Partida Rol por web

La música gospel guiaron sus pasos a los tres investigadores. Tuvieron que abandonar el sendero para introducirse entre dispares lápidas hasta subir una pequeña colina. Allí todos eran de raza negra. Las manillas del reloj pasan las once y la manilla grande ha tocado el número cinco y se aproxima al 2. La presencia de los tres personajes, ávidos de conocimiento y curiosidad, no pasa desapercibido y las miradas se centran en esos tres "blanquitos".

Thomas se sintió un poco incómodo. Nada que ver con el racismo, él se había criado allí, lejos de los prejuicios de la vieja Europa, y al fin y al cabo su familia era extranjera y considerada de otra minoría. Pero que todos lo mirasen... Vaya...

Intentó pasar desapercibido, sin demasiado éxito.

Entramos los tres juntos al funeral, y parecía que lleváramos luces de neón en nuestras cabezas. No paraba de mirarnos.

Susurrando al resto de mis compañeros. - ¿Algún plan o improvisamos?

Me subo el cuello de la gabardina y me bajo el sombrero, para evitar las miradas indiscretas

La noche había sido larga, lo último que recordaba era el corto trayecto junto a sus amigos, sus compañeros de fatigas de aquella noche en la que se habían envuelto en esas extrañas circunstancias.  El sonido de la botella vacía de licor al caer al suelo fue lo que lo despertó esa mañana, había quedado para ir a un funeral, pero no había pensado que el funeral tendría más color de lo que al principio había pensado.

Todas la miradas se fijaban en ellos, aunque intentaran pasar desapecibidos nuestro color de piel nos delataba, habría que hacer algo para no desentonar aún más. - Señores creo que lo primero que deberíamos hacer es presentar nuestros respetos en cuanto termine la ceremonia a ... - se dió cuenta que no sabía de quien era el funeral - ...al difunto. Intentó adivinar por los gestos compungidos de la gente quien era el familiar más allegado del difunto, sin dejar de intentar buscar a quien habían venido a ver, el trompetista debería estar cerca.

Arthur olía a alcohol, parecía que no había pasado buena noche, pero estaba con nosotros, intentando resolver todo este misterio.

Jack se encontraba mirando alrededor de donde estan para ver si en algún sitio indicaba en un cartel el nombre del difunto, o la familia que lo había organizado. En algunas ceremonias de música gospel hacían eso.

Aunque los tres individuos se convertían en el centro de atención, la ceremonia continuó bajo la atenta mirada de los invitados que observaban con desconcierto y desconfianza. El féretro se halla junto al altar de una pequeña capilla y el predicador hace su trabajo. El coro gospel ejecutó magistralmente sus interpretaciones enriqueciendo el funeral. Entonces llegó la parte del sermón, donde el predicador apeló a su capacidad de oratoria y cautivaba a los familiares con promesas de un nuevo mundo mejor. Entonces llegó la interpretación estrella: El coro se abrió para dejar paso a un individuo con una chaqueta desgastada y unos pantalones que en tiempo quizás fuera blanco. Llevaba un elegante sombrero de ala ancha, portaba una trompeta.

Leroy llevó la boquilla de su trompeta a la boca y comenzó a interpretar una melodía melancólica. Las notas se sucedieron en una cadencia emotiva que arrancó lágrimas de la esposa del difunto. Las notas eran ejecutadas con una maestría artística que erizaba bellos y causaba nudos en las gargantas.
Entonces dos porteadores quizás familiares, levantan el féretro y comienza un desfile hasta la santa sepultura que lo espera. La gente murmura, ¿qué era ese sonido rítmico? ¿dónde estaba el percusionista que emitía ese sonido?. El sonido al principio se complementa y pasa desapercibido pero poco a poco aumenta en intensidad. Leroy no parece darse cuenta de aquello, está sumido en un trance embriagador y la melodía sigue. Los porteadores del féretro dan un traspiés cuando el peso del interior se desplaza repentinamente. Sobrecogidos se miran el uno al otro. La multitud se exalta y la música cesa. La tapa del ataúd se abre de golpe y los porteadores sueltan la carga apartándose horrorizados. La multitud se alarma y chilla: Frederik Fayette surge gris, hinchado y aturdido. Mira s su alrededor con sus ojos vidriosos carente de vida y los presentes chillan y el pánico se extiende.

Pocas veces había estado en un funeral de negros, intentaba recordar alguna ocasión pero no conseguía hacerlo posiblemente nunca hubiera asistido a uno, aunque tampoco descartaba que el alcohol le estuviera haciendo una mala pasada. Una vez las miradas dejaron de centrarse en ellos, la música empezaba con otro tono, y un sonido especial comenzó, el trompetista había empezado su actuación. 

Todo ocurrió muy rápido, pero se puede resumir en una palabra inconcebible, de una acción cómica como puede ser para un ajeno a la situación ver como los que llevan el ataud dan un traspiés, se vuelve en una situación espeluznante, del interior el fallecido se levanta, en un acto de entereza poco común en el mantiene el tipo, intentando que el difunto, no se fije en él.

No podía creer lo que estaban viendo sus ojos. El ataúd, debido a un tropiezo de los porteadores, se resbaló y golpeó el suelo. De allí se incorporó el supuesto difunto, con un color gris pálido, que solo esa tonalidad volvería loco a cualquiera.

