Partida Rol por web

Eleanor Marlowe observó a Klaus von Heizinger con una mezcla de fascinación y desconcierto mientras explicaba su loco plan. Desde luego le atraía mucho más entrar en aquel lugar como aliada de los nazis que como prisionera... Su mirada se cruzó con la del austríaco y en sus ojos brillaba el fuego del reto aceptado y la creatividad en ebullición. Estaba segura de que podrían encontrar algo de sangre fresca para sus propósitos. Tenían gasas, vendas, pegamento para las heridas... Podía funcionar... 

- ¡Querido Klaus, es usted un genio! Olga Prosinecky. Mi destino... - exclamó la joven cada vez más convencida de las posibilidades de éxito del plan mientras estampaba un sonoro beso en la mejilla del hombre. - Alguno de ustedes podría ir en una camilla improvisada y en estado de semi inconsciencia. Tal vez Emil... ¡Magnífico! Vamos, Klaus... ¡Déjeme al menos crearle un muñón falso en un par de dedos! ¡Puedo hacerlo! Thomas, ya le estoy viendo sin ojo... ¿No es genial? Ya sabe lo que dicen. En un mundo de ciegos el tuerto es el rey. Las heridas deben parecer lo más realistas posibles. ¿Creen que alguno de ustedes podría cazar algún animalillo? Podríamos intentar matar una cabra para la sangre, pero con sus antecedentes, amigo mío, me temo que bien podríamos estar invocando al Anticristo... - La doctora observó a su compañero austríaco con una media sonrisa y con el ánimo renovado ante la perspectiva de lograr su objetivo. Era posible que en aquel pueblo supieran algo de Jack... Tal vez hubiera pasado por allí o incluso puede que lo tuvieran prisionero... La idea le producía una mezcla de terror y esperanza. Necesitaba saber... y aquella era su primera oportunidad real de descubrir algo. 

- Sin fisuras... - Penwater acababa de leerle la mente a su camarada.

Aquel plan era una maravilla. No había opción alguna de que aquellos perros nazis, por astutos que fueran descubrieran quienes eran en realidad. Salvo quizás... cuando comenzaran a preguntar. Evidentemente les preguntarían en que unidad servían, bajo el mando de quien estaban o donde se encontraba el resto de su unidad. ¿Podían inventarse toda aquello? ¿No sonaría a patraña? Seguramente si, pero... ya estarían en Vordertrebain, ¿y no era eso lo que pretendían?

Además, el entusiasmo de Marlowe logró que Thomas se olvidase de todos aquellos "peros". De hecho, en el momento en que Eleanor comenzó a hablar de amputaciones, cazar animales y sacrificar cabra supo que ella también había cruzado ya la delgada línea entre la cordura y la locura. Estaba de su lado y del lado de Klaus. Ahora sólo hacía falta saber cuando se uniría a ellos el oscuro Emil. Porqué lo haría, eso estaba claro.

- Ya improvisaremos algo, si... - Les dijo a sus compañeros. Pese a que no había compartido en alto sus preocupaciones con respecto al plan, dio por hecho que todos las aceptaban como algo necesario. Al final, podía ser que los alemanes que estaban ocupando Vordertrebain fueran completamente imbéciles y no preguntaran nada, ni trataran de ahondar un poco en la pregunta más obvia: ¿De dónde cojones han salido esos tipos y que mierda están intentando que nos traguemos?

- Aunque en realidad eso son dos preguntas... - Sonrió.

Viendo el entusiasmo general que empezaban a brillar en las miradas de sus compañeros, Klaus alzó su dedo matizador.

-¡Ya lo creo que improvisaremos algo, mi querrrido Sigfrido Penwaterrrr!-, enfatizó mientras lucía su sonrisa torcida y asentía de modo aprobador al cabo. Aprovechando que no había nadie con ellos en la casa, el austríaco empezó a inspeccionar cual sabueso de caza la habitación en busca de algo que parecía imprescindible para sus insondables planes. Uno podía intuir por dónde divagaba la mente hiperactiva de Klaus von Heizinger, ¡PERO JAMÁS SE ACERCABA A ADVERTIR LAS DIMENSIONES DE SUS EXCENTRICIDADES!

