Partida Rol por web

Rob miró los dígitos verdes fosforescentes que tenía el despertador de su mesita de noche. Marcaban las 7:57 de la mañana.

Era lunes. Comenzaba otra tediosa semana con más de lo mismo: estudiar, entrenar, estudiar, entrenar, estudiar y entrenar un poco más... Ya quedaba poco para el examen de ingreso en la Academia de Policia. Estaba bastante seguro de que todo lo llevaba bien, pero siempre había algo nuevo que aprender y que tenía posibilidades de caer en el examen.

Apagó el despertador para evitar que sonara a las ocho en punto y se quedó un instante en la cama. Fue entonces cuando lo oyó. Llovía. Se escuchaba perfectamente el sonido de las gotas en el cristal de su ventana y, por como sonaba, tenía que estar cayendo de lo lindo.

Estaba solo en casa, aquella semana su padre trabajaba de noche. Y si no había sido una mala noche, ahora mismo estaría fichando la salida de su turno y en breve llegaría a casa para desayunar.

Y si la lluvia no lo impedía... prestó atención un instante... y escuchó un golpe seco bajo su ventana, en el piso de abajo, al rebotar algo contra la puerta de entrada. Al repartidor del periódico no lo paraba ni la lluvía.

Se estiró cuan largo era, y se quedó aún unos segundos más, los brazos cruzados bajo la nuca, aspirando el ligero aire impregnado de humedad que se filtraba por el resquicio de ventana que dejaba abierta durante la noche. La lluvia tableteaba agradablemente, y...

...empaparía el periódico. Maldijo entre dientes, el porche era lateral, y el repartidor novato. Lo habría tirado contra la puerta, y no tardaría en quedar hecho una piltrafa.

Se levantó de un salto, y posó ambos pies en el suelo de madera. Así descalzo, sólo con el pantalón de un pijama de algodón viejo y holgado, bajó las escaleras en un par de saltos. Su cuerpo de atleta no se quejó, aunque sí lo hizo su vejiga, clamando la urgencia de una noche de sueño. Lo decía además la generosa erección matutina que no disimulaba ni la holgura del pantalón.

Así que sería recoger el periódico esperando que al abrir la puerta su vieja vecina no estuviera husmeando, y luego salir disparado hacia el cuarto de baño.

Al abrir la puerta del porche, dirigió primeramente su mirada en dirección a la casa de la vecina. No había moros en la costa. Y, cuando bajó la mirada al suelo, pudo comprobar que sus sospechas eran ciertas. No era solo que el repartidor tuviera poca puntería, es que la tenía pésima y encima la mala suerte había hecho acto de presencia. El periódico había caído en un charco de agua y estaba empapándose de lo lindo. Tenía que haber empezado a llover hacía un buen rato y la mañana era realmente fresca. Sintió como el calor de su cuerpo desaparecía por momentos y las ganas de orinar se volvían más urgentes.

De repente, una voz resonó delante de él, a unos metros de distancia-¡Buenos dias, Robby!-su vecina, asomada a la ventana de su cocina, acababa de hacer acto de presencia para regar unos geráneos rojos que creían inmensos en un par de jardineras dispuestas a lo largo de la ventana-¡Te vas a resfriar saliendo así a la calle en un día como el de hoy! El tiempo ha dicho que hoy será así todo el día, no va a parar de llover hasta bien entrada la noche. Un desastre, perderás un día entero de entrenamiento porque ¿no pensarás salir a correr con este tiempo verdad? Puedes resfriarte, ¡o resbalarte y caerte!-dejó a un lado la regadera y se apoyó en el alféizar mirándolo descaradamente-Estoy cocinando unos bollos riquísimos. Si quieres, ve preparando el café y cuando llegue tu padre dentro de unos momentos os llevo unos pocos. Creo que estarán hechos del todo en unos cinco minutos. Le gustará encontrarse un buen desayuno, a tu padre siempre le han gustado mis bollos ¡aunque nunca lo reconozca el bandido!

Se quedó allí parada esperando una contestación de Rob a su propuesta y sonriendo ¿afablemente? quizás no seria esa la palabra más acertada....

Mierda. Ahí estaba. Cómo no...

-Er... buenos días, sí... 

