Partida Rol por web

Merial tosió y trastabilló al levantarse, apoyándose en la pared mientras jadeaba.

—¿E... estáis bien...? —preguntó, pero una expresión de horror se dibujó en su rostro cuando comprobó la ausencia de la arbórea—. Oh, no... ¡Mawi!

Antes de que pudieran decir nada más, oyeron una leve tos que llegaba desde debajo de las piedras derrumbadas. No pudieron ber ver nada, pero sí escucharon una vocecita.

—Chi... ¿chicos...? —Mawi parecía aterrorizada, pero no herida—. ¿Estáis... estáis ahí? Yo... yo estoy bien. No me he hecho daño...

Quizá era verdad que aquella arbórea tenía una suerte fuera de lo común.

-Ya está, así acaba todo-

Pensó Runi cuando todo empezó a temblar. Trató de no cerrar los ojos pero no quería que lo último que viese fuera una piedra cayendo hacia él.
No obstante cuando todo pasó y sólo tenía algunos arañazos abrió uno de los ojos y echó un vistazo. Sorprendido abrió el otro. Al parecer estaba todavía vivo. Aquello solía ser una buena señal.

-Estás teniendo demasiada suerte viejo. Te va a pasar factura.-

Ya había decidido seguir adelante, tenía que averiguar qué había pasado y encontrar a la princesa, cuando escuchó el graznido de Svartfloy.

-Parece que ese pajaro es tan cabezota como yo. Más le vale haber cuidado a los chicos.-

El viejo skaldi se sacudió un poco el polvo mientras se ponía de nuevo en marcha. No había tiempo que perder. Tan solo esperaba que aquel temblor y desprendimientos se hubiese llevado alguno de los hombres de Lognar por delante.

Conocía aquella sensación y era horrible. Él era un enano, uno atípico, pero enano al fin y al cabo. Para su raza morir enterrado por un desprendimiento era tan humillante como morir ahogado para un pez. El enano miró desesperado a los lados intentando encontrar una ruta alternativa que le permitiera continuar con su camino aunque tuviera que tomar una ligera desviación.

—Ayúdame a buscar una ruta alternativa Byrald o tendremos que arriesgarnos por este camino inseguro —dijo el enano queriendo demostrar que aquello era algo importante y que debían de apresurarse.

Sin perder el tiempo él mismo se dispuso a buscar algún camino que le ofreciera una solución aceptable.

La voz de Mawi hizo que Ylva se dejase caer en el suelo llevándose la mano al pecho. Aquel había sido uno de los sustos más grandes de su vida. Cuando fue capaz de volver a hablar y a respirar, se acercó a las piedras con cuidado. Lo último que quería era que por tocar alguna roca, hiciese caer el resto encima de la pobre arbórea.

—¡Mawi! ¡Menos mal! —exclamó intentando ver alguna manera con la que ayudar a salir a la pequeña— No te preocupes, te sacaremos de ahí. ¿Tienes mucho hueco? ¿ves alguna luz para saber de donde quitar las piedras?

La chica suponía que las piedras habían caído de forma especial, formando una cueva y protección para las siguientes que iban cayendo.

—¡Qué suerte! Bueno, hubiese sido más suerte que no te hubiese caído nada, pero aún así... ¡Qué suerte has tenido!

Sí, Ylva tenía razón, había sido una suerte, pero siempre que pudieran sacarla de allí, porque poca suerte se podía considerar que tenía si después de no morir aplastada al instante, su vida languideciera durante varios días hasta morir de inanición. No, eso era peor. O igual de malo. Glyrhel no lo tenía claro; no era de esos que dedican su tiempo a pensar qué forma de morir es la peor porque para él todas eran, básicamente, igual de malas.

- No te preocupes, te vamos a sacar de ahí. Tu tranquila, Mawi. Recuerda que la suerte está de tu lado – añadió, esperando que fuera verdad y que esta no se hubiera acabado del todo en aquella última extraña demostración.

La voz de Mawi volvió a oírse, aliviada de haber escuchado que sus tres compañeros estaban bien.

—Estoy en un hueco —dijo—. No hay salida hacia vosotros, pero hacia el otro lado... creo que...

Oyeron un par de crujidos que les alarmaron, pero parecía ser solo que la arbórea había movido unas rocas donde se encontraba.

—Sí, puedo volver atrás...

Aunque la idea no parecía hacerle mucha gracia. Podían intentar despejar un camino para que se reuniese con ellos, pero tal vez fuera más seguro que Mawi retrocediera para reunirse con Strumni y Tressa.

