Partida Rol por web

La espadachina paró el torpe golpe del esqueleto y lo devolvió en el mismo momento con una punzada. Por desgracia para ella el estoque no llegó a penetrar lo que debería.

Puta mierda...

El primer esqueleto se desmoronó ante el potente golpe de Drabeorn.
Acto seguido, escogió al que sería su siguiente objetivo y se encaró al no-muerto que se encontraba más cerca.
No obstante, cuando se disponía a destrozar a su oponente, pisó un fragmento de hueso del anterior enemigo y perdió el equilibrio; su acero pasó muy desviado del sujeto óseo.

Un grito de frustración escapó de la garganta del bárbaro. No podía permitirse fallar de ese modo.

-No.. No!- El disparo fue malo. La bomba cayó a sus pies chamuscó sus perneras. Hizo como si no hubiera pasado nada y volvió a repetir el proceso. No iba a quedar como un inútil delante de tantos combatientes diestros.

Orea bola de cerámica voló a la misma dirección, con la trayectoria correcta para que la salpicadura no diera a sus compañeros.

La idea del semiorco era retirarse del embate inicial, pero cuando quiso darse cuenta, aquellos seres lo habían rodeado. Con más tripas que corazón, volteó su bastón para intentar golpear al esqueleto que Cenariel había respondido tras maniobra de supina agilidad, pero la lucha no era lo suyo...

Por su parte, Drabeorn marró su ataque tras tropezar con los restos del esqueletos que acababa de despedazar.

Dynah se elevó sobre  las puntas de los pies e irradió un pulso de luz que baño de luz vital a todos pero, aunque no curó a sus compañeros, sí que dañó a los no-muertos. Después, su cuerpo de luz atravesó de nuevo a Drabeorn, llenándolo de fuerza vital.

La abadarita recurrió a los misterios que la convertían en un oráculo del Maestro de la Bóveda, descargando un destello de energía dorada que pulverizó a varios de aquellos enemigos, a pesar de presentar una gran resistencia a tales dones. Acto seguido, se escurrió ante una hoja oxidada que le pasó demasiado cerca, cuando se dispuso a descargar un celemín de energía pura que solventó una de las feas heridas que el bárbaro presentaba.

Que chulo... tendría que haberme ahorrado la carga...

La elfa lanzó dos estocadas a su adversario, pero ambas atravesaron las costillas del esqueleto. Joder, si fueras medio normal eso te daría.
 

La oráculo se retiró para poder emplear mejor sus dotes. Ese detalle fue aprovechado por Abroshtor que no dudó en lanzar uno de sus incendiarios recursos. En esta ocasión, nuevamente la bomba cayó a sus pies en una sucesión de gestos torpes que sin duda lo llevarían a una muerte tan dolorosa como cómica...

Retirándose tanto para evitar los ataques del esqueleto como para salvarse de las bombas de Abroshtor, el brujo se sitúa al lado del pequeño gnomo de pelo llamativo. Después, se concentra en el esqueleto, invocando su poder innato para favorecer al grupo a costa de la suerte del propio esqueleto.

Druul usó sus dones de brujo para intentar afectar la fortuna y el devenir de los acontecimientos durante un impás de tiempo, pero nada parecía afectar a aquel duro adversario, que no dudó en lanzar el corte de su oxidada cimitarra y un nuevo garrazo contra la elfa...

Drabeorn se sentía ridículo después del tropezón que había sufrido hacía apenas unos momentos.
Se recompuso como pudo y buscó con la mirada al que sería su próximo oponente; sólo quedaba un esqueleto en pie, y éste, seguía atacando con fiereza a sus compañeros.

Lanzando un grito de desafío para llamar su atención, cargó con todo su ímpetu contra semejante burla a la naturaleza.
Cuando llegó a su altura, alzó el mandoble y, descargando un potente y violento golpe, liberó de un plumazo toda la tensión que había acumulado en la carrera.

Había vuelto a fallar un lanzamiento fácil quemándose, de este modo, las perneras. Se tiró a suelo y rodó sobre la nieve para apagar las llamas.

Unas feas quemaduras cubrían su cuerpo. Había estado a punto de matarse él mismo con su poder destructivo y estaba malhumorado por ello. Malhumorado y avergonzado.

Se sentó en el frío suelo y agachó la cabeza. -Estoy bien!- fue lo único que dijo a sus compañeros. Metódicamente fue sacando su juego de matraces, la retorta y un pequeño alambique. Machacó unos ingredientes en el mortero y los añadió a la mezcla. En un minuto tenía un nuevo estracto. Un líquido de un intenso azul celeste recorrió su garganta cuando tragró todo el contenido del nuevo vial. La energía positiva recorrió su cuerpo, sanando sus heridas.