Rojo. Iba a ponerse rojo como un tomate, y desnudo de cintura para arriba iba a ser como muy visible la cosa. La "otra cosa" ya lo era bastante, por otro lado, y encima la lluvia estaba mojando su pantalón, con lo que...

-Bollos, ¿eh? jejeje... claro... bien... hasta luego...

Se metió de nuevo en casa y cerró la puerta a una velocidad de examen de academia. El periódico rezumaba agua, y estaba dejando un rastro en el suelo de madera, tendría que fregarlo enseguida no fuera que se reinflara. Pero antes...

Se lanzó de cabeza en el cuarto de baño, tiró el periódico en la pica, y sin tener que levantar siquiera la tapa del water, que siendo sólo dos hombres en casa nunca bajaban, alivió su urgencia con verdadero deleite. Mientras, aún ruborizado hasta la raíz del cabello, no pudo contener una risotada.

Joder, menuda escenita, debe haber disfrutado la vieja, debía parecer un tonto empalmado allí fuera. Y encima empapado...

Justo cuando terminó de aliviar su vegija escuchó como alguien llamaba a la puerta principal.

-¿Rob? ¿Donde andas?-escuchó decir a una voz que claramente no era la de su vecina-¡Joder como llueve! ¡La madre que me parió, que se han roto las cañerías allí arriba y nos van a ahogar a todos! Esto es como lo del Arca pero a lo moderno, tio, ¡que barbaridad! ¡Eh! ¿Donde andas? Que te he visto entrar, que no te escondas...

Tras aquel monólogo y la sorpresa inicial, reconoció la voz de Toni, uno de sus compañeros de academia. Hacia poco que lo conocía, casi nada, acababa de llegar hacia un par de semanas a clase.

-¡Que me estoy poniendo pringao, joder! ¡Como me resfrie ahora con las pruebas tan cerca me da algo! ¿Me puedes dar un poco de cobijo tio? Tengo complejo de esponja y esto no tiene pinta de parar.

Volvió a golpear la puerta principal reclamando la atención de Rob.

-¡Porfi tio! Ya que he tenido la suerte de reconocerte ahora no me digas que no me dejas pasar... te debo una cerveza si abres.

Bueno, esto auguraba un día movidito. Ahora alguien aporreaba la puerta.... Toni. Era Toni, ese chaval nuevo de la academia, que venía de no sé dónde. En fin, que cuando llegara su padre, entre la vecina, sus bollos, y el compi, la casa iba a parecer una fiesta.

-¡Voy! ¡Voy, voy voy!

Ni tuvo tiempo de tirarse una camiseta encima. Lo justo para calzarse las zapatillas, y salir de nuevo al trote.

Abrió la puerta para dejar pasar al recién llegado antes de que armara otro numerito en el vecindario, la vecina debía estar a gusto esta mañana.

-Toni, tío, ¿qué haces aquí? Y como un pato, ¿sabes que hay unos palos con toldo para cuando llueve? Paraguas, creo que les llaman... -le guiñó un ojo al amigo, desmintiendo con su aspecto también empapado sus propias palabras. -Pero pasa, hombre, al suelo ya no le viene de unos charcos más.

No puede ser casual que esté aquí a estar horas de la mañana. O sí...?

Toni no esperó la invitación de Rob, sino que entró directamente en el recibidor conforme la puerta se abrió y casi ni escuchó las palabras del anfitrión. -¡Me cago en tó, tío! ¡Qué forma de llover! ¡Estoy empapado! Ayer me dijo mi padre, Toni, ve a correr bien temprano y entrena ¡que tienes las pruebas ahí mismo, oliéndote el culete! ¿Y que voy yo y hago? Madrugar y liarme a correr para entrenar. ¿Y que pasa? ¡Que se pone a llover! ¿Quién era el tipo ese que aparecía y lo jodía todo? –le tendió la mano y se la estrechó, al estilo típico de los chicos de color americanos- Si, venga, ese que siempre que aparece algo se jode. El primo de nuestro querido Eddy, el actor. Bueno, es primo mío no tuyo, que tú eres muy blanquito para ser de la familia. ¡No me digas que no te acuerdas! –se lo quedó mirando, esperando la respuesta... un segundo- ¡Pues ya somos dos! Y vamos y queremos aprobar ese puto examen. Si al final tendrá razón mi viejo y eso son chorradas que se inventan para echar a la gente del cuerpo antes de que entren. Por cierto, ¿tienes una manta o una toalla? Estoy empapado y me gustaría secarme un poco. Echó a andar, colándose dentro de la casa sin esperar la toalla y dejando un reguero de agua en forma de huellas de zapatillas de deporte empapadas por el suelo. -¡Alaaaa! ¡Que pedazo de choza tienes, tío! Tu tienes pasta. ¡Dime de donde la sacas que quiero participar en el negocio! –exclamó volviéndose para él y simulando que le daba un puñetazo en las costillas- Por cierto, el barrio no está mal. No tenía ni idea de que vivías por aquí, ha sido una casualidad que te viera desde lejos salir al porche. Que ya te vale, con el día que hace y saliendo así a la calle. ¡Tú sí que te vas a resfriar!