Jack, con la voz temblando, se dirige a sus compañeros.
- Habéis vistooooo esoooooo (le temblaba la voz), nooooo puedeeeee ser que nos paseeeee dosssss vecessss seguidasssss. Le temblaban las piernas

Thomas se sintió desfallecer al ver al cadáver surgir de la tapa abierta, y la cabeza le dio vueltas durante un segundo. Todo aquello era muy extraño, pero después de lo pasado anoche, ya nada lo impactaba tanto.

-¿Otro cadáver andante? -susurró, más para sí mismo que para sus compañeros.

La que parece ser la viuda se acerca al cuerpo tambaleante de su difunto marido. Se levanta el velo y muestra unos ojos brillantes enturbiados por las lágrimas.
- ¿Freddie, eres tú? - pregunta en un hilo de voz, le cuesta articular palabra alguna por la emoción.
El cadáver andante se detiene, se da la vuelta en medio de las sacudidas, la mira con gesto asustado, como si se diera cuenta de su situación. Inclina la cabeza y comienza a emitir un terrible grito y se derrumba a los pies de su esposa. Queda inmóvil. ¿Habrá muerto definitivamente?.
Un clamor se extiende entre la multitud, y su rabia se dirige contra el funerario: ¡Lo ha enterrado vivo! La situación parece ponerse tensa. Los presentes sacan sus conclusiones y el funerario comienza a retroceder con un gesto de horror en la cara, se teme lo peor.

Luchando contra su propio miedo, Jack se acerca al ataúd, no muy cerca, solo unos metros, para ver si percibe algún signo de vida en el "cadáver" de Frederik.

Para llegar allí ha sido necesario un par de empujones y recobrar una vez la verticalidad debido a la avalancha que se ha producido.

Tras el grito aterrador del difunto, todo se descontrola, se vuelve un caos,  Arthur sigue de cerca a su amigo detective intentando no perder de vista a quien habian venido a ver, Leroy. Mirando de reojo al cadaver, le pregunta a White - ¿ves algo?- mirando la marabunta de gente, tenemos que hacer algo o van a hacer picadillo a ese pobre hombre. digo esperando que a alguno de los tres se le ocurriese algo, parecía que el alcohol ahora mismo se estaba cobrando su precio en su cabeza.

Thomas se quedó paralizado, sin saber qué hacer. No era un hombre de reacciones rápidas, y le dio algo de miedo meterse entre la muchedumbre excitada.

La viuda Fayette grita apuntando con el dedo al hombre que va poco a poco retirándose de la congregación con expresión de miedo, miedo por su vida.
- Tú, tú - señala con dedo acusador - has enterrado vivo a mi Freddie.
- Nó, no - el hombre responde alterado - estaba muerto, yo lo vestí y ma-qui-llé y es-ta-ba...muer-to - retrocede cada vez más mientras los invitados avanzan - no pue-de ser.

Quizá algo del alcohol de la pasada noche toadavía estaba residente en su cabeza, inconscientemente no pudo reprimirse ante la furia de la viuda respecto al de la funeraria.

Creyó que con algo de prosa quizá pudiera hacerla entrar en razón, algo de razón ante lo que acaba de ocurrir,- Señora, ... , sea lo que sea que haya pasado ahora no es el momento ... de ... de linchar a este hombre, lo primero que hay que hacer es saber que ha pasado realmente con su marido,- le indico con el dedo al muerto, intentado hacer que reaccione aunque es posible que reaccione de forma totalmente al contrario  - algo ha pasado aquí, con su marido pero si le hace daño a ese hombre quizá nunca podamos saber que ha pasado con su esposo, con Freddie - quizá estas palabras, le persuadieran a la esposa al menos por el momento de linchar al pobre enterrador. Con esto terminaba de hablar, la boca estba un tanto pastosa y necesitaba algo liquido de beber, aunque no creia lo que pensaba su primera opción era buscar algo de agua.

Jack veía como Arthur intentaba persuadir a la viuda de que se tranquilizase, pero cree que sería una misión imposible, ya que acababa de ver como su marido se incorporaba en el ataúd cuando supuestamente estaba muerto.

Intento acercarme al cadáver, para comprobar las constantes vitales, y cerciorarnos de su muerte en su totalidad.

Thomas se acercó a sus compañeros, todavía sin saber muy bien qué hacer o decir. Se acercó a la viuda y al enterrador e intentó calmar un poco las cosas.

-Señora, soy médico -empezó, y justo después de empezar se arrepintió de haberlo hecho-. Créame, seguro que hay una explicación plausible a lo que ha sucedido. No creo que el hombre estuviese realmente vivo cuando lo enterraron. Quizá estuviese en coma, nadie hubiera podido saber que todavía vivía.

Los ánimos comenzaron a calmarse. La señora Fayette se ha calmado y el acosado trabajador de la funeraria corre para apartarse de aquella loca muchedumbre que amenazan con lincharle. Entonces la viuda se desmaya.

Arthur rápidamente intenta agarrar a la viuda antes de que se golpee inconsciente en el suelo. La deposita con la mayor suavidad que puede en el suelo, y hace gestos a su amigo médico para que le eche un vistazo.

- ¿Qué diablos ha pasado?, es tan inverosímil como anoche, - dice en voz baja intetando que su mente vaya poniendose en funcionamiento, su cuerpo le lleva algunas horas de ventaja es hora de ponerse a trabajar.