamente que trajeras a Sylvia hasta mí. Y pese a mi gratitud, por desgracia, debo preguntarte- inclinó ligeramente la cabeza hacia abajo, indicando más gravedad con los ojos, inquisitivamente-. ¿Tú también planeas detenernos, o has vuelto para volver a formar parte de nuestra familia?- extendió una mano, enfundada en un guante blanco con grabados en verde y dorado, como una oferta hacia Galand-. Te ruego que me disculpes por dudar de ti, pero han pasado décadas, y ambos hemos estado ocupados en asuntos distintos.



MAPA:
Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco
T. Difícil – Barranco – Barranco – Espacio – Figura Árbol – Espacio – Barranco – Barranco – T. Difícil
Elemental –  T. Difícil – Espacio – Espacio – Espacio Total  – Espacio – Espacio – T. Difícil –  T. Difícil
de Tierra – Galand – Espacio Total  – Príncipe – Eldar – Espacio Total  – Espacio –  Espacio
Enorme –  Espacio – Espacio – ¿Guerrero? – Espacio Total  – Espacio – Espacio – T. Difícil –  T. Difícil
(con cola) – Barranco – Espacio – Espacio – Espacio – Espacio – Espacio – Barranco – T. Difícil
Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco – Barranco

Sobre Nérelas y Eldar está (a varios metros) la elemental de aire.

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07/12/2019, 20:18
Galand Ul Del Verdantis

En apenas un instante, Nérelas y sus secuaces hicieron desaparecer a Sylvia. ¿Atrapándola quizá? El elfo esperaba que la Princesa no hubiese acabado… muerta tras aquel ataque. No, el Príncipe no sería capaz de hacer eso, ¿verdad?

Tras aquel rapidísimo desenlace, Galand se vio arrojado a una escena de lo más tensa. Rodeado por todos los flancos, y con su hijo cerca, no quería arriesgarse lo más mínimo a dar un paso en falso.

Aún con Prima donna desenvainada, Galand sopesó la situación y los gestos y palabras de Nérelas.

- No deseo batallar con vos ni con vuestro séquito - respondió con una formalidad fría y calculada -. Pero debo preguntaros, Alteza… Sé que la Princesa traicionó la confianza de nuestra raza y nos arrojó a un mundo cruel. Sin embargo, durante este viaje con ella, siguiendo vuestra pista, he podido conocerla. Sus intenciones no me parecieron innobles. ¿Por qué trataba ella de deteneros, mi Príncipe? ¿Qué es lo que pretendéis hacer con los humanos y con este mundo?

Galand tragó saliva. Era consciente de que no solo su vida podría pender de un hilo si pronunciaba las palabras equivocadas, sino que podría incluso poner en peligro la seguridad de su hijo.

Pero no podía evitar sentir lástima por la Princesa, y empatía por su causa.

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08/12/2019, 13:58
Nérelas, el Príncipe Caído

Nérelas permaneció en silencio unos segundos.

Mi hermana...— comenzó con pesar, desviando la mirada—. Preferiría no hablar de Sylvia ahora mismo, por favor— pidió a Galand.

La elemental del aire sobre el príncipe se desvaneció. Una elemental de luz apareció junto a la figura de las esferas, junto al árbol, pero permaneció ahí. La elemental conjuró una Espía de Luz, y con los ojos cerrados comenzó a manipular la esfera, que se perdió en el bosque, sirviéndole como sus ojos.

— Yo tampoco deseo enfrentarme contigo, Galand— cambió de tema el Príncipe, volviendo a mirar al Artesano—. Ha pasado mucho tiempo, pero te recuerdo como un hombre de remarcable talento, y fiel a nuestra familia y nuestra causa. Sin mencionar a tu hijo— continuó, apuntando levemente al joven con la vara, meramente para señalarlo —. Te agradezco de corazón que hayas estado al lado de Sylvia y la trajeses hasta mí, pero, ¿está tu lealtad con ella, o con nosotros?— preguntó, aún serio, pero con algo de emoción en la voz al mencionar a su hermana—. Aún no sé si podré perdonarla por desatar la caída de nuestro pueblo, pero no puedo dejar que se interponga en su reconstrucción— parpadeó despacio, suspirando con lentitud y pesadez—. Por mucho que ame a mi hermana, mi lealtad y amor por nuestra raza es mayor que ningún lazo de sangre. Sabes que bien que planeo hacer pagar a los humanos con su misma moneda por lo que nos hicieron, pero con ello, pienso devolver las tierras de Alberia, y de toda Gaia, a sus verdaderos dueños.

