Partida Rol por web

Elyas no necesitaba que se lo dijeran dos veces; aceleró el vehículo y se lanzó de lleno al campo de batalla, tratando de evitar el combate lo mejor que su pericía le permitía. Confiaba en que eso y el blindaje del vehículo fuese suficiente para atravesar aquel lugar rápidamente y sin sufrir percances.

- Skold, Sepheran, tal vez haga falta algo de fuego de supresión por ahí atrás. -no iban a combatir directamente, pero si podían acabar con algún rebelde, mucho mejor

Ahí estaba...

Se alzaba frente a vosotros majestuoso como el señor de un mundo olvidado. Un reducto de tranquilo señorío metálico. Un gigante que se mantenía en pie en un mundo sumido en el caos, condenado a la más inenarrable extinción. Como el capitán de un barco que se hunde, aún con la cabeza erguida, contemplando como su navío se ahoga en negras aguas. Construído en mecahormigón y acero forjado, pesaba cinco millones de toneladas y medía tal vez un kilómetro de ancho y su longitud era varias veces mayor. Y parecía exigir respeto, parecía reclamar que os paráseis a admirarlo...

...pero no había tiempo para eso, porque de pronto se desató el Caos...

El vehículo blindado zumbaba a toda velocidad, zarandeandos de un lado para otro con violencia. Habíais atravesado las líneas con cierta facilidad y los pocos rebeldes que se habían percatado de vuestra presencia apenas habían logrado arañar la pintura con sus armas... pero la defensa del puente era un asunto más serio y sus custodios SÍ os habían visto. Según Elyas enfiló a través del puente tras un giro brusco se encontró de cara con un misil disparado con inaudita precisión. Solo sus reflejos, en una acción demasiado rápida para ser consciente, evitaron el impacto. El vehículo giro sobre su costado derecho al tiempo que las ruedas de oruga chirriaban como si las torturasen, volcó, dió tres vueltas de campana y aterrizó boca abajo 150 metros más adelante, todo ello coreado por un griterío de triunfo. En su posición anterior ahora solo se abría un agujero negro humeante que aseguraba que los golpes y contusiones que habíais sufrido no eran el peor de los destinos que os estaban reservados. En lo profundo de vuestras almas solo os quedaba confiar en que vuestros enemigos estuviesen recargando su ¿único? lanzamisiles, porque en caso contrario ahora os podría impactar hasta un niño de teta. Como para demostrar este hecho, el percutir de las ametralladoras, (que había sido un telón de fondo sutil y casi formaba parte en vuestras mentes del ruido ambiental) se hizo más intenso y golpeó insistentemente el lado expuesto de vuestro vehículo en un estruendo como el de una granizada... pero de plomo.

Estábais solos y desamparados en medio de un puente de dimensiones épicas con solo enemigos a ambos lados...

...¿Qué más podía pedir un Marine Espacial?

Sepheran abrió los ojos, parpadeando confundido.

¿Por qué el suelo está arriba?

De golpe llegaron las imágenes de lo que había ocurrido. Elyas arracando el blindado y conduciéndolo a toda velocidad a través de las filas enemigas. Un grito, una explosión, y todo se oscureció unos instantes.

Con un gruñido, el Angel sangriento soltó el accionador del cinturón que lo sujetaba aún al asiento del vehículo blindado, haciendo que su enorme corpachón cayera con un ruido sordo.

De una patada, potenciada por los servo músculos artificiales de la armadura de combate, el astartes reventó la puerta del blindado, que salió despedida varios metros más allá, siendo cubierta por completo por los disparos de los rebledes.

¡Maldita sea, hermanos, despertad! gritó aún mientras comenzaba a girarse para salir del vehículo. ¡La hora de dormir aún no ha llegado! ¡Por el Emperador! ¡Por el Trono!  rugió echando mano a su bólter pesado y saliendo del habitáculo trasero dispuesto a comenzar la carnicería...
 

El vehículo se ve volcado con el tremendo impacto de un explosivo en nuestro costado. El golpe hizo que volásemos por el aire y ahora descansamos boca abajo. Me desato de mis trabasl, escucho las palabras del Hermano Sepheran y le hablo a mis Hermanos de Batalla:

 - "Vamos hermanos, despierten. Debemos usar el vehículo como cobertura para abrirnos paso hacía el centro del distrito. Hermanos Sepheran y Skold devasten las tropas de infantería. Hermano Elyas, usa tu vuelo sagrado para acabar con posibles puestos de armamento pesado. Yo te apoyaré, hermano. ¡Vamos! ¡Somos Space Marines! ¡Somos la Deathwatch! ¡Y NO CONOCEREMOS EL MIEDO!"