-¡Rápido! ¡Busquen algo con lo que facilitar la sanguinolenta caracterización a Fraülein Marlowe! ¡Y no se corten en sugerirle heridas aberrantes! ¡Es indispensable que tengamos una pinta infame! ¡Decrépita! ÜBERNATÜRLICH! ¡Como surgidos desde las áridas llanuras del Hölle! ¡Doctora! ¡Aplique todo su conocimiento para que nadie en su sano juicio quiera acercarse a nosotros demasiado! ¡Que crean que nos hemos cruzado con la Muerte y la Putrefacción! Con suerte, podremos movernos por Vordertrebain sin demasiados problemas tras sufrir un aislamiento sanitario y evitarnos demasiadas preguntas...-, dijo Klaus, intuyendo que los alemanes no serían estúpidos, pero tampoco se la jugarían si su engaño era lo suficientemente convincente.

Y Klaus von Heizinger sabía bien cómo revolver el estómago a un natsi...

-Ah... Aquí está...-, dijo dejando escapar su risilla maníaca. Su rostro estaba tan entusiasmado que parecía que había hallado el Santo Grial.

En realidad, era un poco de mantequilla.

¿Qué estaba tramando...?

-Mujujujujujuuuuu...-.

Su risa era escalofriante.

Emil escuchaba a sus compañeros con cada vez más incredulidad. A cada palabra que salía de sus labios, las cejas de Emil se iban enarcando más y más. ¿Tan idiotas pensaban que eran los alemanes? ¡¿Y ahora la doctora también se subía al carro?!

Aún con todas estas dudas, cuanto más hablaban sus compañeros y más ultimaban los planes, más se convencía Emil de que, tal vez, esa locura podía funcionar. Tal vez. Probablemente no. Pero tal vez. Y tal vez él también empezaba a perder un poco la cordura.

- Vale... - suspiró el joven como signo de rendición - Supongamos, y mucho es suponer, que el plan funciona. Supongamos que usted - Emil señala a a Klaus con un dedo acusador - es capaz de mantener la teatralidad al mínimo y nos permiten entrar. ¿Qué haremos una vez dentro? Si, como sugerís, nos hacemos pasar por soldados heridos en combate, lo primero que harán, como bien apunta, es llevarnos a la enfermería. Y ahí, por mucho esfuerzo que ponga la doctora, en cuanto le quiten el vendaje al cabo, verán que su ojo está perfectamente - Emil se llevo la mano a la barbilla, pensativo -. Necesitamos un plan para cuando estemos dentro.

- Es allí cuando entra la improvisación. - Penwater sonrió y le dio una palmada en el hombro a Emil. - Emil... - Soltó una carcajada. - Debe relajarse. ¡Le va a dar a usted un infarto! - Y brotó un nueva carcajada del cabo. 

Sin dar demasiada importancia a las palabras del bueno de Heinrich, siguió a lo suyo, preparándose para aquella nueva aventura y una vez estuvo bien vestido con aquel uniforme alemán y escondió sus armas americanas para ser substituidas por las alemanas también, habiendo recogido toda la munición compatible por supuesto, comenzó a pensar en la idea de no buscar algún animal con el que complacer a Marlowe.

- El señor Joseph había mencionado que tenía ovejas, ¿verdad? - Se le iluminó el rostro. - ¡No tendremos que salir de caza! - Comentó eufórico.

Thomas Penwater lleva un buen rato fuera de la casa cuando los demás todavía estáis ultimando vuestros cafés recién hechos y vuestros planes maestros involucrando médicos, sangre falsa y... mantequilla.

De repente, desde dentro de la casa véis oís un terrible grito de Jakob. Parece enfadado y grita algo en un checo tan cerrado que ni siquiera la doctora Marlowe puede descifrar.

Seguís los gritos, que llevan hasta el redil en la parte trasera de la pequeña casa para encontrar ni más ni menos que al cabo vestido de militar nazi y con un chuchillo ensangrentado en la mano. Frente a él, un amasijo blanco teñido de rojo, de un rojo profundamente rojo, y que se extiende en un charco en el suelo. Sin duda, la sangre se filtra en mayor o menor medida por la tierra, árida de las pisadas de las ovejas, tomando un color marrón oscuro.

El resto de ovejas balan asustadas, apelotonadas en la otra punta del redil. Jakob no deja de maldecir con el rostro desencajado. Podéis haceros una idea de lo que puede estar diciendo. Sin duda, se le está acabando la paciencia. Cuando os vé aparecer, os grita a vosotros también, y en especial a la doctora Olga Prosinecky, que parece tomar la responsabilidad del grupo.

Penwater, con el traje manchado de sangre, se gira con una sonrisa macabra que recuerda vagamente a la trepidante huida del bosque de la noche anterior.

