Partida Rol por web

Drabeorn supo por lo que pudo escuchar, que el oponente había puesto pies en polvorosa.
El bárbaro tanteaba a su alrededor, tratando de orientarse.
- ¡Ven aquí, perro! ¡Deja que te ponga las manos encima!

Cálmate grandullón, y síguenos en cuanto puedas! Le dice Druul a Draeborn, antes de salir corriendo por el pasillo en pos del alquimista y Cenariel. Sorteando barriles y mobiliario vario de las dependencias, se sitúa al lado de la elfa para atosigar al astilla. No huyas, cobarte!

-Maldito...! -masculló Dynah mientras también ella se lanzaba a la persecución. 

La oráculo no era ninguna atleta y su armadura pesaba cuando tenía que correr rápido pero se las apaño para evitar todos los muebles y obstáculos y reducir la distancia con el astilla.

La puerta que el Astilla alquimista tenía frente a él estaba entreabierta, pues por esa misma puerta había entrado el grupo de exploradores que ahora mismo corrían tras él. Mientras huía de forma desesperada y alocada, el individuo que anteriormente se mostrara desafiante, vociferaba en esta ocasión nervioso en busca de ayuda. Pero nadie respondía a sus gritos de auxilio, al tiempo que cruzaba las estancias sembradas de cadáveres...

- ¡¡NOS ATACAAAAAAAN!! ¡¡NOS ATACAAAAAN!!...-

Al fondo, tras la última habitación, la de las literas, el grito desesperado del alquimista (el mediocre alquimista) rompió el repentino silencio por la desesperada persecución. -¿NosReagrupamos?- Comentó el Gnomo. Ya habrían sido alertados y el jefe Astilla estaría a la espera. -¿OAsalto a laDeseperada?- La nueva táctica cobró más sentido conforme los latidos de su corazón aumentaban su ritmo por el efecto, aún presente, del potente mutágeno en su sangre.

Mientras corría, la oráculo, comentó lo que se le estaba pasando por la mente en ese momento.

Recordad que este sitio está plagado de trampas! Yo no me lanzaría sin pensar ahí dentro. Deberíamos busca run sitio donde esperarlos para que no tengan esa ventaja.

Drabeorn seguía tanteando los alrededores tratando de ubicarse respecto a sus compañeros. Le llegó la voz lejana del cobarde oponente pidiendo ayuda, y se sintió más débil e inútil que nunca en su vida. Incluso dar un paso se le hacía cuesta arriba.

Uhm, murmura Druul sopesando las palabras de sus compañeros. Aunque siento que hemos desaprovechado una oportunidad, mejor que nos reagrupemos. Mira hacia el pasillo por el que todos han venido. Vamos a por el grandullón, se ha quedado atrás. Veamos si podemos ayudarle.

El Gnomo asintió. Como bien habían dicho, había sido un buen palo dejarle escapar. -NoCreo que SalganANuestro encuentro.- Comentó de forma atropellada. Hizo recuento para solo encontrar una de sus pequeñas esferas de cerámica, rellena de fuego y muerte.

No, no, no, nadie me tira una mierda venenosa y corre.

Estoque en mano la elfa corrió tras el prófugo y le corto el paso amenazandole con el filo. Muere como un hombre al menos.                                                                                      

El grupo intentaba reorganizarse. Aquel individuo ladino como una serpiente, había conseguido huir gracias sobre todo a la suerte y al conjuro que mantenía aturdido al recio Drabeorn. Si no hubiera sido por ese entresijo del destino, quizás su cabeza estaría descansado en una oscura y húmeda cámara de aquel complejo que servía de escondrijo a los Astillas.

Pero la realidad era otra, mientras Dynah, Druul y Abroshtor intentaban sopesar los peligros que se les venían encima -Tarrin Dars- todavía no había hecho acto de presencia, la flemática cenariel se dejó llevar por sus impulsos y ansias de venganza. Nada pudo detener a la elfa que corrió como una gacela tras el malévolo alquimista.

Cuando llegó hasta éste, se disponía a abrir una gran puerta de doble hoja. Aquellas enormes puertas conducían a una porción de pasadizo cavernario excavado en la misma sima de la roca. El forajido se giró sorprendido por la velocidad de la espadachina, obligándolo a sacar un vial de burbujeante líquido... 

Cenariel lanzó de nuevo su conjuro de marca personal, no es lo que le habían enseñado en la escuela de magia, pero a ella le iba de maravilla y con dos rapidos golpes dejó la marca arcana en el costado de aquel villano usuario de venenos.

A Dynah no le quedó más remedio que or tras Cenariel a toda carrera. La oráculo no podía dejarla sola contra el astilla, aunque sabía que poco podría hacer de alcanzarlos. Al cruzar la puerta casi se dió de bruces con ambos, que parecían enzarzados en combate.

Llegando a la altura del bárbaro, Druul le indica que es él para no llevarse algún mamporro del bruto humano. Eh, Draeborn! Cómo estás? Sigues sin ver?

- ¡Druul! ¿Eres tú? Maldita sea, muchacho. Ese cabrón me ha jodido pero bien. - Drabeorn trató de girarse para encarar la dirección de la que venía la voz del compañero y apoyó su mano en el brazo de Druul. El recio bárbaro se sentía completamente avergonzado, pues por primera vez en su vida, le faltaban las fuerzas.
- ¡Qué me pasa, tío?

Al ver la decisión de sus compañeros por acabar con el Alquimista impostor, (la vergüenza del noble gremio) Abroshtor se puso en marcha y comenzó una pequeña carrera, a todo lo que daban sus cortas piernas y su pulso acelerado.

Cuando llegó vio al Astilla herido y el acero de Cenariel ensangrentado. Se permitió el lujo de sonreir. -Ensártale!- Comentó con inocencia.

El alquimista mudó su rostro de insolencia a una faz de auténtico terror cuando vio como Cenariel extraía su estoque mojado en sangre y su costado sangraba profusamente. Sin pensarlo, decidió que lo único que podía hacer era huir como una rata lastimosa mientras gritaba - ¡¡TARRIIIIIIIIIIIN!! -

El alquimista se dirigió hacia el este del complejo y comenzó a aporrear lo que parecía una puerta...