Partida Rol por web

Gemnir asiente a las palabras de Erik. No le gusta dejarles en ese momento, pero está seguro de que tanto él como Morwen y Lakara sabrán cuidarse.

—Si algo pasa, no dudéis en dar la voz de alarma —dice.

Se vuelve hacia Ella.

—Te acompañaré, entonces.

La muchacha escuchó las palabras de los demás sin asentir ni negar a ninguna de ellas. Sólo miraba a "La que Resiste" esperando su respuesta. No era su intención enfrentarse a ella, ni a ninguna de las criaturas del bosque. No comprendía el porqué de tanta negativa, pero no iba a cuestionar su decisión y, mucho menos, a juzgarla. El bosque era su hogar, y allí reinaban sus reglas. Y Ella no era quien para quebrantarlas.

—¿Qué dices? Mis pies están atados a tu voluntad. ¿Sigo los pasos del lobo? Si no lo permites, así será.

Algo en la mirada de la reina de las hadas les dice que se está comenzando a cansar de ellos. El lobo parece perderse en la espesura y solo Morwen, Erik y Gemnir parecen entender que está siguiendo una voz que trae la brisa. Solo Morwen parece entender que la voz, femenina, llama al lobo para que los guíe. ¿Hacia dónde? No se sabe.

-¡Marchaos! ¡Todos! U os convertiré en árboles.

A pesar de su debilidad, hace el amago de convocar el poco poder que le queda para cumplir su amenaza.

- ¿La escuchasteis? -Dio un paso en la dirección que había tomado el lobo y luego se giró para mirar de nuevo a sus compañeros-. La voz que seguía el lobo. Quiere guiarnos.

Estaba ya decidida a quedarse en aquel lugar junto a Lakara y Erik, pero aquello cambiaba las cosas. Aquello y la amenaza de ser transformada en árbol, claro. Que por mucho que le gustasen convertirse en uno no era algo que estuviese en sus planes de futuro.

- Quizás es mejor que vayamos todos. Si el lobo se fiaba de la voz y es amigo del bosque y sus habitantes, no tendría por qué ser una trampa... ¿verdad?

Gemnir ha escuchado la voz, aunque por un momento le ha parecido una imaginación suya. Pero cuando Morwen dice aquello, está claro que no ha sido el único. Mira al resto del grupo, preguntándose si Morwen tendrá razón.

—Quizá sea mejor, sí —dice—. Y podríamos continuar juntos, lo cual es una ventaja. Sigue sin gustarme nada la idea de separarnos aquí...

En este momento Jaskier se siente como si estuviese danzando entre cuchillos en movimiento mientras estas sordo.

Si dejas de danzar, te cortas. Si danzas pero no son los pasos exactamente correctos, te cortas. Si te equivocas aunque sea una vez, mueres. Y nadie se molesta en que no puedas oir la música, así que estas condenado hagas lo que hagas. Y por tanto, llega un momento en que casi empieza a dar igual todo. Así que pensando que mejor acabar los días en compañía que acabar muriendo solo, decide avanzar con el resto

— Venga va.

-Ehm, sí. Mejor nos vamos todos. Ya.-Dijo, apremiándolos con las manos para que se apresuraran a moverse y salir de allí, y empezando él también a ponerse en movimiento, sin dejar de echar un ojo a la Reina de las Hadas, no fuera a ser que empezara a soltarles maldiciones con el poder que le quedaba. Desde luego, una invitación, esperaba que amistosa, sonaba mucho mejor que quedarse donde eran tan mal recibidos que estaban amenazando con convertirlos en árboles.

Y por mucho que disfrutara de estar en los bosques, no quería echar raíces en ellos.

Oh sí, claro, vamos a seguir a un lobo gigante con pinta de pasar hambre en un bosque moribundo. ¿Qué puede salir mal? Por supuesto que absolutamente nada, no era como si los lobos fueran animales traicioneros. Por desgracia, sus opciones se reducían, pues la moribunda, que debía ser la reina de las hadas o algo similar, tenía de diplomática lo mismo que Lakara. O quizás era porque se moría. Iba a ser eso. La simpatía y la muerte no parecían ir de la mano, aunque para la mediana tampoco iba con la vida así que todo correcto.

- Yo no he oído nada pero tampoco es como si las opciones abundaran ahora mismo - terminó por decir con evidente tensión. ¿Volver atrás? Camino cerrado. ¿Quedarse? Convertirse en árbol, lo cual aunque no dejaba de ser su mejor posibilidad para crece runos centímetros no le resultaba seductor. ¿Seguir al lobo? Igual morir devorados. Una posibilidad frente certezas...