Eleanor se quedó observando al cabo con la boca abierta y los ojos como platos. Aquello no se debía al estrés producido por la batalla, ni a la falta de sueño. Cuando Thomas sufrió el ataque de risa en el bosque la doctora lo atribuyó al trauma y al cansancio unidos a un exceso de adrenalina. Ahora veía la realidad... Thomas Penwater había perdido totalmente la cabeza. ¿Cómo era posible? Era un soldado entrenado. Un miedo que no había sentido antes se enroscó alrededor de su estómago. Podía matarlos a todos... 

Por un instante, se quedó petrificada, pero rápidamente recobró la compostura y se dirigió con decisión a Jakob hablándole en checo mientras sacaba el dinero de su bolsillo. - Jacok, es fundamental que me escuche si valora su vida y la de su familia. Deje de gritar y escúcheme... Ya habrá podido observar que el soldado alemán que ha matado a su oveja está loco. Lo bastante loco para acabar con sus vidas y que no le importe lo más mínimo... Tenga este dinero - Eleanor agarró sin contemplaciones la mano del granjero y le puso una cantidad de dinero suficiente para pagar la oveja muerta, la estancia, los alimentos de los que habían disfrutado y bastante más. - Con esto se cubren las molestias que podamos haberle ocasionado y más. Sea inteligente y deje de montar una escena o le juro que no pienso mover un dedo si estos desalmados deciden cortarle el cuello... - 

- Señorita Marlowe, solucionado el tema de sangre,las vísceras y las otras cosas desagradables. - Le dijo mientras arrastraba de una pata a la desgraciada oveja asesinada. 

Un sonriente Penwater observó con incredulidad como Marlowe le daba dinero a ese estúpido checo que tan mal se había portado con ellos. No es que no les hubiera dado todo lo que habían necesitado sin tener porque hacerlo, era simplemente que su actitud no había sido en ningún momento la correcta. ¿De verdad era tan complicado mostrar un poco de amabilidad? Negó con la cabeza. Checoslovaquia no era para nada un lugar hospitalario. 

- Ya puede hacer su magia doctora, caracterícenos. - Le dijo abrazándola cariñosamente mientras miraba sonriente al señor de la casa. - Creo que iré a por el transporte... - Le susurró al oído a Marlowe. - No me gusta como me mira este tipo. - Y le dio un beso en la mejilla antes de darle la espalda e ir en busca del Jäger 3.

Emil salió de la casa con cierta parsimonia, sin saber ya qué iba a encontrarse. ¿Habría encontrado Penwater a más críos a los qu acribillar?

Le escena que se encontró, por suerte, era menos crítica. Levemente. Aquél hombre que, a la fuerza y a regañadientes, les había acogido, gritaba ahora con la cara desencajada de rabia. No era para menos, ya que el bueno del cabo había acuchillado a una de sus ovejas.

- Majadero - el joven Emil dio media vuelta dirección de nuevo a la casa, parándose en la entrada -. Ya tiene su sangre, doctora. ¿Procedemos?

En capítulos anteriores...

@Emil: Supongamos, y mucho es suponer, que el plan funciona. Supongamos que usted - Emil señala a a Klaus con un dedo acusador - es capaz de mantener la teatralidad al mínimo y nos permiten entrar. ¿Qué haremos una vez dentro?

Klaus dio una palmadita a Emil en el hombro antes de empiltrarse la noche anterior al asesinato ovino.

-Me alegra prrrrrofundamente que me haga esa pregunta, pues ese es un interrogante para el que dispongo de sapiencia con la que disipar sus dudas, mi joven Emil...-. Von Heizinger carraspeó brevemente y prosiguió su explicación. Era evidente que el genio austríaco iba muy por delante en materia de planificación criminal.

-Nuestra única pista del páterrr Andrej se pierde en Vordertrebain, me permito recordarles. Por ende, resulta imperativo inspeccionar la zona con notable discreción. Y no hay mejor forma de investigar el área, ahora en manos de los maliciosos natsis, que generando una conveniente distracsión. ¿Me siguen?-. Von Heizinger parecía entusiasmado de que le pusiesen complicaciones a su plan. ¡A él le encantaba sortearlas!