-Vale, vale. Afloja tío que me estás empanando ya de buena mañana. ¿Pasta? No, qué va! Ya quisiéramos. La casa la tiene la familia desde ni te cuento, pero nos cuesta sangre mantenerla. Bueno, sangre no, nos cuesta horas de sueño, porque cada apaño y cada arreglo los hacemos nosotros. Desde pintar a la fontanería, todo. Pero bueno, ¡así vamos haciendo maña también, que buena falta hace!

Por lo menos eso decía su padre, y realmente no les faltaban manos a los dos hombres, y con los años ya estaban hechos unos perfectos expertos. Además de que esos pequeños o grandes retos domésticos iban fortaleciendo los lazos entre ellos, compartían trabajo y satisfacción al terminarlo.

Mientras hablaba lo había ido conduciendo a su cuarto y le tendió una toalla limpia del armario.

-Sécate, anda, y sácate las deportivas. Voy a darte unos calcetines, y yo a vestirme. Pero bueno, volviendo a lo que decías... yo vivo en este barrio, pero, ¿y tú? ¿también? Nunca te había visto antes. ¿O es que algo distinto te ha traído hasta aquí? Porque llover hace bastante que llueve, y no creo que hayas estado dando vueltas empapado hasta que has visto a alguien conocido...

Toni siguió a Rob hasta su habitación en el piso de arriba mientras este le explicaba. Se paró en seco en la puerta del dormitorio, acosado por una duda-¿Vivís?¿Estás casado tío?¿Molesto?¡Que son las ocho, joder! Que esto es temprano hasta para mi.... que no quiero molestar....

Entró en el dormitorio con cara de ir a encontrarse a una tía en pelotas detrás de la puerta, pero pareció tranquilizarse después de que tras un par de vistazos a un lado no hubiera señales de ninguna.

-Eso esta guay. Tener una choza como esta y arreglarla uno tiene que hacer sentirse a uno bien y más si no te ha costado un dolar y te cayó en herencia. ¡Guay el tema! -exclamó cuando Rob le tiró la toalla con la que empezó a secarse el pelo- De verdad, me joderá mojarme así...¡Ah! ¡No,no! ¡Qué voy a vivir yo por aqui! ¡Ni de coña! Vivo en el barrio de al lado, el de menos "categoría" y es la primera vez que me decido a venir por aquí a correr. ¡Menudo barrio! Esta todo limpio... Empezó a llover y me harté de correr mientras me empapaba, bueno, eso y que acabo de descubrir que esta birria de zapatillas resbalan con la lluvia. Así que iba caminando a casa porque, claro,... no tengo ni un pavo encima. ¡Vaya mierda de día!

Se sacó la camiseta que dejó directamente en el suelo mientras se secaba el cuerpo con la toalla.

-Bueno qué, ¿me vas a contar donde escondes a tu chorva, tío?

-Jajajaja!! Que no, tío!! No hay chorva. Y no porque no quiera yo, pero por ahora, no hay afortunada que se haya ganado mi encanto...