Runi reemprendió la marcha, aliviado de que en aquella ocasión no le hubiera caído medio Skald sobre la cabeza. No tardó en llegar a un recodo en el que una gran parte de la pared estaba desprendida, aunque parecía deberse a un derrumbe muy anterior. Las voces que había oído llegaban mucho más claras, y no tuvo más que asomarse por el hueco para ver que allí estaban los tres chiquillos de la comitiva. Ylva, Glyrhel y aquella arquera elfa de la que se habían hecho amigos.

No se dieron cuenta de la presencia del viejo mago. Estaban muy ocupados examinando una pila de cascotes que, esta vez sí, parecía producto de un derrumbamiento reciente. No había ni rastro de los demás miembros del grupo, y un escalofrío recorrió la espalda de Runi ante la posibilidad de que Strumni, Tressa y la arbórea estuvieran bajo aquellas rocas.

Strumni había acabado de decir aquello, cuando un enorme estruendo pudo oírse en la galería por la que los chicos habían salido corriendo. El montaraz no tuvo la menor duda de que era un desprendimiento. La parte del túnel en la que se encontraba él junto a Tressa y Byrald parecía segura, pero quizá los chicos no hubieran tenido tanta suerte...

El guerrero esqueleto se quedó callado un instante, y luego negó con la cabeza.

—Oh, no... espero que no haya aplastado a los chicos...

Miró, o al menos volvió el cráneo hacia el enano.

—Deberíamos comprobar si están a salvo, pero... puede ser peligroso quedarse aquí. Los niveles superiores parecen más seguros.

Esperó para ver qué quería hacer Strumni.

Con paso decidido Runi llegó hasta las conocidas voces. Una mezcla de alivio y preocupación surgió en su viejo rostro. Alivio porque Ylva y Glyrhel, y la elfa que se les había unido, estaban bien. Pero preocupado por si el derrumbe sobre el que estaban indiase que Strumni, Tessa y la arborea estuvieran debajo del mismo.
Se quitó la preocupación con un gesto, y su cara volvió a ser la dura y fría roca que ponía cuando estaba en los salones de su señor escuchando las audiencias del mismo.

-¿Qué ha pasado? ¿Estáis bien? ¿Donde están Sturmni y Tressa?-

En su interior temía la respuesta a la tercera pregunta.

Al oír el ruido de unos pasos, Ylva se giró con rapidez y apuntó con el arco al mago. Si hubiese tenido un poco menos de sangre fría, la sangre hubiese volado hasta el corazón del anciano, pero afortunadamente lo reconoció a tiempo. La expresión de alivió de la joven, fue patente y bajó el arco pero, segundos más tarde lo volvió a alzar poniéndose delante de Glyrhel, protegiéndolo. 

—¿Cómo nos has adelantado? —la chica no sonaba amenazadora, pero no estaba dispuesta a caer en una trampa. Ya les habían engañado suficiente aquella tarde— demuestra que eres tú.

Las palabras de Ylva lograron sacar una sonrisa a la situación.

-Niña. Si quisiera atacaros no os habría dicho nada antes de llegar. Ni iría con una antorcha dejandome ver. Por no hablar que hay pocas posibilidades que conozca todos vuestros nombres, incluido el de tú padre Gunnar. ¿no crees?-

Aún así lo cierto es que la joven había sido bastante precavida y no se la podía culpar. Parecían haber pasado por bastante en el poco tiempo en que habían estado separados.
Clavó su mirada en el cuervo que estaba con ellos y lo llamó.

-Svartfloy, pollo tiznado. Te dije que cuidaras de ellos. ¿Qué ha pasado?-

—Los nombres son fáciles de saber, y a veces es mejor no matar para sacar información... o para llevarnos a donde quieras.

Con su habitual desparpajo, pero con expresión muy malhumorada, la niña bajó el arco. No parecía que el ceño fruncido tuviese que ver con que dudase de que realmente fuese o no Runi. Para eso estaba Svartfloy. Que no le hubiese arrancado los ojos era buena señal, puesto que el cuervo era más avispado que todos ellos, seguro. Y seguramente también más sincero.

—Pasa que nos habéis mentido —la arquera lo miró enfadada, sin moverse de delante de su amigo. Ahora que sabía que Runi estaba vivo se sentía con derecho a enfadarse también con él. — No contar las cosas es una forma de mentir, como hacen los comerciantes taimados. Y nos habéis mentido. Strumni, mi padre, tú...

