Partida Rol por web

La lluvia seguía cayendo y nosotros avanzábamos con paso firme hacia el Sur sin apenas detenernos. Mientras sigo a Keloa tengo tiempo para reflexionar. No tenía ni idea de lo que haríamos ahora, parecía que el peligro inicial había pasado y que volver al Norte, por muchas ganas que tuviéramos, era un suicidio. Aunque tampoco teníamos un destino conocido, ni ella ni yo habíamos estado tan lejos de nuestro hogar como hasta ahora.

-¿Ves algún rastro?

Keloa había estado buscando durante todo el camino alguna huella que pudiera suponer una presa. Esta mañana habíamos terminado las manzanas y ese había sido un pésimo desayuno, aunque era mejor que nada. Si algún rastro nos permitía seguir nuestro camino de huida lo seguiríamos.

-¿Sabes algo de las tierras del sur? Por allí podríamos llegar hasta el resto de clanes O'Shar, es un largo viaje pero no se me ocurre otro sitio al que pedir ayuda. No creo que los humanos de los reinos del Sur se preocupen por nosotros. Nunca lo han hecho.

Keloa niega con la cabeza ante las preguntas de Udokal. Nunca se había planteado la idea de averiguar nada sobre otros clanes, y mucho menos sobre otras tribus de su raza. De hecho, nunca se había planteado la posibilidad de que su poblado desapareciera... y quedar con vida. Antes habría dado la vida. Pero no había demasiado que hacer en aquella situación...

Sacude la cabeza para alejar pensamientos de aquel no tan lejano día y vuelve a prestar atención a sus pasos. El hambre y el cansancio hacían mella en su ya escaso buen humor. De hecho, en los últimos días sólo había habido una alegría para ella. La muerte de aquellos orcos... Esboza una media sonrisa al recordar sus muertes. Su sangre cubriendo sus manos y derramándose por el suelo... Su cobardía al querer huir...

Un par de horas después de salir, descubriste el rastro de lo que sin duda era por las huellas un Oso, desgraciadamente tras seguirle el rastro durante un rato, este cambiaba hacia el Norte, justo la dirección contraria de la que deseabaís seguir, por lo que decidisteis abandonar el rastro.

Al menos la noche pasada habíais comido bien y aunque poco, esta mañana tambien pudisteis llevaros algo a la boca.

Tampoco tuvisteis ningún desafortunado encuentro, así llego la noche con el único inconveniente de vuestro estomago quejándose un poco.

Como refugio encontrasteis unos grandes peñascos en mitad de una llanura, bastante útiles para resguardaros del viento.

Por la noche, mientras Udokal hacia la guardia escucho a algún depredador acercarse, si bien, este no tardo en alejarse y no volver, posiblemente algún zorro u otro depredador solitario de pequeño tamaño.

A la mañana siguiente, el hambre comenzaba a ser una molestia.

Mi pierna comenzaba a recuperarse y casi no me molestaba ya. El trayecto resultaba tranquilo y la mayor parte del tiempo lo hacíamos en silencio. Las únicas cosas que teníamos en mente eran recuerdos demasiado amargos para querer conversar sobre ellos. La comida comenzaba a ser un problema, incluso echaba de menos las escasas manzanas que habíamos podido echarnos a la boca el día anterior.

Al menos hoy ya no llueve.

Con el pantalón roto la lluvia se volvía un elemento más insoportable de lo habitual pues se colaba por la abertura y me mojaba parte de la pierna. Cuando Keloa encuentra un rastro no dudo en sugerir que lo sigamos, aunque nos desvíe un poco hacia el Oeste.

-Sigamos el rastro, no podemos seguir sin comer mucho más tiempo.

En nuestro campamento la dieta no era muy variada pero nunca faltaba el suministro de comida proporcionado por las cazadoras, así que no estábamos acostumbrados a comer poco. Tampoco me importaba mucho el tener que girar hacia el Oeste. Sin un lugar al que llegar cualquier sitio que proporcionara alimento estaría bien. Además nos habíamos alejado muchos kilómetros para esperar más encuentros con los pieles verdes y si por casualidad nos encontrábamos con alguno siempre sería mejor morir combatiendo que morir de hambre.

Tras levantarse sin lluvia y encontrar un rastro hacia el oeste, parece que Keloa empieza a estar satisfecha...

- En marcha. -Asiente a las palabras de Udokal y tras recoger sus pocas pertenencias, empieza a caminar hacia el oeste, siguiendo el rastro que ha logrado encontrar.

