Partida Rol por web

La soledad, el frío del glaciar, nada vivo, nada que ver, nada que esperar salvo la primavera y con ella su visita el Hades.
Como se podía definir vivir media eternidad? Una vida eterna para la Lich, pero media al fin ya que sólo esperaba un momento en el año y el resto lo sufría.
Vuelta aquí en tu fortaleza.
Te importaba que le pasara al mundo?
No, hoy no parecía importarte.
Pero no dejas de preguntarte algo, en que momento serás afectada por esto?
Que harás al respecto? Pensar... si podría ser eso.
Un aire helado te golpea tu muerto rostro, no sientes el frío pero te das cuenta que una tormenta viene, un tormenta muy pero muy fría.

La liche comienza a flotar sobre el pulido suelo helado, donde todo se refleja quitando un poco por aquí y por allí de nieve que se amontonaba por las esquinas. Su palacio era una auténtica casa de los espejos y, cualquiera que no supiera orientarse lo suficientemente bien, acabaría perdiéndose en su inmensidad ciclópea.

Sin embargo, la muerta viviente había pasado media eternidad por aquellos corredores y conocía cada detalle a la perfección. Chasqueando sus dedos y su cuello, se dirige al lugar donde vio a Elara por un fugaz instante, permaneciendo en silencio. Sólo el aullante vendaval de la tormenta debía oírse.

Nekrhatag se aproximó volando hacia la imponente fortaleza helada. Sin embargo, a medio camino, notó que los pocos pelos que colgaban raídos a su espalda se crispaban violando con su crujir el silencio sepulcral del glaciar.

Algo andaba mal allí... Demasiado frío... Demasiado... Podía ella congelarse? Era completamente inmune al frío? Que pasaría si las temperatura llegaran a límites insospechados?*
La lich se volvió de repente, dirigiendo el refulgir de su mirada hacia las tierras más distantes. Era raro, Nekrhatag podía ver algo raro en el horizonte, la nieve la inundó, casi o podía ver la entrada a su fortaleza, pero giró un momento para ver de donde venía el viento.
Nekrhatag vio unos ojos... Tubo miedo si es que una muerta podía tenerlo nuevamente, en algún lugar de su mente que quedaba humana se podía decir una ridiculez como "se le helaron los huesos"

La liche no parecía estar demasiado preocupada por la tormenta que se avecinaba. Era muy consciente de todas las limitaciones de su nueva forma, con la que había convivido más que con la humana, pero también lo era, incluso más, de sus beneficios. Nada podía hacerle el frío y no era algo por lo que fuera a detenerse ahora.

Con paso firme, si se puede hablar así de alguien que camina sobre el aire, se adentró en su fortaleza, en busca de Elara.

Nekrhatag, por si acaso, revisa si el adivino ha establecido algún tipo de contacto telepático con ella. Les dijo que podría devolverles junto a él si las cosas se ponían feas allí donde les llevara.

Entras a tu helada fortaleza sin embargo esta vez no es tan solitaria como lo ha sido siempre.
Parada en el hall de entrada hay una mujer de cabellos lacios de color negro, su vestido de mismo de color de su pelo está pegado a su cuerpo mostrando su hermosa figura.
Elara se da la vuelta cuando entras allí ves sus ojos de un azul intenso, mirarla parece zambullirte en un océano de paz.

Saludos Nekrhatag, lamentablemente vienes sola.
Pensé que tus compañeros vendrían contigo pero de todas formas estoy contenta en no poder manejarlos y que decidan por su cuenta.
Antes de que preguntes...
La criatura que está afuera estaba esperando para acabar contigo.
Ahora yo quiero hacerte una pregunta, tu filacteria... Donde está? Está a salvo? Cuantos cuerpos tienes para poder reencarnar? Donde están?

La mujer te interrogaba sin piedad, directa, sabiendo sin duda que podia resultar ofensiva. Sin embargo, viendo tu reacción, agregó...

Son preguntas de las que se la respuesta sólo quiero saber si consideras que estás a salvo de todo y si realmente te crees inmortal?

Nekrhatag se siente bastante molesta por la presencia de aquella mujer en sus dominios, pero lo que más le incomoda es cómo parece no importarle nada que, además de estar en casa ajena, se comporte de ese modo. Nunca había entendido muy bien el papel que aquella humana jugaba en todo el juego de los dioses, y eso no le gustaba.

- ¿Si sabes las respuesta para qué preguntas, sabia? -responde a la avalancha de interrogaciones, escéptica, mientras que los restos putrefactos de su frente se arrugan y juntan- Este es mi hogar y las preguntas debería de hacerlas yo. Así que dime qué es eso que está ahí fuera y por qué, antes de nada.

Elara sonríe ante tu intimidación.