Salgo lo más rápido que puedo del vehículo para poder usarlo como cobertura y así evaluar la situación, buscando la mejor forma de abarcar el campo de batalla para usar todo lo que tengamos a nuestro favor.

Elyas sacudió la cabeza para eliminar el aturdimiento, desabrocho su cinturón y salió del vehículo como pudo. No había estado muy ágil ahí, pero al menos había conseguido evitar un impacto directo, que podría haberles causado muchos daños. Parece ser que al final si que iban a tener que abrirse paso combatiendo, como se supone que debe hacer todo Marine.

Los Marines se arrastraron como pudieron fuera del vehículo, que se encontraba ahora abollado y arañado por todas partes, aunque había aguantado muy bien el accidente para lo violento de éste... otra cosa es como resistiría el fuego enemigo y durante cuanto tiempo.

La situación era peliaguda. Había tres grandes masas de rebeldes enfervorecidos frente a vosotros, que jaleaban de forma estremecedora. Algunos de ellos, os pareció ver, manifestaban patentes deformidades, tenían el cuerpo deforme y contrahecho, eran jorobados, demasiado gruesos, con brazos desiguales en musculatura y longitud. De alguna manera, eran humanos, pues no parecían tampoco engendros malditos del caos. No eran bestias informes. Pero había algo en ellos... algo no humano. Una mácula de degeneración, unos rasgos simiescos, primitivos, quizá algo xénico. Lo más llamativo es que a sus compañeros rebeldes no parecía importarles demasiado...

Vuestra intrépida (¿temeraria?) maniobra había desencadenado otros movimientos, como la piedra lanzada a un estanque estático. Animados por vuestra llegada, las fuerzas de la FDP habían iniciado un avance sobre las lineas de los rebeldes que habíais atravesado. Estos se encontraban en la misma situación que vosotros, entre dos frentes enemigos, solo que ellos no eran los supremos guerreros de la galaxia y no tenían vuestra templanza y efectividad. Era de esperar, pues, que en un periodo de tiempo razonablemente corto pudierais recibir refuerzos. Otra posibilidad era dar la vuelta y atrapar en una pinza letal a las fuerzas rebeldes, pero eso os dejaba la espalda descubierta durante muchos metros a la merced de todas las armas de los rebeldes del puente... y les daba mucho tiempo para tomar decisiones.

Al final sí que se trataba de un puente de prometio. No del modo en que Skold lo había concebido, claro, pero era móvil, levadizo, dinámico. Se podía mover de algún modo, aunque vuestra falta de conocimientos técnicos os dejaba en la completa ignorancia en lo que concernía al cómo y al por qué. Y al hacia dónde. Pero era muy significativo...

Significativo porque el combustible que alimentaba los motores que permitian ese movimiento eran de prometio. Un combustible eficaz, eficiente, y de gran capacidad energética. Pero un combustible terriblemente peligroso, explosivo e inflamable. No en vano el prometium tratado químicamente de formas que ignorábais era la base de los lanzallamas, los lanzallamas pesados astartes e incluso de los temidos Immolators de las Hermanas de Batalla, tanques sagrados que combatían al enemigo con el fuego purificardor.

Significativo también porque, como pudistéis observar, el puente estaba minado, preparado (o casi) para ser volado en previsión a una contraofensiva de las fuerzas leales. Esto encerraría a los rebeldes en el Distrito Fabrica y pondría fin a sus pretensiones, al menos temporalmente. Cabía pensar que solo llevarían a cabo este plan cuando estuvieran verdaderamente desesperados... a no ser que todo tuviera otra finalidad, o que hubiera algo de verdadero valor en el Distrito Fabrica. Algo lo suficientemente importante como para renunciar a hacerse con el control de Lordsholm.

Significativo porque estas dos circunstancias, combinadas, podían dar lugar a un escenario muy desagradable. Si las bombas explotaban, aquel puente iba a convertirse en un infierno. Literalmente.

Todo sucedió de repente, un grito, un volantazo, muchas vueltas, muchos golpes, mucho estruendo... Una breve pausa cuando todo se calmó permitió a Skold evaluar lo sucedido. No estaban muertos dado que las agitadas respiraciones indicaban actividad, pero si magullados. Los golpes habían sido varios al girar dentro del blindado, y el lobo, al no llevar puesto el casco, sangraba profusamente por una herida en la cabeza. La sangre caía sobre su cara y también sobre su larga y ya manchada melena, y una pequeña y rápida inspección le llevó enseguida a la conclusión de que se trataba de un pequeño contratiempo, pero nada más, no le impedía ver...

