Partida Rol por web

Keloa no se ha encontrado muchas veces con una bestia como aquella... Pero no guarda recuerdos agradables, precisamente, relacionados con un sonido así. Sea como fuera, no tenían nada que defender en ese lugar ya... No había nada que les impidiera salir de allí antes de que aquella cosa los encontrara...

Con un gesto de la cabeza, primero negando y luego señalando hacia el sur, indica a Udokal que retrocedan. Así que recoge todo lo que hayan podido dejar por el suelo e intenta ocultar los restos de la fogata sin hacer ruido antes de empezar a caminar hacia el sur, retomando el rumbo que seguían el día anterior. Intenta moverse de forma rápida pero sigilosa. No necesitaban llamar la atención de aquella bestia...

El gruñido se repitió un par de veces mas mientras recogiais le campamento, cada vez mas cerca, aunque todavía fuera del alcance visual.

Los Graunt podrian ser bastante estupidos, pero tenían un olfato bastante fino. Vuestros cuerpos y atuendos, cubiertos de sangre, tanto la vuestra como de los pieles verdes, por no contar que llevabais al menos tres días sin asearos, podían resultar un rastro de seguir no demasiado dificíl...

Ayudo a Keloa a recoger todas nuestras cosas antes de partir apresuradamente dirección sur. Al igual que yo, ella también pensaba que enfrentarse a un graunt en nuestras condiciones era algo insensato. Ahora deberíamos alejarnos lo suficiente para que no pudiera seguir nuestro rastro, cosa que para un piel verde con olfato no sería muy difícil. Intento mantener el ritmo de mi compañera a pesar de que la pierna sigue doliéndome.

Ya descansaré cuando no haya un graunt pisándonos las narices.

Era como si de repente nuestra tierra se hubiera llenado de pieles verdes, nos los encontrábamos por todos lados. Esperaba que durante la jornada de hoy o en las siguientes pudiéramos contactar con algún otro O'Shar, eso me daba energía para continuar. En cuanto el resto de clanes se enterara de lo que había pasado se unirían contra los pieles verdes y no dejarían rastro de ninguno. Y Keloa y yo estaríamos allí hundiendo nuestras armas en el enemigo. Mientras avanzamos mordisqueo una manzana de las que hemos recogido el día anterior y le ofrezco a Keloa otra. No era momento de pararse a comer tranquilamente, pero debíamos meter algo en el estómago.

Keloa coge la manzana con la mano mientras maldice en su interior. Tenían que encontrar un lugar donde poder eliminar su rastro... quizá un río o un lago. Y alejarse lo más rápidamente posible. El plan de cazar por la mañana temprano, había pasado a un segundo plano con aquel despertar. Debían avanzar rápido y así no habría manera de encontrar ningún animal... Si es que quedaba alguno por aquella zona.

Aunque conseguís reaccionar rápidamente, parece que el Graunt os ha tomado por una presa y durante buena parte de la mañana, detrás vuestros seguís escuchando sus gruñidos... por estos calculáis que esta a una distancia no menor de 5 minutos de vosotros.

Por suerte para vosotros, tras unas horas mas caminando a buen ritmo hacia el sur, dejáis de escucharlo... tal vez se haya dado por vencido o puede que otra presa se haya cruzado en su camino.

Comienza a atardecer, os quedará como tres horas de luz, cuando llegáis hasta la orilla de un caudaloso ruido, de unos 50 pasos de ancho y en apariencia profundo. No es un rió tranquilo, su nacimiento esta próximo, y con la pendiente propia sumado al caudal que arrastra por las lluvias, el agua baja bastante rápido (aunque os podríais bañar si tenéis cuidado)

Tal vez lo peor sea la temperatura del agua... todo indica que debe estar realmente fría

Las orillas del río están flanqueadas por alisos de tamaño considerable, lo cual ofrecen cierta intimidad

Había sido un día bastante agotador, marchando sin cesar. Sobre todo las primeras horas, a los que al cansancio y al dolor de la pierna se sumaba la tensión de tener al graunt siguiéndonos los talones. Afortunadamente con el paso de las horas parecía que habíamos podido darle esquinazo y seguimos al mismo ritmo pero ya más tranquilos en el ánimo. Nuestro objetivo estaba claro, debíamos llegar a un río que conocíamos de otras ocasiones, aunque nunca lo habíamos buscado por aquella zona. La lógica nos decía que tarde o temprano nos acabaríamos cruzando con él. Unas pocas horas antes de anochecer encontramos el caudal. Una zona bastante pedregosa cerca de su nacimiento. El encuentro de agua siempre es una alegría en cualquier viaje. Miro a Keloa sonriendo cuando al fin encontramos el caudal.

-Ahí esta el río! Cuando llegamos a la orilla miro a la corriente y a ambas orillas. Podríamos pasar aquí la noche, cerca del río y con estos árboles no sería un mal sitio, aunque los animales salvajes también pensarán lo mismo.

El agua siempre era un centro de atención para toda la fauna. Siempre que había agua, los animales hacían su vida alrededor de esta. Sin decir nada más me agacho en la orilla para beber. El agua está realmente fría, pero se agradece el frescor que aporta.

Si no estuviera tan fría me tiraría al agua ahora mismo.

Lo ideal sería poder bañarme y lavar mi ropa llena de sangre, pero con el agua tan fría y sin poder encender una hoguera por seguridad, me congelaría de frío o cogería una pulmonía.

Tendré que conformarme con lavarme un poco.

Cogiendo agua con mis manos me la llevo a la cara. Después quitándome la parte de arriba de mis ropas me aseo un poco el pecho y los sobacos, aunque lo hago muy rápido para no pasar más frío del necesario. Cuando termino me quito el pantalón y lavo mi herida, así como la mancha de sangre que tengo en la pernera, o al menos lo intento, la sangre no se lava muy bien en las pieles blancas.