Apretó su vara con fuerza, claramente determinado en aquella campaña que no se había sino acrecentado desde la marcha de Galand. El Artesano sabía bien que el Príncipe quería devolver la gloria a los Sylvain, y reconstruir su imperio, aunque fuese una campaña larga y llena de obstáculos. También sabía que pensaba aplastar a los humanos al mismo sino que sufrieron los Sylvain, en parte por ser criaturas inferiores, con vidas futiles, breves y llenas de pecado, pero por supuesto, en parte también por venganza, y en parte por estar bloqueando el camino hacia la nueva gloria de los Sylvain. Pero todo aquello parecía haberse agravado durante aquellas dos décadas.

— Escuché que, tras el fallecimiento de tu primer hijo, te dedicaste a perseguir a la Inquisición por tu cuenta— siguió el Príncipe—. Por peligroso y desconsiderado que me parezca, creo que es excusable dadas las circunstancias. Lamento mucho que tuvieras que sufrir aquello, Galand— excusó, liberando a Galand de represalias graves por exponer, aunque fuese en pequeña medida, al resto de los Perdidos a las garras de la Iglesia—. Sólo quiero saber que sigues siendo ese hombre, y que el tiempo que has pasado con mi hermana y escondido entre los humanos no ha nublado tu mente. Todos deseamos que vuelvas con nosotros, pero no podemos permitirnos tenerte en nuestra contra.

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20/12/2019, 17:22
Galand Ul Del Verdantis

Mientras el Príncipe hablaba, decenas de pensamientos pasaron por la mente de Galand a una velocidad vertiginosa.

Por un lado, sentía reparo hacia las acciones del Príncipe para con su hermana. Aunque Galand también se había mostrado desconfiado de buenas a primera con ella, había aprendido a escucharla y a conectar con ella. A pesar de su oscuro pasado e injustificable participación en la caída de Sylvania, Galand había llegado a creer de verdad durante aquellas últimas semanas que la Princesa no albergaba maldad en su corazón.

Ella deseaba la paz con los humanos, aunque quizá no por las mismas razones que Galand.

El Artesano se había pasado años cazando inquisidores hasta que, sencillamente, se cansó del conflicto. Para él, terminar con otra vida ya no le despertaba sentimiento alguno más que malestar y tristeza. Era un guerrero que se había cansado de pelear.

Por eso había decidido optar por un estilo de vida más discreto, forjando armas y otros artilugios, coleccionando historias en sus viajes, descubriendo nuevas gentes y costumbres…

El sueño de Sylvia le había dado, en cierto modo, la esperanza de una vida mejor y pacífica, sin derramamiento de sangre.

Pero aquella no era la realidad de los Sylvain. Expulsados de su hogar ancestral por los humanos y cazados allá donde iban, no podían hacer más que esconderse y esperar un tiempo mejor. Quizá, el enfoque proactivo del Príncipe era el más apropiado. Quizá… Galand estaba en cierto modo de acuerdo con su perspectiva.

O quizá Galand simplemente reconocía que no podía vencer en un combate contra el Príncipe, sus dos guardaespaldas, y además asegurar la supervivencia de Eldar.

Por una combinación de todos aquellos pensamientos, Galand hizo descender el filo de su espada, apuntando al suelo. Luego, simplemente la soltó, desvaneciéndose esta en el aire tal cual había aparecido.

- Estoy con vos, mi Príncipe.

Galand hincó la rodilla en el suelo, ofreciéndole a Nérelas un gesto de servidumbre.

- Sé que he estado fuera de casa durante mucho tiempo. He vivido numerosas aventuras en este tiempo. He cazado enemigos, y he lamentado las desgracias del pasado. He blandido mi espada más veces de las que he podido contar, y me he mezclado entre los humanos, disfrazado como uno más. Pero… - el elfo cerró los ojos y respiró hondo - nada cambiará nunca el recuerdo de las cúpulas doradas y las cascadas flotantes de mi hogar ancestral.

