Partida Rol por web

Otto mira a las criaturas recién aparecidas, aferrando la alabarda con todas sus fuerzas, esperando a que vengan para soltar todas sus fuerzas en un único golpe. 

El hacha de la alabarda hace un ruido repugnante al golpear el bicho que sale volando uns metros atrás. Sangra como un cerdo pero sigue en pie.

Sigo intentando alejarme del fragor del combate, pero llevar a Albrecht a rastras es más complicado dar un paseo por el campo. Pero aún así sigo a un ritmo bastante elevado a o que en un principio tenía pensado. COmo pude lanzar Magia, como pude lanzarla. Albrecht no te preocupes, enseguida llegamos con el médico y te recuperaras enseguida. Bueno no se si el doctor será capaz de que no quede cicatriz

Otto arremete contra la criatura, causándole una herida grave, aunque no mortal. Al levantar la alabarda, de repente le viene a la cabeza una idea, casi como caer de una higuera. 

-Andar.- Dice a su compañero, mientras retrocede unos pasos. -La granja de Luthor Morneim está muy cerca, podemos buscar refugio ahí, y remendar a Albrecht lo suficiente como para volver al pueblo sin peligro.- Se gira hacia Hans. 

-¡Hans!- Grita, girando un segundo la cabeza. -¡Ve a la casa de Luthor Morneim! ¡Está muy cerca! ¡Buscad refugio allí!- 

Albrecht sale como puede del lugar pero cuando consigue tomar aire se desploma del dolor en sus heridas.

Atenuadas las palabras de Otto por el fragor del combate.  La granja de Luthor Morneim, es verdad, con las prisas y la herida de Albrecht no había caido en ello, si si, Vamos para ya, De repente notó un peso como si Albrecht no me ayudara a seguir avanzando cuando giro la cabeza para ver que está pasando, veo el cuerppo de Albrecht pesado y muerto como una piedra. Albrecht Albrecht!!!!.  Otto creo que necesitaré ayuda Albrecht esta inconsciente o o... No puedes ser no no no puede estar...

La alabarda de Otto abre un camino y por allí se mete la fecha de Andar, que termina de desparramarle las tripas al monstruo. Eso inspira prudencia a los otros: temen a los guerreros, pero les atrae la sangre de albrecht. Empezan a berrear a coro, cada vez más alto, como niños pidiendo comida...

- Están llamando a otros.- musita Andar- ¡Larguémonos de aquí!

-¡A la granja, vamos!- Grita Otto. Si lo que dice Andar es cierto, no dará tiempo a llegar al pueblo

Por si fuera poco, os empieza a llover... Primero es una llovizna insistente, luego va creciendo. Andar se pone al frente del grupo y Otto a la retaguardia con su alabarda tinta en sangre negra. Enmedio va Hans ayudando al pobre Albrecht.

Tras como una hora de caminata monte arriba, empieza a oscurecer y soltáis suspiros de alivio de al ver las luces de la granja de Luthor Mornheim: una casona con granero y establo rodeado por un muro.

Te da la impresión de que os siguen.

En la granja Mornheim la familia se está preparando para la noche: el padre ha vuelto de los campos y está entrando la pareja de bueyes en el establo. La madre, con la ayuda de su hijo mayor. Lonni, está dando de comer a los gansos. Su hija adolescente lleva troncos para el fuego. La abuela debe estar cocinando.*

Un perro empieza a ladrar al oiros, pero herr Mornheim se acerca con una lámpara.

- Ah, sois vosotros.- Entonces ve a Albrecht.- ¡Carajos! ¿Ha sido la Cabra loca? Pasa para mi casa que te vende mi mujer.

- Gracias, gracias, soys muy amables.

Albrecht está tan cansado que apenas puede hablar mucho más.

-Ha sido una bestia, una bestia del Caos.- Dice Otto, nada más entrar. Una vez deja a Albrecht al cuidado de los Mornheim, se dirige hacia el padre. -Herr Mornheim, vienen hacia aquí. Nos han seguido, casi podría asegurarlo. Hay que tapar puertas y ventanas.- Se dirige hacia la puerta de la casa principal. -Que toda su familia entre, y luego ayúdeme a clavar esta puerta. No creo que las criaturas que nos han atacado anden muy lejos.- 

Aunque trata de parecer un soldado veterano, de voz firme y segura, es fácil ver que Otto está poco menos que histérico. Hasta ahora solo se había preparado para enfrentarse a bandidos o saqueadores, y eso como mucho. Nunca había siquiera imaginado que tuviera que cruzar su arma contra bestias mutantes del Caos. En su interior, mientras trataba de calmarse, repasaba mentalmente todo lo aprendido durante sus entrenamientos y en los pocos panfletos que había "leído". 

- Hombres bestias!- Lothar Mornheim se apresura a cerrar el portón y toda la familia con vosotros, se reúne en la casa principal.- ¿Cuántos son?

Su esposa le cose la fea herida a Albrecht y le pone unos emplastos. Luego le da una infusión que lo adormece un poco y lo dejan descansando en una cama, más aliviado.

-No sabría decirle, mein herr...- Otto, tras entrar en un lugar seguro, se da cuenta de la carrera que se han pegado, y de lo cansado que está. Se toma unos segundos para recuperar el aliento. -Matamos a uno, pero nos perseguían más. Al menos, creo que tres.- Mira al resto de sus compañeros de viaje, a ver si ellos vieron algo de lo que a él se le había escapado. 

Y tartamueando por el estado de shock al ver visto lo que ese animalillo había hecho a Albrek, también había unas cosas pequeñas que no había visto en mi vida. Estoy cansado y extenuado por lo que habia hecho minutos atrás. Por lo que me siento en una silla y cierro los ojos tratando de reflexionar y oredenar pensamientos en mi cabeza.

Albrecht no puede más que estar agradecido pues las atenciones que le están destinando son maravillosas. Toma una taza caliente de hierbas con sabor amargo y un intenso sopor se apodera de él. Cae en redondo dormido en un camastro oyendo, como una vocecilla lejana, las discusiones de sus compañeros. Albrecht se duerme con una sonrisa estúpida en el rostro.