-La maniobra de distracsión corre del cargo de nuestro bravo Penwaterrr y de servidor, ayudados por la siempre efisiente doctora Marlowe, ahora conocida como la Fraülein Prosinecky, en la ardua labor de la caracterisasión. Usted, mi querido Emil, ¡USTED! Usted será nuestro... ¿Cómo lo disen en el Servicio Secreto low cost de Morty...? ¡AH! ¡Sssssí! ¡Usted serrrá nuestro... INSIDE MAAAAANN!-. Klaus aplaudió entusiasmado su propia idea. -Usted es sigiloso y escurridizo, mi pequeño Emil. Se escabullirá a las primeras de cambio de forma sutil y será el encargado de echar un vistazo por la pequeña aldea, evaluando dónde puede ocultarse ese abyecto sacerdote... Perdón, ese nada sospechoso clérigo.

>> Dado el improbable caso de que todo el plan se vaya al gareten, usted acarreará con todo el peso de la misión...

Klaus parpadeó un par de veces sin sonreír lo más mínimo.

-...claro que también puede optar por echarnos un cable habida cuenta del férreo vínculo de amistad que nos une, ¿ja?-.

Von Heizinger soltó una de sus risillas maníacas, dejando en el aire la razonable duda de si creía firmemente en la viabilidad de su plan o, simplemente, se estaba desternillando de la risa al ver a sus compañeros tragarse aquella sarta de patrañas.

Fuera como fuese, había algo en el austríaco que siempre imponía cierto respeto.

Nunca daba marcha atrás.

* * * * *

Al despertar a la mañana siguiente...

@Penwotah: - Señorita Marlowe, solucionado el tema de sangre,las vísceras y las otras cosas desagradables. - Le dijo mientras arrastraba de una pata a la desgraciada oveja asesinada. 

-Ya decía yo que las ovejas balaban de forma extraña en esta parte de Europa al amanecer...-, dijo Klaus emergiendo en último lugar de la casita, siguiendo a pocos pasos a la doctora Marlowe y a Emil.

El austríaco había tenido un abrupto despertar escuchando a la oveja siendo apuñalada hasta la muerte por, ¿Quién si no? ¡Sigfrido Penwater! ¡El mito! ¡La leyenda!

-Va, va, ya será menos, no dramaticen, que algo habrá hecho esa oveja...-, dijo con un aleteo de su mano derecha, restando toda importancia al luctuoso suceso que había sobrecogido sin duda al rebaño. Más aún al pastor checo, que parecía a punto de sufrir una apoplejía.

-Herr Müller...-, deslizó un sonriente Von Heizinger, llamando la atención del cabo agitando los deditos de su diestra. -¿Tendría un momento, bitte?

Algo cuchicheó con el cabo para acabar de darle una palmadita en el hombro.

-Fraülein Prosinecky...-. Repitió la operación. -¿Sería usted tan amable, bitte?

Finalmente se giró a Emil y le hizo señas para que se acercase.

-Herr Gottfried...-. Miró a un lado y a otro. -Perdone, pero no dirimimos su segundo nombre en clave mientras llevásemos puesto el uniforme natsi... Ahem. ¿Tiene un momento, bitte?

Von Heizinger repartía los detalles finales de la operación, sin ignorar que ningún plan, por bueno que sea, sobrevive al campo de batalla... ¡UNO SIEMPRE DEBE ESTAR DISPUESTO A IMPROVISAR! ¡SOLO EL QUE SE ADAPTA SE ALZA CON LA VICTORIA!

-Herr Müller... Tenga, un obsequio-.

Klaus le hizo entrega a Penwater de un paquete pequeño y algo pringoso.

-Mantequilla. La tonalidad marrón se debe al estado de desnutrición del ganado bovino de la zona, claro está-.

Von Heizinger bajó sensiblemente la voz.

-Póngasela en el interior de sus calzones. Si la cosa se pone fea, úntese los dedos y lléveselos a la boca como si estuviesen bañados en chocolate caliente, ¿ja? Solo usted y yo sabremos el secreto, ¡Jijijijiji! Y esos pulcros natsis sentirán tanto asco que no querrán hacerle una inspección ni a usted ni a nadie cercano. ¡Hasta puede que vomiten el chucrut! ¡JIA!

Klaus hizo notorios esfuerzos por no estallar en una carcajada.

-Querido amigo, su interpretación es trascendental para nuestro éxito...-. Apoyó una mano en el hombro del cabo y con cierta solemnidad añadió: -Abrace la locura en su forma más pura para aparentar haber visto los horrores más inconcebibles de la guerra... Usted y yo, Penwaterrr. Usted y yo.

-Oiga, doctorrra... ¿Tendrá usted a mano algún sedante en su botiquín?-. Klaus se dio un par de toques en su vienesa napia antes de inclinarse sobre el oído de Marlowe.

