Partida Rol por web

El tiempo frío era curiosamente reconfortante para ti. Claridad de ideas te dices a ti mismo. La naturaleza como siempre está a tu alcance para echarte una mano. Incluso en plena ciudad piensas. El camino es más largo de lo que creías, otra vez has errado en la estimación del tiempo. Llegas tarde, no es un problema que generalmente te preocupe, pero tu hermano está allí. Ya te estás imaginando su rostro de desaprobación por llegar tarde. Esa vista altiva que te hace sentir al nivel de la suela de un zapato.

Piensas en tu padre, ha desaparecido y eso te hace recordar. Hay reminiscencias del pasado que marcan a una persona en un cierto grado de profundidad, las ausencias de tu padre han marcado mucho tu manera en que ves el mundo. Sus viajes en busca de antiguos tesoros al otro lado del mundo eran comunes, al igual que los pagos que tu madre y tu hermano mayor tenían que dar a según qué personas en según qué países parar soltar a tu padre. Por suerte hoy te estás a punto de encontrar con viejos amigos de tu padre que explicaran un viaje de tu padre a un lugar apartado de la civilización y tu hermano, tan gentil él, pagará cualquier inconveniente.

Al acercarte a la casa de tu padre un nudo se hace en tu estomago, hay tres figuras esperando, no eres el último. Parece que hablan y te acercas disimuladamente para no llamarles mucho la atención. Entonces escuchas la conversación que se está dando.

- A mi puedes llamarme tío Knox, - Es la espalda del mejor amigo de tu padre. Decides atacar – soy un sentimental. -  Decides intervenir.

- ¡Tío Knox! – Has entrado en la coversación como un rayo. 

- Kenneth, dame un abrazo. No importa la edad que tengas, siempre serás el pequeño. – Knox es algo más que un amigo de tu padre, te has críado con él.
- Hermano. – Dices mirándole a los ojos. Estiras la mano y se la presionas.
- Recuerdos de Muriel, - te responde - me ha comentado que podríais venir a comer un día, tú y tu pareja. La que tengas ahora. – Dice en un tono casi burlón. Desaprueba tu relación con Jeannie.

Un ruido se escucha de fondo. Se aproxima un coche, debe de ser el inspector. El motor para y baja de él el detective Norman Wright.

- Buenas tardes a todos. Señores Fell, señor Joyce-Cleveland, señor Makepeace. – Su rostro va mirando de uno a otro. Todos saludan con un gesto. – Propongo que entremos en el edificio lo antes posible.
- Tiene usted razón detective. – Sentencia tu hermano. Por fin alguien compite por el liderazgo con tu hermano.

La casa de tu padre parece desierta, llegas el primero. Quizá has sido demasiado previsor y has llegado con demasiada antelación. En éstos momentos envidias y odias a la vez al estúpido de Kenneth. Él se habrá despistado con una cosa u otra y llegará tarde, siempre llega tarde. ¿Incluso cuando no sabéis nada de vuestro padre? Incluso entonces, es Kenneth.
El frío es particularmente molesto, los arboles se mueven de una manera desigual y hace que tengas que sujetar tu ropa. Molesto día para un molesto trabajo. Te imaginas dónde podría estar tu padre y solo aparecen lugares exóticos y lejanos. Quizá no, quizá simplemente haya salido a vender alguna pieza coleccionista, o sencillamente se haya marchado con algún amigo a alguna casa de campo a descansar. Tu padre es así, responsable pero un tanto irracional.

A lo lejos ves acercarse un par de personas bien abrigadas, deben de ser los amigos de tu padre: Jan Joyce-Cleveland, y Knox Makepeace. Al señor Makepeace lo conoces des de niño, él fue el tío enrollado que traía juguetes a casa. Ahora, ves que es alguien especial en la familia y que sin él tu padre no sería quien es. Para bien o para mal.