Con mejor humor guardó todos sus cachivaches y se levantó como un resorte. Listo para continuar.

Dynah, aún en su forma de elemental de luz, vió cómo el gnomo estallaba en llamas. Se apresuró a pasar caminando a través de él e inundarlo con su luz. Aquello sanó un poco el daño de las llamas pero, por si acaso, Dynah deicidió lanzar un conjuro adicional. Le tocó la espalda a Abroshtor y sus heridas se cerraron aún más.

Tras hacerlo, su luz parpadeó y la oráculo sintió cómo revertía a su forma original, humana, y sintió de nuevo el frío del invierno mordiendo su piel.

El metal templado de Ethelwyn cayó con furia sobre el no-muerto que quedaba, troceando y pulverizando cada centímetro de aquella osamenta caminante. El golpe había sido descomunal y el enemigo quedó reducido a un montón de huesos inertes sobre el suelo.

En ese justo instante, Abroshtor comenzó a trabajar sobre un extracto que le permitiera cerrar alguna de sus heridas, pues los fallos que había sufrido hasta el momento, casi llegan a costarle la vida. Cuando se disponía a curarse, Dynah envuelta en una sacra y cálida luz, tocó con ambas manos la mejilla del gnomo, recuperando el tegumento maltrecho del pequeño alquimista.

Habían logrado vencer, pero topar con aquel contingente de muertos vivientes, les hacía recapacitar sobre el poder del amo que gobernara a tales seres. Por un segundo desearon que aquellos fueran los últimos que merodearan por los alrededores del Fuerte Inevitable, pero algo les decía que sólo era el primer enfrentamiento de muchos más venideros.

Recogieron sus cosas después del combate, sanaron sus heridas y siguieron la marcha entre aquellos árboles. Nuevamente llegaron al claro desprovisto de vegetación. Se adentraron en el primer  y oscuro nivel -aquel en el que lucharan con los goblins de la tribu del Brezo Sangriento- luego descendieron hasta la segunda planta -en la que combatieron con Gorloth- y caminaron por sus estancias sin encontrar oposición. Desde que estuvieran allí y rescataran a Cenariel, todo parecía estar deshabitado, cosa que les hacía pensar que el nivel estaba perfectamente explorado, pero entonces Druul, que poseía un bosquejo del plano que entregara a Abernard Royst, comunicó que existían dos posibilidades: abrir una puerta que estaba situada al suroeste del complejo (pasillo B2) o coger la escalera de mano que descendía por el foso de la estancia donde lucharan con varias arañas lunares (B12)

Tocaba decidir.

Yo no bajaría a un nuevo nivel sin terminar de explorar el actual. Además, eso nos permitirá completar con mayor exactitud los mapas, dice el siempre pragmático Druul, cuyo hablar choca con su aspecto de cicatrices y fealdad.

Agradeció a Dynah su ayuda curativa y felicitó al resto por el buen combate, en contraste con su mal papel. El resto del camino fue tranquilo, incluso agradable. El bosque tenía una belleza particular con las nevadas cubriéndolos.

Accedieron al capitel sin ningún problema, habían sido concienzudos en su limpieza. Por lo menos la del primer nivel, en el segundo...  -¿Creéis que andará por aquí Gorloth?- Ese desalmado había escapado y posiblemente odiara al grupo con todo su maligno ser. -Si es así, removerá cielo y tierra para hacernos la vida imposible.- Advirtió a sus compañeros.

-Druul lleva razón. Acabemos con este nivel antes de descender.- Se adelantó a la puerta del suroeste e inspeccionó la la entrada. Todo este nivel estaba lleno de trampas y había que asegurarse de que aquella puerta no fuera la siguiente.

Tras recomponerse como pudieron al finalizar tan inesperado encuentro, los compañeros continuaron la marcha.
Los niveles inferiores estaban despejados después de la metódica exploración efectuada días atrás.

No obstante, aún quedaba parte del complejo por investigar. Sabiamente, Druul propuso terminar el reconocimiento en el segundo nivel antes de acceder al siguiente.
- Es buena idea; vamos, terminemos con esto.

En ese momento, Abroshtor compartió con el resto su inquietud. Era algo a tener en cuenta, desde luego: - Pues tenemos una conversación pendiente. Que venga a saludarnos, si se atreve.
El hecho de que Gorloth saliese huyendo evitando el combate de aquel modo, dejó a los compañeros un pésimo sabor de boca. Tarde o temprano, tendrían que cerrar ese círculo.

Me la pela, lo que decidais. ¿Gorloth, quien coño es ese? La elfa caminaba tensa, no podía evitarlo, sabía que había caido en algún lugar de por aquí, pero ni siquiera recordaba donde ni como.