Partida Rol por web

El camino resultaba más largo de lo esperado y mi pierna se resentía por momentos. No podíamos avanzar en línea recta y teníamos que ser cautelosos para evitar cualquier encuentro con grupos enemigos. Las humaredas lejanas dejan un gran pesar en mi corazón.

Me recuerdan a nuestro poblado.

Quiero tener la esperanza que algunos han resistido y plantado cara al enemigo, pero el recuerdo del tamaño de la horda me hace tener serias dudas de esa posibilidad. Cuando llegamos a los árboles frutales mi cara dibuja una sonrisa a medias. Mi rostro permanece casi todo el viaje serio y preocupado, con los recuerdos de un pasado destrozado.

-Bien, cojamos todas las que podamos y continuemos.

Las manzanas no son muy grandes y muchas están podridas, pero con las que se pueden aprovechar tenemos suficiente para algunos días. Cojo un par de manzanas de las más grandes y que ya comienzan a ponerse feas. Esas hay que comerlas primero. Ofrezco una de ellas a Keloa mientras doy un gran mordisco a la otra. Hacía tiempo que no comía.

La pelirroja se queda unos segundos mirando los árboles, ensimismada... Recuerdos llegan a ella. Recuerdos que ha intentado mantener alejados de su mente y ha conseguido hasta ahora. Una imagen se queda grabada en ella: Ella y sus hermanas recogiendo manzanas de aquellos mismos árboles unos años atrás.

La voz de Udokal la devuelve de nuevo a la realidad, y cuando dirige su mirada gris hacia él, no hay ni rastro del pesar que inunda su corazón de hielo. No. Ni una sola lágrima iba a ser derramada por sus hermanos. En su lugar, un mar de sangre sus enemigos cubriría la tierra que pisaran.

Toma la manzana que le ofrece su hermano, con una mano y la lleva a la boca.

- Intentaré encontrar algo para cazar también. -Al terminar la manzana con dos o tres bocados, se limpia el zumo derramado en sus labios con el brazo y se agacha frente a Udokal para examinar la herida de su pierna- ¿Molesta?

Un gesto de dolor se dibuja en mi cara cuando Keloa comienza a examinar la herida. Aunque ha dejado de sangrar todavía me duele, la única buena noticia al respecto es que no ha ido a peor.
Intento no quejarme, al fin y al cabo es una pequeña herida en comparación con todo el sufrimiento que ha padecido nuestro pueblo.

-Si, todavía me duele, aunque con algo de caza en el estómago seguro que me sentiré mejor. Sonrío a Keloa. De momento puedo caminar y no tendrás que cargar conmigo.

Se nota que ella también lo está pasando mal. ¿Quien no lo pasaría en nuestra situación? Estamos solos y con la amenaza de encontrarnos enemigos en cualquier momento.

-No te preocupes, si todo va bien la herida se irá curando. Tan solo necesita tiempo, no parece infectada.

Se estaba haciendo de noche y era tiempo de ir buscando refugio. Keloa conocía mejor aquella zona puede que supiera de algún lugar propicio para acampar.

-¿Conoces algún lugar para pasar la noche? Está a punto de oscurecer.

No habíamos encontrado rastro de otros O'Shar, cosa que parecía improbable puesto que no había ningún otro poblado más al sur, a no ser que el mismo día en el que habíamos partido nosotros hubiera alguna patrulla por aquella zona.
Con la llegada de la noche sería mejor parar a reponer fuerzas. Mi pierna me molestaba y un poco de descanso no me vendría mal para que se fuera recuperando.
No habíamos hablado mucho durante el camino, perdidos en nuestros sombríos pensamientos.
Yo no paraba de pensar en la gran horda que habíamos divisado. Estaba claro que no habían aparecido allí por arte de magia, tenían que venir del norte.

¿Porqué los otros clanes no nos avisaron? ¿Acaso ya no quedan O'Shar en toda la península?