Pero cuando llega el momento de intentar cazar su presa, la lancera echa de menos a sus hermanas. Y mucho. Siempre cazaban en grupo y ahora llegaba a entender el porqué. Siempre había alguna de ellas que terminaba por cazar su presa.

Maldición. No pienso morir de hambre.

Si había algo más vergonzoso que la cobardía, para Keloa, era morir de hambre teniendo las herramientas y la habilidad para cazar. Habiéndose dedicado gran parte de su vida a ello.

Parece que los Dioses se han puesto en vuestra contra (debería decir que los O´shar no adoran a ninguna Deidad) desde el desayuno del día pasado no os habéis llevado nada a la boca. Os encontráis demasiado lejos de los dominios de la tribu como para Keloa conozca algún sitio propicio para cazar y el estomago de Udokal, acostumbrado como muchos O´shar a ingerir grandes cantidades de carne se queja a menudo.

Tampoco encontráis ningún lugar apropiado para acampar, por suerte, la climatología no es tan mala como podría ser.

El tercer día Keloa encuentra un rastro, pero este va hacia el Norte, justo por donde venís... seguirlo significaría perder dos días (uno el que habéis viajado hacia el Sur y otro al volver hacia el Norte)

Cuanto más avanzábamos hacia el Sur parecía que todo empeoraba. Justo cuando podíamos empezar a sentirnos a salvo del acecho de los pieles verdes todo empezaba a complicarse. Estábamos lejos ya de los territorios de nuestro clan y eso significaba que nuestro desconocimiento de la zona no nos permitía saber de los lugares más idóneos para acampar y cazar. Dependíamos de la suerte de encontrar algún rastro que se cruzara en nuestro camino, pero esa suerte nos era esquiva también. Yo estaba comenzando a pasar verdadera hambre, como no había pasado nunca, al fin y al cabo en nuestro poblado el suministro de carne y comida era constante gracias a la actividad de las cazadoras. Al menos la climatología nos daba un respiro y a pesar de tener que dormir al aire libre las noches eran agradables en aquella zona. No nos había vuelto a llover y eso se agradecía. En nuestro tercer día de marcha Keloa encuentra un rastro pero este nos desviaría hacia el norte y nos obligaría a deshacer el camino andado.

-Prefiero seguir adelante, la sola idea de volver hacia atrás me molesta más que mi estómago.

Aunque la pierna había mejorado todavía sentía molestias y las jornadas de camino eran lo suficientemente duras como para no querer repetirlas. La situación no invitaba al optimismo pero ambos éramos jóvenes y valientes, no nos íbamos a rendir ante la primera adversidad del camino.

Tras dejar caer la cabeza en un gesto de resignación al comprobar la dirección del rastro que acababa de encontrar, Keloa echa su espesa melena pelirroja hacia atrás con un gesto de su mano, levantando de nuevo el rostro y mostrándoselo a Udokal. Un rostro tan impertérrito como es habitual. ¿Decepcionada? ¿Frustrada? Sí, mucho. Pero no había ni rastro de ninguna de las dos cosas en su piel.

Asiente a las palabras de su hermano. Hacía un día que no comían... Y la mala suerte no podía durar para siempre. Si mañana volvían a estar en la misma situación, quizá sí valdría la pena retroceder. Por el momento, hoy tendrían que conformarse con dormir acompañados del sonido de sus estómagos.

A la mañana siguiente, el hambre comienza hacer mella tras dos días sin comer, si a eso le sumamos que por la noche escuchasteis el sonido de cuernos que venían del norte, el estado de animo es dificil que sea bueno.

La noche había sido de las más duras que recordaba en mucho tiempo, quizá de toda mi vida. Tanto Keloa como yo no paramos de oir los malditos cuernos de los pieles verdes provenientes del norte. Estaban avanzando hacia nosotros y seguramente arrasarían con todo y todos los que se encontraran a su paso. Si podíamos oír los cuernos significaba que las patrullas de avanzada no podían estar muy lejos de nosotros.

Pensaba que nos habíamos librado de ellos, no hemos parado de avanzar en estos días y estamos agotados.

Era como si aquel ejército nunca se detuviera a descansar y siguiera como una apisonadora nuestros pasos. El rato que no me tocó hacer guardia tampoco fue de lo más placentero, durmiendo a la intemperie y con el estómago vacío el sueño tardó en venir pese al cansancio. A la mañana siguiente tenía la sensación como si no hubiera descansado, me sentía débil y desganado. Sin perder demasiado tiempo allí volvimos a tomar camino hacia el sur intentando alejarnos de aquellos cuernos.