Esta breve pausa hizo que Skold saliese el último del blindado. En otra ocasión, ese mismo día, hubiese elevado una plegaria al padre en su idioma natal, en señal de agradecimiento por que solamente se hubiese tratado de este pequeño contratiempo, pero no ahora, ahora no le salían las palabras...

Un rápido vistazo al entorno reveló mucho más de lo que pudiera parecer. El puente era móvil, previsiblemente impulsado por algún tipo de maquinaria alimentada con... ¿prometio? Al final el puente de prometio no tenía un nombre tan desencaminado como pudiera parecer en un principio. Pero no quedaba ahí la cosa podían apreciarse pequeñas cargas de demolición en la parte más cercana a los rebeldes. Pretendían volar el puente no cabía duda, la duda era cuándo pensaban hacerlo.

Ahorrando en palabras, algo que no era propio de Skold pero que la situación requería, el lobo transmitió la información a sus hermanos - El puente está minado, lo derribarán si se ven superados - Este era un factor decisivo en cuanto a la forma de operar. Si practicaban la pinza junto con la FDP y vencían nada impediría a los rebeldes derribar el puente. Si por el contrario avanzaban, no solo se verían atrapados entre dos frentes, quizá pudieran ser demasiados enemigos - Esperemos que no lo hagan hasta que se vean verdaderamente desesperados.

Era una locura lo que Skold iba a proponer, pero la opción de retroceder les dejaba expuestas las espaldas durante demasiado tiempo - ¿Entonces? ¿Fuego de supresión de los bólteres hasta alcanzar el objetivo? Objetivo principal ametralladora y lanzamisiles.

Elyas se mantuvo bajo la cobertura que ofrecía el vehículo. No parecía muy convencido de ese plan; lanzarse al ataque sin más cobertura que los bolteres pesados de Sepheram y Skold, sin saber donde estaba el líder ni el lanzamisiles y sin poder usar sus granadas perforantes por riesgo a volar el puente le parecía más un suicidio que otra cosa

- Nos ganan en potencia de fuego y ni siquiera sabemos donde está el lanzamisiles; lanzarnos ahora al ataque sería una muerte absurda y sin gloria. Deberiamos aguantar bajo cobertura con fuego de supresión hasta que las FDP lleguen a nuestra posición; entonces tendríamos que realizar un ataque rápido y directo si queremos evitar que vuelen el puente. Si lo vuelan, se acabó la misión.

Si supiéramos dónde esconden el detonador de los explosivos que han colocado en el puente, Elyas podría realizar un salto con su mochila y realizar un ataque quirúrgico. sugirió Sepheran, meneando la cabeza negativamente Pero estamos a ciegas, no disponemos de inteligencia ni de efectivos infiltrados. Yo optaría por que corramos y matemos todo lo que encontromos a nuestro paso. La típica táctica de lanzarse de cabeza, vamos.

Mi favorita.

Una vez fuera del vehículo miro alrededor de nosotros y veo la situación de los enemigos: Varios herejes y mutantes pseudo organizados. Una ametralladora y un lanzamisiles prófugo. Escucho las palabras de mis compañeros, para luego mirar de frente al Hermano Elyas y responderle:

 - "¿Es miedo lo que siento en tus palabras, Hermano? ¡Nosotros no conoceremos el miedo, pues el Emperador protege! No podemos quedarnos acá mucho tiempo pues, con lanzacohetes y sin él, nuestra cobertura no aguantará mucho más. Debemos contraatacar de inmediato y con prisa. No sabremos donde está ese lanzacohetes hasta que lo disparen otra vez, cosa que no debemos permitir. Hermanos Skold y Sepheran, repartan infierno a ese grupo de rebeldes en nombre del Emperador. Hermano Elyas, nosotros apoyaremos acá unos momentos antes de ir en contra de la ametralladora o ver el lanzacohetes, lo que sea primero. ¡Luchen con valor, Hermanos míos! ¡Por el Emperador!"

Saco una granada de fragmentación y la arrojo contra el grupo de enemigos más cercano, a fin de intentar impactar con ella al grupo de rebeldes para así matar a varios e intentar desmoralizar su organización.