Tras la amenaza de la Reina Hada poco queda que decidir. Solo queda la opción de seguir al lobo hacia el interior del bosque. Así que todos siguen al lobo bajo coacción feérica. Bueno, algunos lo siguen porque escuchan voces. Se van adentrando más y más en el bosque siguiendo la estela del animal. En aquel lugar, el tiempo parece relativo. No saben cuanto tiempo llevan caminando ni cuanto tiempo más tendrán que hacerlo. Pero al final, llegan al final del camino.

Un hermoso arco adorna el umbral que lleva a un claro. Al menos, eso es lo que se ve al final del camino. El lobo, sin miedo, traspasa el portal bellamente adornado, y un poco fuera de lugar.

Conforme me acerco para cruzar el arco, me fijo en sus adornos.

¿Tienen algo que me llame la atención o me recuerde algo que haya aprendido?

¿Convertirse en árbol en un bosque moribundo? No era algo que le apeteciera a la muchacha, ¿pero qué podía hacer al respecto? ¿Darle un hachazo a aquella criatura del bosque? Era una opción, por supuesto...
Ella retrocedió unos pocos pasos, pero aguardó a que los demás se retiraran antes de avanzar en la misma dirección, y continuó avanzando siguiendo los pasos del lobo y casi indiferente al resto del bosque. Se detuvo a contemplar el arco, aunque por razones muy diferentes a las de Jaskier. La muchacha recordó la "Puerta de la Lechuza", aquella puerta prohibida que traspuso apenas un manojo de años atrás...
Arnulf siempre decía que de su madre le venía esa urgente curiosidad por todas las cosas. Y que desde que tuvo suficiente entendimiento, Ella empezó a preguntar qué había del otro lado de la Puerta de la Lechuza, y quién prohibía a los los hijos del Gran Oso llegar allí. Pero nunca, hasta ese momento, no había obtenido respuestas. Finalmente, decidió averiguarlo por sí misma. Tres veces, en celebraciones pasadas, había abandonado el Valle de los Ancestros y recorrido el sendero hasta el límite de lo permitido... Y las dos veces fue mayor el miedo y regresó sin atreverse a quebrantar la inmemorial prohibición. Ella tenía vividas apenas diez temporadas de lluvia, y no estaba dispuesta a dejar que pasara otra sin atreverse a cruzar aquel sitio.
¿Los escuchas llegar?, le surruró el viento al viejo hechicero. Vienen hacia aquí contra todas las leyes. Es Ella, la única hija de Arnulf "El Calvo". Y no viene sola, trae consigo a Weoh. Esos niños no deberían estar aquí. Tú lo sabes, y yo también, y cualquier criatura del bosque lo sabe. La curiosidad de Ella, es su buena estrella y es su noche. Por la curiosidad, esta niña conocerá el horror. Por la curiosidad, recibirá un enorme don semejante a la peor condena.
Ella apenas se detuvo un breve instante a contemplar el arco, y avanzó más allá siempre tras los pasos del lobo.

Caminó junto al resto mientras pensaba qué podía depararles seguir a aquel lobo. Su corazón seguía acelerado, con algo de miedo, pero sobretodo con intriga y emoción por ver qué había allí donde el animal les guiase.

Otro claro, esta vez separado de ellos por un arco que, al menos para el lobo, parecía ser completamente indefenso. Morwen lo observó detenidamente según se acercaba a él. Era precioso. Y seguramente tendría algún propósito. Aunque en su mente sabía que había bastantes posibilidades de no saber descifrar nada de sus adornos, lo intentó. Quizás hubiese algún motivo muy evidente que le diese una pista. O alguna otra voz le susurrase algo al respecto...

-¿Deberíamos anunciarnos o algo?¿Preguntar si somos bienvenidos?¿o símplemente entramos?-Les preguntó a Morwen y a Ella. Ella parecía tener mejor relación con el bosque que ellos. O al menos con la Reina de las Hadas. Y Morwen parecía ser la única que era capaz de escuchar lo que decía. En todo caso, parecía sensato dejar que fueran ellas quienes decidieran cómo proceder.

Mientras esperaba la respuesta, echó un vistazo al arco. Puede que pareciera fuera de sitio en un bosque, pero siendo como este no era uno de los bosques que conocía, quizás esto fuera lo normal en los bosques mágicos. Señoritas convertidas en árboles, lobos gigantes, diosas y árboles que hablaban y se movían. Un arco algo decorado no era lo más raro que se había encontrado hoy.