A pesar de que ya no oían los gruñidos de su perseguidor, Keloa no se permite ni un momento de descanso en su marcha, así que cuando por fin encuentran el río que andaban buscando, el cansancio de un nuevo día (uno más...) agotador llega a sus músculos. Sin embargo, al contrario que en el caso de Udokal, su alegría (si es que existe) queda escondida tras su máscara de frialdad.

Tan sólo una de las comisuras de sus labios se eleva ligeramente al observar la reacción de su hermano.

El agua estaba fría, pero necesitaban librarse de esa sangre de orco si es que querían deshacerse de quienes los perseguían. Tras beber grandes tragos de agua desde el cuenco de sus manos, aprovecha también para lavar su cabello y librar de la mugre del viaje la parte de su piel que queda descubierta por la capa más interna de sus ropas. La segunda capa de pieles, la que se ha quitado, la lava intentando mojarla lo mínimo posible, de forma que aunque quede algo húmeda, pueda llegar a secarse antes de la puesta de sol, cuando necesite todas y cada una de sus piezas de ropa para protegerse del frío.

Mientras lo hace, prácticamente desnuda, escucha las palabras del guerrero O'Shar. Ciertamente el agua era un regalo en su accidentado viaje, pero no creía sensato quedarse cerca del río a pasar la noche... Aunque no son los animales lo que la inquieta...

- Los animales no serían un problema. Serían un regalo. El problema son esas cosas inmundas que rondan por estas tierras.

Tras meditarlo un segundo, escurriendo su largo cabello rojo fuego, vuelve a hablar.

- Deberemos estar alerta esta noche si nos quedamos aquí.

Dicho esto, extiende su segunda capa de pieles sobre una roca y coge una de sus jabalinas, buscando algún pez que pase por aquella zona del río y no haya sido asustado.

La mancha de sangre no desaparece del todo, queda todavía un círculo rosado en la piel exterior. En cuanto al agujero que tenía mi pantalón me resigno a seguir llevándolo hasta que pueda repararlo. Nuestra precipitada huida no nos ha permitido tener cosas de utilidad con nosotros.
Vigilo los alrededores mientras Keloa se asea y medito en sus palabras. Hemos pasado casi día y medio de marcha hacia el Sur sin prácticamente detenernos.

-¿Crees que habrá pieles verdes tan al sur?

¿Acaso esa marea de enemigos que habíamos visto no iba a detener su rumbo? Hasta ahora no había pensado mucho de donde habían aparecido tantos pieles verdes juntos y mucho menos hacia donde se dirigían. Los O'Shar éramos enemigos naturales de esas bestias, pero ¿Detendrían su avance con la aniquilación del último poblado? Quizá las tribus del norte no habían caído y estaban contraatacando. Era una idea muy remota. Ante la fuerza que habíamos visto lo lógico hubiera sido avisar a las otras tribus y unirse, pero a nosotros nadie nos había dado el aviso.

Keloa intenta pescar algún pez con ayuda de sus jabalinas. Miro a mi hacha, que sostengo alerta en ambas manos.

Con esto difícilmente podré pescar o cazar algo.

-Quedan unas horas de luz todavía, quizá podamos encontrar una cueva si lo prefieres. Tienes razón para ser precavida.

El recuerdo del graunt estaba todavía fresco. Allí en medio de la nada y sin saber la situación de los pieles verdes dormir en medio de la naturaleza sería arriesgado. En todo caso debíamos evitar encender de nuevo un fuego para no llamar la atención de nada ni nadie como la noche anterior. En una cueva al menos podríamos encender uno pequeño. Mi estómago da un pequeño vuelco solo de pensar que no podríamos cocinar los pescados que sacara Keloa del río.

- Esos malnacidos están repartidos por todo el territorio... Aunque nunca tan organizados... -Murmura escuetamente a la pregunta de Udokal. Hasta ahora no se había parado a pensar en lo extraño de la situación. Y de hecho... No creía poder sacar ningún beneficio de darle vueltas al asunto, así que lo aparca enseguida, sin llegar a olvidarlo. Quizá encontraran a alguien que sí considerara valiosa toda aquella información.

Keloa intenta pescar algo con una de sus jabalinas, pero sea por el cansancio del largo camino del día o por la ausencia de peces en el río debido a su intenso cauce, termina por volver a la orilla con las manos vacías. Una vez allí, se coloca sus pieles para cubrir de nuevo su cuerpo, hasta entonces desnudo, y así entrar en calor de nuevo.

Tras mirar al cielo para comprobar las horas de luz que quedan, parece decidir algo.

- Busquemos un refugio algo alejado del río para pasar la noche. Mañana intentaré cazar si nada nos vuelve a sorprender...

Obvia hacer ningún comentario sobre su pesca fallida... Keloa no tolera el fracaso... Sobretodo si es suyo.

Keloa después de bañarse había intentado pescar algo, pero sin suerte. Incluso en uno de sus lanzamientos una de las jabalinas se había escurrido río abajo y no había podido recuperarla. Era evidente que no estaba contenta. Me abstengo de hacer ningún tipo de comentario sobre el asunto para no ofenderla. Los O'Shar éramos gente orgullosa y estábamos acostumbrados a exigirnos lo máximo.

-Si busquemos. Te sigo. Digo ante la sugerencia de buscar un refugio mejor y más alejado del río.

Sigo a Keloa mientras miro alrededor en busca de algún sitio que pueda servir para pasar la noche y estoy atento por si tuviéramos un encuentro indeseado. El corto espacio de tiempo que habíamos pasado en el río había supuesto un descanso para nosotros, habíamos bebido y nos habíamos aseado, ahora debíamos proseguir con cautela.