- ¡Roger, cuánto tiempo! – Se entrevé una sonrisa en su rostro.
- Cierto, lástima que nos veamos en estas circunstancias. – Eres tajante, tu padre ha desaparecido.
- Tienes razón, pero no debes preocuparte. Tu padre siempre aparece, - una pausa que aprovecha para mirar el suelo – más tarde o más temprano. Con lo desordenado que  es seguro que ha dejado notas con su viaje por todos lados. Por cierto, éste es Jan Joyce-Cleveland, no sé si os conocéis. Éste es…
- Debe de ser Roger Fell, el hijo mayor de la familia Fell, tu padre me ha hablado mucho de ti. Un honor conocerte. – Su brazo se alarga hacia a ti.
- El honor es mío señor Joyce-Cleveland. – Respondes sin dilación.
- Si tienes que decirme cada vez por mi apellido te quedaras sin saliva. Llámame Jan. – Parece intentar ser amable.
- Como desee señor Jan. – El respeto ante todo.
- A mi puedes llamarme tío Knox, - vuelve a esbozar una sonrisa – soy un sentimental.
- ¡Tío Knox! – La voz de tu hermano ha llegado como un rayo. No llega tan tarde como de costumbre, todo un logro.
- Kenneth, dame un abrazo. No importa la edad que tengas, siempre serás el pequeño. – Quizá Kenneth haya sacado algo de Knox.
- Hermano. – Su expresión muestra un tono pícaro. Estiras la mano y se la presionas.
- Recuerdos de Muriel, me ha comentado que podríais venir a comer un día, tú y tu pareja. La que tengas ahora. – Dices regocijándote en éste último comentario.

Un ruido se escucha de fondo. Se aproxima un coche, debe de ser el inspector. El motor para y baja de él el detective Norman Wright.

- Buenas tardes a todos. Señores Fell, señor Joyce-Cleveland, señor Makepeace. – Su rostro va mirando de uno a otro. Todos saludan con un gesto. – Propongo que entremos en el edificio lo antes posible.
- Tiene usted razón detective. – Con esa frase sentencias el momento. 

Hace cuanto que no hablabas con Fell, quizá unas semanas, apenas un mes. Estaba nervioso y se mostraba con un comportamiento extraño, eso te hacía dudar. Pero en fin tampoco has querido hurgar más en la vida en la vida de tu amigo, pues algo extraño se olía. Le debías eso, no saber nada más de él. Has movido los hilos necesarios para saber que estaba metido en algo turbio con las antigüedades, pero parece que eso es cosa del pasado.

La calle parecía tranquila des de lo alto de viejo coche. Un policía no se puede permitir nada mejor. El inspector Gough, siendo el jefe del departamento no tiene un coche mejor que el tuyo. Vida de poli, seguro que me hubiera ido mejor como banquero. Pero hoy tienes un trabajo que hacer, has sido tú quien ha montado todo este tinglado y debes ser tu quien lo cierre. Entrar, buscar paradero de Fell y salir en su busca. Es fácil y cuanto menos involucres a todos mejor, al fin y al cabo es tu trabajo y tu deber.

Aun te duele la cabeza del golpe en la sien. Maldito O’Brian, el jodido drogadicto te había golpeado casi sin tenerse en pie. Se tambaleó hacía un lado y todo su cuerpo hizo de contrapeso y el golpe arremetió contra ti. Cuanto debe pesar un hombre de su estatura, de hecho no importa mucho, el daño ya está hecho. Al entrar en aquel tugurio de malamuerte con olor a opio se te revolvió el estomago. Y algo se revolvió hacía arriba al ver aquellas dos mujeres retozando en aquél sofá. El sexo te pierde viejo amigo.

Ves la casa de Fell a lo lejos. Hay cuatro personas delante. Es perfecto, si ya están todos no hace falta entretenerse demasiado. Paras el motor del coche y bajas de él. Miras a los ojos a la gene que ésta expectante.