> Si me lo permitís… - Galand se llevó un puño al pecho, justo sobre su corazón -. Me gustaría regresar con mi verdadera familia. Con Ilviel, con Eldar, con Los Perdidos…

Las palabras de Galand eran sinceras, a pesar del resentimiento que sentía por la situación que se acababa de dar frente a sus ojos.   

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05/01/2020, 23:00
Nérelas, el Príncipe Caído

El Príncipe esperó a que Galand terminase su exposición, paciente y frío, pero profirió una pequeña reverencia, meramente cortés, mientras guardaba su vara en un costado. Tras ello, se aproximó andando hacia Galand, esbozando una pequeña sonrisa.

- Me alegra escuchar tus palabras, Galand- se sinceró el Sylvain-. Llevaba mucho tiempo esperando este día, pero temía que acabase como lo ha hecho. Por fortuna, no ha querido que nos enemistemos con dos de los Sylvaines más excepcionales con vida. Sólo uno- apuntó, claramente refiriéndose a Sylvia-. Te dejo con Eldar, Galand. Es un joven excepcional, con el talento y potencial de sus padres. Ha sido un placer pasar tiempo con él, pronto podremos ponernos al día. De tus viajes, de tu hijo, y del futuro de los Sylvain y de Gaia.

Alcanzó a Galand, y le estrechó la mano, entonando un pequeño saludo cortés en Ellium Lacrimae. Acto seguido abrazó ligeramente a Galand, y lo liberó. Tras otra pequeña reverencia, hizo un gesto con la mano y comenzó a andar de nuevo, quedando a espaldas de Galand mientras comenzaba a bajar aquel montículo. Sus dos acompañantes se revelaron, pero tras saludar a Galand con una pequeña reverencia, un saludo cortés, y una sonrisa, siguieron al príncipe. Ambos eran Sylvain.

Uno de ellos era el segundo mejor Warlock de los Sylvain, tras Galand. El otro, la Convocadora Sylvain cuyo poder, parejo al del propio Artesano, podía invocar a criaturas y seres místicos de un poder, en ocasiones, incontrolable. Aquellos dos elementales eran poderosos, seguramente capaz de destrozar a Eldar, y encararse a Iviel, pero Galand sabía bien que el potencial de aquella convocadora, si se la dejaba desatarlo, podía acabar con el propio Artesano.

- Alguien, o alguna invocación, os recogerá aquí al amanecer para llevaros con Los Perdidos- concluyó Nérelas-. Si hubiera cualquier problema, Eldar, usa tu pendiente para comunicarte con Caelium. Es posible que con todo este despliegue la Inquisición haga acto de presencia, pero creo que queda trabajo por hacer, así que deseo que nuestro rastro los atraiga antes- matizó-. Por favor, disfrutad de vuestro tiempo juntos. Nosotros intentaremos rastrear a la Princesa. Galand, espero poder reunirme contigo en unos días, o semanas, para hablar debidamente.



Warlock de Nivel 8-9.

Convocadora de Nivel 10 (Canon).

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13/01/2020, 18:06
Galand Ul Del Verdantis

Cuando el Príncipe se fue, Galand se sintió como si acabase de presenciar el fin de una extraña obra de teatro. Allí, a solas con su hijo, el elfo se quedó anonadado mirando en dirección hacia la estela de Nérelas.

Pero cuando agachó la cabeza y vio a su joven hijo, todo lo demás dejó de tener sentido o significado.

Olvidó el terrible final del reencuentro entre hermanos. Olvidó las miserias de su vida infiltrado entre los humanos. Olvidó el dolor de la pérdida de Kaiel.

Sólo quedaba en él calidez, orgullo, y una creciente ansiedad. ¿Cómo sería su relación con el hijo al que acababa de conocer, que había estado abandonado durante tantos años? ¿Se lo tendría en cuenta, lo odiaría?

Galand se acercó a su hijo y trató de decir unas palabras.

- Esto… yo… Lamento mucho haber estado lejos de casa tantos años - se disculpó, con sinceridad -. Mi ausencia es imperdonable, pero… yo… espero que podamos recuperar el tiempo perdido.

Miró el rostro de Eldar casi con reverencia.

- Por las estrellas, te he estado buscando tanto tiempo y ni siquiera había pensado en qué diría cuando nos encontrásemos… - dijo, angustiado.

Hizo una leve pausa, calculando sus palabras.

- Perdóname Eldar, te juro que a partir de ahora seré tu padre, que estaré ahí.  

