Partida Rol por web

Te despiertas otro día más, otro día viendo bosque, sin rastro de civilización. En un cabeza solo recuerdas haber abandonado a los de tu raza, no sabes cuándo ni porqué, pero supones que no saliste sin avisar, pues portas tu equipo. Pero hoy, notas algo extraño en el bosque, algo te extraña pero no sabes porqué. Tras una rápida ojeada distingues huellas humanoides en los alrededores y un reguero de sangre te indica que o bien llevaban caza o bien están heridos; sus huellas se dirigen hacia el noroeste, fáciles de distinguir para tí.

Sigo la direccion de las huellas, atento a lo que pasa al rededor.

Procuro no perder las huellas, concentrandome en ellas.

Al llegar a terreno duro, crees perder de vista las huellas, sin embargo un chorro de sangre y un sexto sentido que te hace recordar algo de tu pasado te hacen recobrar la senda que siguen las huellas. Al avanzar, notas como la sangre disminuye poco a poco hasta desaparecer, con lo que únicamente puedes las huellas en la tierra.

Le doy un buen vistazo a la ciudad y, seguidamente, busco la entrada, para dirigirme hacia ella.

-Busco respuestas, si he de serte sincero. No se a que te refieres con eso de elfo, solo soy una desorientada y perdida persona buscando

Entro en el pueblo sin darle vueltas al asunto, atento a lo que veo.

Me acerco hasta el orador y le pregunto por el consejo de Olmeda y la direccion hacia el.

-Yo quiero presentarme, pero no soy de por aqui asi que, ¿podria decirme hacia donde ir?

Te acercas a la puerta y...

Sin que te de tiempo a reaccionar, 2 jabalinas vuelan hacia tí, al tiempo que un trasgo salta al centro de la entrada empuñando una maza de armas y un escudo ligero.

La primera jabalina choca contra tu armadura de cuero tachonado, te ha salvado de un buen golpe; y la segunda jabalina es arrojada lejos de ti. Con el golpe recibido y, viendo los trasgos, un recuerdo viene a tu mente, recuerdo de luchar contra trasgos... no; tu odio hacia los trasgos...

Desenvaino mi arco y le cargo una flecha (no gasta acciones) listo para el ataque.

Un trasgo surge de detrás de la puerta en la que estaba escondida, mientras coge de su cinto una maza de armas. Al tiempo que sacas tu arco, aparece otro trasgo que también saca su arma. Finalmente, mientras preparas tu flecha, el trasgo que portaba el escudo corre hacia ti, aunque la larga carrera parece haber nublado sus sentidos y lanza su ataque bastante alejado de tu posición...
Al mismo tiempo, oyes a bastante distancia de ti un grito:
Oh, venerado Paladine, acoge en tu seno a estos seres malvados! ¡Por el Código y la Medida, date prisa!
Malditos trasgos probareis el sabor del acero de Solamnia!- oyes como respuesta al grito.

Lanzo una flecha contra el trasgo que no lleva escudo, pero la flecha falla su objetivo, mientras busco la procedencia de tal griterio.

El trasgo más rapido se acerca a ti corriendo y lanza un ataque rápido que esquivas sin problemas, mas al tiempo que te apartas para esquivar su ataque, el trasgo que porta el escudo, lanza su mazazo, acertándote de pleno en el hombro. Con ese dolor intenso recorriendo tu brazo no adviertes dónde ha ido el otro trasgo, no está donde debería... tal vez tras la puerta de nuevo.
¿Dónde está?- oyes a tu espalda... Alguien que viene corriendo, aun a gran distancia

Disparo otra flecha contra el trasgo que acaba de golpearme y le acierto de pleno en un costado.

-¿Donde se habra metido el otro?

El primer trasgo, el último que había llegado, realiza su ataque y golpea tu armadura atravesándola por el costado, de forma que un regero de sangre sale por la herida. En ese momento, ves como el trasgo que antes lanzara la otra jabalina se escabuye por la puerta, introduciéndose en la ciudad, pero este descuido te cuesta que el otro trasgo te golpee también aunque, esta vez, tu armadura hace su trabajo y para el golpe que no has podido esquivar

Dejo caer mi arco para poder coger mi espada y mi escudo y ataco al mas cercano.

Sueltas tu arco y, al tiempo que desenvainas la espada, un intenso golpe te hace caer, aunque una buena estocada hace rodar la cabeza del trasgo que llevaba escudo. Te sientes incapacitado, no puedes casi moverte y la espada del trasgo desciende para asestarte un golpe mortal, su rapidez no te permite moverte. En el último momento, adviertes como una figura se acerca a todo correr y parte en dos al trasgo que estaba a punto de abrirte el craneo.
Mi nombre es Drekoz, caballero de Solamnia