- Buenas tardes a todos. Señores Fell, señor Joyce-Cleveland, señor Makepeace. – Tu mirada pasa de uno a otro. Todos saludan con un gesto. – Propongo que entremos en el edificio lo antes posible.
- Tiene usted razón detective. – Con esa frase sentencia el momento el hijo mayor de Fell.

- ¿Crees que Fell se habrá metido en algún lío? – Jan decía indiferente.
- Conociéndole seguramente, pero no quiero sacar conclusiones antes de hora. – No sabes si estar preocupado o no. – Al fin de cuentas Thomas siempre ha sido alguien con recursos y con una mente muy clara.
- Clara para muchas cosas, pero no para los negocios.
- Él está hecho de otra pasta que no entendemos Jan, él es bueno por naturaleza. – Ésa alusión a la filosofía te ha hecho sentirte bien.
- El lobo es un lobo para el hombre. – Una sonrisa sale del rostro del adinerado coleccionista – Jobbes, mucho mejor que tu querido Rosseau.
- Touché querido amigo. – reís tímidamente. – Mira Roger, el hijo mayor, ya está ahí. - Te giras hacia él.- ¡Roger, cuánto tiempo! – Es sin duda frío como siempre.
- Cierto, lástima que nos veamos en estas circunstancias. – Es tajante, está preocupado por su padre, nadie le culpa.
- Tienes razón, pero no debes preocuparte. Tu padre siempre aparece, - una pausa que aprovechas para mirar el suelo – más tarde o más temprano. Con lo desordenado que  es seguro que ha dejado notas con su viaje por todos lados. Por cierto, éste es Jan Joyce-Cleveland, no sé si os conocéis. Éste es…
- Debe de ser Roger Fell, el hijo mayor de la familia Fell, tu padre me ha hablado mucho de ti. Un honor conocerte. – Su brazo se alarga hacia Roger.
- El honor es mío señor Joyce-Cleveland. – Responde sin dilación.
- Si tienes que decirme cada vez por mi apellido te quedaras sin saliva. Llámame Jan. – Parece intentar ser amable.
- Como desee señor Jan. –Respetuoso como siempre.
- A mi puedes llamarme tío Knox, - vuelves a esbozar una sonrisa – soy un sentimental.
- ¡Tío Knox! – La voz de Kenneth ha llegado como un rayo.
- Kenneth, dame un abrazo. No importa la edad que tengas, siempre serás el pequeño. – Y amable, y querido.
- Hermano. – Su expresión muestra un tono pícaro hacía su hermano mayor, que le devuelve el apretón de manos.
- Recuerdos de Muriel, me ha comentado que podríais venir a comer un día, tú y tu pareja. La que tengas ahora. – Dice regocijándose en éste último comentario. Aún están peleados, piensas.

Un ruido se escucha de fondo. Se aproxima un coche, debe de ser el inspector. El motor para y baja de él el detective Norman Wright.

- Buenas tardes a todos. Señores Fell, señor Joyce-Cleveland, señor Makepeace. – Su rostro va mirando de uno a otro. Todos saludan con un gesto. – Propongo que entremos en el edificio lo antes posible.
- Tiene usted razón detective. – Con esa frase el mayor de los Fell sentencia el momento.

