Partida Rol por web

Miro y remiro la cerradura -es curioso, hay dos trampas efectivamente mágicas, pero el mecanismo... no lo había visto nunca, no tiene disparador, por lo menos cerca- miro a los demás -puedo intentar desactivar las trampas, aunque no se muy bien como sin disparador- espero aprobación -Ahora bien, se que hace cada una, la primera cerrará la puerta y la segunda echara la llave y la trancará, pero... lo dicho no hay disparador- arrugo la naricilla mirando extrañada, por algún lado tenia que estar el disparador ¿si no que clase de trampa era esa?

 Miré a mi alrededor, pensativo:

 - Tal vez el disparador está en la sala, por eso el conjuro de silencio...

Mmmm que curioso! Por que tomarse tantas molestias! Exclamó curioso el draconiano.

Cuan grande es el grosor de la puerta y de que material esta hecha Desdemona? Lo digo, por si sería posible derribarla en el caso de no poder desactivar los mecanismos.

Dirigiéndose a Tarben, le comenta: Tu que eres clerigo y tienes más conocimiento que yo sobre las ceremonias religiosas, podría por un casual estar relacionado el disparador con las velas que habían en el altar y la misteriosa caja que contenía una trampa mágica?

Quizas si encendemos las velas se desactiven las trampas!

Creo que deberíamos investigar esa opción.

El Joven Clerigo de Kiri-Jolith frunció el ceño, y pensó un poco antes de contestar:

- Mi adiestramiento ha estado mas orientado al combate, para mas gloria del "Bisonte", así que aun no he ahondado en el tema de los Rituales tanto como me hubiese gustado... Observa durante unos instantes las velas, y tras dudar unos instantes, dice: - Francamente, si estas velas son del tipo que creo, no debería haber relación con esta puerta, pues lo que hacen es acercar al sacerdote en su Comunión con su Dios. Y lo de la caja... Quizá Desdemona pueda hablar algo mas al respecto, pero, en ese caso, la trampa no sería tal, pues solo encerraría los secretos que guarde esa sala de mas adelante, continúa, señalando con el brazo de la espada hacia las dobles puertas.

- Las puertas parecen recias, compañero de Majere, con refuerzos de metal, pero no dudo en que nuestro compañero Zoak podría echarla abajo con su hacha sin demasiados problemas, me equivoco, amigo??, dice, usando esa mirada desafiante que tantas veces vió el minotauro en sus dias en Thelgaard, que en ese momento le parecieron extrañamente lejanos.

En cualquier caso hemos de avanzar siseo Baigron observando las puertas, no es que el entendiera mucho mas de como funcionaba una trampa magica pero sea como fuere, lo que buscaban estaba detras de esas puertas y por el momento, ninguno era capaz de desactivar esas trampas.

Miro las puertas y se volvió -¡¡Adelante mis machotes, cargaos esa maldita puerta!! total las trampas no os dañaran, solo cerraran la puerta a cal y canto- dijo mirando a los demás.

 - ...Y tal vez todo se llene de algún gas mortal... - Añadí, en tono lúgubre, interrumpiendo las palabras poco sensatas de ánimo de la diablesa.

Esa puerta no durará mucho bajo los golpes de mi hacha.- El minotauro hichó su pecho lleno de orgullo.

Y si no hay otra forma así será como entraremos, pero es mejor agotar todas las opciones. 

Parecía que no las acababan de tener todas consigo, pues, pese a tener claro que había dos trampas, los disparadores de las mismas no estaban en la cerradura, ni en ninguna de sus hojas, ni siquiera en su umbral, y eso era lo que desconcertaba especialmente a Desdemona, acostumbrada a lidiar con este tipo de problemas.

Allí, a medio camino entre la escalera de caracol y el pequeño descansillo, iluminados a la limon por las llamas de sable flamígero de Zoak, y la magica emanación de la vara de Anubis, y acostumbrandose al olor a podredumbre que inundaba el ambiente, dudaban qué hacer, si tratar de desactivar las trampas, o directamente acabar con las puertas: al fin y al cabo, ambas trampas estaban orientadas a proteger la entrada a la sala. Si no había puerta, esta no podría protegerse, no...?? O sí...??

Kartag golpeó sus Guantelete y se aproximó hacia la puerta con la intención de abrirla.
Golpeandola a continuación si se cierra y no les permite el paso.
En una cadencia mortal, uno dos, uno dos, y así sucesivamente hasta reventarla.

Leviathan no entendía de trampas, le fataba experiencia en ese tipo de cosas, así que si Desdémona estaba sorprendida, el caballero estaba abierto a sugerencias. Hubieron varias ideas en el aire, mientras el gigantesco caballero se mesaba el mentón. Había perdido de vista a Kartag. Ese Draconiano es como un berseker, tiene un problema con las puertas cerradas. Empieza un ataque contínuo con golpes secos que retumban como un ariete, en un espacio tan pequeño. Intentando disimular su sonrisa con todas sus fuerzas, dice con voz grave.