-Ya sabe... Por si nuestro Sigfrido cae en la sobreactuación... Es taaaan proclive a la épica cuando quiere... ¡Jijijiji!-.

-Joven, ¿puede conducir usted el Sonder?-, inquirió Klaus en privado a Emil. -Será mejor no tentar a la suerte con nuestro Sigfrido al volante... ¿ja?-. El austríaco guiñó un ojo a su compañero.

-No olvide lo que le dije. En cuanto tenga ocasión, escabúllase y averigüe lo que pueda sobre algún simpatizante de la Resistencia... Sabemos que la pista se pierde aquí, pero mi intuición me dice que algo subyace bajo la superficie... Metafóricamente hablando, claro. ¡Jijijijijijijiji!

-¡Por sierrrrto!-, exclamó Von Heizinger una vez estuvieron todos organizados alzando al éter su dedo matizador, ese pequeño tirano de tres falanges. -¡Para que no les pille de sorpresa, serrrré el ofisial David Hasselhoff durante nuestra operasión de infiltración! ¡JI!-.

¡Qué emocionado que estaba Klaus con aquel alocado plan!

¡Y CUÁNTO LE GUSTABAN LAS IDENTIDADES ALTERNATIVAS!

Klaus le dijo algo oído a Sigfrido Penwater y éste asentía mientras Velvet Thunder le desvelaba aquella parte de su plan. En el momento en que éste le desveló los pormenores del mismo, el cabo soltó una sonora carcajada. 

- ¡Arqueroso, pero sabroso! - Exclamó rojo todavía por la risa que le había entrado. - Entendido camarada, no puede fallar. - Comentó. 

No necesitaba saber la parte del plan de Klaus uqe correspondía a Marlowe y a Emil. En una unidad del ejército debían coordinarse, pero ellos eran agentes secretos que confiaban en la improvisación. Al menos él lo hacía y no iba a perderse en los pormenores del plan. Al fin y al cabo, los planes nunca acaban de salir como uno quiere.

- Seguiré adoptando la identidad alemana de Nicholas Müller. - Comentó entonces. - Pero si me lo permiten, entre nosotros me gustaría que le llamasen "El Kan de München". ¿Les parece?

El "plan" del austriaco no disgustó a Emil. A fin de cuentas, eso le daba la ocasión de desmarcarse un poco del resto del equipo. Y si las cosas se ponían feas... Bueno, por su cuenta tendría más posibilidades de pasar desapercibido.

Antes de entrar en la casa, fue interceptado por Klaus, quien ultimaba los detalles de su plan sin fisuras. Sin decir ni una palabra, Emil asintió y se dirigió al interior de la choza.

Emil afinó al oído mientras Klaus cuchicheaba con sus compañeros. ¿Qué les estaría diciendo? Emil siempre había sido un poco cotilla, y desde pequeño creía firmemente en que tener toda la información era vital para la supervivencia de uno. Concretamente para SU supervivencia. Por desgracia, las ovejas no dejaban de gritar, probablemente lamentando la muerte de su hermana, así que el joven contrabandista no pilló nada de lo que decía el austriaco. Una pena.

Eleanor prefirió centrarse en la difícil tarea que tenían por delante. De nada iba a servir reprender a Thomas Penwater por su locura y tampoco es que pudiera hacer nada al respecto. Su especialidad no era la psiquiatría y desde luego el soldado necesitaba algo más que sus genéricos conocimientos para encauzar su estado mental. La doctora se limitó a fruncir los labios , dolorosamente consciente de que el cabo se había convertido en una bomba de relojería. Lo sentía verdaderamente por Thomas, era un buen hombre, pero su impulsividad y la ausencia de conciencia del peligro acabarían pasando factura. Puede que a todos ellos.  - No se preocupe, Klaus. Tengo todo lo necesario. - La joven asintió con cierta pesadumbre en dirección al austríaco. - Será mejor que acabemos con esto lo antes posible. Cuanto más tiempo permanezcamos aquí más expuestos estaremos a ser descubiertos...-  Y sin mayor dilación se dispuso a convertir a sus compañeros en versiones mutiladas de sí mismos. Por un instante, la doctora pensó con cierta ironía que aquellas falsas heridas bien podrían ser un reflejo fiel del estado interior en que se encontraban tras lo vivido. Fuera como fuera, debían intentar penetrar en aquel pueblo si querían averiguar algo.