- ¿Crees que Fell se habrá metido en algún lío? – A parte del negocio que tenía conmigo. Ríes en tus adentros.
- Conociéndole seguramente, pero no quiero sacar conclusiones antes de hora. – Parece que no sabe nada. – Al fin de cuentas Thomas siempre ha sido alguien con recursos y con una mente muy clara.
- Clara para muchas cosas, pero no para los negocios. – Sólo ponía pegas a todo.
- Él está hecho de otra pasta que no entendemos Jan, él es bueno por naturaleza. – Un seguidor de Rousseau, seguro que se acuesta con franceses.
- El lobo es un lobo para el hombre. – Una sonrisa sale de tu rostro. – Jobbes, mucho mejor que tu querido Rosseau.
- Touché querido amigo. – reís tímidamente. – Mira Roger, el hijo mayor, ya está ahí. – Se gira hacía él - ¡Roger, cuánto tiempo!
- Cierto, lástima que nos veamos en estas circunstancias. – Es tajante, está preocupado por su padre, nadie le culpa.
- Tienes razón, pero no debes preocuparte. Tu padre siempre aparece, - una pausa que Knox aprovecha para mirar el suelo – más tarde o más temprano. Con lo desordenado que  es seguro que ha dejado notas con su viaje por todos lados. Por cierto, éste es Jan Joyce-Cleveland, no sé si os conocéis. Éste es…
- Debe de ser Roger Fell, - Te apresuras a decir. - el hijo mayor de la familia Fell, tu padre me ha hablado mucho de ti. Un honor conocerte. – Tu brazo se alarga hacia Roger.
- El honor es mío señor Joyce-Cleveland. – Responde sin dilación.
- Si tienes que decirme cada vez por mi apellido te quedaras sin saliva. Llámame Jan. – Mejor tenerlos a todos de vuestro lado, por lo que pueda pasar.
- Como desee señor Jan. –Respetuoso responde el médico.
- A mi puedes llamarme tío Knox, - el coleccionista vuelve a esbozar una sonrisa – soy un sentimental.
- ¡Tío Knox! – La voz de Kenneth Fell ha llegado como un rayo.
- Kenneth, dame un abrazo. No importa la edad que tengas, siempre serás el pequeño. – Parece que la relación entre Kenneth y Knox es mejor que entre Roger y Knox.
- Hermano. – Su expresión muestra un tono pícaro hacía su hermano mayor, que le devuelve el apretón de manos.
- Recuerdos de Muriel, me ha comentado que podríais venir a comer un día, tú y tu pareja. La que tengas ahora. – Queda claro que Roger no se lleva bien con nadie.

Un ruido se escucha de fondo. Se aproxima un coche, debe de ser el inspector. El motor para y baja de él el detective Norman Wright.

- Buenas tardes a todos. Señores Fell, señor Joyce-Cleveland, señor Makepeace. – Su rostro va mirando de uno a otro. Todos saludan con un gesto. – Propongo que entremos en el edificio lo antes posible.
- Tiene usted razón detective. – Con esa frase el mayor de los Fell sentencia el momento.

Lástima que Thomas no esté aquí, parece que una reunión familiar como esta no sucede muy a menudo. Mientras espera a ver si alguien toma la iniciativa en la conversación Jan se distrae analizando a los presentes ¿Les importa? Pregunta, sin mirar a nadie en particular, mientras sin esperar una respuesta se enciende una pipa de madera.
En el rellano de la antigua casa reinan distintos silencios que se hacían sobra unos a otros, el denso silencio del abandono tras las puertas de la pequeña mansión se entremezclaba con el tenso silencio de las personas que estaban agrupadas en la entrada, pero tras ellos se podía sentir un silencio mucho más intenso, el eco de un misterio que intentaba acallar los otros silencios con un frío murmullo. Jan que no brilla por su paciencia se decide por romper aquel manto de embriagador silencio. ¿A que se dedica usted, señor Kenneth? Pregunta al menor de los Fell, parece ser la obeja negra de la familia, por sus habitos se ve que no es medico pero no deja de tener un aire de inteligencia

Las palabras de Jan no llegan a Kenneth, este ya esta recorriendo la casa en busca de novedades. Si hay que hablar algo ya se encargara Roger, que eso le encanta. Veamos que sorpresas tiene esta casa. Necesito hacer un cambio radical, mi arte empieza a ser predictivo.

Entre rápido en el domicilio justo detrás de mi hermano, lo único que me preocupaba en ese momento era mi padre.

Por lo visto la puerta estaba abierta...

El detective mira detenidamente como los hermanos Fell y el señor Joyce-Clevelant se adentran en la casa. Acto seguido comienza a caminar contemplado la entrada de la casa y recordando su última visita a esta. ¿Qué le ha pasado Sr Fell?   Finalmente sigue al resto hacia dentro y se dirige a la sala de estar. 