Lo dijo riéndose, pero en el fondo de su voz había un regusto amargo. Esa era una asignatura pendiente. Mujeres, montones, no iba a negarlo. Era guapo y simpático, musculoso, activo. Peeeero... Su corazón se había blindado ya hacía un par de años, cuando consiguió recuperarlo de una herida de las que sangran, lo había recogido del suelo del apartamento de Margot hecho pedazos, y se lo había llevado como un zombie. Ahora estaba bien, pero aquello le había dejado una cicatriz gruesa y áspera. Y ya no se había atrevido a lanzarse de nuevo, una segunda vez sería demasiado duro.

-No, el plural no es por una chica, es por mi padre. Ya, sí, vivo con mi viejo, pero bien, admito bromas y comentarios sin problemas, jajajaja!. Venga, vamos a ponernos presentables y esperaremos a que llegue. Te lo presentaré y desayunas con nosotros. Me ha dicho la  vecina que traerá bollos recién hechos, y cuando ella lo dice no es una promesa, tío, es una amenaza que cumple!!

-¡La leche, tío! ¡Con tu padre! ¿Pero como quieres que me meta contigo? ¡Si yo vivo tambien con mis padres y mis cinco hermanos! Bueno... y un par de gatos que mi madre se empeña en mantener en el jardín trasero jajajajaja.

Se sentó en una esquina de la cama y se sacó las deportivas, junto con los calcetines-Mira que pueden pillar agua los calcetines, están enteros empapados, ¿por donde se cuela el agua si las llevo apretadas como para cortar la circulación? ¡Ah! ya... -metió una mano dentro de una zapatilla y los dedos salieron entre la tela y la suela a la altura de la puntera- ¡Ea! ¡Ya tienes la respuesta! ¡Aire acondicionado portatil! Bueno, va, no te preocupes por los calzoncillos, no los tengo mojados, pero unos calcetines si te agradecería para que negarlo...

Se terminó de secar con la toalla la cabeza y siguió por el torso después de quitarse la camiseta que era lo que se había llevado la peor parte del chaparrón.

Mientras que los dos chicos hablaban y se cambiaban el tiempo pasaba.

El padre de Rob solía llegar a casa rondando las ocho, pero debían ser más o menos las ocho y media y aún no había llegado. No era propio de él y, ni mucho menos, saliendo de un turno de noche que, a su edad, ya se le hacía muchas noches cuesta arriba y llegaba tan cansado que no veía el momento de tirarse todo lo largo en la cama y dormir a pierna suelta.

En un momento dado, pudieron escuchar como la puerta de la casa se cerraba de un portazo en el piso de abajo.

Los calcetines y una camiseta, todo le iba a Toni como si fuera propio. Rob sonrió al verle, y se vistió él también. Las chanzas y puyas continuaron, cuando de pronto sintió una ligera desazón en la boca del estómago: ¿qué estaba haciendo su padre que no llegaba...?

El portazo aclaró sus preocupaciones. Allí estaba por fin. Y no de demasiado buen humor, por el golpe que le había propinado a la puerta.

-Mi padre. Vamos, bajemos, y te lo presento. Igual viene de malas pulgas, que ya no es un chaval, y las horas de servicio pesan. Pero aún así es un buen tipo, y un gran poli. Igual te suena, John Slash, suelen hablar de él como de un héroe. No lo es, es un tipo sencillo, ya lo verás...

No esperó respuesta, salió de su cuarto a zancadas largas, y bajó las escaleras al trote asegurándose de que Toni le seguía.

-¡Padre! ¡Estoy aquí! Llegas muy tarde, no...? Mal turno...?  -Un gesto hacia su compañero, con la cabeza- éste es Toni, de la Academia. Le he rescatado de un charco, y le he prometido desayuno.

-¿John Slash? ¡No me jodas, tio! Eso es una broma, ¿no? -la última pregunta de Toni había sido a la puerta vacia del dormitorio por la que había desaparecido Rob un segundo antes. Se alisó la camiseta y se repeinó un poco sus cuatro rizos antes de echar a correr detrás de Rob escaleras abajo.

¡Claro que le sonaba el nombre! Pero tenía que ser una broma pesada de Rob. Nadie le había dicho que su padre fuera el mismísimo John Slash.

-Hay que asegurarse... -se dijo mientras bajaba las escaleras de dos en dos- ¡Mierda! ¡El móvil! Si es verdad... ¿como me saco una foto con él? ¡Joder! !Menuda cagada!