Era una situación muy perturbadora. Me negaba a pensar que todos estuvieran muertos, pero tampoco podía comprender que nadie nos hubiera avisado del ataque inminente. En esos momentos me siento muy solo.
Camino silencioso al lado de Keloa buscando un sitio donde pasar la noche.

Keloa asiente a las palabras de Udokal, y aunque no lo exprese ni su rostro ni su voz, siente gran alivio al saber que la herida de la pierna va a mejor. Así pues, otro pensamiento más urgente acude a su mente: Necesitan un lugar en el que pasar la noche. A poder ser, un lugar seguro y suficientemente confortable para que la pierna de su hermano pueda descansar.

Como acababan de conseguir algo de comida para sus estómagos, Keloa se olvida por un momento de la caza y concentra sus sentidos en encontrar un lugar en el que descansar. Quizá una cueva o un saliente en alguna pared rocosa.

- Mañana a primera hora, mientras tú descansas, saldré a buscar algo de caza... A ver si alguna presa ha logrado escapar de las manos de esos desgraciados -Si la pelirroja lancera ya odiaba antes a los pielesverdes... Este episodio había acrecentado su odio hasta límites insospechados- Después saldremos temprano y continuaremos hacia el sur. A ver si encontramos alguien que pueda resolver nuestras dudas... Y con suerte, alguno de los nuestros que haya logrado sobrevivir como nosotros...

Aunque buscáis durante un buen rato algún refugio en el que resguardaros, al final lo que acabáis encontrando es un conjunto de coníferas, lo suficientemente pegadas unas a las otras, para resguardaros del frío. Mientras no llueva no será problema. Desde luego no es el peor lugar donde habéis pasado una noche.

De momento, no tenéis noticia de pieles verdes y a vuestro alrededor todo esta extrañamente silencioso, ni siquiera se escuchan los típicos sonidos producidos por los animales nocturnos... todo índica que es una zona muy despoblada, algo que resulta curioso cuanto menos, pues los arboles frutales siempre atraen a animales hambrientos.

Keloa encuentra un sitio bastante abrigado del frío nocturno. Sin conocer mucho la zona tampoco podíamos esperar mucho más. Al menos no dormiremos totalmente a la intemperie. Aquella zona tenía algo raro, demasiado silencio. Aunque había estado mirando a mi alrededor mientras caminábamos no había detectado nada raro.

-Este será un buen sitio para pasar la noche. Será mejor hacer guardias por si aparece alguna patrulla de orcos. Me quedo un rato en silencio mirando a mi alrededor. ¿La última vez que pasaste por aquí estaba tan silencioso? ¿No te has fijado que apenas se escucha nada?

Quizá Keloa que conoce más la zona tenga alguna explicación para esto.

Me alegraba estar con ella, si no me hubiera ayudado no hubiera conseguido huir de la horda, ni encontrado comida o refugio. Le estaba muy agradecido por todo lo que había hecho.

Keloa parece satisfecha con el lugar que han encontrado para pasar la noche. Sin embargo, parece incómoda por algo. Se mantiene de pie, alerta, delante de su "refugio" improvisado unos segundos hasta que finalmente se pronuncia, sin apartar la gélida mirada gris del horizonte.

- Demasiado silencio. Puede ser debido a la presencia de esos sucios pielesverdes en todo el territorio... Pero no estoy segura.

Tras un momento más, se gira hacia Udokal.

- Descansa tú primero. Te despertaré para hacer el cambio de guardia.

Hubiera preferido hacer ella guardia durante toda la noche, pero es consciente del peligro que implicaría para ambos si alguno de los dos no estuviera bien descansado al día siguiente.

Dicho esto, empieza a recorrer las cercanías en busca de troncos secos para hacer un fuego. Eso implicaba que debería estar más atenta durante su guardia, puesto que podría llamar la atención de cualquier "visitante" no deseado que recorra las cercanías de noche... Pero las temperaturas eran demasiado bajas y después de caminar durante todo el día, suponía que habían recorrido distancia suficiente como para estar más seguros.