-Kartag, por los dioses...- carraspera de apunto de reir-

 Miré alarmado a Kartag mientras gritaba, consternado:

 - ¡No!

 Pero era demasiado tarde, esto no podía seguir así...

Aunque todos temían lo que estaba a punto de ocurrir..., simplemente no lo hizo, pues al acercarse el monje a las dobles puertas, y posar sus garras sobre ellas... nada pasó, y un mínimo de presión hizo que una de ellas se abriese, la menos afectada por el óxido que la humedad provocaba en aquella cripta subterranea.

Al abrirse la hoja de la puerta, un lastimero gemido surgió de sus goznes oxidados permitiendo que algo de luz penetrara en la sala de mas allá. La visión de Kartag, plenamente adaptada a condiciones de poca luz como aquella, le permitió ver parte de una sala de tamaño similar a la de arriba, también con columnas, aunque aquí la mugre, moho, telarañas, y restos de huesos eran parte importante del decorado. Otra cosa que también sorprendió al draconiano fue la baja temperatura que le arrolló, allí en el umbral. Como saurio, no podía tiritar, pero si no lo hubiese sido, a buen seguro que habría tenido un escalofrío...

Mientras el monje de Majere estaba de pie, en el umbral, husmeando el olor a muerte que flotaba en el ambiente, de pronto, todos pudieron escuchar una voz, débil, que desesperada, susurra, rota:

- Oiga...?? Hay alguien ahí...?? Ayuda, por el amor de los Dioses, ayuda...!!!, tras lo que escuchais un sonido de forcejeo, como si se moviese en el sitio, en el fondo de la sala, que permanece fuera de la visión incluso de Kartag, aun en el umbral...

La cara de todos los implicados se gira hacia un punto en el medio, como si hubiese sido un signo convenido de antemano, los ojos entornados, un punto de suspicacia difícil de pasar por alto:  Algo en esa voz suena inquietante, un punto de... no sabríais decir, pero que os escama...

 - Se que sobra decirlo, pero creo que es una trampa... - Susurré, con tono sospechoso, a mis compañeros.

Kartag miro a sus compañeros con rostro serio! Y volviendo su visión al interior de la sala, avanzo unos pasos para dejar que el resto le siguieran y poder ver que había al fondo de la sala.
La palabra trampa asaltaba su férrea mente. Pero alguien tenía que ser el primero y por lo visto parecía que esa tarea recaía en él.
Sigueme Zoak! Tu ayuda es bienvenida! Entrando a continuación en la cámara.

Dando un par de pasos hacia el interior de la sala, Kartag pudo sentir que el frio aumentaba un poco mas dentro de la húmeda cripta. Densas telarañas cubrían parte de la sala que, como la de la ermita propiamente, era de planta rectangular, sostenida por parejas de columnas. Montones de huesos jalonaban aqui y allá el camino hasta un enorme sarcófago de piedra, detrás del cual había un trono de piedra, descansando contra la pared norte. Atado en el recio respaldo con una cuerda, había una persona, el origen de las palabras que habían escuchado, y que ahora luchaba contra la cuerda que le mantenía atado.

Kartag llamo  a sus compañeros, gesticulando con su mano y diciendoles en susurros: Vía libre, solo se ve a un humano atado a una cuerda al final de la camara y un ataud de piedra.

Avanzando un par de pasos más, le susurra al humano.

Quien eres?   Donde esta tu carcelero?

Mirando en derredor, afinando sus sentidos, en busca de trampas o alguna emboscada, el monje de Majere siguio avanzando con paso cauto.

No temas de nosotros, somos amigos!

¿Pero que...? siseo Baigron, en parte asombrado, en parte impresionado por la audacia del otro draconiano, ¿es que este adorador de los dioses no sabia lo que era la autoconservacion?.

Girando la cabeza hacia los demas, se aseguro de que Desdemona estuviera de una pieza, despues de que kartag se liara a mamporros con la puerta y luego entrara como si fuera el dueño de la casa, a lo que a todas luces parecia ser una maldita trampa.

Aturdido por lo absurdo de la escena, Baigron solo observo como el draconiano arramblaba al interior de la habitacion como un grox desbocado; sin embargo pronto volvio informando de como estaba el interior y de la presencia de un humano y un ataud.

¿Ataud?, por mis escamas, mas no-muertos,no gruño Baigron desenvainando su espada y ya mentalmente preparandose para lo peor.

 - ¿Ataúd?. ¡Vampiro!. - Pensé alarmado, en voz baja, para alertar a mis compañeros.