Mi pregunta ahora sería otra, sabías donde estaba tu filactelia antes de que yo te lo pregunte? Tu respuesta será que si, aunque yo diría que no, pero bueno, no hablaré sobre cosas que no puedas manejar.
En cuanto a tu pregunta sobre que es lo que había afuera, bueno... En realidad, todavía está el Xixecal rondando la zona.

En ese momento notas que no hay magia en el lugar.

Mi intensión era que llegues aquí con tus compañeros, luego, la comida no les alcanzaría para sobrevivir y sin magia solo tu podías salir en busca de alimento para tus compañeros.
Cual era mi objetivo? Unirlos, pero esto se ha prolongado un poco en el tiempo, lo cual no significa que no vaya a ser así más adelante.
Ahora bien, para no extenderme, tu odia a Perséfone pero no puedes hacer nada contra ella yo... Yo maldigo a los dioses por su existencia inútil sobre esta tierra porque sus creaciones le deben rendir culto por nada a cambio, simplemente no deberían existir.
Claro, no todos son iguales y hay excepciones, Hades tal vez sea una de ellas.

La mujer se calla por un momento y se queda mirándote fijamente a los ojos.

Eras realmente hermosa cuando estabas viva, ya veo por que el dios de los muertos se ha fijado en tí.

Allí extiende su mano derecha delicadamente hacia tu rostro tratando de tocarte.

Las palabras pronunciadas por la oráculo parecían no causar la menor mella en la tozuda Nekrhatag. Resuelta, parecía estar dispuesta a averiguar qué era realmente lo que pintaba aquella mujer en toda esta historia antes de volver junto con sus improvisados compañeros de aventuras.

- Yo que tú cuidaría tus palabras -responde ante la bravata sobre los dioses, que regían cada aspecto de la vida de los mortales- Y más cuando estás hablando con la Princesa de los Hielos. Déjate de rodeos, medias verdades y falsas palabras. ¿Qué pasó en el Telar y qué tiene eso que ver con todo lo que se avecina? ¿Y qué es exactamente?

Tan hermosa como irascible.

Allí la mujer pasó la mano con la palma hacia arriba por tu mentón, momento en el que sentiste un calor que no había sentido en muchos años.
Algo mas sucedía, una sensación extraña, como si pestañearas, pestañear? Si, así es eso es lo que sentías.

Tus ojos también eran muy hermosos.
Creo que debes estar de esta manera si quieres traer a los elfos a la guerra.

Elara sonrió luego de mirarte fijamente a los ojos.

Tu sabes lo que pasó en el telar, aquellas diosas jugaban con el destino del universo y eso no se debe hacer, cada ser debe hacer su propio destino por elección propia y no porque una diosa así lo desee.
Que es lo que se avecina? Una gran guerra Nekrhatag, una que esta tierra nunca ha visto.
Eres parte de todo esto y eso ya lo sabes, viaja al exilio de los elfos y traelos contigo, no serás la única que lidere a tal majestuoso ejército.

Elara buscó algo entre sus ropas.

Necesitarás esto para traerlos, quien te ayudará tiene un artefacto similar.

Nekrhatag no parece estar muy a gusto con las palabras dulces de Elara, y mucho menos con sus caricias, por gratificantes que en el fondo pudieran resultarle. En cuanto los dedos de la mujer tocaron el mentón de la no-muerta, ésta lo retiró en un sonoro crujir de huesos, mostrando su semidestrozada dentadura.

- ¿Y por qué tengo yo que estar del lado de los elfos? -inquiere, mientras con un cierto recelo toma el amuleto entre sus manos para guardarlo en un pliego de tela- Son los mortales los que no han de inmiscuirse en los asuntos de los dioses, y no viceversa. Ahora que hiciste eso a las Parcas, ¿por qué va a producirse esa guerra? Contéstame, y contéstame claro... ¿se ha roto el Equilibrio, ahora que no hay quien haga balance?

Al alejarte de Elara aquel calor que habías sentido desaparece.

Cita:

Por ninguna razón en especial, sólo es para salvar a los humanos y elfos de la devastación que el ejército orco traerá a este mundo.
Incluso podrían llegar hasta aquí y destruir esta hermosa fortaleza que tienes.

Cita:

No creo que ningún mortal quiera ver sus destinos dominados por los dioses, y eso que dices que los mortales se meten en los asuntos de los dioses no es cierto, a nadie le importa que hagan los dioses.

Cita:

La guerra ya ha empezado, Unglar y los suyos está aquí y avanza destruyéndolo todo hacia el sur.
Incluso Qualinost caerá. Y Ginea será el último lugar para plantarle cara a este ejército, pero eso lo podrán hacer sólo con tu ayuda.

Cita:

Gracias a que Gunter fue llevado por ustedes al inframundo el equilibrio se ha restablecido, aquello que los dioses habían tocado se ha reparado, el accionar directo en el destino del universo por parte de los dioses todo lo rompe, afortunadamente ya ha sido reparado.