No hay susurros esta vez. Nada que puedan escuchar. El lobo ha desaparecido tras el arco que parece totalmente inofensivo. Los adornos que tiene lo hacen parecer dos árboles entrelazados con sus ramas. Poco más puede decirse de aquel lugar ni de si será peligroso para ellos salvo que decidan cruzar y comprobarlo ellos mismos.

Me encojo de hombros.

— Intentare recordar si los dos arboles con ramas entrelazadas significan algo mientras cruzo. Si no grito "Ok!" Es que algo me ha pasado y me han matado o peor tras cruzar.

Y eso es lo que hago. Cruzar, y decir el santo y seña si consigo xruzar a salvo. Tras esto agotare las reservas de heroismo y coraje para el resto del viaje ¡Que se la juegue otro!

Las preguntas de Erik al ver el arco parecen razonables a Gemnir, pero la realidad es que es dudoso que ninguno de ellos pueda obtener una respuesta. Si quieren continuar siguiendo al lobo, no tendrán más remedio que arriesgarse a franquearlo.

—Vamos allá —dice el enano, caminando con decisión hacia delante—. No tenemos otra opción, lo que tenga que ser, será...

Ha llegado ya demasiado lejos como para echarse atrás ahora.

Le encantaría tener opciones. De verdad que sí, estar en sus bosques buscando hierbas medicinales o en su casa leyendo un libro, en su consulta atendiendo algún paciente. Pero no. Ahí estaba un portal que a todas luces debía ser mágico, lo cual le inspiraba más bien nula confianza. Y encima iba a cruzarlo sin la dichosa planta para su hermana, lo cual venía a demostrar lo mala idea que había sido toda aquella maldita aventura para empezar.

- Esto es un asco - rezongó, aunque en su caso ni siquiera examinó la puerta como los demás -. Pero estoy con Gemnir, de poco sirve una avanzadilla, no hay otra que cruzar... así que vamos.

Lo mismo le daba. No tenía dudas de cruzarla, lo que sentía era resignación teñida de amargura. Acarició las orejas de Nair con cariño, alargando una mano hacia Zair para darle una palmadita cariñosa en el lomo, tras lo cual desmontó para tomar las riendas de ambos y dirigirse hacia el arco para cruzarlo.

Pues parecía que ya estaba todo dicho. Iban a cruzar todos. En todo caso, incluso sin avisos, estaba bastante seguro de que quien hubiera al otro lado del arco sabía que estaban allí.

-Pues vamos allá-Dijo, avanzando junto con los demás.

Tras intentar escuchar atentamente, a sus oídos no vino nada más que el continuo lamento de las ramas de los árboles moviéndose. Se encogió de hombros y sin pensarlo mucho, siguió al resto de sus compañeros para cruzar aquel arco.

¿Qué les deparaba en aquel claro? Aunque no podía ni imaginarlo, fuera lo que fuese, tocaba enfrentarse a ello.

Traspasar el portal es como atravesar la superficie de una balsa de aceite. Cuesta hasta respirar un poco. Pero la sensación desaparece al conseguir cruzar al otro lado. Uno tras otro, consiguen cruzar el portal sin demasiada dificultad. Cuando lo hacen, el enorme lobo vuelve a cruzar, sin duda, buscando volver con la Reina. Pero lo más importante es lo que tiene lugar delante.

Una mujer, vestida de blanco y dorado, se encuentra a un lado de lo que parece una plaza antigua, atravesada por un riachuelo de poca profundidad. La suficiente para refrescarse en un día caluroso. Pero lo que sin duda en otros tiempos fue una corriente refrescante, ahora parece agua corrupta por algún poder oscuro. Todo lo que el agua toca, se corrompe y se corrosiona y muerte, si tiene vida.

La mujer esta situada sobre una especie de altar con dibujos y runas que brillan con intensidad, al igual que ella. Mirarla directamente es bastante complicado. El poder que tiene es tan grande, que todos notan como se les eriza el pelo debido a él.

Del círculo que rodea el altar, o pedestal, nace una línea de luz que se dirige hacia el otro lado de la plaza donde se encuentra, sobre un pedestal, un simple anillo. Hermoso y atrayente. Pero también oscuro. Algo intenta salir de él.

-Bienvenidos, hijos de los Reinos Libres - dice una voz femenina que solo Morwen reconoce* -. Bienvenidos al Corazón del Bosque, a la Cárcel del Oscuro, al Templo de la Diosa.

La mujer no se mueve, ni siquiera habla. Al menos, físicamente, porque todos están seguros que la voz que escuchan procede de la mujer que se alza ante ellos.