Luego trató de abrazar a su hijo.

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14/01/2020, 21:59
Eldar

Eldar miro a su padre, mientras hablaba, luciendo una sonrisa tímida y nerviosa. Se había encogido ligeramente, mostrando todavía más nervios y falta de confianza. Cuando Galand trato de abrazarlo, se dejó hacer sin problema, correspondiéndole al cabo de unos pocos segundos.

Permaneció así, abrazado, durante cerca de un minute. O dos. Al Artesano, sin embargo, se le hizo una eternidad.

-Es raro- se limitó a decir, al fin-. Tampoco sé bien qué decir, la verdad- se encogió ligeramente de hombros. Tras un silencio un tanto incomodo, siguió-. Madre hablaba mucho de ti. Se nota que te quería- añadió, sin al parecer darse o cuenta o darle mayor importancia al hecho de seguir hablando en pasado-. Pero desearía que hubieras estado ahí- suspiro largo y tendido, algo frustrado-. Entiendo que no tenías ni idea, pero. Tuve… por suerte tuve mucha suerte- titubeo-. El Príncipe tenía un interés especial en mí. Por ser tu hijo.

Se separó de Galand, mirándole a los ojos. Volvió a abrazarlo, esta vez tomando la iniciativa.

-Podemos pasar tiempo juntos, sí- continuó-. Es raro. El Príncipe actuó como mentor durante estos últimos años, pero tener un padre, así de pronto, no habiéndolo tenido hasta ahora… no sé- silencio-. Es raro. Muy raro. Perdona.

Mientras se disculpaba, se separó de nuevo de Galand. Se ladeo ligeramente, y se quedó ahí, parado, sin saber muy bien qué hacer.

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23/01/2020, 23:25
Galand Ul Del Verdantis

La situación era rara para Eldar. No se lo podía echar en cara, aquello era culpa de Galand. Suya y sólo suya.

Oír las palabras del joven elfo también hizo removerse a Galand, incómodo. Respetaba al Príncipe, y era cierto que era todo un honor para un Sylvain estar bajo su tutela. Pero Galand no podía evitar sentir cierto… ¿resentimiento? Al fin y al cabo, había ocupado el lugar de Galand, por muy bienintencionado que fuera.

Y ahora, ¿cómo podían recuperar el tiempo perdido?

- ¡Oh! - exclamó de pronto Galand, llevándose una mano a la espalda -. He traído algo para ti – dijo mientras descolgaba un largo objeto de su hombrto, envuelto en un paño.

Galand lo sostuvo con cierta reverencia frente a Eldar, y lo desenvolvió por un lado.

Bajo el paño se asomó la empuñadura de Aurora, con una aguamarina engarzada. La guarda estaba exquisitamente decorada con runas élficas. También podía advertirse el filo iridiscente de la espada, aunque su brillo particular quedaba todavía camuflado por el paño la envolvía.

- Cuando supe que iba a conocerte pronto… no pude venir con las manos vacías. No sé si tu madre o el Príncipe te habrán hablado de mi profesión…

> He forjado muchas espadas durante mi vida. Pero puedo asegurarte sin duda que esta es una de mis mejores creaciones – dijo Galand con cariño mientras torcía ligeramente la hoja entre sus manos, arrancando un destello iridiscente de su filo -. Es un filo particular, diseñado para ti. Te servirá bien, si la aceptas.

Galand le tendió la espada, todavía medio envuelta en el paño a su hijo. Se la ofreció por el lado de la empuñadura, expectante.

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05/02/2020, 23:06
Eldar

Eldar abrió ligeramente la boca, mirando la espada cuando Galand revelo la empuñadura. Al cabo de unos segundos, balbuceo ligeramente, sin saber bien que decir. Miro a Galand, brevemente, antes de volver a bajar la vista al arma.

- Yo…

El muchacho trago saliva, ahogando sus palabras.

Aspiro por la nariz, resoplo, y acerco su mano a la espada, tímido, tanteando la empuñadura. Finalmente la agarro, agarrando el filo con la otra mano, y la sostuvo. La miro unos segundos, y finalmente saco parte del filo. Sonrió antes de bufar otra vez.

- La acepto… Galand- dijo sin saber bien que palabras usar-. Es bellísima. Había visto alguna arma tan… impresionante antes, sobretodo la del Príncipe, pero ninguna con un toque tan Sylvain, tan… personal, y que a la vez sea tan majestuosa.

