Partida Rol por web

Volgar trató de buscar aún más refugio en las sombras, estudiando el terreno para buscar una posición ventajosa por si las cosas se acababan torciendo. Dudó si intervenir pero era evidente que estos hombres sólo respetaban la fuerza, y recordar al anciano sólo les reforzaría en su posición dominante.

Debía confiar en Derian tal y como ellos habían confiado antes en su experiencia y temple. Cada uno tenía su momento, y este era el suyo.

Sacó la espada, suspirando. Cada vez le costaba más el comienzo. Hasta ahora siempre había acabado igual. No había aprendido esgrima para esto. Miró al más cercano de los hombres. Esta noche viajarás en el fondo de tu carro. Se levantó algo de aire, esparciendo de nuevo el olor acre y dulzón de la basura. Lanzó una estocada, rápido.

- Vamos, vamos- intervino Volgar, viendo que las cosas se estaban yendo de las manos- no hace falta llegar a esto. Todos podemos salir beneficiados. Nosotros tendremos información y vosotros dinero fácil, algo sencillo, sin problemas. Mañana todos estaremos un poco más contentos de hoy y nadie tendrá que lamentar heridas. No trabajamos para nadie- contestó a la pregunta del matón- ni para el noble, ni para el corrector. Si trabajamos para alguien es para el panadero. Estamos tratando de averiguar qué demonios pasó con la muerte de esos pobres chicos y llevar al responsable hasta la horca, incluso si es noble o religioso. Todo padre debería ver como la justicia cumple incluso en las condiciones más adversas. Ningún padre debería morir a su hijo- remató- no es natural. Y menos de forma tan escabrosa.

No creo que a esta noble gente le importen mucho esos chicos, Volgar. O quizás me equivoque. Mantuvo la espada en alto. ¿Me equivoco? Puedo haberme sobrepasado con ustedes. Quizás. De donde vengo uno no dura mucho si da a la gente el beneficio de la duda. Miró a los tres, esperando no perder más ventaja. ¿Hacemos caso a la sabiduría de Volgar? Podemos tener todos respuestas a nuestras preguntas, y vosotros unas monedas. También podemos arreglarlo a la manera habitual. Y quizás podríais tener una oportunidad. O quizás no.

Los hombres no pudieron reaccionar tan rápidamente como Derian, pero gracias a la intervención de Volgar, la sangre no corrió en ese momento. Los tres matones quedaron con las manos en sus porras, pero ninguno las sacó.

-De acuerdo, pero primero las monedas- dijo el que estaba más al frente, retrocediendo un poco, ahora con las manos levemente alzadas -Espero que no sean lábregas, ¿no es cierto?-

El que antes estaba llevando el carro, miraba con codicia y envidia la fina espada de Galt, pero no parecía muy ansioso por quitársela mientras éste estuviera vivo. Cuando su compañero mostró su pasividad, los otros dos también alejaron un poco sus manos de los mangos.

La tensión se podía respirar en el aire como brea para barco...

Escudos, buenos escudos dormenios. Uno para cada uno. Avanzó un paso, bajando la espada. ¿Tenéis hijos? ¿Nos ayudaréis a encontrar al asesino? Miró a los tres hombres. Ojalá no tuviera que acabar con ellos. No podemos permitir que el que haya hecho esto se salga con la suya.

Volgar asintió tranquilo. Parecía que la intervención había tenido éxito. La experiencia siempre acudía a su ayuda en aquel tipo de situaciones pero siempre había un gran margen de incertidumbre que le hacía dudar de sus capacidades. Esperaba que el trato de Derian terminase rápido con aquello y pudieran salir de las calles.

El hombre hizo un gesto de su mano para que le lanzara las monedas. Parecía reacio a acercarse a la espada desenvainada de Derian.

-No sean tacaños, que somos más que ustedes y dudo que el viejo sea un soldado- dijo con sorna -Si nos dan buenas monedas, les diré dónde pueden encontrar a Jenwig, pero del asesino ni idea...- parecía que algo de sinceridad había en aquellos hombres.

Lanzó las monedas, suavemente. ¿Dónde podemos encontrar a ese hombre? ¿Quién es? Bajó la espada. Miró a los tres hombres, envainándola. No quería ir a ver a nadie sin una idea de dónde se metían. Parecía ser el jefe de estos tres.

El matón tomó las monedas y las repartió equitativamente. Parecía de no creer, pero allí mismo lo estaba haciendo.

