Partida Rol por web

Pues yo ataco al tercer galo. Órdenes son órdenes.

Maharbal se acerca al galo, con rápidez sorprendente, desenfunda la espada y lo apuñala en un latido.

- No tienes que preocuparte de tus idolos, bárbaro. Como ves, Bhaal es mucho más peligroso.

Recuerda que he conseguido un crítico.

Tu espada se clava profundamente en el costado derecho del jinete. Mientras con rapidez vas dirigiendo el tajo, el galo grita terriblemente de dolor. Sientes como la propia espada va desgarrando sus intestinos y órganos internos en el costado, y cuando la sacas un gran chorro de sangre os alcanza a todos. El caballo se encoleriza y sale corriendo, mientras el jinete galo cae al suelo, retorciéndose de dolor, mientras la sangre no para de manar de su herida del costado. Mientras con sus ojos, llenos de furia e ira asesina hacia tu persona te dirigen una colérica mirada, dirige su mano hacia su espada, mientras aún está en el suelo.

Viendo al jinete galo ya herido y desfallecido, el capitán púnico decide actuar como el líder que es. Mientras coje su lanza, pronuncia estas palabras lleno de decisión y coraje:
- ¡Por Cartago, asqueroso galo, vete al infierno de tus podridos y falsos dioses!
Su lanza se clava en una de las piernas del galo, que aulla de dolor.

lanzo una flecha al galo de la derecha, con tanta suerte que le doy en el entrecejo! menudo disparo!!! XDD

Bueno, pues qué decir... xDDDDDD
La flecha atraviesa su faz por el entrecejo, para sorpresa del galo, que cae al suelo, sin decir nada, con una cara de asombro total. Ya no volverá a levantarse del suelo; ha muerto.

El bandido contempla con asombro como su compañero cae asaetado, y el jinete cae de su caballo, con una herida bastante grave. Sin embargo, coge un puñal y lo lanza precipitadamente hacia el capitán púnico...
Aunque el puñal se clava en la pierna derecha del capitán de una forma espectacular, no parece hacerle daño, pues este se lo quita de la pierna y lo tira con desdén. Parece que el puñal era de mala calidad, pues está roto.

El jinete galo se arranca la lanza del capitán púnico de la pierna, y lleno de furia, carga con ella contra Maharbal.
La lanza hace un buen tajo en el pecho a Maharbal, en el tronco, cerca del cuello, y le quita diez puntos de vida. Un buen chorro de sangre salta de la herida, que tampoco parece grave en exceso.

El capitán al ver como hieren a uno de sus propios soldados, se dispone a atacar al bandido, usando sus propios puños para derribarlo. El jinete galo recibe un terrible puñetazo en el pecho del capitán púnico, y cae al suelo. Le queda un punto de vida, está casi moribundo. Al verlo en el suelo, el capitán, llevado por la rabia y la ira, le propina un profundo puñetazo en el brazo, y oís un crujido, le ha roto el brazo.
Tras esto, el jinete galo no se mueve. Ha muerto. En el suelo y sin vida, su sangre empieza a formar un charco, que se contrasta con el suelo blanco de la nieve.

Ya solo queda un enemigo vivo, que es uno de los bandidos de atrás.

- Me ha herido ese bastardo!- ruge Maharbal.

Ataca al que queda, si sigue vivo.

En vistas de mi fallo desastroso con la lanza, desenvaino la espada mientras corro hacia el último bandido.
La espada surge cimbreante de la vaina y aunque el bandido intenta cerrar la guardia para detener el golpe en la cabeza, consigo hacerle un profundo tajo en el antebrazo.

motivado por haber aniquilado a uno de los bandidos, intento hacer lo mismo con el otro que nos seguia... el primer disparo no impacta, el temor a impactar a Hanón que está cerca suyo me hace fallar... en el segundo disparo templo mis músculos y consigo ver una trayectoria limpia hacia el enemigo, impactándole en el costado...

Intento intimidarlo para que se rinda.

- Suelta el arma si quieres vivir!

Viendo con estupor el flechazo que tan cerca ha pasado giro mi hoja colocando la punta en su dirección y semiflexionando el codo mientras escupo un rugido intimidador para que tire su arma.

- ¡Ah, cuidado, cuidado! ¿Qué demonios queréis saber, señores cartagineses? ¡Nosotros solo recibimos órdenes de atacaros, solo somos unos meros siervos de los druidas! ¡Clemencia, por favor!

Veo como pide por su ayuda el herido y de rabia grito, acabemos con él, no se merece vivir

Me limito a callar y tensar mi antebrazo hasta que me tiemble mientras le apunto con la espada.