No era una novedad que la vara del Príncipe no la habían forjado los Sylvain, y que por su poder, debía bien pertenecer a una civilización antigua, previa a la aparición de Tol Rauko, o a algún grupo oculto del que ni siquiera hubieran oído hablar.

- Gracias. No sé cuanto tiempo, o dinero, te habrá costar esto, pero… gracias.

Se acercó el arma al pecho, como si la abrazara, pero sin llegar a hacerlo, y se encogió ligeramente, sin saber muy bien que hacer o como manifestar sus sentimientos ante Galand.

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11/02/2020, 18:10
Galand Ul Del Verdantis

Al ver que su hijo reconocía la calidad y belleza de la espada que había forjado para él, Galand se sintió satisfecho.

- Se llama Aurora. Hay pocas cosas que su filo no pueda cortar.

El elfo sonrió, y se sintió extrañamente divertido ante la rareza que invadía aquel momento, haciendo que, tanto Eldar como él, se sintiesen incómodos.

A Galand no se le daba especialmente bien tratar con los demás. Por suerte o por desgracia, había centrado toda su vida en dos artes. La guerra y la forja.

Podía abatir él solo a un pelotón entero de humanos entrenados durante toda su vida. Blandir poderes mágicos capaces de hacer temblar pequeños ejércitos. Incluso plantar cara al Príncipe, por fugaz que fuese aquel hipotético enfrentamiento.

Pero, ¿tratar con su hijo abandonado al que acababa de conocer?

No estaba seguro de si preferiría estar luchando por su vida contra alguna temible criatura en aquel momento.

La espada era uno de los pocos lenguajes que conocía Galand. Pero bien pensado, quizá su hijo lo hablase también.

- ¿Por qué no la pruebas? - aventuró mientras daba un par de pasos hacia atrás -. Sé que no soy el Príncipe, pero, ¿querrías demostrarle a tu padre de lo que eres capaz?

Atrayendo energía mística del ambiente, una nube de vapor se arremolinó entorno a la mano de Galand. Pequeñas luciérnagas doradas emergieron de la nada, danzando en el vapor mientras sus estelas iban tejiendo la forma de un objeto alargado y luminoso.

La luz estalló sin violencia, desvaneciéndose como pequeñas motas mientras dejaba tras de si un sencillo filo. Una espada larga sin decoración ni ceremonia. Un sencillo y eficiente filo de manufactura élfica.

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11/02/2020, 21:23
Eldar

- Es un bonito nombre- respondió Eldar con una sonrisa tímida-. Pero esa espada… ¿eso no es magia de Luz, verdad?

El joven se preparó, colocando en cuerpo en una posición neutral de batalla, cubriéndose pero listo para atacar. Para Galand resultaba obvio que no era ningún maestro, pero los principios que había aprendido eran sólidos, y bastaría para sorprender a cuatro rufianes en una esquina.

- Como quieras, padre- dijo con voz algo provocadora, algo más suelto ante la perspectiva de la batalla.

Realizó un simple pero rápido movimiento con la espalda. La técnica parecía muy buena, pero sin demasiada fortuna, y para Galand resultaba un golpe que podía esquivar sin problema con los ojos cerrados… mientras tuviese su mejor espada en la mano. Con aquella creación mágica, aun podía quedarse a la defensiva frente a un golpe así.

- Menos mal que no eres el príncipe- comentó con una sonrisa-. Pero todos me dicen que eres el mejor espadachín tras él. ¿Porque no me enseñas?- reposicionó el cuerpo, retrocediendo un paso e interponiendo la espada en una posición de defensa total, con los pies anclados al suelo-. Con una maniobra que no me corte en dos, claro- apunto rápidamente, torciendo la sonrisa con nerviosismo-. No confío en ser capaz de pararlo, pero… quiero ver como de cerca me quedo, y de qué eres capaz.



A ojo, dirías que Eldar tiene un nivel 3-6, y una HA de 100-130, pero es difícil de decir. Te digo ya de entrada que su HA es 125, porque asumo que antes o después Galand entrenará con él lo suficiente como para intuirlo.

Eldar también tiene Extrusión de Presencia al Arma.

Y por supuesto, si Galand lo intentase, detectaría el Don en Eldar sin problema

- Tiradas (1)