Tras esperar pacientemente para quedarse sólo y entrar el último, el Profesor decide dirigirse hacia la entrada. No sé porqué, pero hay algo que me va a quitar el sueño. Y el detective... he escuchado habladurías de él... tendré que esperar y ver si puedo confiar en su criterio. Por lo menos, espero que podamos encontrar a Thomas.  Mientras iba divagando, ha llegado a la entrada dónde estaban todos menos Kenneth. ¿Nos dirigimos al salón señores? Quizás Kenneth podría traernos algo para beber, iré a buscarle.

El pequeño de los Fell se apresura a sacar la llave de la maceta adyacente en el porche. Abre la puerta y entra en el domicilio de su padre, detrás a diferente ritmo van entrando el resto personas que unos segundos antes estaban en el umbral del porche.

El recibidor es una pequeña salita que da directamente al comedor. Está llena de cuadros y antigüedades por todas partes. Seguramente para alguno de vosotros es una casa con una decoración pasada de moda, pero en fin Fell es así. Des de esa posición lográis ver el replano de la escalera que sube al piso superior. Sabéis por otras visitas que des de el comedor se accede al aseo, a la cocina y a los dos dormitorios: el de Fell y la antigua habitación de los niños, ahora un almacén de trastos viejos.

Vosotros sabéis que en el piso superior está el despacho de Fell.

Vosotros además sabéis que lo que parece un armario empotrado bajo la escalera es una puerta al sótano.

Desde el primer momento que pone un pie en la casa Norman se olvida por completo del resto, de momento. Su mirada surca las paredes y muebles de todo el recorrido hasta el salón. Algún indicio debe haber de lo que estuviera haciendo el Sr Fell. Piensa en el momento que entra en el salón. Pero su pensamiento no le detiene, y una vez ha entrado en el salón comienza a mirar el anticuado mobiliario de la sala. Es típico del Sr Fell tenerlo lleno de antigüedades, para mucho puede parecer sobrecargado, pero a Norman no le extraña para nada, ha estado otras veces allí. Así que mientras busca evidencias de algún tipo de documento u objeto olvidado o dejado en un lugar que no le corresponde, también comprueba todas las excéntricas antigüedades que atesora el comedor, en busca de alguna desaparición o nueva adquisición desde su última visita. (Habilidad investigación: Recogida de pruebas ).

Tras el rápido vistazo sonríe para sus adentros, satisfecho del primer reconocimiento. Finalmente vuelve a focalizar su atención sobre los presentes, esperando a que todos entren en la sala para poder comenzar a investigar la desaparición de l Sr Fell. Pasen y siéntense, por favor, no me gustaría entretenerles más de la cuenta.

En la mesa que hay en la recepción de la casa hay correo ordinario abierto. Recientemente Thomas Fell ha estado recibiendo correo de compañías especializadas en equipo de acampada y material de aventura (kayaks, mochilas, herramientas de escalada, etc.).

Elegantes baratijas pero elegantes al fin y al cabo. La mirada del señor Joyce-Cleveland volava entre gastados trofeos de guerra, viejos cuadros, extrañas esculturas y un sinfín de antigüedades cubiertas de polvo. ¿Nada nuevo? Parece que Thomas ha estado ocupado ultimamente. Jan se dirige al comedor. Hace tiempo que no vengo a casa de Thomas, si no recuerdo mal el aseo estaba por aquí, disculpen caballeros.

Jan sale rapidamente del recibidor cruza el comedor y sin entrar en el lavabo va hacia la habitación de Thomas, si llegan los otros dirá que encontró la luz encendida y le pareció extraño. Busco pistas sobre nuestros negocios, algo que hable sobre ellos y q deba ocultar al resto. Habilidad supervivencia? pq mi instinto me lleva a ocultar al resto la información?