-Esos malditos pieles verdes siguen avanzando hacia el Sur. ¿Es que no piensan detenerse?

Era más un pensamiento en voz alta que un intento de conversación. Keloa tampoco parecía estar en sus mejores momentos y todo aquello había hecho mella en ella.

- Se detendrán cuando podamos hacerles frente.

A pesar de la decisión que transpiran tanto sus palabras como su tono de voz, la realidad es que las apariencias engañan. Sobretodo en Keloa, que lo último que hará siempre será mostrarse debilitada sea cual sea la situación. Y la situación cada vez es más difícil de sostener. A la carga de tener la responsabilidad de encontrar la forma de acabar con esos malditos pieles verdes, se le sumaban ahora el hambre y el fracaso que, testarudo, no deja de aparecer cada nuevo día.

Sin embargo, su rostro sigue levantado, clavando su mirada gris al frente. Mirando hacia delante y utilizando toda la ira que genera la complicada situación para seguir caminando sin mirar atrás. Eso sí, atenta a cualquier señal de vida animal que pueda haber... O incluso de árboles o arbustos frutales. Quizá el nido de algún ave despistada...

-Tienes razón, pero para eso debemos sobrevivir y conseguir ayuda. He pensado que puedo ayudarte a cazar. Mi hacha no es lo más adecuado pero puedo emboscar a los animales y atraerlos hacia ti, así te será más fácil atraparlos y si alguno pasa muy cerca intentaré darle yo.

El hambre hacía que de mi mente fluyeran ideas desesperadas, pero tampoco perderíamos mucho por intentarlo. Solo esperaba que mis movimientos no entorpecieran a Keloa o le espantaran las presas. Tras unos pocos intentos infructuosos dejé de intentarlo, no estaba preparado para aquello. Dejo mi suerte de nuevo en las manos de Keloa esperando que ella tenga la fortuna de conseguir una buena presa.

Aunque disminuyeran su avance, Keloa estaba empecinada en cazar algo. Necesitaban comer y habiendo cazado más de una presa durante sus años como lancera, era indignante el resultado de estos días. Así que ni corta ni perezosa acepta la ayuda de Udokal... Y cuando éste desiste, ella vuelve a intentarlo una vez más.

Su empeño es tanto que, esta vez, encuentra un rastro. Udokal lo sabe por la posición que adapta. Rodillas flexionadas, con la mano cerca del suelo para ayudar a despejar las pequeñas pistas que haya ido dejando su futura presa. Se agacha, dejando su cabeza a baja altura y su mirada escudriña el frente. Con movimientos felinos avanza entre la maleza sin hacer ningún tipo de sonido. Ni siquiera un gesto a Udokal. Tiene algo en mente...

Las huellas te llevan hasta un solitario ciervo de gran tamaño. En otra situación, una animal como este podría haber alimentado a media tribu... matarlo para comer solo dos es sin duda un desperdicio de comida. En una situación distinta sin duda hubieseis ignorado el animal, pero ahora, cuando vuestra supervivencia depende de ello, no hay remordimiento que valga.

Lanzas tu Jabalina con fuerza, apuntando al cuello del animal... el disparo es casi perfecto, apenas si se desvía un par de centímetros. El ciervo se agita durante unos segundos, con la jabalina atravesandole el cuello, mientras la vida se le escapa, hasta que cae al suelo inerte.

Sigo con la mirada el avance de Keloa, atento a cada uno de sus movimientos. Parece que ha visto algo, pero desde mi posición no soy capaz de distinguir nada. Me quedo quieto temeroso de entorpecer su maniobra.
Cuando se pone tensa y lanza su jabalina sigo el arma con la mirada hasta que se pierde a mi vista, después un golpe seco y un pequeño gemido.

Le ha dado a algo!!

Salgo corriendo en la dirección hacia donde ha volado la jabalina para que el objetivo herido no pueda escapar, aunque cuando llego veo que es inecesario. Un gran ciervo se agita en el suelo con la jabalina atravesada en el cuello. Es una pieza magnífica que podría alimentar a un buen número de guerreros O'Shar, pero en nuestra situación no podemos elegir nuestras piezas, será mejor que sobre que no que falte.

-Un disparo excelente Keloa. Hoy cenaremos bien.

Mientras hablaba pensaba en todas las posibilidades que podía darnos aquel ciervo.