Definitivamente aquella debía ser la escuadra más estúpida de toda la Deathwatch. Se supone que los Marines estaban entrenados como soldados de elite, no como una pandilla de brutos descerebrados. Hubiera podido estamparle el puño de combate en la cara a Lucian cuando le acusó de tener miedo, pero prefería que el Ultramarine se diese cuenta el solo de la muerte sin sentido a donde les estaba enviando. No había ninguna gloria ni honor en morir fracasando.

- No es miedo, es estrategia. ¿Alguno ha recibido clases de táctica y estrategia o directamente les dieron las servoarmaduras, un bolter y un montón de frases de manual y los soltaron en mitad de un planeta infestado de orkos a que aprendieran las costumbres locales?

Sacó otra granada e imitó la acción del hermano Lucian. Si iba a lanzarse de cabeza, al menos necesitaría algo de fuego de supresión

- En fin, que no se diga al menos que no lo intenté

Siendo sensatos el hermano Elyas tenía toda la razón, tratar de cargar sin cobertura era lanzarse a una muerte segura. No obstante, había sido el propio Skold quién había propuesto la idea por lo que no había vuelta atrás.

Skold quitó el seguro de su bólter pesado y se arrodillo junto a uno de los laterales del blindado volcado -- Es hora de comprobar de qué estás hecho -- pensó dirigiéndose a su recién adquirido bólter con fauces de lobo talladas. Y abrió fuego.

Palabras, palabras y más palabras... rumiaba Sepheran, contento al fin de que se hubiera tomado un curso de acción. No importaba cuál fuera, al final, Emeperador mediante, acabarían triunfando.

El Angel Sangrientose dirigió al otro lado del vehículo, el opuesto al que Skold había elegido para disparar.

No sin cierto cariño, aprestó su bólter pesado para barrer a todo lo que se le pusiera por delante, afianzó su posición merced a los mecanismos internos de la servoarmadura, y comenzó a hacer llover la muerte sobre las fuerzas rebeldes que los amenazaban, sin decir ni una sola palabra. Ya habían hablado bastante.

El sonido de los bolters pesados, más grave que el de las insignificantes ametralladoras que llevaban aquellos herejes, hendió el aire como el repiquetear de los truenos. Los rebeldes eran muchos, muchísimos, una plaga infecciosa en mitad del puente, pero aquella lluvia de justicia imperial barrió dos líneas enteras en el centro de aquella horda vociferante con genuina precisión Astartes. Era tan fácil hacer blanco que parecía un entrenamiento para monos soldado, y los cuerpos caían tan justos que se amontonaban unos con otros. Morían más rápido que caían, con lo que uno podía tomar una instantánea del momento y ver diferentes cuerpos en diferentes instantes de su caída como a cámara lenta. Dos explosiones se unieron al jolgorio, granadas de fragmentación Astartes. Aunque lanzar un artefacto de esos a más de 70 m no era tontería alguna, tanto la de Elyas como la de Lucian cayeron en medio de su objetivo, desgarrando rodillas, pechos y brazos.

La indecisión se hizo patente durante un instante ante tal concentración de muerte. Los rifles callaron y los gritos se silenciaron. Parecío que iban a correr por sus vidas de 4 miserables Marines Espaciales, pero las órdenes que se vociferaron como respuesta a esta duda parecieron ponerles en su lugar y el fuego se recrudeció. Cientos de vetustos y maltratados rifles abrieron fuego contras los Astartes, fallando como escopetas de feria. Costaba creer que estuviesen apuntando, más bien parecían que confiaban en su denidad para impactar alguno. Múltiples disparos, no obstante, golpearon a Skold y a Sepheran, pero la servoarmadura aguantó bien, reduciendo su daño letal a meras contusiones. La ametralladora, el único arma temible en este momento del enemigo (el lanzamisiles posiblemente estaba recargando) barrió el suelo a una buena distancia del transporte. Semejante inutilidad probablemente le costaría la vida a su artillero a manos de sus propios compañeros.

La ametralladora había fallado su blanco; era el momento. Elyas se subió al costado volcado del vehículo imperial y activó sus retroreactores, dispuesto a abrirse paso entre la horda rebelde hasta llegar a su objetivo y eliminarlo. Confiaba en que la cortina de fuego de Skold y Sepheram fuese suficiente para mantener a la horda entretenida mientras él avanzaba a toda velocidad

No emitió ningún grito de batalla; solo susurró una plegaria al Emperador mientras se lanzaba contra el enemigo