Encontrar troncos secos se convirtió en una tarea algo mas difícil de lo esperado, aunque no había llovido el último día, el frió aun mantenía húmedo la mayor parte del suelo y las armas. Al final de casi una hora regresaste con un brazado de troncos y ramas, no eran muchas, pero al menos os mantendrían calientes un par de horas.

Tras encender el fuego, este comenzó a calentar suavemente vuestros huesos. Udokal no tardo en caer dormido mente dormido. La primera guardia paso muy tranquila, para cuando despertaste a Udokal, las últimas brasas de la hoguera se habían apagado hacia tiempo.

La guardia de Udokal también transcurrió con tranquilidad, si bien seguía en inquietante silencio a vuestro alrededor.

Estaba ya amaneciendo cuando un poderoso gruñido llegó hasta vuestros oídos...

La noche ha sido tranquila. Después de terminar su turno de guardia sin novedades Keloa me despierta, ella también necesita dormir después del esfuerzo que ha hecho. A pesar de las pocas horas el descanso me ha sentado muy bien después de todo lo que hemos hecho. Miro hacia mi alrededor intentando penetrar en la oscuridad que nos rodea con mis ojos pero sin ven absolutamente nada. El silencio me sigue preocupando, es algo antinatural en una zona como esta, que debería de estar repleta de ruidos de pequeños animales.
Pasan las horas y comienza a amanecer. Con la llegada de la luz me siento más tranquilo. Todo parece indicar que podremos continuar hacia el sur sin más problemas. De repente un gruñido rompe el silencio, casi hasta lo agradecería si no fuera por que indica peligro. Me giro hacia Keloa para despertarla pero veo que ha abierto los ojos. Recojo mi hacha y la empuño con las dos manos, preparado para lo que pueda pasar. Con la cabeza le indico a Keloa la dirección de la que creo que proviene el gruñido.

Cuando llega la hora del cambio de turno, Keloa despierta a Udokal con frialdad. Las lanceras O'Shar, por muy mujeres que sean, no se caracterizan precisamente por ser cariñosas. Lo que sí intenta es tener la delicadeza de no hacerle daño.

Sin intercambiar demasiadas palabras, se acurruca en un rincón del refugio y cierra los ojos intentando dormir. Aunque al principio le resulta difícil, pues no puede evitar estar alerta a cualquier sonido, el cansancio consigue que la pelirroja quede dormida...

Tiene la impresión de que han pasado tan sólo unos minutos cuando un gruñido la devuelve a la realidad con un golpe seco.

Se pone en pie de un salto, y clava su mirada en el lugar que señala Udokal, intentando averiguar a qué debían enfrentarse ahora. Sin apartar la mirada, intenta moverse sigilosamente para ocultarse tras algunos arbustos.

Fuera lo que fuera lo que se acercaba, prefería identificarlo antes de ser identificada.

El poderoso gruñido se repite otra vez... ahora que estáis mas alertas llegáis a la conclusión de viene desde el Noroeste de vuestra posición.

Aunque aun sois jóvenes, apenas si hace un par de años que habíais alcanzado el estatus de guerrero/lancera de pleno derecho, son muchos mas los años que estuvisteis luchando y cazando cuerpo a cuerpo con vuestros hermanos y hermanas del clan... ahora perdidos para siempre. Es por eso por lo que el gruñido de la criatura no os resulta del todo desconocido... tal vez vuestra memoria se equivoque, desde luego para vuestra supervivencia resultaría mucho mejor así, ya que si estáis en lo cierto, el sonido que habéis escuchado lo ha producido la garganta de un "Graunt" (Un Semigigante de los Pieles Verdes) (

¿Un graunt?

Desvío la mirada durante un momento de la dirección de los gruñidos hacia Keloa. La miro fijamente para escrutar su rostro intentando averiguar si ella también ha reconocido el sonido. Reprimo el impulso de hablar, si es lo que creo será mejor permanecer oculto lo más posible. Parece que los pieles verdes se han multiplicado por toda la zona de manera alarmante.
Con un gesto de cabeza pregunto a Keloa si vamos hacia el graunt o si por el contrario retrocedemos continuando nuestro camino de peregrinaje hacia el sur.