Alcanzó a Rob justo cuando este entraba en la cocina presentándole.

Al llegar a la cocina, lo primero que Rob vio fue un bolsa grande y llena con cosas sobre la mesa que tenían en el centro de la cocina. A su izquierda, la puerta abierta del frigorífico le impedía ver a la persona que estaba rebuscando algo en su interior con verdadera energia.

Mientras que Rob presentaba a Toni a su padre, se dio cuenta de un pequeño pero incongruente detalle, que le hizo volver a mirar a la mesa. Allí, detrás de la bolsa, apoyado en una de las sillas, había un paraguas rosa.

-¿De un charco? ¡Más quisiera ese gamberro! Seguro que nos ha escuchado hablar y se ha apuntado de gorra al desayuno, ¡que ya me los conozco yo bien! -una voz cantarina y un poco chillona, salió de detrás de la puerta del frigorífico- ¡y mis dulces son de sobra conocidos en el barrio!

De repente, una mano de mujer con las uñas pintadas de rojo chillón, se posó sobre la puerta del frigorífico, cerrándola de golpe y dejando ver a quien realmente estaba en la cocina de los Slash. En su otra mano, blandía un brik de leche como si fuera un arma arrojadiza.

-¡La leche está caducada! ¿Que va a ser de mi té sin una gota de leche? ¡Ohhhh! Algún dia de estos me haréis tener que ir a haceros la compra, ¡a mi edad! ¡Y no teneis crema de cacahuete! ¿para que tenéis el bote vacio en la nevera? ¿para ver si se reproduce por arte de magia? -señaló sobre el mostrador donde había dejado un bote de crema, supuestamente sacado del frigorífico y elevó la mirada al cielo como pidiendo paciencia- ¡Ah! estas aqui -dijo al bajar la vista y ver aparecer por detrás de Rob a Toni- Pensé que te habrías ido por donde habías venido, pero ya que estamos, donde desayunan tres tiene cabida otra boca hambrienta más -lo miró de arriba a abajo y después miró a Rob- Esa ropa te queda mejor a ti, cariño. Te marca mejor los... músculos. Este amigo tuyo está enclenque. Poca chicha tienes, muchacho, así que venga ¡a moverse y a comer! No, si al final me van a tener que dar un premio a la mejor vecina del año....

Se fue directa al fregadero, tiró la leche caducada y dobló el brik, dejándolo a un lado- Esto, para reciclar, ya sabéis -dijo casi para si misma aunque iba dirigido a Rob con casi absoluta seguridad- Y bien, yo he traído la comida pero ya que no tengo leche para mi té, no le diré que no a un buen café.... -se volvió hacia Rob y se lo quedó mirando inquisitivamente esperando a que se moviera y le hiciera esa buena taza de líquido caliente.

De su padre, ni rastro.

Cuando la tipeja aquella les dio la espalda para tirar la leche por el fregadero, Rob sintió como Toni le hincaba un dedo en los riñones.

-Jo, tio. ¿Me ha llamado gamberro o me lo ha parecido? No me habias dicho que tu abuela tambien vivía con vosotros... malas pulgas tiene la colega...

La escena se planteaba como un tren desbocado que arrolla lo que encuentra a su paso al llegar a la estación sin frenos. Vale, exagerado, pensó Rob. Pero lo cierto es que la vecina lo hacía sentir así, atropellado, cada vez que irrumpía en su vida. Y solía hacerlo a menudo...

Toni parecía tan atropellado como él mismo, y además esta vez estaba siendo el centro de la máquina dispensadora de "lindezas" de la cotilla vieja. Lo que le había dejado descolocado, tanto como lo solía estar él.

-Es la vecina, no mi abuela. Y sí, malas pulgas a montones... pulgas chinchonas y metementodo, encima...

La mujer se le quedó mirando, inquisitiva, como si esperara que él le respondiera, o hiciera algo. ¿Qué había dicho, entre tanto palabreo criticón...? Ah, sí, algo de que hiciera café. Buenazo, como siempre (por algo su padre le llamaba siempre "buen chico"), se dirigió hacia el estante onde estaba la cafetera. Lentamente, mecánicamente, eso sí.