-De acuerdo, Jenwig no es fácil de encontrar, siempre cambia de lugar... está bastante paranoico la verdad- comenzó a hablar el hombre mientras se alejaba de a poco -Pero seguramente en uno de sus garitos... él está a cargo- y les explicó cómo llegar a algunos -Esos son los que más frecuenta, pero no se olviden que es un gran espadachín... y uno con miedo... ja ja ja-

Hicieron un gesto con la cabeza a manera de saludo y continuaron su camino, al principio sin darles la espalda, luego con tranquilidad.

- Jenwig- comentó Volgar acercándose al espadachín cuando los tres matones ya hubieron desaparecido calle adentro- parece que al menos volvemos a tener un hilo del que tirar. Me alegra haberte tenido cerca, yo no lo hubiera tenido fácil de estar sólo.

El anciano echó un vistazo a un lado y a otro, como si intentara ver más allá de donde llega la vista.

- Aunque seguimos sin noticias de Tinda- remató.

Tinda... ¿Seguimos camino de la casa del Tribalson para buscarla? Las calles de noche ocultan otros peligros aparte de nuestro asesino. Luego podríamos ir a buscar a ese tipo. Se alegró de no haber tenido que matar a nadie, ahora le preocupaba, de nuevo, la noble.

Volgar asintió y ambos perdieron sus pasos entre las calles, en la oscuridad de la noche, camino a la mansión Tribalson.

Luego de que sus corazones volvieran a su ritmo normal, su caminar los hizo entrar en calor. La noche era fría, pero no tanto como en el lejano norte. Por un momento sus pensamientos parecieron sincronizarse, y se imaginaron un momento lo que debían haber sufrido los soldados de la Legión del Sur luchando contra los guneares en sus frías e inhóspitas montañas. Tantos caídos, tantos heridos, tantos desvalidos en las calles de las ciudades y pueblos dormenios. Volgar había tenido que atender más de una vez a ex combatientes, mientras que Derian se había cruzado con más de un matón de oscuro temple forjado en las montañas.

El portón de la mansión se encontraba cerrado y no había señal de los guardias. El silencio era penetrante, y había ido creciendo al no haberse encontrado a nadie en el camino, mientras que sus pensamientos volaban a caminos tortuosos y fríos.

Dieron una vuelta para ver si había otra entrada, que pudiera estar abierta o con alguien a la vista, pero nada: una sola entrada por el portón central.

No parece que haya rastro de ella. Podríamos llamar al portón , imagino que haya algún guardia en vela. Otra cosa será que nos deje ver al noble. Aunque quizás el propio guardia pueda decirnos al menos cuándo se marchó Tinda. Parados el frío volvía a morder. Se frotó las manos y se colocó la capa, como si eso fuera a quitarle el frío. 

- Estoy de acuerdo- asintió- me parece extraño que nadie guarde las puertas en la oscuridad de la noche.

El anciano golpeó la puerta con tranquilidad y firmeza, tres veces.

El silencio prosiguió a los golpes de Volgar. Pero pronto escucharon sonido de pasos sobre el empedrado que había en el jardín. Apenas unos segundos después, una rendija se abrió en el portón.

-¿Quién vive?- preguntó una voz grave que podrían relacionar con un hombre corpulento y de barba rala.

Discúlpenos por llamar a estas horas de la noche, caballero. Estuvimos hace unas horas conversando con Lord Tribalson. Nos acompañaba una dama, si la ha visto la recordará... el caso es que la estamos buscando. ¿Podría decirnos si volvió por aquí? Bajó un poco la voz. Estamos cumpliendo una misión para el Lord.

Un corto silencio precedió la respuesta del guardia.

-No sé nada de ninguna dama, muéstrenos la insignia del Lord y le abriré la puerta- dijo desde atrás del portón -Y sus nombres, por supuesto- agregó como si lo recordara justo en ese momento.

-¿Qué sucede, Gratos?- preguntó una voz más cerca de la mansión que del portón.

-Un hombre y un viejo, dicen que trabajan para el Lord- dijo el aparentemente hombretón.

-¿Y?- soltó prácticamente uniendo su última palabra dirigida al desconocido del interior, con la pregunta a los del exterior.

- No es necesario molestar al lord- intervino Volgar, colocando una mano encima del hombro de Derian- si Tinda no está aquí no tenemos nada que tratar. Sigamos nuestra búsqueda en otra parte.