Partida Rol por web

Isabella tiene la nariz arrugada todo el tiempo que dura la “operación” de Santiago. Cuando corta la herida se gira, tapándose la boca para no ponerse a vomitar. No sabe que puede ser más, asqueroso o doloroso. Ella hubiese pegado unos gritos que la hubiesen escuchado en Coneticut. Está claro que para ser poli hay que tener una pasta especial. Bueno, y enfermera también….

Le sonrío cuando acaba de curarlo. –Buen trabajo, tía.- y doy un golpecito en su hombro. Desgraciadamente hay que moverse, y rápido, decidir. Pufff, vuelta a la realidad. -No tengo ni idea de que puede haber en la maleta, aunque creo que sé cual es. -Miro a Miguel –¿Te acuerdas que Abigail la estuvo mirando? Sería una putada que hubiese algo que nos pueda servir y dejarlo Imaginaos,… unos planos o algo así…. –Frunzo el ceño y me cruzo de brazos, mirando al nuevo. -Pero claro, como al soldadito no le ha dado la gana de esperarse…. - Me encojo de hombros, negando con la cabeza… -Creo que ya es tarde para cogerlo, hay que desmontar esto, ir, buscarla, volver a montar el chiringuito otra vez… no sé. –Pero si no lo hacemos, dependeremos totalmente de él. Y eso tampoco me convence. Nada de nada.

Mari paz observaba a sus compañeros de fatigas, y nunca mejor dicho. Cada vez eran menos y las nuevas compañías no eran de fiar. Y por si no tuvieran suficientes problemas la única ayuda que podían conseguir estaba detrás de la improvisada barricada que ese desconocido había montado en un momento.

Entre depender de la fresca esa o poder tejer nuestro propio camino yo lo tengo muy clarito.

Sin previo aviso, comienzo a apartar la improvisada barricada...

Joder, estoy seguro de que Alan quería ayudaros cuando os escribió eso, pero va a conseguir justo lo contrario. Que nos maten a todos.

Tras eso se pone también a deshacer la barricada.

Isabella se une al ataque de actividad. Se dispone a ayudar para tardar lo menos posible. La expresión del rostro es de tener un humor de perros, no parece que le haya hecho mucha gracia el comentario de su amigo soldado.

-A la mierda.... os ayudo.- Sólo falta que no sea algo realmente valioso...

Trabajando entre todos la barricada desaparece rápidamente, es casi lo primero que habeis hecho como un grupo, esa es la idea que os viene a algunos a la cabeza.

Quien tenga la llave debería abrir, aún así alguien armado debería quedarse guardando la trampilla del cuarto de Miguel.

Tras eso mira a Miguel.

¿Me dejarías tu arma?, ¿la que descargaste tras ofrecersela a la chica? No puedo haceros nada con un arma descargada, pero como ellos no lo saben a todos los efectos es como si todos fuesemos armados.

Mira a André ¿El lleva algún arma no? Aunque recuerda la fuerza de sus brazos y duda que le haga falta nada más que sus manos para matar, aún así podrían acribillarlo desde lejos y siempre era bueno poder defenderse también desde lejos.

La joven agradece el cumplido de Isabella con un brillo en su mirada.
Ayuda como buenamente puede en quitar cosas de la barricada mientras observa en silencio al Soldado con el ceño fruncido.

Sigo sin fiarme de uno y de otro, del soldado y de la enfermera....
- Mejor haremos lo siguiente, si os parece bien Isabella, Mari Paz, Daniel, Santiago, André..., miro rapidamente a cada uno de ellos.
- Mari Paz, Isabella y yo iremos rapidamente a la cocina y traeremos la mochila del padre Alan intacta, ya tendremos tiempo de abrirla aqui mismo delante de todos y con la barricada levantada de nuevo..., recordando que cada uno de nosotros estamos armados, y que la cocina está a tan solo unos pasos tras la puerta de los dormitorios... Es imposible tardar mas de 2 minutos!!!, digo todo convencido...
- Santiago, Daniel, podríais quedaros aqui en la puerta cubriendonos... Y tu, André, ya le tienes cogidas las cosquillas al soldado por si hace algún movimiento extraño... Por cierto estás armado?, pregunto finalmente a André...

Ante la situación y el plan que se está ofreciendo Santiago quiere aportar su granito de arena. - Si queréis os puedo cubrir el pasillo que lleva a la entrada, donde nos encontramos a este soldado - Dicho esto Santiago se levanta con el pecho descubierto, solo tapado por las vendas, (esta fuertote) y coge el mp5 del soldado con más fuerza. - Que por cierto, ¿Cómo te llamas?