-Sra. Scrubbs... de nuevo... hola. Este es Toni, como decía, un compañero. Pero... ¿no está mi padre? Creí que era él al oír el portazo. -señaló ambiguamente con la cabeza hacia la entrada.- ¿cómo ha entrado usted...? ¿Venía con él y él.... bueno... le ha visto?

La situación dejó de atropellarle para pasar a preocuparle. No la vecina, la pobre mujer era un plomazo, pero soportable, como ese grano que dura, y duuura, y duuuuura.... pero no mata. Lo que sí le empezaba a poner nervioso, y ya bastante, era la ausencia de su padre. Era ya muy tarde, entre unas cosas y otras, casi una hora más tarde de lo que solía llegar. ¿O había llegado con la vecina y ahora estaba...? no se sabía, ¿quizá en el baño, o en su cuarto, cambiándose como habían hecho ellos mismos...? Lo raro es que no hubiera ni saludado.

Si, todo demasiado raro.

-Ya, ya. Un compañero. ¿De qué si puede saberse? Con esas pintas no te pega ni en pintura, por mucha ropa tuya que le prestes –le dijo poniéndole el dedo índice en el pecho antes de que Rob se alejara camino de la cafetera- Los compañeros, compañeros son y no irrumpen en casa de nadie a estas horas intempestivas. Los compañeros quedan para cervezas, no para desayunar. Eso lo hacen la familia, los amigos y los buenos vecinos como nosotros –se sentó en la mesa de la cocina, mirando a Toni atentamente, analizando al muchacho como si fuera un extraterrestre recién llegado a la tierra y en paños menores- Aunque bueno, no tengo que meterme en ciertas cosas…. Ya eres mayor para elegir a tu… compañía. Aunque preferiría que hubieras elegido a alguien… ya sabes… -levantó las manos y las puso a la altura de sus pechos- más femenina, con dos buenas sandías, que yo se que os gustan mucho. Rubia para mi gusto, te pegan las rubias. Y si encima tuviera los ojos claros ¡sería la vecina más feliz del mundo! Porque tendrías uno niños con unos ojos preciosos, ¡estoy segura! Pero vamos…. –miró de nuevo a Toni, sopesando lo que tenía delante, y suspirando teatralmente-… que si esta es tu elección, no me opondré. ¡Soy más moderna de lo que parece! Aunque eso no quita que no deje de pensar que me parece una pérdida total para la parte femenina de la humanidad….

Dio una palmada, sentenciando sus palabras y retiró su mirada finalmente de Toni para devolver su atención a Rob. Parecía que acababa de darse cuenta de que este había estado hablando. Lo miró un par de segundos, pestañeó y entonces retomó el hilo.

-¿Tu padre? ¡Ah! Ni idea. Que yo sepa no ha llegado. El coche no está delante de la casa y, que recuerde, no he visto ningún coche patrulla parar aquí. Aunque bueno, también es verdad que no he estado asomada en la ventana todo el rato, he tenido que entrar para sacar los bollos del horno. ¡Tengo cosas más importantes que hacer que estar…. Ehhhh…. Eso!-dejó la frase al darse cuenta de que se metía en terreno pantanoso- Y bueno, lo de entrar es fácil. Te has dejado la puerta abierta al llegar tu amigo, solo he tenido que empujarla, pensé que la habías dejado así para que pudiera entrar sin problemas.

La palabrería de la mujer a estas horas de la mañana se le estaba metiendo entre las neuronas como una cuña dolorosa. Además con todo el jaleo no se había duchado, y estaba espeso. Por suerte el café no tardaría en salir, y ayudaría.

Sin embargo, lo que le preocupaba seguía estando ahí, sin resolver. Su padre no había vuelto ni había dicho nada. A estas horas. Y lo hacía, lo hacían, se avisaban mútuamente si iban a retrasarse.

-O, ¿si? Me dejé la puerta abierta... eh? -Sí, podía ser. Estaba aturullado, cierto.- Y no sabe nada de mi padre... pues voy a llamarlo.

Nada más, cortante. No fuera que volviera a dispararse su verborrea y lo retrasara diez minutos más.

Nervioso cogió el móvil del bolsillo del pantalón, y marcó automáticamente.

Esperó, mordiéndose el labio, y sacando la cafetera del fuego.