Un ruidito de entre las rocas le hizo dar un paso atrás para acercarse también a la arbórea

—Mawi... Es Runi. ¿Prefieres seguir con nosotros o volver atrás?

Aquel estruendo provocó que los ojos del enano se abrieran de par en par. ¿Les habría pasado algo a los chicos? Rezó a varios dioses esperando que la respuesta fuera negativa. Los jóvenes habían mostrado imprudencia a su juicio al abandonar el grupo en mitad de una rabieta infantil pero desde luego que no quería su muerte ni mucho menos, de hecho perder a los jóvenes también, sería un fracaso para él.

—Hay que asegurarse de que estén vivos, si les ha pasado algo o el túnel es inseguro ya veremos como solucionarlo —comentó el enano mientras avanzaba a la búsqueda de los jóvenes.

No lo hizo a lo loco pues mientras andaba se iba fijando en posibles rutas alternativas que tomar por si se encontraban en la peor situación posible.

Si las piernas de Glyrhel no hubieran hecho caso a su cerebro, que las mandó esperar mientras buscaba desesperado hacia donde echar a correr nada más escuchar una voz que jamás hubiera esperado escuchar delante de ellos, el salto que hubiera dado hubiera sido la envidia de no pocos gatos. Por suerte no lo hicieron y ambas piernas aguardaron, entre otras cosas porque la identidad de la repentina aparición no tardó en aclararse, además de que el único camino que permitía una huida estaba bloqueado.

Tras la calma, aparente en principio, llegaron más dudas, pero la enojada verbosidad de su amiga Ylva, que aún no olvidaba los desplantes de los adultos, hizo que el muchacho se las callara y se limitara a alzar la mano dudando si emplearla para saludar al anciano o rascarse la nuca.

- Esto… Eso, Mawi. ¿Tú que crees? Usa tu “habilidad”. ¿Qué crees que es mejor, volver hacia atrás o intentar hacerte un camino hacia nosotros?

¿Habría sido Runi el responsable de aquel terremoto? Si era así… Estaba deseando aprender más magia.

Hubo un instante de silencio al otro lado de las rocas, y entonces el corredor volvió a temblar. Más piedrecitas cayeron del techo, aunque un instante después todo volvió a la calma. Volvió a oírse la voz de Mawi.

—Cre... creo que deberíais seguir adelante —dijo—. Yo volveré atrás y... espero que con mi poder os encontraré...

Su voz no sonaba nada segura, pero aunque parecía aterrarla la idea de perderse en aquellos túneles, la de que todos acabaran chafados bajo enormes rocas tampoco era mucho mejor. Y todo parecía indicar que lo mejor era salir de allí cuanto antes...

Strumni siguió adelante sin dudarlo. Si los chicos estaban en peligro, tenían que ayudarles. Mientras corrían, iban revisando las paredes del túnel, por si había alguna salida secundaria. En uno de los recodos, el enano distinguió un rincón oscuro que efectivamente era una grieta por la que podrían colarse sin mucho esfuerzo y parecía ascender. Quizá no fuera un camino seguro, pero al menos era una alternativa...

No habían recorrido más que unos cien metros por el túnel cuando volvieron a notar un teblor y más piedrecitas cayeron sobre sus cabezas. Aquella vez no hubo derrumbe... pero quizá estaban tentando a la suerte.

Runi enarcó la ceja ante el comentario de Ylva, no tenía muy claro de qué estaba hablando pero no era cuestión de insistir en ello ahora mismo. Miró interrogativamente los cascotes y por lo que escuchó y entendió parecía que la arborea estaba atrapada debajo aunque ilesa. Y lo más importante, que podía retroceder.
Todavía no sabía qué había pasado con Strumni y Tressa, y aunque seguían cayendo cascotes y la zona no era segura se sentó en una de las piedras y acarició al cuervo.

-A ver. Que sé que las cosas están muy tensas. Pero el camino de donde vengo, y que parece que vamos a tener que seguir, no es nada seguro ya que nos lleva hasta Logmar y sus hombres. Si no a su campamento. No sé cómo os  he adelantado, aunque estos laberintos enanos son sinuosos. Creía que por aquí llegaría hasta la princesa, al menos eso creía Lognar también, pero veo que no va a ser posible. Lo cual nos deja solo una dirección.-

Dicho esto miró fijamente a los chicos.

-Bien. Yo os he contado cómo he llegado hasta aquí. Ahora os toca a vosotros, y sobretodo me interesa saber donde están Strumni y Tressa. Deberíais estar todos juntos.-

Seguían cayendo cascotes.

-Será mejor hablar rápido, la zona no es segura.-