Isabella resopla, cuando acaba de hablar el soldado. La tiene más quemada que la pipa un indio. Es un violador, joder, lo ha reconocido, y nada, el tío es el alma de la fiesta. Me cago en todo.

No te vamos a dar un arma. Sólo falta eso, vamos…- Mientras me acerco a la puerta, saco la puta llave. Estoy segura de que cualquiera de las opciones es un suicidio, así que bien pensado, da un poco igual en que grupo estar. Mientras esté en el mismo que Miguel, claro.

Vale, voy.- Suspiro. Daría la vida por volver a ver a mi Andy. Y parece que justo eso voy a hacer, pero sin conseguirlo. -Pero…. a éste hay que controlarlo bien. Vaya que decida hacer el plan por su cuenta y riesgo, pasando de nosotros y se meta por la trampilla.- Una mano en la llave, la otra con la jodida pistola. 2 minutos. Ojalá no te equivoques, Miguel.

Espero a que Mari Paz dé el pistoletazo de salida, la única que tiene que queda por decir si viene.

Cuando el soldado pidió un arma mari paz respondió rápidamente con un sonoro y directo ¡NOOO!

Mari paz observa a sus compañeros. Si bien ella no tenía ganas de volver a ese lugar parecía estar muy claro que contaban con ella.

Humm... yo es que prefiero no volver a ir a la cocina. ¿Os importa si me quedo aquí cubriéndoos?

Daniel mira indeciso a donde ir, luego se encoge de hombros y saca el arma de nuevo, mirando hacia la puerta

-Bien, me quedaré cubriendo si lo necesitan...-

Gira su mirada a Liss, a la cual llevaba rato sin observar, y por unos 5 segundos se queda absorto mirandola, fascinado, luego sacude la cabeza y vuelve a voltear hacia afuera, atento a lo que pase.

Por si no estaba bastante confundida sobre si era una buena idea, los demás se quitan del medio. Isabella los mira, sin emitir palabra alguna, perdida en sus propios pensamientos y pensando detenidamente en unas palabras en concreto. Las cocinas. Se acerca a Miguel, tendiéndole la llave.

Miguel, es mejor que no vayamos. Mira, saber que era este sitio era la guerra particular de Alan, la nuestra es otra… salir de aquí con vida.- Suspiro, mirándolo a los ojos. cansada ya de todo. - Cada vez que nos separamos, muere alguien, he perdido la cuenta de cuantas veces hemos comprobado ya eso. ¡Joder, quedamos CINCO, de los que entramos!- Muerdo el labio inferior, no me hace gracia defraudarlo… pero mi guerra es otra.

Comienzo a hablar más rápido: –Vamos contra reloj, si salimos y se complica a lo mejor perdemos la última oportunidad de salir con vida de aquí… o quizás no encontramos nada en la maleta.. o quizás nos ataca “algo”. Puta mierda, son demasiadas posibilidades chungas.- Le cojo la mano, sin interés alguno en que sea para ligar o nada parecido. Sólo el sentir un contacto humano, y que él lo tenga también. Yo desde luego lo necesito. -Tenemos que salir y decir ahí afuera lo que pasa aquí dentro… Yo… yo tengo que volver a ver a mi hermano, Miguel, tengo que hacer todo lo posible. No me da la gana de que su último recuerdo de mi sea haber visto a una tía hacerse pasar por mí matando a alguien.- Aprieto un poco su mano, decidida tambíen en lo que digo después. Seria.

No voy a dejar que vayas sólo, te acompañaría… pero… por favor, mejor... larguémonos de aquí, ya.

El estupefacto André va mirando a unos y a otros con cara de no estar enterándose de nada. De vez en cuando mira al soldado, a la expectativa de ver si dice que hay que hacer.

Se gira hacia Santiago, y sus ojos abandonan su fría y calculadora mirada durante unos segundos. Las dos balas que le habían extraido se las había disparado el, y aún así lejos de intentar matarlo o guardarle odio le preguntaba el nombre.

Se sonrojo un poco, como avergonzado.
Mis padres son hispanos y me pusieron un nombre compuesto de esos que salen en las telenovelas. Suelen llamarme 37, que es el número de letras total de mi nombre.
Habla rápido como si fuera una ametralladora, tras contestarle se gira hacia los demás y se lleva las manos a la cabeza en señal de incredulidad.

Yo opino como Isabella, aún así por Dios daos prisa. Lo último que necesitamos es perder el tiempo discutiendo y además con la trinchera quitada. Lo que tengáis que hacer, hacedlo.

Se gira hacia André... Ve al cuarto de Miguel, la trampilla se abre hacia arriba así que usa toda la fuerza que sea necesaria para que eso no suceda si se presenta el caso. Contigo ahí tenemos esa zona segura.